Dreams come true: «Segunda parte»
Mi corazón late con fuerza, siento que lo voy a vomitar. No sé por cuánto tiempo he estado corriendo, pero el único deseo de poder salvar mi vida me anima a seguir sin importar el dolor y cansancio que siento. Estoy sumamente aterrada y quiero llorar. Esto es como una pesadilla, porque cuando por fin logro encontrar un lugar donde descansar, todo vuelve a comenzar.
Tropiezo con una rama y caigo de cara, intento levantarme, pero me doy cuenta de que mi pierna ha quedado atrapada; una sensación de angustia se apodera de mí y quiero gritar por ayuda, pero no debo; ella me podría encontrar. Trato de hacer series de respiración para tranquilizarme y así poder pensar con claridad, no obstante, es completamente inútil.
Después de un rato de estar ahí atrapada, empiezo a escuchar ruidos alrededor mío. Hay gruñidos y las hojas de los árboles y arbustos truenan, lo peor es que no puedo divisar nada porque ya empieza a oscurecer. Intento estar lo más callada posible, pero sé que tarde o temprano el castañeo de mis dientes me delatará, debo detener eso, pero una vez más no logro obtener el control de mi cuerpo.
De pronto veo unos ojos brillantes observándome atentamente y temo que sea una bestia salvaje, pego un grito cuando la criatura sale de un salto, sin embargo, me relajo al notar que sólo se trata de un pequeño conejo. Exhaló todo el aire contenido en mis pulmones, y me permito por primera vez en horas relajar mi cuerpo, cerrando los ojos y extendiéndome en el césped mojado.
Siento cómo el conejo muerde las lianas que atraparon mi pierna, entonces me enderezo, abro los ojos y de un momento a otro mi ritmo cardiaco está por los cielos. Frente a mí, una criatura gigante me observa con maldad mientras devora a mi pequeño amigo. Reconozco esos ojos y no espero más, ya que no sigo atada, vuelvo a echarme a correr.
Estoy siendo perseguida por algo gigante, de largas patas y plumas adornando su parte trasera y un pico puntiagudo; con unos ojos inmensos que fluctúan entre miradas inocentes y miradas realmente frívolas y aterradoras. No sé qué habrá pasado con Duusu o qué le habré hecho para que ese tierno anciano se convirtiera en un monstruo, pero lo realmente importante es el presente, y en él, mi antiguo protector me está persiguiendo.
Por suerte logro ver a la distancia lo que parece ser un pasadizo en el cual, debido al tamaño, sólo podré entrar yo, por lo cual me apresuro todavía más y logro ingresar. Al sentirme más a salvo, decido detenerme y tomar aire ahí adentro para no desmayarme después, ya que como siempre, es casi seguro que no sólo criaturas me perseguirán, sino que la mujer que me quiere matar, me va a encontrar.
Pero una vez más, fallo. Al verse amenazado, Duusu emite un sonido ensordecedor que trae en consecuencia otras dos criaturas más, a quienes reconozco como Mullo y Sass; el primero, es una especie de ratón enorme con dientes afilados con los cuales comienza a destruir para abrirse paso, y el segundo, una serpiente que intenta meter su cabeza al pasadizo para devorarme.
Quiero escapar, empero la serpiente, Sass, logra encajar uno de sus colmillos en mi pierna y quedo tan paralizada por el veneno, que ni siquiera puedo luchar contra los múltiples brazos que, desde el otro extremo, me tomaron y me sacaron.
Kagami abrió los ojos de golpe. Estaba sudando frío y tenía una respiración muy irregular. Nuevamente había tenido una pesadilla que no lograba recordar del todo, pero que sin duda alguna le había dejado una sensación muy familiar.
Se abrazó a sí misma y, como pudo, fue bajando de la cama poco a poco cada uno de sus pies hasta meterlos a sus pantuflas de dragón; una vez tocó el piso, inhaló profundamente, y pese al temblor de su cuerpo, se puso de pie, dispuesta a ir por un vaso de agua.
Al llegar a la cocina, notó que ya estaba amaneciendo, lo cual significaba que pronto sus hermanas se despertarían y su madre también. Suspiró con cansancio y se metió a bañar. Meses atrás había adquirido la costumbre de bañarse dos veces al día; por la mañana para quitarse todo el sudor que desprendía durante sus sueños, y luego por la noche con la inútil esperanza de relajarse y no tener pesadillas.
