5: Miedo y Avaricia
—Residencia De Armas.
Javi llegó a su hogar tras de un largo día, y de la primer paliza que había sentido en mucho tiempo, viéndose alegre, pero temeroso de su próximo destino, y que es lo que vendría después. Al llegar a casa, sus padres veían las noticias, era la quinta vez en el día que un noticiero hablaba de los recién bautizados "Dreamers", y sus padres veían el noticiero, más por su padre, amante de "estar informado", a costa de la paranoia de su madre. Javi vio extrañado que fue recibido con calidez de ambos sin él saludar aún, llenando así su mente de preguntas ¿Sabrían que él era Rojo? ¿Estaban felices de ver a su hijo llegar a casa con todos los ataques de aquella bestia? Sea cual sea la pregunta, o la respuesta, la sensación que esto le daba, no auguraba nada bueno, o eso creía.
—¿Pasó algo mamá?— pregunto Javi, tras dejar su mochila junto al sofá y miraba extrañado a su padre
—Te estábamos esperando para comer, corre ve y cámbiate el uniforme para que ya comamos— pidió su madre, pero con una sonrisa que, al menos a Javi, estaba pidiendo que dijera algo
—¿Qué pasó?— pregunto extrañado Javi, mientras se dirigía a las escaleras
—Nada mijo, solo queríamos ver que estabas bien y como te fue hoy, ahora ve a tu cuarto, vístete y vente a comer— pidió finalmente su madre, antes de ver a Javi subir las escaleras —¿Le preguntamos mientras comemos o esperamos a que nos diga?— pregunto a su esposo, tras cambiar aquel alegre rostro, por uno molesto y con seriedad
—Veamos cuanto nos aguanta la mentira y sirve que quizás se le junten las cosas, salirse de la escuela sin razón ya se por si es malo, quizás si no le decimos nos diga otras pendejadas que halla hecho— confesó el padre de Javi, mientras apagaba las noticias y dejaba en la mesa el control de la televisión, entre lo que era prácticamente un azote
Javi, con una sonrisa, se quitaba el uniforme escolar y se ponía sus vestimentas normales, viéndose interrumpido apenas su teléfono sono; se vio dudoso, y a la par un tanto emocionado, pero esta emoción se vio apagada apenas vio el nombre de quien llamaba: Johan.
—Carajo— susurro Javi, contestando entre un molesto suspiro —¿Qué pedo Johan, que paso?
—¡Cabron, Leslie despertó!— exclamó con emoción Johan al teléfono
—¿¡Q-Qué!?— exclamó incrédulo Javi
—Estoy en su casa, la vine a acompañar por que despertó cuando yo vine a verla— continuaba Johan, aun con una marcada emoción
—¿Cómo exactamente conseguiste quedarte solo con ella en su casa?— pregunto Javi, asomándose por la puerta de su cuarto para evitar ser visto
—Uno, la he tratado de conquistar desde hace un año— inicio Johan, volviendo a su tono de presunción —, dos, esta su papá en casa, es de noche y yo la traje a su casa— añadió con orgullo —y tres, mamá cree que me quedaré en tu casa y...
—¿Por que mierda tu mamá te creería algo así?— pregunto Javi, extrañado y, en lugar de enojado, bastante alegre, aunque más por burla que calidez —. Tu nunca has venido a mi casa.
—Mamá cree que ya he ido un par de veces, además somos muy buenos amigos— explicó Johan, intentando creerse aquel motivo —¿Qué no?— pero en cambio solo recibió un silencio que de verdad, logró afectarle más de lo que habría esperado —¿T-Todavia me escuchas o se corto la llamada?
—Si hay señal, la llamada sigue pero mira, debo colgar, iré a cenar y mañana iremos a ver que Leslie este bien, solo cuidala Johan— pidió Javi, justo antes de colgar y dar un largo suspiro, su día parecía no acabar.
—En algún lugar de Santo Grial.
