Capítulo 26. Los cuerpos de la mansión.
André
El crujido de la tierra húmeda bajo las ruedas del coche fue el único sonido que acompañó mi llegada a la extraña mansión en medio del bosque. El sol se había ocultado hace ya unas horas, eran casi las 1:00 a.m. Me detuve frente a la entrada principal, apagando el motor mientras observaba la imponente estructura que se erguía ante mí. Había algo siniestro en la mansión, algo que se sentía como un nudo en mi estómago. Pero era el único lugar donde el rastro me había llevado.
Había seguido el rastro del coche de Williem hasta aquí, confiando en la pequeña fortuna de tecnología que había instalado sin permiso. A pesar de estar suspendido, no podía dejar de lado mi instinto, ese mismo que me había llevado a tantos casos resueltos en el pasado. Había algo en Williem que no cuadraba, algo que me obligaba a seguir adelante, a pesar de las advertencias y amenazas de mi jefe, Bauer.
Apagué el motor y salí del coche, el aire frío de la tarde envolviéndome al instante. El silencio era ensordecedor, roto solo por el sonido de mis pasos sobre la grava. La puerta principal estaba entreabierta, como si alguien la hubiera dejado así en su prisa por irse. Me acerqué lentamente, mi mano instintivamente buscando la funda de mi arma personal, había entregado solo una de las que tenía. Aunque estaba suspendido, nunca salía sin ella. Un mal hábito, quizás, pero uno que me había salvado la vida en más de una ocasión.
Empujé la puerta con cuidado, deslizándome en el interior de la mansión. El aire dentro estaba viciado, cargado con un olor de podredumbre. Caminé despacio, mis ojos ajustándose a la oscuridad mientras avanzaba por el vestíbulo. Cada paso resonaba en los altos techos, el eco de mis movimientos reverberando en las paredes vacías. Había algo profundamente inquietante en el lugar, algo que me decía que no estaba solo.
La casa estaba en un estado de abandono, pero no del tipo que uno esperaría de un lugar vacío. Había signos de vida reciente, rastros de actividad que sugerían que alguien había estado aquí no hacía mucho tiempo. Un trapo tirado en una mesa y un vaso a medio llenar. Todo indicaba que algo había sucedido aquí, algo que no quería imaginar.
Bajé las escaleras, sabía que la información que buscaba no estaba a la vista, pero tenía que empezar por algún lado. Llegué a una puerta al final del pasillo, la única cerrada entre todas las demás. Mi corazón se aceleró mientras giraba el pomo, empujando la puerta con cautela.
La habitación estaba sumida en la completa oscuridad, pero lo que alcancé a ver me dejó helado. Había dos cuerpos, uno de un hombre corpulento y otro de una mujer que, a pesar de su aspecto demacrado, tenía un extraño parecido con Williem. Mi mente trabajaba frenéticamente mientras trataba de comprender lo que estaba viendo. La habitación estaba llena de detalles macabros, la escena del crimen más perturbadora que había presenciado en mi carrera.
Me acerqué a los cuerpos con cautela, sacando una linterna que había guardado para este tipo de situaciones en los que la iluminación no era la mejor. El hombre tenía una herida profunda en el cuello, casi una decapitación, con signos de lucha evidentes, y la mujer yacía en una posición extraña. Observé su rostro, los contornos familiares que me recordaban a alguien. No podía ser... Pero al mismo tiempo, todo encajaba. El parecido con Williem era innegable, pero no tenía pruebas concretas. No había forma de saber si era su madre, pero la idea se aferró a mi mente como una tenaza.
El dueño de la mansión, el hombre corpulento, parecía ser alguien importante en la vida de Williem, pero su identidad era un misterio para mí. No había visto antes a este hombre, pero algo me decía que estaba relacionado con todo lo que había sucedido. El estado de los cuerpos sugería que no llevaban mucho tiempo muertos, lo que significaba que Williem podría haber estado aquí hace poco.
Me alejé de los cuerpos, con el estómago revuelto por lo que había descubierto. No había dudas en mi mente: Williem estaba involucrado, pero cómo y por qué seguían siendo preguntas sin respuesta.
No podía seguir investigando por mi cuenta sin ponerme en peligro, pero tampoco podía ignorar lo que había descubierto. Finalmente, tomé una decisión.
Con manos temblorosas, saqué mi teléfono y marqué el número de Bauer. No sabía cómo iba a explicar esto, ni cómo iba a justificar mi intromisión en un caso que, técnicamente, no debía estar investigando. Pero no tenía elección. La verdad debía salir a la luz.
-Bauer, soy André -dije, mi voz más firme de lo que me sentía en realidad-. Tengo información que no puede esperar.
Hubo un largo silencio en el otro lado de la línea antes de que Bauer respondiera.
-¿Dónde estás, André? -Su voz era fría, distante, pero había un toque de curiosidad.
Le di la dirección de la mansión, explicándole brevemente lo que había encontrado. A medida que hablaba, sentía cómo el peso de la situación se hacía más real, más opresivo. Cuando terminé, había un silencio sepulcral en la línea.
-Estás fuera de tu rango, André -dijo finalmente-. Sabes que no deberías estar investigando esto por tu cuenta. Podrías perder tu insignia de manera definitiva por esto. Además, mira la hora André.
-Lo sé, lo sé. -respondí, con la voz más firme que pude reunir-. Pero no podía dejarlo pasar. Hay algo más grande en juego aquí, algo que no podemos ignorar.
