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Capítulo 32: Nuevo contrato.

Cargado con su mochila a la espalda y la funda donde llevaba la guitarra en la mano, Shoto regresaba de nuevo al lugar que le vio hacer realidad su sueño de dedicarse a la música.

Por extraño que pareciera, ni siquiera se sentía como si estuviera en su hogar o algo así. Había pasado años en esa casa, con los mismos integrantes de la banda que aún estaban, a los cuales, consideraba sus amigos y no unos desconocidos, sin embargo, la sensación era como si se sintiera nuevo allí. Ya no sería el vocalista, no haría lo mismo que hacía antes y en parte, le asustaba un poco regresar.

Componer iba a ser su trabajo principal, ya lo era antes pero ahora, lo sentía mucho más pesado que antaño. Ahora sí era su obligación mientras que antes, lo hacía como un favor personal por sus compañeros, porque le gustaba componer, porque quería crear las piezas del grupo y que todos se sintieran cómodos cuando tocasen las canciones. Por otra parte, volvería a tocar más su instrumento, lo cual, en parte... le gustaba. No es que le disgustase cantar pero... tocar el bajo eléctrico siempre le gustó más.

Frente a él, la puerta se abrió súbitamente como si un huracán saliera del propio interior. Era Bakugo Katsuki mirándole fijamente y con esos ojos intimidatorios que tenía. Parecía algo enojado.

‒ ¿Piensas entrar algún día o también te da miedo tocar el timbre?

Shoto sonrió. "Novio", era la palabra que debía usar con él, era su novio ahora mismo pero... le sonaba tan raro en su mente y pese a ello, le gustaba como sonaba.

Ese chico solía estar malhumorado y decir palabras mal sonantes pero... en el fondo, cuando estaban juntos y sobre todo a solas, era dulce y agradable. Solía sonrojarse por la vergüenza e incluso... a veces, para ocultar ese hecho, insultaba como modo de protección para que no descubrieran sus debilidades cuando en el fondo, Shoto ya le tenía demasiado calado.

‒ ¿A qué esperas, principito? – preguntó Bakugo algo más confuso al ver que Shoto no se movía y sólo le observaba con esa sonrisa tontorrona en su rostro. Evidentemente, él se había sonrojado ligeramente y por eso mismo, metía prisa para que entrase cuanto antes.

Evidentemente, Bakugo no esperaba una respuesta sabiendo que su chico ya no podría dársela, sin embargo, si esperó una reacción, la cual obtuvo en cuanto Shoto caminó hacia él y agarró el borde de la puerta con su mano para abrirla ligeramente más y poder entrar.

Bakugo cerró la puerta tras su chico y entonces, sintiendo que por fin Shoto estaba allí, que no huiría a ningún lado, habló.

‒ Los chicos han ido a comprar algo de cenar. Querían hacerte una fiesta de bienvenida y los representantes no están. Vendrán mañana temprano, pero me han dejado tu contrato para que lo leas y lo firmes si estás de acuerdo con las condiciones, si hay algo que tengas que hablar con ellos tendrás que esperar a mañana para decírselo. He dejado el contrato en tu cuarto.

Shoto le observó todavía con esa sonrisa en el rostro. Bakugo era sumamente ordenado y sobre todo, responsable. Era de esos chicos que se acostaban pronto, madrugaban, hacían sus deberes a tiempo, mantenía el cuarto recogido, limpiaba, sabía cocinar... era el chico perfecto de no ser por ese mal genio que tenía a veces.

‒ No me mires con esa cara – se sonrojó de nuevo Bakugo al ver cómo su chico le miraba.

¡Si algo odiaba Bakugo, era que hubiera perdido su voz! Shoto tenía la voz más increíble que jamás había escuchado. Dulce pero masculina, con un tono de voz sosegado. Saber que jamás volvería a escucharle a menos que pusiera sus canciones antiguas le hacía tener un sentimiento de tremenda tristeza.

‒ Dame algo, te ayudaré a subirlo a tu cuar...