Después de salir de la regadera y arreglarse, se dispuso a hacer el desayuno, tal y como lo había estado haciendo desde hacía ya once meses, cuando su padre falleció. Se puso a jugar en su celular, pero en el instante en que escuchó las alarmas, se levantó de prisa, tronó sus dedos y su cuello, y finalmente se asomó por la puerta de la cocina para ver el momento exacto en que las otras tomaran asiento en el comedor; una vez las vio, agarró los platillos y dirigió a donde ellas para servirles.
—Buenos días. —saludó Kagami en lo que repartía cada plato.
—Más te vale que no esté frío como la cena de anoche. —se quejó Chloé Bourgeois.
—Si estaba frío fue porque te tardaste en comer. —contraatacó Kagami y se dio la media vuelta para regresar a la cocina, pero la voz de Audrey la heló.
— ¿Qué te he dicho de andar de respondona, mocosa? ¿Acaso quieres quedarte un día sin comer?
—Pero madre, no me puedes seguir haciendo eso, esta también es mi casa y...
—Te recuerdo que desde que tu padre no está las reglas cambiaron y ahora tú nos sirves a nosotras, agradece que sigo cuidando de ti, así que no te quejes, ¿entendiste? —regañó Audrey, ya levantada de sus silla y mirando a la japonesa con tanta severidad que logró que bajara la cabeza frente a ella.
—Sí, lo lamento.
—Bien, ahora vete. —finalizó la señora e inmediatamente sus hijas se empezaron a burlar.
Ese día, Kagami nuevamente pasó hambre, y aunque su estómago rugía, no pudo hacer más que aceptar las reglas de actual señora de la casa, o al menos eso fingió, pues al llegar la noche, esperó a que todas se durmieran para escabullirse a la cocina, tomarse un café y comer pan con mermelada de fresa. Una vez se llenó, se bañó y se fue a la cama.
Despierto debido a un extraño y desagradable aroma a queso, y noto que hay siete pares de ojos mirándome, y son específicamente unos ojos color miel los que más llaman mi atención. Talló mis ojos, me siento, y escucho cómo todos esos niños a mi alrededor suspiran llenos de alivio.
Todavía muy confundida pregunto qué pasó y ellos me relatan cómo fue que me encontraron. Me dijeron que tres animales enormes me estaban persiguiendo, y que incluso uno de ellos me inyectó veneno, pero que afortunadamente me encontraron y rescataron, y que luego, Lonng, el chico de los ojos color miel y cabello rojizo, me dio a beber un té de dragón que me iba a ayudar, por lo cual sólo les quedó esperar hasta que despertara.
Trato de procesar toda la información y sólo tengo ciertas imágenes en mente de todo lo que ocurrió, sin embargo, todo vuelve de golpe una vez termino de comer un pastelillo que me ofrecieron. Comienzo a sufrir un ataque de ansiedad y los niños se asustan, por lo cual les cuento toda mi travesía, la cual se resumía en que una mujer buscaba asesinarme al igual que personas que se convertían en criaturas espantosas y raras. Al escuchar todo eso, me dicen que me puedo quedar en su casa y que ellos se encargarán de cuidarme.
Así transcurren los días, en los cuales estoy más tranquila y noto toda una rutina que va desde darles los buenos días a todos, hasta hacer una especie de ritual antes de ir a la cama, aunque lo que también es rutina, es durante el día no decir nada acerca del tema por el cual yo estoy, y en cambio, durante la noche, escuchar a mis amigos dar ideas de cómo acabar con los monstruos y con la mujer que me persigue hasta el punto de sugerirme cómo matarla antes de que ella lo haga.
Siempre me da escalofríos pensar en ello, pero sobre todo, el que niños que escasos años sean tan gráficos.
No obstante, la rutina llega a su fin. Por la mañana, abro los ojos dispuesta a saludar a todos, pero me doy cuenta de que no están. Me preocupo y bajo corriendo las escaleras
— ¡El platillo de hoy serán tus órganos! —escucho decir animadamente a la mujer de la cual he estado huyendo, por lo cual me giró para empezar a correr, algo inútil ya que mis pequeños amigos me toman por los brazos, y a medida que los observo, cada uno de ellos va perdiendo la esencia humana con la que me encontraron.
Mi cabeza punza incesablemente tras cada carcajada que escucho y cualquier sonido se vuelve más agudo. Los niños también son monstruos grandes y temibles. La mujer se acerca a mí anunciando que es mi fin, pero antes Lonng, ya con apariencia macabra y de dragón, se acerca a mi rostro para susurrarme algo.