Una joven pareja paseaba por las ya nocturnas calles de Santo Grial, en medio de la calle sin el menor avistamiento de algún auto, libremente portando sus uniformes desfajados y con las mochilas colgando. Sus nombres eran Elvis y Neri, una pareja que se encontraba unida hace más de un año. Elvis era alto, más que Neri, y de tes morena, además de cabello muy corto, casi al grado de llevar un moicano debido a lo largo del mismo en la parte superior. Neri por su lado, era de baja estatura, quizás más que la estatura misma de Johan; su cabello era algo largo y lo llevaba amarrado, viéndose así un elegante y rojizo chongo en su cabeza; su piel era blanca, pero no demasiado como Javi o David, su rostro se veía muy poblado de pecas y su cuerpo se veía oculto por una sudadera que le quedaba grande, seguramente esta siendo de Elvis. La joven pareja andaba por aquel lugar sin pena alguna, inconscientes de la bestia que acechaba en la oscuridad detrás de ellos solo observando.
—¿Toque de queda?— pregunto Neri, mientras estaba al teléfono con su madre —¡Okey, okey mamá! Ya voy para la casa, te amo, si, si también le mando tus saludos a Elvis y el también va para su casa— aquello hizo a Elvis esbozar una gran sonrisa —Mamá te manda saludos.
—Ay que linda, preocupándose por su hija que le pidió permiso para irse de pinta— confesó Elvis entre una larga sonrisa
—Vamos, no es para tanto, deja de molestar con eso— respondió entre risas de molestia Neri
—¿¡Quién le pide permiso a su mamá para faltar a la escuela pero llevarse el uniforme y mochila!?— exclamó sonriente Elvis, con ambos brazos al aire
—Yo, señorito molesto— respondió a secas Neri, antes de acercarse y dar un brinco para así darle un beso fugaz a su novio
—Debo molestarte más seguido ¿Eh?— pregunto provocativo Elvis, antes de que la atención de ambos se viera desviada por un gruñido entre la oscuridad tras una camioneta estacionada bajo un faro fundido —¡Saquese, shh!— exclamó Elvis protector, mientras hacía para atrás a Neri y aullentaba a lo que él creía, era un perro
—¿Te sonó como a un perro?— pregunto con nervios Neri mientras ambos, con disimulo, avanzaban hacia atrás sin apartar la vista de aquella camioneta —U-Uno muy grande...— titubeó Neri, tras ver sacudirse la camioneta
—A la de la tres, vas a correr gritando amor, hasta que alguien salga— ordenó Elvis, aun al frente de Neri, quien negó con la cabeza mientras buscaba algo en su mochila, sin éxito en su actuar —. Ya me oíste ¡Vete!— ordenó de nuevo, gritando a un nivel tan bajo como le fuera posible
—No te voy a dejar aquí sol...— pero Neri se vio interrumpida, apenas la silueta de aquella cosa salio detrás de la camioneta; un enorme lobo sobre sus cuatro patas, que lentamente, y mientras se acarcaba a la luz, se iba poniendo de pie sobre sus dos patas traseras, y dejando a la vista un brillante y blanco "pelaje"; todo tras Elvis llevarse las manos a la espalda y tratar de encender un fuego artificial pequeño, pero de gran potencia —D-Dejame— susurro Neri, tomando el encendedor y tratando de encender la mecha, solo para que el lobo, ahora en dos patas y totalmente erguido, saliera a la luz
—Uno, dos, tres— contaba Elvis, pues al llegar a cinco, debía lanzar lo —, cuatro... ¡Corre!— grito tras lanzar el proyectil al rostro del lobo, explotando en el costado izquierdo de este y lastimandole gracias al sonido tan cerca de su oído
Elvis y Neri corrieron a todo lo que sus asustadas piernas les permitieron, gritando y sacudiendo los brazos en busca de la ayuda o el simple mirar de alguna persona del vecindario que tuviera el detalle de llamar a emergencias o salir en su ayuda, pero apenas estos veían a la bestia, se internaban de vuelta a sus hogares dejando sola a la pareja; Neri vio esperanza cuando vio un tractor cercano con la puerta entreabierta, dándoles así la oportunidad de entrar y refugiarse del lobo. Ambos cambiaron el rumbo de su carrera hacia el tractor, aunque viéndose ambos interrumpidos cuando el lobo estiro su largo brazo delantero en afán de atrapar a Elvis, únicamente arrancandole la mochila ante los gritos de terror de ambos.
