CAPITULO V: SOLEDAD
Recuerdo que cuando era niño no se me permitía salir de casa, pasaba los días recibiendo aburridas clases de maestros que iban a mi casa, y las noches debía prepararme para el día siguiente, de vez en cuando, aprovechaba cuando mi madre estaba demasiado ebria, y mi padre no estaba en casa, para ver televisión.
No recuerdo los nombres de los programas que veía, no tenía afición por ninguno en particular, simplemente iba cambiando de canal en canal hasta encontrar lo que era mi más profundo deseo: Una familia, amigos o una escuela.
Aunque fuera un comercial corto, me encantaba ver a una familia comiendo en la misma mesa, a un grupo de niños jugando o yendo a la escuela, tal vez ese fue mi primer sueño, tener una familia de verdad, y no solo personas con las que compartía la misma vivienda. Lamentablemente ese día nunca llegó, lo más cercano a una familia o amigos que llegué a tener fue a mi hermano mayor, Leonel.
Amaba a mi hermano porque él era el único que se sentaba a comer conmigo en una mesa, de vez cuando jugábamos y a veces hasta me sacaba a escondidas para ir a la ciudad, no tengo muchos recuerdos de Leonel, pero apreciaba que él, pese a las exigencias de mis padres, se daba el tiempo de hacerme compañía, él me libraba de la soledad. Siempre recordaré a mi hermano con mucho cariño, y a la vez, con mucha tristeza, ya que, mi hermano Leonel me fue arrebatado cuando yo era muy joven, y desde entonces, yo ocupé su lugar como heredero de los negocios de la familia, y entonces pude entender todo lo que él tuvo que pasar, admiré más a mi hermano por eso, y me sentí culpable por todas las veces que me enojé con él porque faltó a una comida conmigo, ahora sé que hizo por mí mucho más que cualquier otra persona; Leonel, te extraño.
Me encontraba perdido entre mis pensamientos, recordando con una ligera sonrisa a mi hermano, pensando en cómo sería su vida si no hubiera muerto aquel día, en que quizás ahora estaría casado, con hijos y quizás hasta mascotas. Demasiado fantasioso, más aún, sabiendo que en el entorno que crecimos y la vida que nos esperaba, algo como eso no tenía lugar
—Oye Breth ¿Tienes amigos? —Me preguntó Karla, interrumpiendo mis pensamientos utópicos de un futuro imposible, regresándome al presente.
—No, ninguno. —Respondí a secas.
¿Y eso? —me contestó—. Bueno, puedo entender que no los tengas en la preparatoria, es normal si siempre tienes cara de enfermero estresado; pero esperaba que los tuvieras fuera de la preparatoria. ¿Qué pasa con eso? ¿No te es fácil socializar?
—No, tarada. —contesté— Sólo no los tengo y ya. No seas entrometida.
Karla se puso frente a mí, sonriendo, una vez más, pude ver en ella una sonrisa sincera, claro que, si era como la anterior, de seguro cambiaría su expresión rápidamente.
—Pues... a partir de ahora, yo seré tu amiga. —Me extendió el puño—. Me has caído bien durante todo este tiempo, quizás hasta podríamos...
—Mi objetivo es superarte. —Le dije, con una mirada desafiante—. No eres mi amiga, eres más un rival temporal, hasta puede que, como tú misma dijiste: un simple capricho.
Karla empezó a caminar hacia atrás mientras se burlaba de mí.
—"Te superaré, Te superaré" Sólo eso dices Breth, qué aburrido es vivir compitiendo. ¿No te sientes solo?
—Me gusta estar solo. —Le repliqué—. Estar solo significa menos gente, menos problemas, y mucha paz. Quien no sabe apreciar la soledad, no será capaz de vivir con tranquilidad. Por eso no necesito amigos, no necesito a nadie.
Karla me miró fijamente, por alguna razón, su mirada dejó de verse burlona, hasta parecía algo molesta.
—A la gente le gusta hablar desde su comodidad. —Me dijo ella.
—¿A qué te refieres? —Le pregunté.
—¿Elegiste estar sólo, Breth? ¿O fuiste forzado a estarlo?
Su pregunta me dejó sin palabras, no sabía qué responder, Karla se dio cuenta de ello, porque enseguida continuó hablando.
—La gente que elije la soledad puede decir sin problemas que estar solo es algo increíble, porque esa fue su decisión. Por otro lado, los que estuvieron en compañía de familiares, amigos e incluso hasta amantes, esos que estaban rodeados de personas que eran importantes, que eran parte de su vida; de repente lo pierden todo; son forzados a estar solos. Pregúntales a ellos si la soledad es una fuente de paz, como lo es la tuya, esa de la que tanto alardeas, de la hablas únicamente, desde tú cómoda elección.
Karla estaba muy molesta, yo estaba dispuesto a dar la vuelta y largarme, iba a hacerlo, enserio que estaba decidido, pero... ¿Por qué Karla se enojó tanto por eso que dije? ¿A qué quería llegar? ¿Afirmar que soy un ignorante? o tal vez ¿Enseñarme algo?.
Lo pensé brevemente, y en cierta manera era cierto lo que dijo, fui forzado a estar solo, todavía recuerdo cómo me sentía luego de perder a mi hermano, el asumir su cargo de heredero no hizo más que marcarme de muchas maneras para toda la vida; durante mucho tiempo me sentí abandonado, incluso enojado con mi hermano por morir y dejarme solo, pero, él nunca se veía cansado cuando estaba conmigo, siempre sonreía; quizás era porque, tanto para él como para mí, ambos éramos los que evitábamos que nos consumiera la soledad.
Sí, me sentí solo durante mucho tiempo, y en el fondo, sigo sintiéndome así, pero elijo la soledad al mismo tiempo, porque sé que, es lo que merezco.
—No hablo desde mi comodidad, Karla. —Le dije, finalmente—. Yo también fui forzado a estar solo, y también he sentido la soledad. Y puedo decirte, con mucha sinceridad, que me gusta estar solo ¡Pero odio sentirme solo!
El rostro de Karla se suavizó mucho cuando dije eso, quizás, porque era la primera vez que yo me abría tanto con ella, su mirada, me incitaba a seguir hablándole; un poco más, sólo esta vez, quizás, no estaba mal hablar un poco más.
—Y en cierta manera, tú haces que no me sienta tan solitario.
Karla sonrió, de nuevo me mostró una sonrisa honesta. Esa sonrisa sincera, tenía algo que me hacía sentir extraño, al principio me negué a aceptarlo, pero en cierta manera, me gustaba verla sonreír así, y es que, me recordaba a Leonel. Ambos, Karla y Leonel, eran las primeras personas que me ofrecían compañía sincera; pese a que ambos eran extremadamente molestos, su compañía en cierta manera me hacía bien.
Mi hermano me enseñaba el mundo exterior fuera de las paredes de mi casa, y Karla también lo hacía, me enseñaba lo que había en el exterior, fuera de mis 4 paredes mentales, no era mi amiga, y aún la veía como una rival, pero, dicen que de todo se puede aprender algo, entonces, tal vez yo debería aprender algo de Karla.
Karla se puso muy contenta de repente, era una alegría que sólo mostraba cuando estaba con sus amigos, y aunque yo trataba de mantener mi rostro de Póker, lo cierto es que también me sentía feliz, por saber que existen más personas como mi hermano.
Iba pensando en eso, agradeciendo por encontrarme a alguien como Leonel, pero, las cosas no cambian, todavía debo superar a Karla, y una vez que lo haga, me dedicaré a aprender de ella, y entonces; quizás entonces, podamos llegar a ser amigos.
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