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Capítulo 10: Portada para el disco

El ruido proveniente del pasillo provocó que, perezosamente y a disgusto, Bakugo abriera los ojos. Tenía sueño y sentía todo su cuerpo demasiado agotado hasta para moverse. Algo de luz se colaba por la ventana del lugar y por el dolor de cuello que tenía y la incomodidad que notaba, estaba convencido de que aquello no era su cama.

Incorporó la cabeza suavemente para hacerse una idea de dónde se encontraba. Había instrumentos, el palo con un micrófono y banquetas cercanas a él: era el estudio de música. Dejó caer de nuevo la cabeza contra el brazo del incómodo sillón y suspiró. Alzó el brazo y miró la hora en el reloj de su muñeca: las siete de la mañana. Apenas había dormido unas pocas horas, así que entendía su cansancio extremo.

Escuchar una respiración tranquila tras él le obligó a girar el rostro para cerciorarse de quién era. Shoto aún dormía. Su rostro, apoyado sobre el asiento del sofá, estaba girado en su dirección, sin embargo, su cuerpo no se había movido ni un poco. Seguía sentado en el suelo, en mala posición pero cubierto con la manta que él le puso encima para evitar que pasase frío.

Bakugo se giró hacia él y le observó con tranquilidad. Respiraba con tanta suavidad y dulzura que no pudo evitar sonreír. Estaba realmente cansado, pero aun así, todavía sostenía el bolígrafo entre sus dedos. Ese chico no tenía remedio cuando se trataba del trabajo.

Observó su rostro inocente. Cuando Shoto estaba despierto, su rostro siempre era inexpresivo, ahora no era diferente, pero sí había un cambio radical en algo; parecía un auténtico ángel. Su extraño cabello de doble color caía sutilmente sobre su rostro creando la visión más hermosa que Bakugo jamás vio.

No podía dejar de mirarle... era incapaz de apartar sus ojos de él. Demasiado atrayente.

La puerta se abrió de golpe. Eran los representantes buscándoles. Al encender la luz de forma tan brusca, Bakugo trató de cubrir sus ojos con el brazo. Le incomodaba tanta luz de golpe y desde luego, a Shoto también por cómo trató de esconder el rostro apoyándolo completamente contra el respaldo del sofá y agarrando la manta hasta cubrirse la cabeza con ella para ocultar la luz.

— Por fin os encontramos. Levantaos ya y arreglaos. En dos horas tenéis que estar en Shibuya Studios para las fotografías del nuevo disco. ¡Vamos! – se quejó el representante viendo que ambos chicos remoloneaban incapaces de despertarse.

El representante cerró la puerta tras él con tal fuerza que creó un sobresalto en ambos chicos.

— Voy a ir... – pensó Bakugo un lugar. Ni siquiera es que estuviera pensando en las cosas que debía hacer, sino en alguna forma de iniciar una conversación con ese chico que sólo quería desaparecer bajo la manta y seguir descansando – al aseo a ducharme.

Un ligero sonido de aprobación fue lo que Bakugo escuchó salir de los labios de Shoto. Bajo la manta como seguía oculto, él no parecía demasiado dispuesto a ponerse en funcionamiento tan temprano.

— Deberías ponerte también en marcha antes de que se enfaden.

— Lo sé – susurró bajo la manta –. Iré enseguida. Adelántate.

— Vale, pero no te duermas de nuevo, bastardo. No creo que estos tipos tengan demasiada paciencia.

Antes de salir del estudio y perderse en dirección al aseo, Bakugo agarró una esquina de la manta y tiró de ella para quitársela. Estaba convencido de que si le dejaba en esa posición y cubierto con ella, Shoto volvería a dormirse.

Frente al tirón, Shoto volvió a esconder el rostro contra el respaldo en un intento por ocultar la luz mientras con la mano, buscaba alguna esquinita de la manta para volver a cubrirse.

— Me la llevo. ¡Por si acaso! Ahora, levántate.

Bakugo abrió la puerta y salió al pasillo con la manta en una mano y su guitarra en la otra. A Shoto no le quedaría más remedio que levantarse.

***

Sentados sobre la silla de los maquilladores, tanto Izuku como Bakugo giraron el rostro hacia el compañero que quedaba en el centro de ambos: Shoto Todoroki. Mientras le maquillaban, él se había quedado dormido nuevamente. No es que pudieran hacer demasiado en esa situación, había sido una orden de sus jefes estar listos para las fotografías de la portada y bastante habían conseguido con que Shoto se despertase, se duchase y desayunase algo antes de entrar en el coche donde volvió a quedarse dormido.

— Imagino que os acostasteis tarde –. Supuso Izuku al ver que a Bakugo, también se le cerraban a veces los párpados –. ¿Mucho trabajo?

