Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 28: ¡Seguir adelante!

¡Dudas! Fue lo que Izuku tuvo frente a la puerta de Bakugo. Con el sobre que Shoto le dio entre sus dedos, dudaba si debía interrumpir a Bakugo. Desde que volvió del hospital, tan sólo dijo una frase: que Shoto no estaba allí. Había desaparecido y ahora, encontrarle sería muy complicado. 13,96 millones de habitantes sólo en Tokio. ¿Cómo iban a encontrarle? Podía vivir en cualquier lugar y ellos no tenían ni idea ni de por dónde empezar a buscar.

Seguramente eso era lo mismo que pensaba ahora Bakugo y era el motivo de que, cabizbajo, se hubiera encerrado en su cuarto y no hubiera vuelto a salir. Debían asimilar que, muy posiblemente y debido a los círculos sociales en los que se movían, no volverían jamás a ver a Shoto Todoroki.

Con algo más de decisión y dispuesto a no rendirse al menos en su cometido, Izuku elevó la mano y golpeó la puerta del dormitorio de Bakugo. Éste no respondió, pero sabía que estaba dentro. Por la ranura de la puerta apenas se veía luz, posiblemente, sólo había encendido alguna lámpara de mesa o algo semejante.

— Kacchan – le llamó Izuku – sé que no quieres que te molestemos pero... tengo que darte algo, es importante.

¡No respondió! Era un cabezón, demasiado y esa cabezonería a veces le conducía a estas situaciones donde él mismo se acababa culpando por no haber escuchado a Shoto, por ejemplo. Tuvo su momento pero prefirió ignorarle y ahora, estaban en esta situación.

— Es de Shoto – comentó finalmente Izuku apelando a esa culpabilidad que Bakugo sentía. Sabía que si decía que era de Shoto, él no volvería a ignorar el tema. Acertó.

La puerta se abrió súbitamente y Bakugo, moviendo con rapidez la mano, le arrebató el paquete para volver a cerrar la puerta de su cuarto tras él sin pronunciar palabra alguna.

Al menos podía darle lo que Shoto le pidió y eso ya era algo. Al menos así pensaba Izuku. No negaba que estaba preocupado por Shoto, evidentemente, sin saber si la operación había salido bien o mal, quería pensar que todo estaba bien o habría visto alguna noticia al respecto en los periódicos. Enji Todoroki era un empresario famoso, los medios habrían dicho algo si hubiera ocurrido alguna tragedia, al igual que informaron enseguida del despertar de su hijo mayor tras años en coma.

Quizá no era eso lo que le preocupaba a Izuku, sino más bien, si ese cáncer que querían extirparle mediante la cirugía, volvería a reproducirse o no. Si volvía a aparecer... la vida de Shoto se acortaría radicalmente y eventualmente... moriría, pero eso era algo que ni los médicos podían saber. Sólo el tiempo les diría si mejoraría o recaería. Posiblemente, Bakugo ahora estuviera pensando lo mismo o más cosas todavía.

***

¡Sus manos temblaban! Claro que temblaban al tener ese sobre en sus manos. Estaba su nombre y apellido escritos allí y, sin duda alguna, era la letra de Shoto Todoroki. El muy cabrón tuvo su tiempo para hacer aquello pero eso no le quitaba la ira que sentía porque no se lo había contado en persona. Shoto era un maldito egoísta pero... por más que odiase esa situación, Bakugo también entendía sus motivos. No era fácil tener que contarles a tus amigos, tus únicos amigos, que te ibas, que tenías un cáncer y menos cuando había eventos importantes que podían salir mal por baja concentración.

¿Sufrió en silencio? La respuesta era clara: sí. Claro que Shoto sufrió en silencio aquella enfermedad, la aguantó solo y no se había dejado apoyar en nadie para soportarlo. Eso debió ser realmente duro para él y por eso mismo, Bakugo se maldecía a sí mismo por no haberse dado cuenta de su sufrimiento. Ahora lo veía claro, veía cosas que antes pasaba por alto: apenas comía, no dormía nada bien, trabajaba demasiado... carraspeaba mucho cuando ensayaban... tenía síntomas y él las pasó por alto.

Se armó de valor y abrió el sobre sacando una carta doblada, una partitura y al fondo, un pequeño pendrive. Demasiadas cosas había allí pero viendo todo aquello, abrió primero la carta.

¡Empezaba con un "lo siento"! Y leer esa palabra hizo que sus lágrimas salieran al instante. ¿Se sentía culpable? ¡Claro que sí! Aquel día... si sólo se hubiera guardado su enfado... habría sabido lo que ocurría, habría descubierto su enfermedad y todo por lo que él pasó en solitario, le habría abrazado o incluso besado, le habría dicho que no estaba solo o que no tuviera miedo a esa operación, pero nada de eso ocurrió. Le abandonó en ese pasillo.

¿Me pone un té verde, por favor? – pidió Shoto al mismo tiempo que tomaba asiento frente al él. Bakugo ni se inmutó.

Recordaba aquello... esa fue la primera vez que escuchó su voz, la primera vez que le vio, que le conoció. Era un chico raro, demasiado raro.

Un té verde, por favor – repitió Shoto.

Estás de coña, ¿no? Si quieres un té, ve a una casa de té.

¿Por qué no tenéis té? Es la bebida que más se pide en este país.

Madre mía – se quejó Kirishima al escucharles.

Pues no tenemos té. ¿Vas a pedir otra cosa?

Shoto regresó sus ojos al folleto para ver qué tenían. Casi todo venía con alcohol. Él no bebía alcohol, nunca.

¿Te decides ya?

Cualquier cosa que tengas sin alcohol.

Vale – se quejó Bakugo como si hubieran interrumpido algo importante.