—¡Elvis!— grito con temor Neri, corriendo hacia Elvis, pues había caído al suelo, aún buscando en su mochila
—¡Vete de aquí, Neri!— pidió Elvis tras ponerse de pie, justo antes de dar un salto al suelo apenas vio venir un enorme puño de energía rosa —¿¡Qué carajos!?— pregunto Elvis, viendo el puño estirarse sobre de él y dar directo al pecho del lobo, logrando derribarlo —¿¡Neri!?— Elvis miró al origen del puño, viendo así a Neri, quien ya empulaba el anillo rosa y se mostraba rodeada por un aura rosada; Elvis, ignorante del esfuerzo que daba el lobo para zafarse del agarre de Neri, corrió hasta su pareja, sacudiendola y causando que el puño se desvaneciera, pues está se desconcentro —¡Tenemos que irnos, corre!— pidió él, corriendo tomado de la mano de su pareja, justo antes de ver una patrulla de policía dar la vuelta en una esquina, todos armados y cargando sus armas apenas vieron al lobo
—¡Al suelo!— ordenó el comandante, cargando su escopeta; Elvis y Neri saltaron al suelo y los policías abrieron fuego contra la criatura, quien entre rugidos corrió hacia la oscuridad nuevamente —Persecución de animal salvaje, manden otra unidad ya— ordenó este, mientras veía llegar otra patrulla, no tan armada —¡Oigan! ¡Escolten a esos niños a casa, y dígales a sus padres que...!— pero al devolver la mirada, ni Elvis o Neri seguían ahí
—Algún lugar de Santo Grial - Hace un tiempo.
Kevin, Karla y un par más de personas entraban a la fuerza a una casa; todos vestían con ropa "poco llamativa" y un pasamontañas, estaban dispuestos a llevarse hasta el último centavo. Aquella casa le pertenecía a alguien que habia apostado con ellos hace no mucho, y tras perder la apuesta, se negó a pagar, acto que tras meses de insistencia, se vio contestado con el cobro forzado de la misma, con lo que sea que fuera del antojo de los jóvenes. Karla no hacía más que levantar cualquier cosa que viera, terminando por dejarla caer sin importar que hiciera ruido al quebrarse en el suelo o directamente lanzandola con la intención de romperla por mero gusto; aquel actuar no hacia más que fastidiar a su novio, Kevin, y a aquellos que los acompañaban, pues aquello no era precisamente pasar desapercibido una vez salieran del lugar.
—¡Karla!— regaño Kevin, tras abrir finalmente el cuarto de quien les debía —¿¡Quieres dejar de hacer eso!? Pinche madre...
—¿¡Qué!? Para que nos debe el cabron— regaño ofendida la "pelirroja", mostrándole el dedo medio a su novio apenas esté se dio la vuelta —El ¿Estas seguro de que lo vale?
—El p-pendejo dijo que tenía el número cinco de los Cuatro Fantásticos del 61— confesó Elias, mostrándose como uno de los que estaba bajo su pasamontañas
—¿Un pinche cómic?— pregunto con molestia en su tono Karla
—Un pinche cómic que vale quizás cincuenta mil, es la primera aparición del Doctor Doom— confesó Elias, viendo cambiar la expresión en el rostro de Karla, al menos bajo el pasamontañas
—¿Seremos ricos por esa mamada?— pregunto incrédula Karla
—Super ricos, son dolares Karlita ¡Dólares!— exclamó Kevin, logrando hacer sonreír a Karla, al menos hasta que escucharon el seguro de un arma siendo quitado
—Gracias por la información, tienen tres para irse a la verga de mi casa— ordenó un hombre calvo y con una larga barba, además de lucir múltiples tatuajes por la carencia de su camisa —Tienen a la de tres pinches ratas— añadió el hombre, mientras miraba el pánico en los rostros de sus intrusos
—S-Señor, mire creo que nos equivocamos de casa y...— pero Kevin fue interrumpido cuando un disparo en seco fue dado a su lado, asustando a todos, al menos hasta que un estruendo los interrumpió, y desde una ventana, que estaba cubierta por un trozo de lámina, él entró.