Bakugo que se había dado la vuelta frente a las escaleras un segundo para tenderle la mano y ayudarle a subir cosas, no pudo terminar la frase en cuanto sintió los labios de Shoto sobre los suyos. ¡Shoto no era impulsivo por lo general! Pero cuando lo era, le gustaba.

Sus labios, tan suaves como la primera vez que recordaba, le hacia sentir como si mil mariposas se agitasen desesperadamente en su estómago. Sin poder ni querer evitarlo, Bakugo colocó su mano tras la nuca de su chico para evitar que éste pudiera alejarse ni un solo centímetro y así, profundizar el beso mientras buscaba su lengua para jugar con ella.

Al separarse lentamente, ambos abrieron los ojos mirándose fijamente pero Shoto fue el primero en sonreír antes de que Bakugo le imitase.

‒ ¡Bastardo! – se quejó Bakugo pese a la sonrisa – me has pillado desprevenido.

Agarrando la cinta de la guitarra, Bakugo se la quitó a su chico de encima del hombro y se la colgó él mismo para ayudarle a subir las cosas. Shoto simplemente, le permitió hacerlo y le siguió escaleras arriba hacia el que fue y volvería a ser su cuarto.

***

¡A trompicones! Así es como entraron los dos por ese cuarto oscuro y prácticamente vacío. Lo único que quedaba allí, era un armario vacío, la mesa de escritorio completamente limpia de papeles y cosas a excepción del contrato, y un colchón que ni tenía las sábanas puestas. La habitación estaba impoluta esperando a que Shoto la acondicionase de nuevo a su gusto.

Bakugo sabía que pronto, esa mesa estaría a rebosar de papeles llenos de partituras y composiciones, con bolígrafos por todos lados. El armario lo tendría ordenado, pero la cama... pese a que la hiciera, Shoto siempre dejaba partituras, bolígrafos, la radio o su teléfono tirado por la colcha. Era un desastre cuando componía música y solía hacerlo casi todo el tiempo.

Besándose con pasión como iban, fue Bakugo el que cerró la puerta tras entrar dándole una patada con el pie y dejando todas las maletas y mochilas en el pasillo. Apenas tuvo tiempo de ello y desde luego, no fue consciente de que el colchón estaba a su espalda hasta que sus piernas chocaron y cayó sobre él. Shoto que era el que venía de frente, fue el único que consiguió mantenerse a duras penas de pie, apoyando su mano contra el colchón para no caer encima de su novio de forma abrupta.

Bakugo rió al sentir su espalda sobre el colchón. Desde luego no esperaba terminar así su día, pero Shoto era de los que aprovechaban cualquier oportunidad. En Osaka no pudieron hacer nada debido a que Izuku estaba en el mismo cuarto de hotel que contrataron los representantes para que fueran a buscar a Shoto, pero ahora, de vuelta en el que era su hogar, allí ya podían tener intimidad y más ahora que toda la banda se había ido a elegir algo para cenar. Tardarían un rato.

Los ojos de Shoto que estaban entretenidos mirando el brillo que desprendían los de su novio, se desviaron al ver algo que saltaba sobre el colchón. El gato que Bakugo había traído. Todavía era pequeño pero aún así, era muy ágil. Shoto sonrió antes de que Bakugo también ladease la cabeza ligeramente hacia la parte superior del colchón para ver con qué se había distraído.

Bakugo sonrió al ver al gato acercarse hacia ellos en busca de mimos, sin embargo, Shoto fue más rápido, agarrando al gato con su mano derecha y dejándolo con suavidad en el suelo del cuarto para que fuera a su sitio y no les molestase en ese momento.

‒ No sé si hice bien adoptando a ese gato. Ahora querrá estar todo el día a tu lado – sonrió Bakugo.

Los labios de Shoto se movieron, sin embargo, el sonido no salió y aquello... Bakugo lo sintió como si le apuñalasen. Odiaba no poder escuchar su voz y verle intentarlo una y otra vez por instinto hasta que él mismo se daba cuenta que su voz jamás saldría. Shoto sacó el teléfono del bolsillo de su pantalón y escribió.

