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Capítulo 25: La última canción

Encerrado en su cuarto, Shoto tomó uno de los discos en blanco y miró el bajo que reposaba dentro de su funda contra una de las paredes. ¡Hoy prepararía todo para su salida del grupo! No le quedaba más tiempo pero... miró hacia la puerta como si supiera que Bakugo aún andaría por el pasillo. No podía salir de nuevo con él por ahí, pero no podía grabar sus últimas palabras con él merodeándole y tampoco en su habitación. Las paredes eran finas, podían escucharle y no quería molestar tampoco a todos sus compañeros que ya dormían, y en parte... tampoco deseaba que se enterasen antes del concierto de lo que ocurría.

Buscó entre la estantería lo único que podía hacer en ese momento... grabar lo que no iba a ser para Bakugo y no podía en ese momento. Tras rebuscar entre los libros de música y cajas de repuestos instrumentales de la estantería, encontró la grabadora que él usaba en el conservatorio para grabar los acordes o letras de las canciones que le venían de golpe a la cabeza y no podía apuntar en ese instante. Ahora ya apenas la usaba pero... seguía funcionando perfectamente.

Se sentó sobre la silla de escritorio y observó la fotografía de la banda junto a la pantalla. Habían sido buenos años. Él, que nunca tuvo amigos, por fin podía decir que encontró a los mejores pero ahora... todo llegaba a su fin.

¡Izuku Midoriya! Al ver su rostro sonriente en la fotografía, supo que debía empezar por él. Su primer amigo, su mejor amigo hasta el día de hoy y el que siempre le había apoyado en todo. Pensó en todo lo que tenía que decirle y empezó a grabar.

Aquello sería su último legado, la última vez que escucharían su voz, sería el único recuerdo que quedaría de lo que iba a perder para siempre, así que no pensaba hacer un mensaje corto, no, quería que pudieran recordar toda la vida cómo era el sonido de su voz.

No fue hasta bien entrada la madrugada, cuando terminó de grabar los mensajes de Izuku, Iida y Kirishima. Shoto apartó el dedo del botón de la grabadora para pararla tras comprobar que todo se había grabado correctamente y entonces, se fijó en el reloj. Era tarde, tanto... que Bakugo debía haberse ido hacía horas a su dormitorio. Era el momento para salir y terminar de grabar el legado que le dejaría a él.

Shoto se levantó del asiento y guardó la grabadora en el bolsillo de su chaqueta para ir entonces a tomar la guitarra. ¡Su última canción! Nadie la había escuchado hasta ahora, pero esa... era la única que podría dejarle a Bakugo que iniciaría su carrera como vocalista. Se la iba a regalar, pero para ello, debía grabársela para que siempre la tuviera y pudiera practicarla.

Tomó las partituras que él mismo escribió y salió hacia el estudio de grabación que ahora debía estar vacío.

***

¡No hablaban! Bakugo, que mantenía los ojos cerrados mientras le maquillaban antes del concierto, a veces abría los párpados y miraba de reojo, aprovechándose del espejo, hacia Shoto. Desde aquel día en que le apodó "principito", el día en que discutieron cuando llegó tan tarde... no habían vuelto a hablar. Escondía algo, lo sabía y de hecho, el mismo Izuku se lo había confirmado, pero no sabía qué narices era y no parecía estar por la labor de contarle nada. ¡Estaba enfadado! El maldito "principito" siempre se salía con la suya y siempre hacía las cosas cuando él quería. No era justo, así lo sentía Bakugo en todo momento y a la vez... no podía negar que le gustaba demasiado ese chico como para sentirse incómodo con esa actitud.

— Ya casi terminamos – susurró la chica que terminaba de maquillarle.

Entornando levemente los ojos y frunciendo el ceño, Bakugo miró una última vez hacia Shoto Todoroki. Seguía con los párpados cerrados mientras terminaban de maquillarle también. Tan impasible como siempre, igual de serio que de costumbre. Bakugo chasqueó los labios en señal de frustración. ¿Cómo podía tener tanta admiración por él y a la vez sentir tanto enfado por su manera de comportarse? Era increíble sentirse tan contrariado.

— ¿Listos para salir al escenario? – preguntó uno de los trabajadores.

Kirishima fue el primero en responder con gran entusiasmo, seguido por Deku. En aquel momento donde Bakugo recorría con la mirada a todos, fue cuando se cruzó por primera vez con la mirada de Shoto en la silla de detrás de él. Le sonreía sutilmente, lo que provocó que Bakugo chasquease de nuevo los labios y girase el rostro para evitar enseñarle el leve sonrojo que se le ponía cada vez que veía esa maldita sonrisa.

***

Había visto muchas veces a Shoto bailar y cantar en los ensayos, pero hoy... Bakugo se quedó helado al verlo en directo. Los focos, la gente gritando por ellos, ver a Shoto divertirse por primera vez en mucho tiempo encima del escenario... ¿Cuántas veces le habían exigido a Shoto que adoptase una actitud más rockera? Pues hoy la tenía. Las sonrisas, sus gestos, su forma de bailar y sobre todo... la vocalización perfecta en sus canciones.

Bakugo fue consciente del esfuerzo que Shoto estaba poniendo en lo que hacía cuando al acercarse para cantar la última canción juntos, vislumbró el sudor resbalando por la nuca de su compañero, sin embargo, pese a ello, parecía divertirse tanto... que Bakugo pensó que aquella imagen de él era la más maravillosa de todas.

Acercándose al micrófono y sin dejar de tocar los acordes en la guitarra eléctrica, Bakugo inició la canción junto a Shoto sin poder dejar de mirar los ágiles dedos de Shoto rozando las cuerdas del bajo eléctrico. ¡Tenía un don para la música! Era increíble ver cómo incluso los acordes más complicados, salían con total naturalidad de su guitarra y no perdía concentración para cantar.

