Capítulo 1: Vocalista
Recostado sobre el colchón de su cama, Shoto mantenía el lápiz fuertemente agarrado entre sus finos labios. Sus dedos se deslizaron una vez más por las cuerdas del bajo eléctrico y las musicales notas salieron en una composición rockera.
Shoto adoraba el rock desde niño y su sueño siempre fue componer sus propias canciones y llegar a lo más alto junto a su banda, pero... los sueños a veces, nunca llegan a cumplirse y en otros momentos, se derrumban una vez alcanzados.
Hoy podía decir que era uno de los diez mejores vocalistas y guitarristas en Japón. ¡Había alcanzado su sueño! Sin embargo... ¿Cuánto tiempo podría mantenerlo? Su música era escuchada por millones de personas y le alegraba que su banda siempre tuviera un hueco en las mejores revistas musicales del país, pero...
Sus dedos se detuvieron y dejó que el sonido fuera difuminándose hasta volver al silencio que reinaba en su cuarto. A sus oídos, llegó el típico "tic tac" de las agujas de un reloj. Giró la cabeza hacia él y lo observó. Situado junto a su mesilla, las manivelas indicaban las diez de la noche. Estaba agotado. Hacía un par de horas que acababan de llegar del último concierto en directo y ni siquiera quiso bajar a cenar con los de la banda.
Echó la cabeza hacia atrás hasta tocar con la parte trasera el cabecero de la cama y miró la ventana. Estaba abierta y por ella entraba una suave y fresca brisa que mecía de vez en cuando su cabello rojo y blanco.
Cerró los párpados un segundo disfrutando de la brisa. Debía empezar a pensar en su futuro, pero era incapaz de hacerlo. Siempre que pensaba en que su sueño algún día se truncaría, se repetía a sí mismo que debía pensar hacia dónde iba su vida, pero... no veía futuro sin la música. Eso era lo que él sabía hacer y sólo quería que ese sueño durase para la eternidad. Adoraba la música. Ser cantante y dedicarse a ello era su mayor sueño, era su vida entera.
El suave toque de unos nudillos contra su puerta le hizo abrir los ojos.
— ¿Shoto? ¿Estás visible? ¿Puedo entrar?
Era la voz de su mejor amigo. Deku siempre estuvo con él desde que iniciaron el conservatorio y ya en el primer año, decidieron formar un grupo juntos. Deku era realmente ágil en los pasos de baile y sobre todo, era brillante a la hora de tocar el teclado.
— Adelante — susurró Shoto.
Su voz sonó algo ronca y su garganta dolía. Carraspeó un par de veces en un intento por recuperar la voz, aunque no parecía funcionar. Al menos, fue suficiente para que Deku le escuchase y abriera la puerta.
Por mandato de sus representantes, todos vivían en el mismo lugar, en sus respectivos cuartos teniendo zonas comunes. A Deku le gustaba la idea de estar con sus compañeros, los sentía como si fueran sus propios hermanos y se lo pasaban bien. Además, viviendo en el barrio Arashi a las afueras de la gran ciudad, los periodistas no molestaban demasiado.
El cuarto de Shoto no era ni de lejos el más grande de la casa, pero a Deku le gustaba mucho su decoración tradicional. Su suelo de tatami era genial y aunque sabía cuánto adoraba Shoto dormir en futón, prefirió poner una cama. Deku nunca preguntó sus motivos para ese cambio.
— Lamento molestarte, Shoto, es que como no has bajado a cenar... creí que tendrías hambre. Te he subido una sopa de miso.
— Gracias — susurró Shoto con una ligera sonrisa.
— ¿Todavía te duele la garganta?
— Estoy bien, Izuku.
— ¿Estás seguro? Después del concierto te faltaba la voz.
— Sólo la tengo un poco irritada. Creo que esta semana he forzado demasiado — intentó calmarle Shoto — Se me pasará si descanso un poco.
Deku miró la camiseta de Shoto. No quería preocuparse, pero le quedaba más holgada que antes, síntoma de que estaba adelgazando. No es que fuera algo malo realmente, Deku lo achacaba a los nervios por los últimos conciertos y la preocupación que Shoto reflejaba en su mirada. Seguramente tenía mucha presión por la composición y los ensayos.
Tras el concierto, al llegar a casa, todos se habían reunido para preparar la cena, pero Shoto se encerró en su cuarto. Últimamente lo hacía mucho. Se pasaba horas encerrado con su bajo eléctrico, componiendo y revisando partituras como si le fuera la vida en ello. ¡Hasta se olvidaba a veces de comer! Y por eso mismo, Deku, preocupado por él, le subía algo de comer cuando ocurría algo así.