—Recuerda que en la vida o matas o te matan, ¿tú qué harás? —y todo se vuelve negro.
Sus sueños cada vez afectaban su vida diaria de forma recurrente. Por alguna razón la última pesadilla se repetía todas las noches al punto en el que cuando despertaba tenía que checar que nadie la estuviera observando por debajo de su cama, sin mencionar que cualquier ruido la asustaba y el hecho de encontrarse con niños por la calle la ponía muy mal, incluso había dejado de desobedecer a su madre por miedo a que ésta le hiciera algo; sabía que todo era ridículo, pero no podía evitarlo, se sentía en peligro.
A pesar de todo, trataba de parecer seria y fuerte, pues ese era su método para que nadie se le acercase y pudiera dañarla, hasta se había terminado de alejar de Marinette, su única amiga, de tanto miedo que sentía. No iba a negarlo, estaba triste por ello, pero si de algo estaba segura, era que se sentiría peor si la franco-china la traicionaba.
Una tarde Audrey salió de la casa porque iría a reunirse con algunos ejecutivos, y al poco rato tanto Chloé como Zoé se marcharon pues habían quedado con unos amigos, dejando así a Kagami completamente sola. La chica no sabía si eso era mejor o peor, pero aún así aprovechó para poner música y hacer la mueca de que jugaba esgrima -deporte que dejó meses atrás-, al menos hasta que sonó el timbre.
Se extrañó un poco, al menos hasta que vio que ya era algo tarde y llegó a la conclusión de que seguramente serían sus dos hermanas. Velozmente apagó la música y guardó su espada, se acomodó el cabello y fue a abrir la puerta, sin embargo, escuchó una vocecita en su oído que le puso los vellos de punta. <<¿Segura que quieres abrir? Podríamos ser nosotros, podríamos matarte si lo haces.>> El timbre volvió a sonar, sacándola de sus pensamientos y finalmente, algo recelosa, abrió.
—Ah, hola Kagami. Soy Adrien —la de cabellera azabache frunció el ceño y ladeó la cabeza, entonces el joven sacó de su mochila un cuaderno y lo alzó—. Vine a dejarle a Zoé mi cuaderno de física para que terminara algunos ejercicios.
—De acuerdo, yo se lo doy. —simplemente contestó Kagami, extendiendo el brazo para que el chico le pasara el cuaderno a través de la reja.
— ¿No está?
—No.
— ¡Qué mala suerte! Pero ni modo, la puedo esperar. —sugirió el rubio y alternó su vista entre la reja y Kagami, como queriendo dar un paso.
— ¿Por qué te me quedas mirando así? ¿Pretendes que te deje pasar? —preguntó ella, cruzada de brazos.
—Este... Yo... ¿Sí? Digo, si es posible. —atinó a decir mientras se rascaba la nuca, algo apenado.
—Bueno, no lo es. —y una vez dicho eso, Kagami le cerró la puerta en la cara, dejándolo atónito.
Pasaron cinco minutos, diez, incluso treinta y él no se iba a pesar del frío, así que la japonesa terminó sintiéndose mal por él y tomó una decisión: Lo dejaría entrar siempre y cuando no entablaran conversación.
Abrió la puerta, se apartó hacia un lado, e hizo un ademán para que él pasara. Los ojos verdes de Adrien brillaron con fuerza y no tardó en levantarse del suelo para pasar a la casa.
—Te dejé algo de agua y algunos aperitivos para mientras. Iré a estudiar a mi cuarto, con permiso. —indicó y giró para ya irse, pero la voz de Adrien lo impidió.
—Kagami, desde hace tiempo te he querido preguntar... ¿Por qué me alejaste de ti?
— ¿Disculpa? Que yo sepa jamás fuimos cercanos como para que te haya alejado. —argumentó en contra, colocando su vista de nuevo en él.
—Vamos, cuando nos conocimos nos llevamos muy bien, incluso practicamos esgrima juntos. Pero después de ese día... cambiaste. Me empezaste a evitar y ahora ve, hasta te portas grosera conmigo, por favor dime qué te hice.
—Las cosas siempre cambian, Adrien, y uno debe aceptar esos cambios.