¡Sí! Lo recordaba perfectamente. Su voz varonil y calmada, la forma en que sus dedos agarraron el cable de los auriculares y tiraron de él con suavidad para quitárselos, esa forma inocente de ser... Shoto era atractivo hasta cuando le sacaba de sus casillas. Y ahora... no estaba. Había desaparecido todo, incluida su voz. Bakugo miró el pendrive. Posiblemente, allí estuviera su voz.

¡Lo estaba! Había una grabación suya, una donde decía más o menos lo mismo que en la carta. Se disculpaba con él y casi le suplicaba que no se enfadase aunque sabía que era imposible. Le había engañado, le dijo que lo llevaba por su don con la guitarra y lo dejaba como vocalista sustituyéndole.

Lloró. Sustituir a Shoto no era fácil y encima, lo echaba de menos. Ese chico que le sacó tanto de quicio ahora... le gustaba, le gustaba demasiado. No podía dejar de ver su sonrisa en su mente, de recordar sus labios la primera vez que le besó, de escuchar su voz cuando le llamaba por su nombre. Eran recuerdos dolorosos y, a la vez, felices.

— Maldita sea – se quejó Bakugo y más, cuando escuchó lo único que no deseaba escuchar, su despedida y que le dejaba a él esa última canción. Le regalaba su último trabajo, su última composición.

¡No podía! No podía tomar esa canción y usarla como suya, no sabiendo que era de Shoto y que era su último trabajo. ¿Dónde narices podía encontrar a Shoto? Tenía que hacerlo, necesitaba volver a verle pero... era tan difícil encontrarle. Había intentado buscar por personas famosas, al fin y al cabo, su padre lo era, pero evidentemente, en ningún lado ponía ni siquiera por dónde podía vivir. Su única conexión era el hospital y hasta eso había fallado.

Completamente enfadado, salió del cuarto y fue hacia el salón donde Izuku leía su carta. Él también lloraba.

— ¿Kacchan? – preguntó Izuku con sorpresa al verle allí con la partitura en su mano.

— Tienes que saber algo de Shoto – dijo – lo que sea, ¿alguna vez te habló de algo de su vida? ¿Dónde se crió? ¿Algo que hiciera en las cercanías? ¿Su colegio o instituto? – preguntó Bakugo.

— No... era muy reservado con su vida, aunque... su hermano sufrió un accidente, ese incendio, si miramos en la fecha en la que sucedió, quizá podamos saber dónde fue el incendio y descubrir dónde vivía, pero puede que se mudase después de eso.

— Ya es algo. Investiguemos eso.

— Kacchan... – pensó Izuku – estaba pensando en algo descabellado pero... si tú fueras Shoto y acabases de perder tu voz, tu sueño, todo... tu forma de comunicarte, ¿qué harías?

— Pensar en un futuro.

— Ya... yo empezaría pensando en cómo poder comunicarme con la gente – dijo Izuku –. Quizá aprenda lengua de signos o algo así. Podríamos mirar en varias escuelas de eso, es muy especializado, no habrá tantas.

— Por probar no perdemos nada. Voy a encontrarle. Como sea.

— También pensaba en centros de rehabilitación – dijo Izuku – acaba de despertar su hermano y estará muy débil, puede que haga rehabilitación en casa pero lo más normal es que vaya a algún centro. Posiblemente, con tantos años separados, Shoto querrá ir con él a acompañarle y apoyarle en su recuperación. Y aunque no fuese con él, encontrar a su hermano nos ayudaría a encontrar a Shoto.

— Revisemos también los centros de rehabilitación entonces.

— Voy por una guía telefónica. Tenemos mucho trabajo. Iida y Kirishima podrían ayudarnos también.

***

¿Un futuro? Ahora mismo Shoto no podía ver uno en su vida. Él, que se había dedicado toda su vida a la música, ¿qué podía hacer que no fuera cantar o tocar el bajo? Era complicado. Por más que pensaba en algo, no podía encontrar una opción pero sí sabía una cosa: necesitaba irse de Tokio, un cambio de aires, rehacer su vida lejos de todo lo que conocía. Era demasiado doloroso ver a su banda en las noticias y recordarse una y otra vez todo lo que había perdido por su enfermedad.

El toque en su puerta le hizo girarse para ver a su hermano venir con la silla de ruedas. Apenas podía moverse pero era normal después de tantos años postrado en esa cama. Shoto sonrió al verle. Estaba feliz de volver a tenerle por allí, hasta sus hermanos habían ido con rapidez y pasaban más tiempo por casa de su padre con Touya.

— ¿No tienes hoy rehabilitación? – preguntó Shoto escribiendo la frase en la libreta de su lado. Ahora tenía que acostumbrarse a escribirlo todo para poder comunicarse.

— Sí – dijo Touya – en una hora en un centro de la vuelta de la esquina. Papá ha dicho que se escapará del trabajo para venir a buscarme y...

— Yo te acompaño, si quieres, así no molestamos a papá – propuso Shoto desde su libreta.

— Vale. Le llamaré.

¡Llamar! Un gesto tan sencillo como era llamar por teléfono, él ya no volvería a hacerlo. ¿con qué voz respondería? La gente creería que no había nadie al otro lado del teléfono.

— ¿Has pensado en qué vas a hacer a partir de ahora? No puedes quedarte encerrado en casa eternamente – comentó Touya.

— Lo sé pero... no tengo ni idea. ¿Estudiar de nuevo? – preguntó Shoto escribiendo en su libreta.

— ¿Tienes acceso a la universidad?

— Sí, aprobé el examen de ingreso pero luego escogí ir al conservatorio. Supongo que podría hablar con algunas universidades, aunque no quiero estar en Tokio – escribió.

— Lo entiendo. Piénsalo con calma. Tienes un tiempo para recuperarte todavía.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro