Capítulo 5: La banda
Sacaba la poca ropa que tenía de su mochila para colocarla en los armarios empotrados del cuarto. Era la primera vez que tenía un cuarto tan grande para él solo. No admitiría algo semejante en alto, pero la realidad era que le gustaba el sitio. Adoraba la música desde niño y pensar que en esa casa se respiraba música todo el tiempo le alegraba. Cuatro chicos, una casa y ensayos prácticamente a diario para mejorar la banda: sí, por primera vez, pensó que estaba en el lugar adecuado. Se sentía como la primera vez que entró en el conservatorio, sólo que ahora, sin exámenes ni tener que estudiar para ellos.
La imagen de Shoto tocando el bajo en la sala de grabación le hizo agachar la mirada hacia la camiseta bien plegada que tenía en sus manos y quería guardar. No tenían exámenes, pero tenían algo mucho peor, representantes y gente de discográficas diciéndoles qué hacer. Por primera vez, se preguntó si él sería capaz de aguantar algo así. Le gustaba la música y si estaba a gusto en una banda, no tenía problemas en seguir sus indicaciones, pero odiaba que gente externa a la banda quisiera decirles cómo llevar su música.
El toque de unos nudillos sobre su puerta abierta le hizo voltearse: era Kirishima. Siendo honesto consigo mismo, fue a la única persona a la que consideró un amigo cuando ingresó en el conservatorio y aunque perdieron el contacto unos años, allí estaba de nuevo.
— Cuando estés listo, si quieres, te presento a los del grupo. Deben estar en la sala común. Cuando se acerca la noche, nos gusta jugar a juegos de mesa juntos y esas cosas, quizá quieras unirte.
— Iré un rato.
Era mejor conocerlos cuanto antes a todos los del grupo pese a que, al menos, les había visto la cara la noche anterior en el local donde trabajaba.
Dejó la camiseta en el armario y salió tras Kirishima en dirección a la sala común. Eran casi las cinco de la tarde y es que allí, el tiempo volaba. Con tanto trasbordo que había tenido que tomar, había llegado algo tarde y ahora se daba cuenta de que en breve sería la hora de cenar para todos. Su estómago rugió. No había comido nada a mediodía y tenía hambre. Aquel sonido no pasó desapercibido para su amigo.
— ¿Tienes hambre? Creí que habrías comido algo antes de venir.
— No he tenido tiempo.
— Te preparé algo, aún faltan unas horas para la cena.
— No es necesario, si me dices dónde están las cosas, me lo prepararé yo mismo.
— No me importa. Suelo cocinar yo – sonrió Kirishima –. Me gusta y me relaja.
Caminando por el pasillo, finalmente llegaron a una gran ventana que daba a un comedor. Dos chicos estaban allí sentados, uno leía un libro de música y anotaba cosas en un cuaderno; el otro afinaba su guitarra. Kirishima se detuvo en vez de continuar hacia la puerta cerrada para entrar.
— Iida Tenya, veintisiete años, es nuestro guitarrista. No sé si le recordarás. Estaba en el conservatorio, pero un curso por encima de nosotros. Creo que era delegado del curso, pero coincidiríamos poco con él.
— No le recuerdo – sentenció Bakugo completamente honesto –. No me fijaba en la gente del conservatorio, sólo en mi música.
— Sí, típico de ti – sonrió Kirishima –. Él es Izuku Midoriya, veinticuatro años, es jovencito, de la misma edad que Shoto. Entraron el mismo año al conservatorio y creo que fueron compañeros de cuarto durante todos los años hasta que finalizaron la carrera. Toca el teclado.
Bakugo le observó. Si había estado toda la carrera junto al mitad-mitad, debía conocerle bien, al menos mejor que los demás.
— Supongo que es muy amigo del mitad-mitad – susurró Bakugo.
— Shoto Todoroki – sonrió Kirishima dándole el nombre como si eso fuera a evitar que siguiera llamándole por ese extraño apodo –. Ya te lo dije en el local, pero Shoto es un auténtico genio, como lo eras tú. Tiene dos años menos que nosotros, pero...
— Sí, le he escuchado tocar – se quejó Bakugo.
— Viene de una familia importante. Su padre tiene una agencia inmobiliaria y una constructora.
— Un niño de buena familia – sonrió Bakugo con arrogancia – un niño pijo.
— Sí, quizá – susurró Kirishima – pero sinceramente, no sé demasiado sobre él. No habla de temas privados y no le he visto comportarse como un niño rico en los años en que he trabajado con él. Quise saber un poco sobre mi compañero, así que le pregunté a Izuku, era su mejor amigo y habían compartido cuarto durante años en el conservatorio.
