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Capítulo 3: Desperdiciando un "Don".

Todo el local se había silenciado tras la actuación del chico y entonces, un aplauso firme hizo que el resto del local empezase a aplaudir y silbar. Kirishima observó a Shoto, él había sido el que inició aquello, sacando unos leves colores mal camuflados en las mejillas de Bakugo, quien desmontó rápido la guitarra y se bajó del escenario.

— ¿Contento? – preguntó Bakugo mirando a Shoto tras regresar de la trastienda donde había devuelto la guitarra.

— Mucho. ¿Qué haces sirviendo copas en lugar de dedicarte a la música?

Aquello pilló por sorpresa a Bakugo. Esperaba que ese chico no fuera a ser precisamente honesto, es decir, creía que le diría algo como que había sido un desastre o tratase de fingir indiferencia, él lo habría hecho, jamás admitiría un error, pero... no había sido el caso.

— Con la música, tienes que tener mucha suerte para ganar dinero, si no, te mueres del asco.

— Y yo te ofrezco una oportunidad. Nuestra banda ya es conocida, estamos quintos en el top diez. Contigo llegaríamos al número uno casi seguro.

— No – fue su negativa antes de volver a apoyar los codos sobre la barra y regresar a lo que hacía anteriormente: mirar la pantalla de su teléfono.

— Firmarías un contrato, ganarías dinero si es lo que necesitas.

— ¿Qué sabrás tú lo que yo necesito? – preguntó cabreado – tú no sabes nada de mí y ya te había dicho que no pensaba estar en tu banda.

— ¿Por qué te obcecas tanto en desperdiciar tu talento natural?

Eso fue una dura pregunta. Todos los de la banda entendieron la frustración que suponía que te dijeran algo semejante, pero ninguno habló. Kirishima observó a Bakugo mientras Iida y Deku miraban a Shoto sin saber cómo meter baza en aquella conversación.

— ¿Que me obceco?

— Sí, eso he dicho. Pudiendo ganar más dinero que aquí sirviendo bebidas, prefieres seguir aquí. No lo entiendo. No todos los músicos tienen tu talento y tú, que lo tienes, lo desperdicias.

— Te lo explicaré muy fácil, bastardo. Esto es un trabajo más o menos fiable, todas las semanas me entra una paga, con la música nunca se sabe cuándo un día estarás en lo más alto y otro, en lo más bajo. No puedo depender de que un día no tenga ese dinero entrando en mi cuenta.

— No dejes el trabajo entonces.

— Ya, claro – sonrió Bakugo. Conociendo las políticas que regían el conservatorio, se hacía una ligera idea de lo que pedirían los representantes del grupo –. Porque es bien sabido que permiten trabajar fuera.

— No diré nada – dijo Shoto sin más –. Sólo no falles a los ensayos.

— ¿Y si coincidiera el turno?

— En esos casos, podrías hablarlo conmigo y quizá pueda cambiar la hora para ensayar.

— ¡NO! – repitió Bakugo –. No voy a jugarme mi puesto aquí por algo por lo que acabará dándome un quebradero de cabeza. Encima tendría que aguantarte a ti.

— ¿Qué tengo de malo? – preguntó Shoto mirando a sus compañeros.

— ¿Qué querrías que hiciera? ¿Tocar la guitarra? ¿Cantar?

— Ambas.

— ¿Y tú eres el compositor? Paso – sonrió Bakugo, moviendo sus dedos hasta los auriculares y volviendo a ponérselos en los oídos.

Shoto echó la espalda hacia atrás. Esa conversación parecía finalizada por completo pese al disgusto de Shoto.

— ¿Nos vamos? – preguntó Kirishima al ver que Bakugo había regresado a su teléfono y evitaba la conversación con ellos.

Todoroki le observaba fijamente. Le era imposible creer que alguien así, con ese don para la música, no lo aprovechase en absoluto y lo desperdiciase como si nada.

— ¿Shoto? – susurró Izuku para sacarle de sí mismo.

— Sí. Vámonos.

Un fracaso, era lo que había sido su excursión al club, pero, pese a sentirlo como tal, Shoto no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente. No había llegado tan lejos para rendirse ante la primera dificultad que encontraba en su camino. Él había formado el grupo, buscó dónde ensayar, los clubes donde dejarse ver, encontró a los representantes y... no iba ahora a darse por vencido por un asunto semejante. Bakugo Katsuki era lo que su banda necesitaba e iba a conseguir que accediese a formar parte de ella a como diera lugar.

— ¡Oh, Dios mío! Conozco esa mirada – susurró Izuku mientras caminaba tras Shoto al lado de Kirishima – va a insistir.

