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01 | SKY

Lunes 6:40 am.

Degusto de mis panqueques caseros sin apuro alguno, pues mis recientes noches llenas de insomnio me permiten quedarme en vela cada noche desde hacía dos semanas, y aunque parecía que dormir durante los recreos o en el transporte público reponían mi sueño perdido, la verdad era que estaba agotada.

Sobretodo con el temblor que ocurrió durante la madrugada.

—Cariño, volveré hasta media noche. La Doctora Lake y yo tenemos doble turno esta noche.— la dulce voz de mi madre me trajo a la realidad, sonriendo al sentir su habitual beso en mi mejilla.

Cada mañana mi madre parecía más joven que el día anterior, al menos ella podía darse el lujo de dormir profundamente tras asquerosas escenas de sangre, huesos rotos y órganos de fuera.
Sí, toda una guerrera mi cirujana favorita.

—¿Llevas recalentado o comerás algo por allá?.— quise saber, lo cierto es que quería hacer tiempo para pasar más tiempo con ella. Apenas la veía dos horas al día máximo.

Las cuentas no se pagan solas

—Recalentado, Emma.— contestó tomando las llaves del auto y colocándose aquella bata color blanco que le daba el poder del diagnóstico, rehabilitación y procesos quirúrgicos.— puedes traer a tus amigas para estudiar, nada de fiestas, y lo más importante, cuidate.

La vi salir más apurada cuando su teléfono comenzó a sonar con insistencia, su presencia ya era requerida en el Hospital Central de Arcadia Oaks.

Amigos...

Contradictorio no tener demasiados sabiendo mi pasatiempo, mismo pasatiempo que me pone en complejo de competitividad.

Claire N.
¡Buenos días, Emma! Nuevo día, nuevas oportunidades. Te esperamos en la cafetería de la esquina.

Claire Nuñez, una de las dos personas que me soportaban y aunque fuese recién llegada, no me dejaban sola. Agradecía aquello en sobremanera, soy "alérgica" a la soledad y odio ser la nueva en la escuela pública.
Y soy una paranoica con lo "anormal".

Emma.
En camino, llego en 10.

.

—¿Qué te tiene con terribles ojeras?.— la pregunta de Claire cortó aquel incómodo silencio que yo ocasioné por mi falta de temas de conversación relevantes. Esto no es como estar en el escenario.

La hija de la Alcaldesa miraba de vez en cuando su teléfono, viéndose desesperada por un mensaje que no le llegaba y supongo que no le llegaría pronto.

—Insomnio.— dije con una sonrisa, leí que la honestidad en la amistad era de las mejores políticas.

—Dios, le diré que te compre dos tazas de café.— mencionó en tono de burla, haciéndome reír a mí.

Ya me adelanté a ello.

Stella Miracle.

Si bien la jovencita misteriosa que venía de abajo era más conversadora, carismática, entre otros; ella misma me causaba una tremenda inseguridad por aquella presencia que mostraba su porte, la intimidación mínima en sus ojos zafiros y ni hablar de aquel cabello rojizo que me rehusaba a creer que fuese real.

Demasiado perfecto para ser bueno.

Aunque era muy unida a Claire, no me dejaban de lado.

Sigo desconfiando

Y aún no voy a mi zona de confort, me ponía ansiosa.

—Te traje tres cafés dobles y tu dona favorita, chocolate con maní encima...— la pelirroja me dio mi comida sin quitar aquella sonrisa que me ponía nerviosa siempre. Era demasiado bonita y atrayente, si no fue fiel creyente de la ciencia y la física, apostaría a que es hechicera o algo así.

Mamá pensaba que podría estar desarrollando un afecto romántico hacia ella, pero yo sabía perfectamente que no estaba bien alguien tan puro, bueno, inteligente y perfecto.
Algo ocultaba, suponía que Claire sabría la verdad; pero mientras yo me sienta intimidada ante ella y no sea lo suficientemente atrevida no podría averiguar lo que sucedía detrás de ella y su perfección.

—Gra-gracias.— me atreví a responder.

Ella solo me sonrió, incómodo.

Pero la incomodidad desapareció en cuanto ambas estornudaron al mismo tiempo, y con la misma intensidad.

—Raro.— solté sin pensar.

—El polen está fuerte en estos días, seguro es eso.— dijo Claire tomando su café con unas galletas de avena.— ¿Nos vamos ya o esperamos a que falten 10 minutos?

—Yo debo adelantarme, quedé de verme con Jim.— la de cabellos rojos abrazó a Nuñez como despedida y después a mí.— ¡Las veo en clase!.

Acomodé mis cabellos rubios cuando un ataque de estornudos comenzaba a ser más fuerte en el cuerpo de mi ¿Amiga?

¿Por qué deben incomodarme?

—Ya sabes como es Stella con Jim, la parejita de miel.— comenzamos a caminar en dirección a la escuela.

¿Qué debo responder a eso? ¡Vamos, piensa!

—Sí, nunca vi a una pareja tan unida. Hasta parecen esposos.— admití, bueno, al menos era la primera vez que hablaba de algo más con Claire que no fuese escuela o clima.

¿Dos adolescentes demasiado unidos? Es casi imposible

Genial, mi psicóloga reirá de mí por ser demasiado obsesiva con mis pensamientos y la relación de una chica demasiado perfecta para ser real.

Quise gritar cuando miré al cielo mañanero de Arcadia.
—¿Qué... es eso?.

Un rastro de humo espeso adornaba el cielo diurno, en dirección al profundo bosque.
Me puse ansiosa, quise mover mis manos sin rumbo fijo, pero eso lograría que derramara el café y necesito el café.

—¿Qué...? Emmm... no es nada... ¡En fin, nos vemos!.— ni siquiera logré ver el momento exacto en el que mi compañera castaña huyó de mi lado tras mi pregunta. Solo quedaban el eco de sus estornudos.

¿Y si ella tenía algo que ver? ¿O ya estoy más loca que antes?

—¿O tendré mal aliento?.— no sabía qué había pasado como para estar abandonada en plena acera por Claire Nuñez.— bueno, al menos tengo mi café.

Huyó en cuanto miré al cielo

Miré nuevamente el humo que no parecía querer disiparse en el cielo, seguía tan intacto como hacía segundos y probablemente hacía horas desde que estaba ahí.

Mi pánico por lo anormal me hizo sentirme ansiosa.

Pero mi anhelo de emociones a mi vida me hizo sonreír, creer que había algo más allá de un simple y aburrido Arcadia Oaks o creer que podía llegar a ser algo más que una muñequita en los escenarios.

Maldición ¡La campana!

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