— ¿Y? – preguntó Bakugo con cierta curiosidad pero sin darlo a entender.
— Izuku me dijo que era mejor que no supiera sobre su vida. Parecía un poco triste cuando lo comentó, así que no investigué más. Creo que Shoto no ha tenido una vida fácil precisamente. No he vuelto a preguntarle a Izuku sobre él. Pero no te preocupes, Shoto es muy silencioso y respetuoso, ni te enterarás de que vive en la casa – sonrió Kirishima sabiendo que su amigo odiaba que le molestasen –. En cambio, Izuku es más activo y alegre.
— Lo tendré en cuenta para no acercarme demasiado.
— Vamos dentro. Te los presentaré.
***
Llenó las manos con el agua limpia que salía del grifo y la lanzó sobre su rostro. El agua estaba fría y, por un momento, pareció espabilarle. Shoto alzó la mirada hasta el espejo y se miró. Su flequillo ahora estaba ligeramente mojado, pero no era eso lo que observaba, sino la quemadura de su ojo izquierdo: la odiaba.
Agachó la mirada para ver el agua correr y entonces, apagó el grifo y se secó las manos con una de las toallas antes de peinar un poco su flequillo con sus propios dedos en un intento por ocultar su ojo izquierdo y esa horrible marca.
En realidad, a la gente no solía importarle demasiado o al menos, no preguntaban por ello, seguramente debido a la educación, pero cuando él la veía, sólo recordaba dolor y sufrimiento. Era un trauma que, hasta el día de hoy, no consiguió aliviar ni superar.
Se sentó en el suelo unos segundos con la espalda apoyada contra el mueble del lavamanos. Desde niño, le consideraron un genio. Su familia era influyente y desde fuera, parecía la familia perfecta, pero nadie podría imaginarse jamás lo que se vivía en ella. Salir al conservatorio fue un escape a esa vida, y formar la banda había sido otro. Al menos ya no vivía con su familia y ese hecho le hacía suspirar de alivio.
Llevó sus manos a su rostro y lo cubrió con ellas. ¿Qué iba a hacer con su actitud? Siempre le exigían más, ser más rockero, ser más atrevido, más activo, ser más... caradura en cierto aspecto, pero no podía cambiar todo su carácter ni aunque fuera sabiendo que sólo era una actuación. Le decían que "debía soltarse", pero no podía. Sonrió... el nuevo integrante tenía todo lo que ellos buscaban. Cuando le vio actuar, burlarse de él sacándole la lengua o la forma en que le provocó desde el escenario...
Por primera vez, al pensar en ello, sintió un alivio extremo. Él podría llegar a sustituirle en un futuro y sería bueno para la banda. Tenía todo lo que a él le faltaba y jamás podría sacar. En breve, su sueño podría acabar. En el conservatorio bastaba con tocar bien, pero en la vida real, fuera de las paredes de la institución, no buscaban sólo que uno tocase bien, buscaban la actuación y él no podía hacerlo por más que se esforzase en ello.
Motivado por el rugir de su estómago, se levantó del suelo y salió del aseo para dirigirse a la sala común. Todas las noches se reunían para jugar, aunque él tampoco era demasiado bueno en ello.
Para cuando llegó, los chicos estaban sentados frente a un tablero. El nuevo comía un bocadillo sentado en uno de los sillones observando cómo Iida e Izuku trataban de adivinar lo que Kirishima intentaba hacerles entender con los gestos de su cuerpo. Seguramente jugaban a adivinar películas o algo así.
¡No había nada que se le diera peor a Shoto que expresar algo! Cuando a él le tocaba mover su cuerpo para intentar explicarles la película que le había tocado, nadie acertaba nunca. A veces pensaba que sólo se le daba bien la música, pero la verdad era que últimamente también empezaba a dudarlo tras todos los toques de atención que recibía por la carencia de esa actitud rockera que querían que sacase. Por eso mismo, se esforzaba tanto en las composiciones y en los ensayos. Necesitaba volver a sentir que podía hacer algo por la banda y hacer frente a sus carencias.
— ¿Shoto?
La alegre voz de Izuku distrajo a todo el mundo. Detuvieron el juego y le observaron detenido en la puerta.
— ¿Ya has terminado el ensayo? – sonreía Izuku –. Genial, ven a jugar con nosotros.
— Me gustaría pero... tengo todavía cosas que hacer.
— ¿Más? – se quejó Izuku frente a la cara de preocupación de los otros dos integrantes. Bakugo observó en silencio la escena.
