CAPÍTULO II: AMARGA VICTORIA.
Karla Nicole Báez, el nombre de mi némesis, la observé un poco más entre clases, resultó que su belleza era superada por su rareza. Cada 2 o 3 semanas cambiaba de lentes, siempre los rompía, hasta que optó por usar lentes de contacto. Su piel blanca se veía de una textura tersa y suave, muy diferente a su cabello que, o lo llevaba muy bien peinado, o hecho un completo desastre; no tenía un punto medio. De entre todos mis compañeros, Karla era por sobre todo alguien muy... inusual.
Luego de ser vencido por ella en los exámenes parciales, comencé a mirarla un poco más, saber el por qué me superó, pero... Era muy extraño, prácticamente incoherente; Karla no era una estudiante aplicada, disciplinada o al menos un poco nerd. Ella dormía todo el tiempo, se distraía y llegaba tarde; aún así, siempre me ganaba por unas milésimas. Karla siempre me superaba en todas las materias, no podía entenderlo, mucho menos aceptarlo. Al final de cada examen le preguntaba que calificación obtuvo y, riéndose sínicamente, me decía su calificación, misma que siempre era una nota más alta que la mía. Me hacía sentir aún más incompetente, esa risa... tan molesta y estresante, era una risa que secretamente decía "Sí, mis resultados son mejores que los tuyos". Sólo un par de veces pude obtener un puntaje superior, pero no era suficiente. Por más aplicado que fuera, ella siempre me ganaba, pese a ser una alumna completamente irresponsable.
Lo que empezó por un simple desafío a mi ego y orgullo, rápidamente se transformó en una obsesión por superar a Karla, quería que por primera vez supiera como se siente ser el segundo lugar, no me importaba si ella no me veía como un rival, cualquier persona que estuviera un tiempo a la cabeza se sentiría desafiado si alguien repentinamente toma su lugar, y así, fue como tuve la oportunidad perfecta para superar a Karla.
Como todos los viernes, el tablero de anuncios fue actualizado, eché un vistazo y vi algo muy interesante:
"En 2 semanas llegará personal del sistema de educación nacional, quienes quieran participar podrán hacerlo, deberán resolver un examen de 500 preguntas en 2 horas. Elegirán a 2 participantes (Quienes obtengan la mejor calificación) de toda la preparatoria. Ellos viajarán a otra ciudad y ahí se les dará más detalles"
El premio no me interesaba, de hecho, ni siquiera participar era de mi interés, pero entre las personas que se anotaron estaba ella, mi rival jurada, la piedra angular en mi zapato, el guerrero de clase baja de mi sangre real de Saiyan: Karla Nicole Báez. Esta sería mi oportunidad perfecta para demostrar que soy mejor que ella, aunque tenía 2 semanas no desperdiciaría el tiempo, durante 14 días me desvelé, apenas si comía, iba y venía de la biblioteca y no hacía más que memorizar y recapitular datos en mi mente, cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo, me obsesioné casi de manera demoníaca a la idea de superar a Karla, durante dos semanas estudié más de lo que respiraba, tanta era mi obsesión que en un solo día llegué a leer de principio a fin 3 libros diferentes, recargando mis energías con todas las jarras de café que pudiera tomar. Nunca me había obsesionado con nada en mi vida, tal vez, en el fondo sabía que sería la única vez que algo así pasaría, y si no lo daba todo, no quería vivir como un miserable, lamentándome por no haber hecho algo más.
Mientras yo me mataba estudiando, por otro lado, Karla, como siempre, estaba distraída y ensimismada en su mundo de disociación y lo que sea que pensara cuando miraba por al ventana. Antes apenas lo suponía, pero ahora, sabía que podría ganarle, después de todo, no me conformaría con otra derrota, ya que, cada día me repetía las palabras de mi padre:
"El segundo lugar es el primero de los perdedores."
Esa frase estaba en mi cabeza cada vez que quería desistir, dormir, renunciar o dejar de estudiar para el examen, no solo en eso, esa frase estaba presente cada día que me levantaba, y cada noche antes de ir a dormir.
Pasaron las 2 semanas, llegó el día del examen. Era increíble que de los 96 alumnos que éramos de tercer año de preparatoria, sólo 3 se animaron a participar, mi sorpresa fue grande al ver que Karla no estaba entre ellos. Cuando el profesor a cargo tomó la lista y llegó mencionar a Karla, una voz entre la multitud gritó:
—Dijo que no vendría.