Destrozando la lámina y el vidrio de la ventana, un anillo amarillo entró con un aura de energía amarilla a su paso, entrando con violencia hasta llegar justo al frente de una un tanto temerosa, pero más que nada asombrada, Karla, quien vio al hombre esquivar aquel pequeño objeto de lustroso amarillo.
—¡Karla Medeiro!— exclamó en voz alta, pero no gritando, el anillo amarillo
—¿¡Kevin!?— grito Karla, autenticamente asustada
—Eres capaz de infundir gran temor— continuaba el anillo —¡Eres parte de los Sinestro Corps!
—¡Aléjate de ella!— grito Kevin, tratando de acercarse a Karla; ante aquella reacción de parte de Kevin, el hombre disparo su arma, aunque viendo como la bala era detenida por un objeto que dejaba una estela naranja tras de si, evitando la bala y alentandose al quedar frente a Kevin —¿¡D-Dos!?
—Kevin Suarez— llamaba entre jadeos el anillo naranja —¡Tu lo quieres todo!
—¡Elias, corre!— ordenó Kevin, justo antes de que ambos anillos, amarillo y naranja, se metieran en los dedos de sus respectivos usuarios elegidos, rodeándolos de una intensa aura de su respectivo color, justo antes de que ambos salieran disparados del lugar, tras matar al hombre entre la explosión
—¿K-Kev?— pregunto Elias, un par de minutos tras haber despertado y ver hacia el hueco que ambos, tanto Karla como Kevin, habían dejado —¿¡Kevin!?— llamó de nuevo, sin tener respuesta alguna, al menos hasta que lo vio. Cuál seres celestiales Kevin y Karla descendieron desde los cielos, rodeados de auras de naranja para Kevin, y de amarillo para Karla —¿L-Linternas?
—Residencia Suarez - Actualidad.
Diego expulsaba el humo de su boca entre risas, tratando de hacerlo al ritmo de "Pass the duchie", aunque fallando tras reír y tratar de mantener los ojos, que estaban ya enrojecidos, abiertos. Habían pasado toda la tarde en casa de Kevin, fumando como la mayoría de los días que pasaban al salir de la escuela, ocasionalmente siendo Javi quien iba con tal de acompañar y "cuidar" de Diego, aunque ambos terminaban igual de drogados. Kevin tenía en sus piernas a Karla, quien yacía entre risas mientras se acercaba para besar el cuello de su novio, aunque siendo esto detenido por Kevin al estar en compañía de más personas.
—Aquí no, chiquistrikis— declaró Kevin, tras abrir unos ojos igual o más rojos que los de Diego, aunque besando la mano y dejando descubierta su mano para que Diego pudiera observar con atención como Karla portaba el anillo amarillo
—Ese es el an...— pero aun en su estado, Diego supo contenerse —, el anillo amarillo, escuché que es difícil de conseguir, aunque pensé que para ser copia del de linterna verde sería más barato— confesó tras soltar una gran carcajada
—¿Sabes de estas cosas?— pregunto extrañado Kevin, mientras metía con delicadeza la mano en su bolsillo, buscando su anillo
—Pues Javi me ha dicho que el malo de linterna verde tiene ese anillo, pero en la película nunca lo vi, o no recuerdo, solo tengo mucha hambre— decía Diego, divagando mientras tomaba algunas papas fritas
—Bueno maldita sea que tienes razón, yo también pensé que solo había uno o dos— añadió más calmado Kevin, tras ver a Karla ponerse de pie y dirigirse a la salida —¿A donde guapa?