‒ "Bueno... ¿Es que querías acaparar tú todo mi tiempo?"

‒ Pues la verdad es que sí, en eso pensaba. El gato tendrá que esperar a cuando yo no esté contigo si quieres sus mimos – se ofuscó Bakugo, aunque por el puchero de niño pequeño que puso, Shoto sonrió sabiendo que en el fondo, bromeaba.

¡Tristeza! Eso es lo que Bakugo veía en los ojos de Shoto que ahora, se fijaban en el pequeño gato que caminaba por el suelo del cuarto en busca de algo con lo que entretenerse. Odiaba esa mirada, porque sus ojos eran preciosos y detestaba que pudieran albergar esa malencolía. Él sólo quería ver a Shoto feliz todo el tiempo. Era casi irónico viniendo de él pero... ese era el deseo que más anhelaba.

‒ Ey, no te distraigas tanto. No sé en qué estás pensando pero no me gusta esa mirada – sonrió Bakugo antes de alzar sus piernas hasta la cintura de Shoto y apretarlas para poder derribarle sobre la cama.

Esta vez fue la espalda de Shoto la que tocó el colchón quedando así finalmente Bakugo sobre él. Instintivamente, Bakugo agarró las muñecas de Shoto cada una a un lado de su cabeza.

¡Le amaba! Lo tenía clarísimo. Verle allí tumbado bajo él, con esos preciosos ojos, uno de cada calor mirándole con esa dulzura e inocencia, verle curvar ligeramente sus labios en una pequeña mueca de sonrisa pero quedando inmóvil como si le permitiera hacer cualquier cosa, le hacía caer una y otra vez en la locura. Shoto era exótico y atrayente, de eso no tenía duda y de hecho, sabía muy bien que los representantes usaban el físico de ese chico para atraer a muchas fans femeninas.

‒ Te quiero – susurró de golpe Bakugo sin casi darse ni cuenta de que esas palabras habían salido de su boca, pero fue algo casi imposible de retener ante aquella imagen que tenía de él en ese instante.

Su agarre se suavizó, tanto... que finalmente Shoto sintió que podía mover sus brazos aunque se quedó unos segundos más estático como estaba. Escuchar a Bakugo decir esa palabra le había sorprendido. Él solía ser un tipo duro, de esos que expresaban poco sus sentimientos y posiblemente, aquello había salido hasta sin pensar. Le había pillado por sorpresa pero enseguida, sonrió feliz por haber podido escuchar a ese chico decir algo así aunque fuera en la intimidad. Quizá jamás lo repetiría y si lo hacía... sería cuando estuvieran a solas, pero no le importaba con tal de escucharlo y saberlo.

Shoto alzó el brazo que ahora tenía menos presión hasta la nuca de Bakugo con un movimiento tan rápido, que esta vez el sorprendido fue Bakugo. Cuando el rubio quiso darse cuenta, Shoto ya se había incorporado ligeramente, su mano presionaba su nuca para evitar que se moviera y él... se había alzado hasta poder unir sus labios una vez más.

¡Ahora él era el sorprendido! Sin embargo, Bakugo estaba feliz de verle tomar la iniciativa. Le gustaba demasiado ese chico, todo lo que hacía, cómo lo hacía... por primera vez en mucho tiempo, se alegraba de que ese chico hubiera entrado por su bar, y que hubiera pedido un té, de que fuera tan poco sociable y tan directo, porque gracias a ese día, le había conocido, gracias a ese día, hoy estaban allí, ambos viviendo el sueño de dedicarse a la música, juntos.

‒ Querías sexo del bueno... - susurró Bakugo sin abrir sus párpados y con sus labios todavía rozando los de Shoto. Sintió que éste sonreía por como sus labios se deslizaron entre los suyos y por tanto, le había escuchado perfectamente.

Shoto apoyó la frente contra la de su novio y asintió para hacerle saber que así era. Eso era una de las cosas que apuntó en su lista.

‒ Pues prepárate, porque hoy cumplo ese deseo de tu lista – sonrió Bakugo con cierta arrogancia.

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