— Sí, lo siento. Tengo que entregar unas composiciones todavía de las nuevas canciones y... necesitaría a Bakugo un rato para ver su estilo de música y su afinación.
Bakugo se sorprendió al escuchar aquello, pero no hizo el amago de moverse. Shoto era consciente de que todavía estaba comiendo y debía tener hambre para no esperar a la cena. No quería molestarle.
— No tiene que ser ahora, cuando tengas un hueco – susurró Shoto hacia Bakugo.
— Tengo tiempo ahora – sentenció, dejando lo que quedaba de bocadillo sobre el plato y metiendo los pies cubiertos con los blancos calcetines en las zapatillas de andar por casa –. ¿Adónde vamos?
— A la sala de ensayo, si te parece bien.
— Voy por mi guitarra.
— ¿Seguro que no quieres acabar de comer?
— Cállate de una vez. Ya te he dicho que iré a enseñarte cómo se toca la guitarra.
Shoto sonrió ante sus palabras. ¡Sí! Bakugo tenía el carácter que buscaban. Era indomable, algo arrogante, pero... tenía un buen corazón, podía sentirlo por cómo había decidido dejar de comer y ponerse a trabajar. Le importaban las cosas aunque quisiera aparentar que no era así.
— Gracias – susurró Shoto cuando Bakugo pasó a su lado.
***
Shoto escuchaba atentamente. Siempre le habían dicho que tenía un buen oído musical y lo había mejorado afinando el bajo todos los días e incluso ayudando a otros compañeros a hacerlo. Bakugo tocaba en un perfecto Drop open G tuning que le hacía recordar a Keith Richards, de los Rolling Stones. Cuando Bakugo cesó, Shoto sonrió.
— Una afinación en Sol abierto –. Sus palabras hicieron que Bakugo abriera los ojos. Poca gente se daba cuenta de ese estilo de afinar, pero sonrió al ver que Shoto le había pillado a la primera –. Es una afinación interesante. Bajas un tono la sexta cuerda, un tono la quinta y un tono la primera cuerda. Consigues así un acorde de Sol Mayor solamente tocando las cuerdas al aire. Es una afinación muy utilizada en guitarra Slide o similares.
— Crees que es rara, ¿no es así? Todos los profesores del conservatorio intentaban hacerme tocar en otra afinación y...
— Creo que es interesante y diferente, pero no rara – le cortó Shoto –. Me gusta. Creo que si te sientes más cómodo en esa afinación, puedo componer algo específico para ti.
Bakugo se sorprendió al escuchar aquello. Durante sus dos años de conservatorio y pese a que conoció a algunos compositores, nadie le dijo jamás que compondría algo para su estilo. Le hacían cambiar su afinación para concordar con los demás instrumentos.
— Te he escuchado tocar antes – susurró Bakugo – tienes un afinación en Re, un drop D. Es el típico usado para el rock y el metal, para un bajo de cuatro cuerdas. Pero creo que no estás cómodo en él.
Shoto sonrió ante aquella percepción. Era cierto que tocaba en drop D porque le exigían hacerlo. Era lo que todos esperaban que hiciera.
— Me gusta el drop E. He tocado durante años en drop E, pero supongo que para el rock era mejor el drop D.
¡Cifrado americano! Para Bakugo no tenía secreto saber de lo que hablaba Shoto pese a ese cifrado. La E sólo significaba que afinaba al "Mi", con el drop D, era la referencia a la afinación en "Re".
— Deberías tocar lo que te gusta y no lo que te digan.
— No es tan sencillo – sonrió Shoto con sutileza – ellos son los que ponen el capital para mover la banda. Si creen que tendrá más éxito así, entonces, eso es lo que hay que hacer.
— Tú tienes mejor oído que ellos. No sé en qué toca la otra guitarra que tenéis, pero...
— Iida toca en drop D.
— ¿Entonces? ¿Por qué no puedes tocar en drop E? El sonido es mucho más profundo y grave.
— Porque es un sonido más tecno, más industrial y oscuro, no les gusta demasiado.
— Pero podría encajar ahora con un drop D como el de tu compañero y un Open G, yo suavizaría tu afinación y tú potenciarías la mía, ¿no crees?
Shoto lo pensó durante unos segundos. No podía negar que ese chico tenía un buen oído y una buena percepción. Podría funcionar.
— Podemos intentar algo, pero no prometo nada. La maqueta la tengo que presentar y si no gusta, nos la echarán atrás.
— Me basta con que lo probemos.
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