Deku entró en el cuarto y dejó el cuenco de bambú con la cuchara sobre la mesa de escritorio. En ella, había hojas de composiciones. Izuku sonrió al tomar entre sus dedos un par de hojas. Shoto era el mejor compositor de rock que había conocido hasta la fecha.
— ¿Estás componiendo algo nuevo?
— Sí, pero hoy no estoy demasiado inspirado.
— Llevas unos días un poco estresado o... agotado. Deberías descansar.
— Estoy bien, Izuku. Trabajo en el nuevo álbum. He estado hablando con nuestro representante y... quería comentarlo con vosotros también, pero...
— ¿Estás planeando algún cambio? — sonrió Izuku.
Conocía bien a su amigo como para saber que ese rostro indicaba que quería hacer cambios.
— Algo así, sí — sonrió Shoto antes de agachar la cabeza y ponerse serio. Izuku se sentó en el borde de la cama a su lado con las partituras todavía en su mano.
— ¿De qué se trata?
— Me gustaría añadir otra guitarra eléctrica. Sé que con mi bajo hemos podido suplir algunas cosas y que Iida ha hecho un gran trabajo con su guitarra eléctrica, nos compenetramos bien, pero si añadimos una guitarra más, podría jugar con un registro mayor. Podría poner una guitarra en tonos graves y la otra en agudos, incluso realizar arpegios, también podríamos jugar con la idea de la distorsión y... quizá... si encontrase a alguien que también tuviera un buen timbre de voz y se adaptase al mío, quizá hasta usar dos voces en algunos momentos.
— No hace falta que intentes convencerme a mí, Shoto — sonrió Izuku — me parece una buena idea lo de añadir otra guitarra. Podemos hablarlo mañana con el resto de la banda, pero seguro que estarán de acuerdo contigo. Tú eres nuestro compositor, si dices que mejoraremos con otra guitarra, yo me apunto. Pero ahora, tómate la sopa y descansa.
Shoto sonrió. La mayoría de las veces, su mejor amigo se ponía en ese plan protector que le recordaba a su madre.
— Voy a llevarme todo esto para evitar que sigas trabajando. Necesitas descansar y dejar de forzar la voz. Voy a decirles a todos que mañana no habrá ensayo.
— Izuku...
— No me rechistes. Por un día que no ensayemos no va a pasar nada. Prefiero que cuides tu voz.
Izuku observó la leve sonrisa de Shoto. ¿Cuántos años llevaba trabajando con él? Bueno... trabajando un par de años, pero había estudiado en el mismo conservatorio de música y fue su compañero de cuarto, al menos, le conocía desde hacía seis años, tiempo suficiente para decir que era raro ver a Shoto sonreír y jamás... le vio reír. Sus sonrisas eran simplemente esa mueca donde curvaba un poco sus labios, pero, pese a ser sólo eso, a Izuku le gustaba. No era un chico demasiado expresivo ni sociable. De hecho, él había sido su primer amigo y no conocía muchos más si quitaba a los miembros de la banda.
Imaginarse el hecho de tener tu primer amigo a los dieciocho años, provocaba un gran dolor en el pecho de Izuku. Sabía que la infancia de Shoto no debió ser nada fácil, aunque él no solía hablar de ella.
Izuku se levantó del colchón y dirigiéndose a la mesa, tomó el cuenco de la sopa y se lo acercó a Shoto. No parecía querer comer nada o más bien, Shoto no estaba dispuesto a soltar el instrumento de entre sus manos. Con cuidado, Izuku agarró el mástil del bajo eléctrico y lentamente, tiró de él para apartarlo del cuerpo recostado de su amigo, intercambiando el instrumento, por el cuenco de sopa.
— Come.
¡Sí, Shoto vivía para la música! Pero todos sabían que no podía alimentarse de notas musicales, excepto Shoto, que parecía no darse cuenta de que se olvidaba del mundo exterior cuando tenía el bajo en sus manos o una partitura.
El calor que desprendía el cuenco calentó los fríos dedos de Shoto al agarrarlo. Olía a cebada y el color marrón rojizo del caldo le hizo intuir que era mugi miso, la especialidad de Kirishima. Izuku sonrió al ver cómo su compañero cerraba los párpados, acercaba el tazón a su nariz y dejaba que el aroma llegase a él.
— Kirishima se ha ofrecido a cocinar. Dijo que iba a preparar su especialidad ya que te gusta el miso dulce.