—Por una chela— confesó Karla, saliendo del cuarto de Kevin y caminando entre tambaleos por el pasillo, únicamente topandose con Elias en una habitación, misma donde estaba la computadora que Elias usaba —¡Pero mira nada más!— exclamó Karla, viendo a Elias mientras usaba la computadora
—H-Hola, Karla...— saludo con nervios Elias, minimizando la ventana del internet, aunque viéndose empujado de la silla por Karla, quien había alcanzado a ver la computadora
—¿Son para ti, puto?— pregunto con una sonrisa Karla, tras abrir de nuevo la ventana, dejando a la vista una pestaña de compras, donde estaban en el carrito ya, unas largas botas "Out past midnight". Unas botas largas de acrílico con luces neon y gran tacon al final —Te quedan son de tu color mariposita.
—N-No son para mí— contestó Elias, entre titubeos
—¿Pasa algo?— pregunto con firmeza Kevin, quien estaba en el marco de la puerta, observando con seriedad a Karla
—No nada, nomas veo que El está por comprarle unas botas a su novia— confesó entre risas Karla —¿Verdad? Unas botas bien putonas para lucir en fiestas y...
—¿No ibas por una chela? Ya sabes que el refrigerador está en la cocina— pregunto y contesto a la vez Kevin, con molestia en su voz —, en el piso de, ya sabes abajo.
—¡Uy!— exclamó falsamente ofendida —Ya cógetelo, lo defiendes más que a mi, cabron— declaró Karla, tras abandonar el cuarto y dejar solos a Kevin y Elias
—Es fastidiosa— confesó entre susurros Elias
—Es una culera— añadió Kevin, logrando hacer sonreír a Elias, justo antes de desviar la atención hacia la computadora —¿Botas transparentes con leds?— Elias entonces solo se ruborizo y miró hacia otro lado. Kevin suspiro con cierta alegría —. Comprate unas de luz blanca, con calcetas largas de colores oscuros se verán poca madre— añadió Kevin haciendo sonreír a Elias
—Gracias, Kev— agradeció Elias, mientras se acercaba de nuevo a la computadora —, quizás deje las clases de tiro, pero podría pagarlas y...
—¡Ah, por favor!— exclamó con molestia Kevin, mientras metía la mano en su bolsillo y sacaba un fajon de billetes —. Ten cabron, y no pienses en dejar tus clases por unas pinches botas cuando te puedo dar el dinero. Eres mi amigo, Elias, y nunca dudes en pedirme para unas botas, o lo que siga...— Elias sonrió, pero Kevin continuó —¿Lencería? ¿O la colección completa de los libros de Crepúsculo?
—J-Jodete Kevin— reclamó sonriente Elias — nunca pediría la colección de Crepúsculo, no estoy tan mal...— pero ante aquello, algo de silencio los siguió, al menos hasta que Elias noto la mirada de Kevin sobre la alargada y delgada mochila, que salía de su mochila —¿Pasa algo?
—¿Como vas con esa cosa, El?— pregunto Kevin, mientras evitaba cruzar la mirada fija con Elias
—Pues bien, el maestro dice que tengo buena puntería y quizás en un año, dos máximo compita en olimpiadas menores— confesó con una sonrisa Elias, mientras entrecerraba los ojos y miraba a Kevin —¿Qué tan drogado estas?
—Si— contestó Kevin, logrando hacer que Elias evitará hacer más preguntas —. En fin, te preguntaba por qué, un par de robos y tengo algo que quizás te sirva para el golpe— informaba Kevin logrando que su androgino amigo le diera una extrañada mirada de duda
—¿El golpe?