— ¡No! —gritó con un dejo de dolor en su voz y tomó la muñeca de Kagami, asustándola un poco— No puedo aceptar los cambios que no me gustan si ni siquiera tengo una explicación, en especial porque tú me gustas y yo...
— ¡Es que no puedo hablarte! ¡No está bien y no quiero problemas, ¿de acuerdo?! —explotó en lágrimas Kagami, cosa que sorprendió a Adrien— Tú también me gustas, pero no te quiero cerca, por favor...
Al escuchar eso, Adrien negó y se abalanzó a ella en un abrazo, el cual Kagami sorprendentemente sí correspondió. No hubo más palabras, ya habría tiempo para ello y retomar su amistad; en ese momento sólo era el Agreste consolando a la Tsurugi. Estuvieron así por un pequeño rato más, en lo que la chica se fue calmando, hasta que de pronto un grito inesperado los separó.
— ¡Kagami, te advertí que no te acercaras a mi Adrienboo!
Inmediatamente se armó el caos. Habían llegado juntas tanto madre e hijas, y debido a que no permitieron que Adrien se quedara, les fue más fácil irse contra Kagami.
Chloé se lanzó a golpearla y jalarle el cabello, y cuando trató de defenderse salió contraproducente, ya que inmediatamente Audrey la jaló del cabello y así la arrastró hasta llegar a su habitación con el propósito de dejarla encerrada ahí; Kagami intentó zafarse y eso sólo ocasionó que la mayor le diera un fuerte golpe que la dejó inconsciente.
Quizá debió haberle hecho caso a la voz...
Me duele toda la cara y mi nariz no deja de sangrar; no debí salir de casa, no debí hablar con ese joven. ¿Cómo podría alguien como yo siquiera atreverse a mirarlo siendo él tan guapo y adinerado? Merezco el castigo al que me sentenciaron mis patrones, al que me sentenció mi familia...
Me miro en el espejo y me doy cuenta de que estoy deforme. Tengo el ojo morado por atreverme a mirarlo, cortadas en los extremos de mi boca por haberle sonreído, y la nariz chueca por respirar el mismo aire que él.
Pero... ¿No es mi culpa que él me busque, o sí?
Él me ama y yo lo amo a él, ¿acaso debo avergonzarme por sentir amor?
No quiero regir mis sentimientos por culpa de los demás. Tengo que escapar.
Espero a que anochezca y me salgo lo más silenciosa posible de la casa en la que trabajo, me aseguro de que nadie me sigue y avanzo. Hace frío, pero no me importa, yo sigo caminando hasta que llego al hogar de mi amado con la inocente propuesta de que huyamos juntos. Sin embargo, mi corazón se rompe en mil pedazos cuando lo veo depositando un casto beso en los labios de la hija de mis patrones.
Estoy molesta y muy decepcionada de él, así que voy a reclamarle sin descaro alguno y todos se dan cuenta de mi presencia, así que llaman a los guardias, que inmediatamente me llevan ante los padres del hombre al que amo, quienes ya hartos de mis intentos por acercarme a su hijo, me condenan.
Les suplico por mi vida y ellos se ríen de mí, sujetan mi rostro y me dan una lección que deberé aplicar en otras vidas, pues de inmediato me degollan.
— ¿Quieres liberarte y que tu sueño se haga realidad? Entonces ya sabes qué hacer, tienes que matar.
Tras estar encerrada en su habitación durante algunos días y únicamente recibir una comida al día, Kagami empezó a adelgazar más con rapidez, y a veces hasta pensaba en que afortunadamente tenía un baño en su habitación.
Pero a pesar de todo, en realidad lo peor no era como tal el no poder recorrer ni los pasillos ni las habitaciones de su propia casa, sino el hecho que estaba durmiendo más de lo que debería, y no sólo eso, sino que sus sueños se estaban haciendo realidad.
Si de por sí durante el día ya escuchaba voces y creía ver sombras o que le perseguían, desde que la dejaron encerrada, las criaturas de sus sueños se empezaron a materializar, y ya podía recordar hasta el más mínimo detalle de todo lo que le ocurría cada que cerraba sus ojos.
Y no estaba nada feliz con ello. Vivía aterrada, y cada que creía ver a Lonng gritaba con todas sus fuerzas hasta que alguna de sus hermanas le reclamaba desde el otro lado de la puerta para que se callara. También tenía episodios disociativos, en los cuales se desconocía a ella misma; olvidaba su nombre, su edad, su nacionalidad... Todo.
Ella no era Kagami Tsurugi. Ella era una bella niña que huía de monstruos. Ella era una joven que tenía prohibido amar. Ella era alguien cuya vida debía ser destruida.
Por parte de su madre y hermanas, se estaban cansando de la situación debido a los balbuceos en sueños de la azabache, al llanto insoportable y al ruido de todo lo que ésta rompía y aventaba, así que una noche optaron por abrir la puerta...
Siento el aire escaparse de mis pulmones, que mi cabeza va a explotar y las cuencas de mis ojos se saldrán. Me estoy ahogando. Me van a matar.
Muevo mis brazos desesperadamente intentando salir de aquí y siento manos tratando de empujarme de vuelta, pero no me pienso rendir nunca más.
Me sujeto del mismo obstáculo y lo uso como impulso para levantarme. Jalo a la mujer que me ha perseguido por meses y me subo encima de ella para golpearla con todas mis fuerzas, la agarro del cabello y azotó su cabeza contra el suelo. Quiero destruirla.
Siento un jalón por detrás y de pronto estoy en una habitación que cambia constantemente, pero con el mismo peligro latente: Las bestias nombradas Duusu y Lonng me persiguen, sólo que esta ocasión con más odio en su mirada y no sólo con su macabra diversión.
El ruido de las risas de las demás criaturas me vuelve incapaz de moverme ágilmente, cosa que necesito si es que quiero sobrevivir y acabar con mis oponentes. Tengo que encontrar una distracción. Mis ojos de mueven de un lado a otro hasta que encuentro algo: ¡Bingo!
Aún tratando de evitar que el dragón y el inmenso pavo real me atrapen, con una mano tomo una espada y con la otra unas tijeras, y me acerco corriendo a la mujer que se quería comer mis órganos para robarle su idea.
Sin pensarlo más de dos veces, entierro las tijeras y le hago un enorme corte desde el pecho hasta el abdomen para posteriormente lanzar su relleno a las demás semi-bestias. Mi plan funciona, ya que éstas dejan de reír y saltan a por su improvisado alimento.
Ahora sólo queda encargarme de las otras dos, y es mucho más fácil para mí porque primero una corre hacia el cadáver y eso llama la atención de la otra, que termina dándome la espalda y la oportunidad para rebanar sus patas, haciendo que caiga de lado y pueda ahorcarla.
Por su parte, al escuchar el último quejido, la bestia roja voltea su cabeza justo a la altura en la que yo espero e inevitablemente perforo sus ojos con la espada, por lo cual suelta un alarido que acallo al amarrar su cuello con una cuerda.
— ¡¿Me dijeron que matara o que dejara que me mataran, no?! ¡¿Me dijeron que los tenía que asesinar para que me liberara, verdad?! ¡Pues lo hice! Al fin lo hice...
Kagami cayó de rodillas, empapada de sangre y sudor, y una vez vio la masacre de la cual era responsable, vomitó. Frente a ella estaba el cuerpo de Audrey, con la cabeza destruida y los pulmones e hígado de fuera, mientras que Zoé yacía colgada del lado derecho, sin ambos pies completos, y finalmente Chloé, del lado izquierdo, sin sus dos grandes y bellos ojos.
—Bien hecho, nena, después de tanto por fin has acabado con tus hermanastras y con la Reina. De verdad gracias.
Fin.
Aaaaah, por fin lo publico.
Discúlpenme, lo hubiese subido antes, pero ocurrieron cosas y se me fue el internet akhdhg :'v
Pero yay! He aquí con ustedes la segunda y última parte de Dreams Come True. No estoy acostumbrada a escribir cosas de terror y así, pero agarré el concurso como pretexto para hacerlo. ¿Qué opinan?
Sinceramente me gustó la idea, aunque de no ser por que tengo una afición por hacer cosas bajo presión, siento que pudo haber quedado mejor, but anyways. Otra cosa que debo confesar, es que cada que leo el titulo del TS recuerdo la canción Dreams Come True versión aespa jajaja
Como sea, la historia en total tuvo 5002 palabritas. Fue interesante escribirla, juju...
Antes de despedirme, quiero darles las gracias a Eimy, Jaz y Sam por poner concursos cool, a ustedes mis lectores por llegar hasta aquí, y finalmente también les quiero desear mucha suerte a quienes están participando en Había una vez. Luego me pasaré a leerles. :D
Ahora sí, chaoo!
Les quiere;
AllieGarcia9
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