— ¿Y crees que conseguirá algo?

— Shoto siempre se sale con la suya.

Tal y como Izuku predijo, Shoto no pensaba irse a casa. Caminó hasta uno de los portales de enfrente y se sentó allí dispuesto a esperar a que el chico acabase su turno para volver a conversar con él.

— ¿Qué hacemos? – preguntó Iida.

— Yo me voy a casa – comentó Kirishima.

— Pues... me quedo con él, no vaya a ser que le ocurriera algo – dijo Izuku con dudas en la mirada. No podía hacer más en esos momentos.

— Entonces dile que se cubra el cabello o tendrá a cientos de fans aquí en cuanto se enteren de que anda por las calles – se preocupó Iida al ver que Shoto parecía muy despreocupado.

Izuku ladeó la cabeza y encogió los hombros. Así era Shoto la mayor parte del tiempo, era un buen chico que no se rendía nunca. Lo que no terminaba de entender era que ya no podía caminar por la calle como si nada, ahora era famoso y su extraño cabello y tonalidad de ojos no le hacían pasar precisamente desapercibido.

— Sí. Cuidaré de él.

Mientras sus compañeros se marchaban, Izuku caminó hacia el portal donde se había sentado su mejor amigo y al llegar a él, levantó la capucha de la sudadera para cubrirle el pelo. Shoto elevó la mirada para ver la inocente sonrisa de su amigo.

— Ahora eres famoso.

— Lo siento – susurró Shoto al darse cuenta de ello, llevando su mano a la capucha y echándola más hacia delante como si quisiera cubrirse bien y no dejar ni un resquicio de cabello a la vista.

— Tu cabello es de lo más extraño, ya lo sabes.

— Sí. Al principio creías que me lo tintaba – susurró Shoto.

— Es que era muy raro, no he conocido a nadie con una peculiaridad así.

Shoto se apartó un poco del escalón donde estaba sentado para dejarle hueco a su amigo al ver que hacía el amago de sentarse a su lado. Los demás se habían ido a descansar y estaba seguro de que Izuku debía estar cansado también. En sus ratos libres, Shoto le había pillado practicando con el teclado. Su baja autoestima le hacía creer que no era suficiente para estar en la banda, así que era el que más practicaba de todos ellos.

— ¿Por qué no vas a descansar? Yo puedo ocuparme de este asunto.

— Si te dejase solo... ¿Quién cuidaría de ti? – sonrió Izuku.

— Yo puedo cuidarme solo.

— Sí, lo sé, pero eres mi amigo y creo que no me sentiría bien conmigo mismo si te dejase aquí solo.

***

Hacía dos horas que Izuku se había dormido y él realmente deseaba cerrar los ojos también. El día anterior fue exhausto y hoy debía seguir componiendo las últimas canciones del álbum. Las había pedido el representante de la banda, pero... la realidad era que, sin el nuevo cantante, Shoto no quería terminar el trabajo por miedo a tener que hacer luego retoques y le impidieran hacerlo si les gustase de esa forma.

Jugando al teléfono móvil, Shoto elevó la mirada hacia Izuku. Una mueca curva esbozando una pequeña sonrisa se formó en su rostro al verle dormir como un niño pequeño, sin embargo, al escuchar la puerta del local que cerraba y ver a Bakugo cerrando, se levantó con rapidez despertando a su amigo.

— Ey, ahí está. Vamos.

— Shoto, espera.

Izuku se levantó con rapidez tras su amigo, aunque sintió un gran escalofrío al sentir la punzante mirada de Bakugo sobre ellos, sobre todo en Todoroki, que caminaba sin dilación hacia él.

— ¡Joder! Muérete, mitad-mitad, ya te he dicho que no voy a formar parte de tu estúpida banda.

— Necesito un guitarrista, ¡no! Necesito al mejor guitarrista y te aseguro que he escuchado a muchos cuando estuve en el conservatorio. Te quiero a ti en la banda.

— ¡HE DICHO QUE NO! ¡DÉJAME EN PAZ DE UNA MALDITA VEZ!

— No voy a dejarte en paz. Voy a seguirte hasta que digas que sí.

— ¡Bastardo! – refunfuñó entre dientes Bakugo.

Izuku no podía creer lo que acababa de escuchar. Él no estaba listo para ponerse a perseguir a alguien todo el día por la ciudad, sin embargo, al ver que Shoto iniciaba su camino tras Bakugo, no le quedó más remedio que seguirle tras suspirar profundamente.

Durante dos malditas horas, caminaron tras ese chico, tomando un metro y otro metro... y otro más. Parecía que intentaba perderles de vista o quizá era que realmente vivía lejos del centro. Tampoco es que hicieran demasiada ruta, pero sí estaban tomando muchos trasbordos.