—Si, vas a entrar al juego como te propuse, y con esa madre, ten por seguro que serás más rico de lo que ya somos— aclaro Kevin, con una gran sonrisa en su rostro
—No somos ricos— respondió Elias
—Exacto— añadió finalmente Kevin con una sonrisa —¿Le llamas a tu papá para que te quedes hoy o te llevó a casa?
—No hace falta, puedo caminar— confesó Elias, mientras se ponía de pie y dirigía hacia su mochila —. Y no vas a cargarme a casa, no me rebajare a ello.
—Solo decía— contestó alegre Kevin, con las manos en alto —. Por qué ya le llame y dijo que esta bien que te quedaras hoy, sobretodo por que hoy hubo otro ataque del lobo ese...
—¿Muertos?— pregunto Elias, con notable preocupación
—Nop— contestó Kevin, tras cruzar los brazos —Según facebook, brillantes cosas rosas ayudaron a estos "niños" a sobrevivir lo suficiente para que varias patrullas llegarán ¿Tu que crees que sea? Digo, eso "rosa", pudo ser rojo— aclaro mientras movía las manos al hablar —¿No?
—De hecho, si hay anillo rosa— confesó Elias, logrando ver con extrañeza el rostro de Kevin, quien se mostraba confundido —¿Sigues drogado, verdad?
—Nope— contestó Kevin, mientras asentía con la cabeza y sonreía
—Hay nueve colores mínimo, ya las demás son variaciones, excepto el ultravioleta, aunque ese es nuevo en los cómics y es raro, así que no sabría si llamarlo "anillo"— confesaba extrañado Elias, mirando atento a Kevin, quien lo miraba con ojos entrecerrados
—¿Y a mi me tocó el que trata de controlarme pero le divierte verme ser avaricioso por mi mismo?— pregunto sonriente Kevin —Cool.
—Tienes suerte, hay peores que el que te hace cleptomano, creo— añadió Elias, mientras veía pasar a Karla, con una cerveza en la mano y mostrándole un dedo medio a Elias sin que Kevin la viera —. Y luego esta tu novia, claro que ella tenía que tener anillo y yo no, el destino me pinta dedo otra vez...— Elias entonces miro hacia al techo y contesto con un susurro y dos dedos medios al aire —¡Gracias!
—Te juro que la iba a dejar, El— añadió Kevin acercándose mientras susurraba —, pero luego pasó lo de los anillos y entonces...
—Entonces habría sido dejar a una ex tóxica, loca y con un anillo de poderes cósmicos sueltos que, seguro iba a ir primero por mi— añadió Elias, mientras avanzaba hacia la puerta
—Habría tenido que atravesarme antes para atraparte, hermano— confesó Kevin, dándole un par de palmadas en la espalda; aquel término recorrió a Elias con algo de incomodidad, pero con un extraño cariño y calidez como sentir
—Solo, tu sabes, prometeme que si algo malo pasa, le quitaras el anillo y los destruiras— pidió Elias, tras alzar el meñique
—Pff lo prometo aunque tenga que usarte como carnada en una enorme caña de pescar naranja— finalizó Kevin con una gran sonrisa, mientras sacudía el corto cabello de Elias y ambos salían de aquella habitación
—Residencia Mayoral.
La mañana siguiente era sábado, no había que ir a la escuela, pero, al menos de parte de Javi, David y Naty, estaba la tarea de ir al llamado de Johan a Javi la noche anterior, viéndose intrigados por saber que es lo que ocurriría con Leslie ahora que ya había despertado tras dos meses de haber caído en coma. Extrañamente, su coma tuvo origen hace dos meses, más exacto el día en que todos obtuvieron sus poderes y anillos. Todos vieron con curiosidad la casa de Leslie, una gran casa con un carcomido color pistache y ventanas abarrotadas en el primer piso y una única puerta con enrejado sobre el delgado cristal en su centro, también de pintura levemente descuidada; Javi dio un paso al frente y tocó, esperando pronto ver venir al padre de Leslie, o aquel hermano que la jovencita tenía, pero todo lo contrario, pues Johan fue aquel que abrió la puerta, para extrañeza de los presentes.