— Bastante. Acabamos bastante tarde la composición esa.

— Se nota lo cansados que estáis. A ver si terminamos lo antes posible con esto y podemos volver a casa a descansar.

La sonrisa que Izuku mostró, pese a lo inocente y dulce que era, a Bakugo no le terminaba de gustar. No estaba acostumbrado a mostrar demasiados sentimientos, ni a expresar lo que pasaba por su mente, pero... ese chico no tenía problemas en hacerlo y quizá, ése era el motivo por el que tenía un sentimiento contradictorio con él. Demasiado amable y confiado.

Bakugo dejó de mirar a ambos chicos y dejó que la maquilladora siquiera aplicando el maquillaje para la fotografía de la portada. Por un segundo, al pensar en todo lo que le esperaba, sintió algo de vértigo. Ésa iba a ser su nueva vida: representantes, fotografías, maquillaje, conciertos...

Pensar en la próxima semana, con su presentación como nuevo integrante de la banda, le estaba pasando factura. Sentía los nervios recogerse en el estómago, lo cual provocaba que no tuviera demasiada hambre, pero por otra parte, le gustaba la idea de ser famoso y ganar dinero dedicándose a lo que más le apasionaba: la música.

— ¿Está todo listo?

La voz del representante consiguió que Shoto abriera los ojos y todos mirasen hacia la puerta donde le esperaba. Les tocaba salir ya y hacer su sesión fotográfica. Izuku fue el primero en sonreír y levantarse de la silla donde estaba para acompañar al representante.

Shoto resopló antes de ponerse en marcha también. Se levantó de la silla y esperando a que Bakugo saliera delante de él, caminó a su espalda con cierta somnolencia. Nadie le dijo nada aunque la mirada de su representante no era precisamente la más tranquilizadora posible.

Frenando un poco su paso, el representante dejó que Izuku y Bakugo pasaran delante y se unieran a Iida y Kirishima que ya les esperaban al final del pasillo. Todos les observaron y aunque Shoto no detuvo su caminar, sabían que el representante estaba hablando con él de algo y debía ser serio por la forma en que Shoto agachaba el rostro antes de continuar su paso hacia ellos.

Al llegar Shoto hasta ellos, el primero en mostrar su preocupación por él fue Izuku. No era algo que extrañase a Bakugo sabiendo el carácter de ese chico. Iida se mantenía en silencio sabiendo que algo ocurría al igual que Kirishima pese a que éste había apoyado su mano en el hombro de Shoto como si ese gesto de complicidad entre compañeros fuera a animarle. Bakugo, en cambio, frunció el ceño y miró hacia el representante. ¡Claro que estaba ocurriendo algo! No era idiota. Desde el primer día que entró en la banda, había sido testigo de cómo machacaban al genio para conseguir convertirle en la imagen que deseaban mostrar al mundo sin dejarle ser como él era en realidad.

— ¿Está todo bien, Shoto? – preguntó Izuku con su tono dulce y apacible.

— Sí. Sólo estoy un poco cansado. Acabemos cuanto antes, por favor.

— Claro.

Bakugo observó a los chicos entrar en el estudio donde harían las fotografías, pero él esperó unos segundos al ser consciente de que el representante le miraba atentamente y se dirigía hacia donde estaba. Sacó unos papeles del bolsillo interior de su cara americana y se los pasó.

— Tu papel.

— ¿Mi papel? – agarró las hojas Bakugo para abrirlas y ver qué había escrito. Era el carácter que querían para él y no le venía nada mal. Era exactamente lo mismo que le pedían a Shoto, un carácter explosivo y rockero. Sonrió.

— No creo que tengas muchos problemas con él, ¿verdad?

— Ninguno. Es mi carácter natural.

Enseñándole la "mano cornuta" y sacando la lengua, Bakugo entró finalmente en el estudio. ¡! Aquel carácter le iba como anillo al dedo. Shoto tenía razón en que ese chico tenía todo lo que ellos andaban buscando para la banda. Era la viva imagen de lo que esperaban de un rockero.

Cuando Bakugo entró al estudio, lo primero en lo que se fijó fue en los instrumentos de ellos colocados en una línea horizontal. Seguramente querrían sacar una fotografía con todos. El teclado de Deku estaba en la esquina izquierda y a partir de ahí, el resto de instrumentos hasta llegar a la esquina más alejada donde se encontraba el bajo de Shoto. Su guitarra estaba justo al lado de la de Shoto.