¡Era divertido cantar junto a él! Realmente lo era. Su voz, mucho más grave que la de Shoto, extrañamente coincidía perfectamente con la suya, mucho más melodiosa y suave.

Cuando las luces se apagaron, tan sólo el último rasgueo de la guitarra de Todoroki sonó a su lado suavizando poco a poco el volumen hasta silenciarse y dejar únicamente, los gritos eufóricos de la gente en el aire.

¡Hermoso! Así le resultó Shoto cuando le vio alzar el rostro hacia el cielo, cerrar los párpados como si disfrutase aquel instante mientras el sudor resbalaba por su cuello. Sus dedos todavía rozaban las cuerdas ahora ya silenciadas y la cinta seguía firmemente sujeta a su pecho. Con las luces apagadas, Bakugo tan sólo podía diferenciar la silueta de su compañero, pero era suficiente para enamorarse de él. No tenía duda alguna de por qué tenía tantas fans. Su físico exótico, la forma en que se movía, en que tocaba y cantaba, esas posturas inocentes que ponía pese a que él ni se daba cuenta de ello... era el chico perfecto.

Todos bajaron del escenario tras la reverencia final hacia el público y entonces, fue cuando vio a Shoto frenar en seco en el pasillo y mirar hacia atrás. Parecía algo melancólico pero no quiso preguntarle nada.

— No te quedes atrás, principito – se quejó Bakugo.

— Ya te dije que no me llames así, por favor – susurró Shoto como si de verdad ese apodo le molestase.

— Oh... discúlpeme usted, majestad – se puso algo más sarcástico Bakugo haciendo a la vez una reverencia.

Shoto no pareció inmutarse más, sin embargo, cuando Bakugo volvió a caminar, Shoto se quedó estático en el pasillo con la guitarra todavía en su mano.

— Bakugo – susurró Shoto captando su atención – tengo que hablar contigo. Quiero contarte algo importante.

— Claro que sí, porque el principito siempre tiene que elegir cuándo hablar las cosas. Llevo días esperando a que me contases algo y ¿me vienes ahora con esas?

— Tengo mis motivos.

— No lo dudo, pero ahora mismo, no tengo tiempo para escuchar lo que tengas que decir – dijo algo enfadado Bakugo por tener que hacer siempre las cosas al ritmo de Shoto, quería por una vez, hacerle ver que no siempre las cosas saldrían como él quería – hablemos mañana.

— Es importante – le remarcó Shoto.

— Hablemos mañana, principito – volvió a repetir Bakugo frunciendo el ceño en forma de enfado.

Como una puñalada directa al corazón. Así lo sintió Shoto, pero lo entendió. No siempre podría hacer las cosas a su manera y era decisión de la otra persona si quería o no hablar del tema, aun así, ya no tenía más tiempo para poder explicarle lo que estaba ocurriendo. Izuku, al ver la escena y la mirada melancólica de Shoto, frenó a Bakugo un instante susurrando cerca de él para evitar incomodarle por si Shoto lo escuchaba.

— Deberías escucharle.

— Cállate, nerd. No te metas en esto.

Bakugo siguió su camino y finalmente, entró en la sala. Izuku, en cambio, pese a estar pendiente del tema, esperó hasta que Shoto llegó a él.

— Si quieres, puedo intentar hablar con él y...

— No es necesario – dijo Shoto algo triste – está enfadado conmigo. Lo entiendo, llevo unos días sin hablarle. Ni siquiera sabía qué decirle y no podía contarle esto antes del concierto.

— Lo sé pero... no tienes más opciones y...

— ¿Shoto? ¿Estás listo? – escucharon ambos a Enji Todoroki que venía por el pasillo – ya tengo tus cosas recogidas. ¿Nos vamos?

— ¿Os ocupáis de la entrevista? – preguntó Shoto a Izuku.

— Sí, claro. Ven aquí – se lanzó en un abrazo de ánimo sabiendo que la operación estaba al caer –. Todo va a salir bien, ¿vale?

— Hazte cargo de la banda por mí.

— Ey... esto no es una despedida, Shoto, y lo sabes.

— No, Izuku. Sí que lo es. Los representantes no dejarán que os relacionéis con alguien que ya no es un ídolo.

Izuku querría decirle que no podían prohibírselo pero en realidad... sí podían por contrato y tenía razón. Controlaban tanto sus vidas que estaba claro que aquello era la despedida con Shoto.

— ¿Quieres que llame a los demás para despedirse?

¡Se alejaban! Todos se iban con los representantes para la entrevista así que Shoto sonrió.

— No hace falta, tenéis trabajo. Deberíais ir.

— Llámame o dime algo después de la operación. ¿Vale?

— Vale. Lo intentaré aunque...

— Sí, lo sé. No sabes si podrás contactar con nosotros una vez dejes esta vida, pero inténtalo, ¿vale?

— Izuku... toma, dale esto a cada uno de ellos dentro de un par de días. No escuches el tuyo hasta entonces, ¿vale?

Izuku observó los discos y supuso que sería algo que él grabó para ellos. Tenía ganas de escucharlo, quería saber qué decía pero... también mantendría su palabra.

— Vale. Un par de días. Se lo daré a todos ellos.

— Cuídales y cuídate tú también.

— Shoto, hay que irnos – repitió Enji con mayor insistencia llevando la pequeña maleta con la ropa de su hijo colgada al hombro – tienes que prepararte para la operación. Bastante tiempo te han dado para que acabases el concierto pero mañana por la mañana...

— Lo sé, papá – susurró Shoto – vamos.

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