Se me hizo algo extraño, pero no inesperado, es normal ver a la gente extraña hacer cosas extrañas, pero no tenía sentido, antes de entrar, le pedí permiso al maestro para ir al baño, me desvié y fui al salón para buscar a Karla, quien se encontraba sentada junto a sus amigos, 3 chicas y 3 chicos, claro que, eso no me importó, para mí, ellas no existían, es más, ni siquiera sabía sus nombres. Entré al salón y ellos voltearon a verme, como si me hubieran estado esperando, caminé hacia su asiento y me detuve frente a Karla, sin reparo, le hablé directamente, por primera vez desde que se volvió mi némesis.
—Oye ¿Acaso no piensas estar en el examen? —Yo la veía con ojos desafiantes, casi exigiendo una respuesta.
—¡Nah! —Respondió ella, desinteresada—. Me da igual, no me reprobarán si no voy y no ganaré nada si lo hago, así que, no veo la necesidad en eso.
—Entiendo —No entendía nada—. Bueno... Está bien, si así lo quieres. —La miré con decepción, me di cuenta que ella no era mejor que yo, alguien con tan poca determinación no merecía ser mi rival, me di media vuelta y me fui, sintiéndome estúpido por haber visto a alguien así como un oponente.
Fui hacia el lugar del examen, de mala gana, pero me maté estudiando y si ya me sentía como un idiota por lo de antes, no quería llegar a ser un imbécil por haber desperdiciado mi tiempo en vano.
Nos dividieron en 3 grupos, daríamos el examen en 3 horarios diferentes. Cuando el grupo en el que yo estaba terminó el examen, nos enviaron a casa; así se evitaría decirle a los que siguen detalles que pudieran ayudarlos. Nos dijeron que las mejores calificaciones serían anunciados por los maestros al día siguiente. Esa noche por fin dormí como nunca, luego de 2 semanas de desvelo, prácticamente entré a mi casa y me arrojé sobre la cama, entrando en un estado parecido al coma.
La mañana siguiente se me hizo tarde, fui corriendo a mi salón, cuando llegué al pasillo; Karla estaba ahí, no la miré, seguí de frente directo a la puerta de mi salón. Karla llegó justo detrás de mí, el profesor nos vio sin inmutarse, simplemente apartó la mirada del libro que sostenía en sus manos, y se dirigí a nosotros.
—Son muy impuntuales, me cuesta creer que ustedes fueran los mejores en el examen de ayer.
—¿Los mejores? —Pregunté, muy confundido—. ¿Estuviste ahí? —Pregunté, girándome hacia Karla.
—Tu berrinche me hizo cambiar de parecer. —Me respondió ella, de manera burlona.
Yo no lo asimilaba, pero, si ese era el caso, sólo había una cosa que importaba.
—¿Quién fue el mejor? —Le pregunté al profesor—. ¿Cuál de los 2 obtuvo el primer lugar?
—Señor Bretherlo, No hay primer lugar. —Me respondió el, con bastante desinterés—. Ambos sacaron casi el mismo puntaje, en 4 meses viajarán para una... llamémosle entrevista, que si sale bien, no sólo los ayudará a ustedes, si no también a nuestra institución educativa, pero de eso hablaremos después. Ahora tomen su asiento y véanme aquí a la hora de la salida de clases, entonces les daré más detalles.
Giré mi cabeza y vi a Karla, ella, igual que siempre, me mostraba una sonrisa sínica, sin dudas tenía muchas preguntas por hacerle.
Mientras caminábamos a nuestros asientos, el profesor agregó algo más.
—¡Oh! Lo olvidaba. —Dijo el profesor—. De ahora en adelante la señorita Báez y usted se sentaran uno al lado del otro, si van a representar a nuestra preparatoria, deben conocerse y aprender a trabajar en equipo.
No pude contenerme, eso colmó mi paciencia.
—¡¿QUÉ?! —Reclamé— ¡No pienso hacer equipo con ella! ¡Será más una carga que un apoyo!
Mientras aún gritaba el profesor me interrumpió de golpe.
—¡Señor Bretherlo, si no le gusta esto pues debió pensarlo antes de tener la maravillosa idea de dar el examen. —Me recriminó de manera sarcástica—. Ahora, por favor, siéntese junto a la señorita Báez, y cállese.
Al oír eso cerré mi boca y fui a mi asiento, Karla puso su mano en mi hombro y; mostró otra vez su sonrisa tan fastidiosa.
—De enemiga a aliada, espero puedas soportarlo.
No le respondí nada, me callé y tomé mi lugar, que ahora era junto a ella, deseando que todo fuera una mala parodia, incluso si yo la vencí, esto se sentía como una amarga victoria.
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