— Vale, chicos, esto es lo que quiero que hagáis – empezó a hablar el fotógrafo, quien ya parecía tener la idea perfecta en su cabeza para la portada del álbum –. Midoriya, tú te sentarás sobre el teclado y tranquilo, ése sólo es una maqueta del tuyo – sonrió el fotógrafo para calmar a Izuku. Éste sonrió más tranquilo –. Kirishima, irás a continuación y quiero que te quedes estático en la posición como si fueras a golpear el platillo de tu derecha; Iida, con la espalda encorvada hacia atrás como si hubieras subido la cabeza muy rápido y las manos sobre tu guitarra a continuación de Kirishima. Bakugo, tú tendrás una pose más rockera, quiero que con la guitarra en tu pecho, agarras el mástil con una mano y con la otra alces la mano con el gesto del rock and roll y Todoroki, tú das un salto doblando las rodillas arriba y rasgas las cuerdas del bajo.

Todos miraron instintivamente hacia Shoto. No cabía dudas de que el resto lo harían bien, pero Shoto... él no estaba acostumbrado a tener que ser tan activo o parecer más rockero. Era un chico sereno y calmado. A nadie le quedó duda alguna de que a Bakugo le habría quedado mucho mejor haber hecho lo que le pedían a Shoto pero no dijeron nada.

— Vale – susurró finalmente Shoto con un suspiro.

— Alto ahí – se quejó el representante – quiero proponer un cambio. La idea de que estén todos alineados me gusta y que empiecen sentados y acaben con el salto, pero... me gusta mucho más si ponemos a Midoriya en el centro, Todoroki inicie la línea hacia la derecha y acabe esa punta con Iida, y por el otro lado de Izuku, ponemos a Kirishima y a Bakugo, todos en la misma posición que habéis dicho.

Shoto miró a Izuku instintivamente antes de agachar la mirada. Sabía lo que el representante buscaba con aquello: esas miradas entre Izuku y él para fingir que tenían algo que no tenían. Evidentemente, nadie se opuso aunque cuando Shoto miró a Bakugo, éste tenía ciertas dudas del motivo del cambio al igual que el resto.

— ¿Shoto? ¿Estás bien con esto? – susurró Izuku evitando que los demás le escuchasen.

— Sí, sí. Sólo terminemos con esto cuanto antes. No tiene mayor importancia el orden.

— No hablo del orden y lo sabes.

— Sólo hay que fingir unas miradas entre tú y yo, ¿no? – sonrió Shoto para calmar a su mejor amigo – no pasa nada. Eso puedo hacerlo.

— Shoto, si te sientes incómodo con esto...

— ¿Por qué? No te preocupes, eres mi mejor amigo y sólo fingimos por los fans.

— Ya... pero si te afecta lo que vayan a decir los fans allí fuera, entonces quizá... no deberías forzarte a hacer esto.

— Es por la banda. No te preocupes tanto. Lo haré y ya está.

— ¿Qué estáis cuchicheando? – preguntó Bakugo algo enfadado – poneos ya en posición para la maldita foto.

— Sí, sí... lo siento – hizo Midoriya una profunda reverencia antes de salir corriendo hacia la maqueta de su teclado y sentarse encima.

Shoto suspiró. Fingir un noviazgo era algo que nunca entró en sus planes, pero si así conseguía mantener a Bakugo en la banda y que ésta llegase a lo más alto en las listas, entonces no le quedaba otra opción que hacerlo. Con esa idea en mente, caminó hasta su instrumento, pasó la cinta tras su cuello y agarró con firmeza el mástil del bajo. Sólo era un salto mirando hacia Izuku y un raspado de cuerdas, no era complicado.

— Vale, Todoroki, cuento hasta tres y saltas; los demás, en posición.


Notas a pie de página:

Mano cornuta: Símbolo de los cuernos hecho con la mano. Si se le añade el pulgar su significado cambia radicalmente, haciendo referencia al antiguo lema: Sexo, drogas y Rock & Roll. A pesar de que su popularidad subió como la espuma en la década de los 80, su origen se remonta siglos atrás, en la Italia más profunda. La mano cornuda es la combinación de diversas tradiciones y muy arraigadas en la cultura italiana. Según las declaraciones de Ronnie James Dio, cantante de Black Sabbath y principal impulsor del símbolo, su abuela lo utilizaba cuando él era un niño para curarle el mal de ojo, una creencia popular que allí recibe el nombre de malocchio. La leyenda asegura que la mano cornuda aleja el mal de una persona, así como los espíritus que buscan hacerle daño. Este emblema solo adquiere dicha representación dentro de las fronteras italianas, pues en otras partes del mundo, la mano cornuda adquiere un significado totalmente opuesto. Por ejemplo, en diversos círculos religiosos, se recurre a este símbolo para identificar a aquellas personas que hacen pactos o conjuros satánicos. En España, su carácter es más bien ofensivo, mientras que en algunas culturas se utiliza para decir 'te quiero'. Además, durante la década de los 70, la mano cornuda fue también el distintivo de todos aquellos jóvenes que se manifestaron para luchar por sus derechos y hacer frente al sistema.

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