—¿Está su papá con ella?— pregunto David, con una tenue intriga —¿O su hermano?
—Nah, quizás llega mañana y su papá tuvo que ir a trabajar— contestó Johan con una gran sonrisa, justo antes de empujar la puerta y darles paso con la mano estirada
—¿Entonces tu y ella han estado solos toda la mañana? Eso es un avance en su "relación"— añadió Naty, hablando con una sonrisa de leve orgullo
—Qué no se te aloque, no hicimos nada aún— contestó Johan, mirando atento hacia David en espera de su respuesta, pero no hubo la más mínima respuesta facial del joven, que solo se dedicó a entrar justo después de todos
—¿Donde esta ella?— pregunto Javi, mientras miraba a su alrededor, tratando de observar aquel hogar, extrañado de ver únicamente fotografías de Leslie, su padre y su hermano, muy idéntico a ella, pero de ceja poco poblada en comparación a su hermana, aunque compartiendo la pigmentación en su piel y cabello; no había fotografías de su madre —¿La mamá de Leslie los...?
—Murio— confesó tajante Leslie, desde las escaleras y cubierta con una gran, y esponjosa, cobija —. Hace un par de meses...
—F-Fue lo que oímos Les— confesó apenado Javi, justo antes de ver con cierta sorpresa como Leslie era abrazada por Naty —Lo sentimos...
—Lamento tu perdida Leslie— confesó Naty, entre un triste suspiro
—Es increíble ¿Saben?— pregunto Leslie tras romper el abrazo respirar con fuerza —Mi mamá murió hace unos días para mí y ahora, ahora solo es como si fuera hace tanto...
—Leslie— llamó Javi, con un leve arrepentimiento en lo que estaba por decir —¿Puedo preguntarte algo?
—Vienen por lo de los anillos Javier, lo se— confesó Leslie entre un suspiro más de calma, que de molestia. Aquello extraño a todos menos Johan
—S-Si... ¿Cómo lo sabes?— pregunto extrañado David, ante la calma de la pálida pelinegra
—Johan me explicó, o mejor dicho me mostró todo lo que podía hacer y me dijo todo lo que podían hacer ustedes, además de lo de los anillos— explicó Leslie, mientras se dirigía hacia las escaleras
—¿Y lo tomas así como así? ¿No te asustas y así?— pregunto Naty, bastante confundida
—De hecho, hay algo que debo decirles sobre todo esto que tal vez los ayude, pero creo que sería mejor reunir a todos los que tengan los trece anillos y hablar— confesó Leslie, mientas subía las escaleras
—De hecho son solo doce, Les, y estamos en ello— grito Johan con una sonrisa y sin dejar de ver la retaguardia de Leslie al subir la escalera
—Eres un cerdo— reclamó Naty, girandose hacia Johan y viéndolo con molestia
—¿Qué? ¿Tu no lo viste también?— reclamo ofendido Johan
—Pero se disimula cabron— contestó aún más molesta Naty, viendo finalmente bajar a Leslie, con un pequeño cofre en sus manos
—¿Qué es eso?— pregunto Javi, mientras miraba atento el cofre, notando como de sus orificios emanaba una leve luz verde
Leslie entonces abrió el pequeño cofre, dejando a la vista dos anillos verdes casi idénticos; el mismo símbolo en ambos, pero uno era mucho más opaco que el otro, y tenía grietas a su alrededor, además de emanar una luz más oscura y de un color verde grisáceo, como si fuera un objeto en putrefacción, salvo que este de algún modo de mantenía en una pieza. Leslie dejó el cofre sobre la mesa y estos anillos entonces, brillando en verde y verde opaco, comenzaron a flotar hasta decir al unísono:
—"Leslie Mayoral de la tierra, posees y a gran voluntad"— dijeron a la par que sus emblemas grabados se giraban hacia Leslie —"...bienvenida a los Green Lantern Corps..."— susurraron con una extraña y abrazadora calma
—Mi hermano dijo que llegaron a la primera noche que estuve en coma en mi cama, y los guardo para cuando despertará...— informo la joven de cejas pobladas, haciendo que todos extrañados se miraran entre sí —El anillo del Dawnbreaker y de Linterna Verde...