Shoto sonrió. Todos parecían estar preocupados por él y ahora, se daba cuenta de que quizá, encerrarse en su cuarto a componer tras un concierto no había sido la mejor idea.
— Izuku — le llamó al ver que se dirigía la puerta para irse — gracias. Díselo también a Kirishima.
— Claro. Descansa.
En cuanto la puerta se cerró, los ojos de Shoto regresaron al cuenco de comida. Olía realmente bien aunque no tenía demasiado apetito. Tomó la cuchara entre sus dedos y tomando un poco de caldo en ella, la llevó a su boca. ¡Le gustaba el miso dulce! Y se alegraba de que Kirishima se hubiera molestado en prepararlo pensando en él.
La brisa fresca que seguía colándose por la ventana provocó que sintiera frío en sus pies descalzos. Vestido tan sólo con un pantalón de deporte largo y una camiseta de manga corta, empezaba a notar el frío de la noche.
Dejó el cuenco sobre la mesilla y se levantó para cerrar la ventana. El cielo estaba oscuro. Las ramas de los árboles cercanos se movían en una danza aterradora por el viento y la luna menguante era cubierta por las nubes para volver a salir unos segundos. Shoto cerró la ventana. En Tokio apenas se podían ver las estrellas por la contaminación lumínica y era algo que echaba de menos. Él se había criado en un pequeño pueblo del interior y allí, recordaba sentarse en el porche junto a su madre por las noches.
Carraspeó un par de veces al notar su garganta resecarse de nuevo y volvió a la cama para meterse bajo la colcha. Una vez sintió el calor regresar a sus pies, movió la mano para agarrar el cuenco de sopa, pero se detuvo cuando sus ojos observaron el bajo eléctrico perfectamente colocado en su anclaje. Deku lo había dejado allí para que descansase.
La tristeza le inundó de nuevo. Esa sensación de que en cualquier momento podía perder su sueño, todo por lo que tan duro había trabajado... no desaparecería. Intentaba mentalizarse que todo estaba bien, pero... en el fondo, el miedo a perderlo todo era demasiado grande. Ni siquiera se lo había comentado a sus compañeros para no preocuparles.
Necesitaba un nuevo guitarrista. Con él, su banda seguiría innovando, podría mantenerse en el top, estaba seguro de ello. El problema era: ¿dónde encontrar un guitarrista con buen timbre de voz y que no tuviera un grupo ya? Quizá debería regresar al conservatorio y darse una vuelta para conocer a los nuevos talentos.
Desvió la mano hacia la mesilla y tomó su portátil para comprobar las noticias. A esas horas ya deberían estar informando sobre el concierto que habían dado esa tarde. Generalmente siempre actuaban de noche, pero hoy era una excepción. Recaudaban dinero para un fin benéfico y muchos adolescentes habían acudido al concierto junto a sus familias.
Buscó en Internet el canal de noticias sobre música y apareció. La presentadora, de largo cabello oscuro, halagaba a los chicos. Shoto subió el volumen para poder oírlo bien.
— Simplemente, ¡sin palabras! — se escuchaba a la presentadora hablando hacia otros de sus compañeros — estos chicos están en pleno apogeo. Han llenado el estadio una vez más y los fondos van a ser destinados para ayudar al hospital general de la prefectura de Shizuoka.
— Sin duda alguna, ha sido un gran concierto. No ha quedado ni una entrada disponible. La banda "One for all" está pisando fuerte — remarcaba el otro presentador —. Los adolescentes de todo el país están como locos. Creo que estaremos de acuerdo en que su acústica es maravillosa y la voz de su vocalista, angelical. Todos están encantados con estos chicos, son atractivos, carismáticos y saben ganarse a la audiencia. Tengo entendido que ya no quedan entradas para su próximo concierto del mes que viene, estamos ante un hito sorprendente.
— Así es, Hiro, estos chicos están arrasando por todo el país. Las fans se agolpan durante el día en la puerta de su residencia con la intención de verles.
¡Arrasando! Fue la palabra que se le quedó grabada a Shoto. ¡Sí! Estaban arrasando por ahora y seguramente, muchos pensarían que cambiar la dinámica ahora era una mala idea, pero... seguía pensando que incorporar una guitarra más era una buena opción. Daría mucho más brío al grupo y podrían hacer composiciones mucho mejores.
Notas al pie de página:
Bajo eléctrico: Instrumento musical parecido a la guitarra eléctrica, pero con cuatro cuerdas gruesas afinadas como las del contrabajo y que desempeña en los grupos musicales modernos funciones similares a las de este.
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