— ¡DEJA DE SEGUIRME, JODER! – gritó Bakugo al ver que Shoto entraba en el vagón con él otra vez.

Izuku se agachó tras la espalda de Shoto al escuchar el grito y cómo la gente se giraba a mirarles, pero Shoto mantuvo la calma. Todavía con la capucha fuera, seguía jugando en el teléfono.

Finalmente, parecían haber llegado a la última parada, porque al bajar del tren, Bakugo emprendió el camino de salida buscando la calle. Ambos chicos le siguieron, aunque Izuku no dejaba de mirar cómo el móvil de su compañero no dejaba de vibrar. Podía ver en la pantalla el nombre de su representante musical, pero Shoto ignoraba las llamadas y no respondía.

— Shoto... responde – susurró, pero su compañero le ignoró, siguiendo a Bakugo –. ¡Maldita sea, Shoto! Que es el representante. Será algo importante... ¡Shoto!

Por más que trataba de hacerle entrar en razón, Shoto no respondía las llamadas y finalmente, fue el teléfono de Izuku el que empezó a sonar. Su cuerpo se estremeció al ver que era el representante. Seguramente Kirishima y Iida le habían contado que estaban juntos.

— ¿Sí? – susurró Izuku con temor.

— Midoriya, ¿por qué susurras? Bueno, da igual, ¿dónde narices estáis? Dile a Todoroki que se ponga inmediatamente. Sigo esperando la maldita partitura para bajo de la última canción. Todavía no la ha presentado. Y, de hecho, debería presentar toda la partitura al completo, aunque imagino que no la tendrá...

— Es que verás... estamos persiguiendo a alguien, al nuevo miembro del grupo y...

Un codazo provocó que perdiera el equilibrio y tuviera que esquivar a unos transeúntes que iban a gran velocidad. Fue en ese instante que observó que Bakugo echaba a correr escaleras abajo de nuevo para perderles de vista, seguido muy de cerca de Shoto, que había echado a correr también tras él.

— ¿Nuevo miembro? ¿De qué narices hablas? Yo no he autorizado un nuevo miembro.

— ¡Mierda! – susurró ante la sorpresa del representante al escuchar semejante palabra – no es a usted, señor, es que... un segundo – intentó excusarse para poder seguirles, acelerando el paso hasta echar a correr tras ellos –. ¿Estás seguro?, porque Todoroki...

— Dile que se ponga, ahora mismo.

— Todo... – vio Midoriya cómo la puerta del metro se cerraba frente a él con Bakugo y Shoto dentro y él quedándose en el andén – es que... no puede ponerse.

— Midoriya, sé que es tu mejor amigo, pero no me hagas enfadar, pásame a Todoroki.

— Es que está dentro del vagón y... me he quedado fuera. Acabo de perderle. – Un pitido sonó incesante –. ¿Hola? ¿Asuma? – preguntó Deku al no poder oírle. Entonces se dio cuenta de que le había colgado y posiblemente, estaba volviendo a llamar al teléfono de Todoroki.

***

Con las respiraciones entrecortas, sus cuerpos inclinados hacia delante y sus manos sobre sus rodillas, ambos intentaban recuperar el aliento tras la carrera. Bakugo ladeó a la derecha, Shoto a la izquierda y, por un segundo, sonrieron antes de volver a su seriedad.

— ¡Joder, qué insistente eres!

— ¿Por qué no quieres entrar al grupo?

— Ya te lo he dicho, ¿por qué no escuchas, bastardo?

— ¿Es que no te gusta la música? Kirishima dijo que abandonaste el conservatorio, pero te he visto ahí arriba, tienes algo importante de lo que yo carezco, te he visto disfrutar en el escenario, así que estoy convencido de que amas la música. – Bakugo observó al chico, no estaba seguro de qué era lo que le podía faltar a ese chico, tampoco le había escuchado tocar ni cantar –. Si sólo es por el dinero, te propongo algo entonces: ven al grupo, deja el trabajo en el que estás y si la cosa se pone fea, te contrato en un trabajo mejor, mi padre tiene una agencia inmobiliaria, siempre anda buscando gente para trabajar. Será un puesto donde ganarás más dinero de lo que ganas como camarero en ese bar, te lo aseguro, pero si sale bien... te quedas en la banda. Vamos, no te arrepentirás, sólo danos una oportunidad. Puedes ganar mucho y te garantizo que no perderás nada.

— Me lo pensaré – susurró finalmente – pero deja de seguirme. Dime dónde puedo localizarte y mañana te daré una respuesta.

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