—¿El Dawn que...?— pregunto extrañada Naty
—El D...
—Dawnbreaker, una versión corrompida del anillo de linterna verde que llegó con un Bruce Wayne malvado— informó Leslie, estirando la mano para tomarlos
—¡Espera!— exclamaron todos, deteniendo a Leslie de ponérselos
—¿¡Qué!?— pregunto Leslie, un poco asustada tras aquella "sugerencia"
—¿No crees que sea buena idea ponerte el del Dawnbreaker, o si?— pregunto David con preocupación
—Es un anillo corrompido, supongo que lo de menos es que te corrompa y no queremos es...
—Escuchen, creo yo que este se contrarrestara con el original, así que estaré bien, quiero pensar— señaló Leslie, estirando ambos manos y colocándose en sus dedos medios cada anillo; el de Green Lantern en la izquierda y el de Dawnbreaker para la derecha, sintiendo aquel poder lentamente recorriendo su cuerpo, a la vez que un traje de linterna se formaba a su alrededor, salvo que con un tono intermedio del verde casual de los Green Lanterns y el opaco verde del Dawnbreaker; finalmente el brillo se apago y se vio a si misma con aquel traje entallado, sintiendo un extraño orgullo de verse a sí misma con tal traje —Wow... me veo...
—¿Espectácular?— pregunto Naty, tras ver de pies a cabeza a Leslie
—¿Sorprendente?— pregunto Javi, en clara secuencia a lo que Naty había dicho
—¡Ardiente!— exclamó más animada Leslie, causando una carcajada en la mayoría de los presentes, al menos hasta que la puerta fue tocada con fuerza
—¡Javier! ¿¡Estas ahí!?— pregunto Neri, al otro lado de la puerta y que, a juzgar por las sombras, venía acompañada —¡Diego dijo que fuéramos a tu casa y en tu casa dijeron que acá estabas!
—¿Quién y quien es?— pregunto Javi, mientras David se acercaba a la ventana
—Neri, Elvis y... oh mierda— dijo al aire David, con una sonrisa para Javi —Dalia viene con ellos...
—¿¡Qué!?— exclamó nervioso Javi, tras ver como con rapidez, Leslie desaparecía su traje y volvía a su pijama
—Esto estará bueno...— susurro Naty, mientras se acercaba a la puerta para abrirla
—¿Qué vas a hacer?— pregunto con nervios y preocupación en su voz Javi
—Les voy a abrir, no voy a dejarlos afuera— contestó Naty, tras abrir la puerta —O seguirán chingando...
Y entonces ahí estaban. Neri, Elvis y Dalia, todos con sus ropas de civil y respectivas mochilas, mientras les dirigían una sonrisa de poca energía mañanera; Elvis tenía en sus manos un gran orbe de hielo que se dará a derritiendo mientras en su interior estaba un llamativo anillo índigo; Neri ya portaba en su mano el anillo rosado y miraba con nerviosidad a su alrededor, esperando la invitación a pasar; por último estaba ahí Dalia, sonriente y peculiarmente más brillante en comparación a los demás, mientras miraba con una enorme sonrisa a Javi en el fondo, de igual modo esperando a la invitación. Mientras que ambos, tanto Elvis como Neri, vestían con prendas de vivos colores, como la blusa de Neri, un chillón rosa pastel, o la playera de Elvis, que era de color gris con estampado que simulaba manchones de pintura púrpura; Dalia vestía con prendas puramente oscura, como un pantalón de mezclilla negro y un suéter de lana a rallas lilas y grises que le quedaba largo en mangas y cintura.
—¿Podemos pasar...?— pregunto con alegría y calidez Dalia, contrastando a sus acompañantes
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