La adrenalina corría por mis venas mientras conducía con prisa, el peso del cuerpo de Williem en el asiento trasero. Había planeado cada detalle con precisión, y todo estaba en su lugar. La distracción del accidente había sido perfecta. La ambulancia se volcó a dos cuadras del Penthouse de Williem, y mientras el caos se desataba, yo actué rápido.

Sabía que era solo una cuestión de tiempo antes de que alguien descubriera la verdad. Con la excusa de una mala maniobra, desvié el vehículo de los forenses y provocamos el accidente. El plan había funcionado. Mientras los otros forenses llamaban a los equipos de emergencia y a las patrullas para que se ocuparan del desastre, tomé mi oportunidad.

Los otros forenses estaban demasiado ocupados con la confusión para notar la ausencia del cuerpo. Aproveché el caos para cargar a Williem a un auto de policía que había sobornado previamente. La carretera hacia la cabaña estaba despejada, y mis nervios se mantenían en una tensión constante mientras avanzaba.

La cabaña, oculta en un rincón remoto, era el lugar perfecto para asegurarme de que Williem pudiera desaparecer sin dejar rastro. La tranquilidad del lugar contrastaba con la tormenta en mi mente. Mientras estacionaba el auto, mi corazón palpitaba con una mezcla de nervios y emoción. El riesgo había sido alto, pero el beneficio era aún mayor.

Saqué el cuerpo del vehículo y lo llevé dentro de la cabaña. No podía permitir que lo encontraran. Mientras cerraba la puerta tras de mí, un suspiro de alivio escapó de mis labios.