Bauer suspiró pesadamente, como si estuviera sopesando sus opciones.
-Voy para allá -dijo finalmente-. No toques nada más. Esto ya no está en tus manos.
Colgué el teléfono y me quedé mirando los dos cadáveres, sintiendo una mezcla de alivio y temor. Había hecho lo correcto, pero eso no significaba que estaría a salvo de las consecuencias. Sabía que mi carrera podría estar en juego, pero había algo más importante que eso en este momento.
Mientras esperaba, mi mente volvió a Ellie. Su relación con Williem se había vuelto cada vez más cercana, y ahora que sabía de lo que Williem era capaz, no podía evitar temer por su seguridad. Sabía que no tenía pruebas concretas de que Ellie estuviera en peligro, pero no podía sacudirme la sensación de que algo terrible podría suceder si no actuaba con rapidez.
El tiempo pasó lentamente mientras esperaba que Bauer y el equipo llegaran. Cuando finalmente lo hicieron, la escena se convirtió en un caos controlado. Los forenses y los detectives se movían de un lado a otro, asegurando la zona y comenzando a recolectar pruebas. Bauer se me acercó con una expresión seria, claramente molesto por mi intromisión, pero también consciente de que no podía ignorar lo que había descubierto.
-Buen trabajo, André -dijo, a regañadientes-. Pero esto no cambia el hecho de que has roto las reglas.
-Lo sé -respondí-. Haré lo que sea necesario, pero no podía dejarlo pasar.
Bauer asintió, mirándome con algo que parecía una mezcla de respeto y frustración.
-Volverás al trabajo, pero con una advertencia y trabajarás desde tu oficina, nada de trabajo de campo por un tiempo. -dijo finalmente-. Y no habrá más segundas oportunidades.
Asentí, aceptando sus palabras sin protestar. Sabía que estaba caminando sobre una cuerda floja, pero era un precio que estaba dispuesto a pagar. Bauer se volvió hacia los otros agentes, comenzando a coordinar la investigación mientras yo me quedaba al margen, observando en silencio.
Mi mente no dejaba de volver a Ellie. Tenía que advertirle, tenía que asegurarme de que estaba a salvo. No sabía cómo lo haría sin alertar a Williem.
Me alejé del bullicio de la escena, buscando un rincón tranquilo donde pudiera hacer la llamada que había estado posponiendo. El número de Ellie estaba grabado en mi mente, obtenido de manera extraoficial entre los archivos que había encontrado en la comisaría. Sabía que esto no era del todo ético, pero la preocupación por su seguridad pesaba más que cualquier código de conducta.
Tomé aire profundamente antes de marcar el número, consciente de que esta conversación podría ser la única oportunidad de advertirle sin ninguna interrupción. Cuando escuché el primer tono, una parte de mí esperaba que no contestara, que me diera más tiempo para pensar en las palabras adecuadas. Pero no tuve esa suerte.
-¿Hola? -Su voz sonó clara y despreocupada, sin rastro de sospecha. No tenía idea de lo que estaba ocurriendo en las sombras.
Me quedé en silencio por un instante, sopesando cada palabra antes de hablar. Tenía que ser cuidadoso, no podía alarmarla de inmediato.
-Ellie, soy André -dije, manteniendo mi tono neutral-. No sé si me recuerdas, pero soy el oficial que estuvo en la tienda hace un tiempo.
Hubo una breve pausa al otro lado de la línea antes de que respondiera.
-Sí, claro que te recuerdo, oficial -dijo, con un tono de curiosidad mezclado con sorpresa-. ¿A qué debo el placer de tu llamada?
Podía sentir cómo la tensión se acumulaba en mi pecho. No era fácil decirle lo que sabía, pero tenía que hacerlo.
-Ellie, necesito que me escuches con atención -dije, mi voz más seria ahora-. Sé que esto puede parecer extraño, pero tengo que advertirte de algo que no pude la última vez. Es sobre Williem.
Su tono cambió al instante, su voz volviéndose cautelosa.
-¿Qué pasa con Williem? -preguntó, su preocupación evidente.
-No puedo entrar en detalles ahora, pero tienes que tener cuidado -le dije-. Hay cosas que he descubierto, cosas que podrían ponerte en peligro. Necesito que tomes distancia de él, al menos por ahora.
Hubo un largo silencio al otro lado de la línea. Sabía que lo que estaba diciendo debía sonar alarmante, pero no podía suavizarlo más.
-André, no entiendo... ¿Williem está en problemas? -preguntó finalmente, su voz temblando ligeramente.
-No... No es que esté en problemas, Ellie. Es que él podría ser el problema -respondí, intentando mantener la calma en mi voz-. Sé que es difícil de creer, pero confía en mí. Necesito que te mantengas a salvo.
Pude oír su respiración agitada, como si estuviera procesando lo que acababa de decirle. No podía culparla por estar confundida, pero tenía que asegurarse de que entendiera la gravedad de la situación.
-Ellie, por favor -añadí-. No tomes riesgos innecesarios.
-Está bien... -dijo finalmente, aunque su voz todavía estaba cargada de dudas-. Haré lo que dices, pero necesito saber más. ¿Qué fue lo que descubriste?
No podía darle todos los detalles. Era mejor que supiera lo mínimo necesario para protegerse, sin alarmarla en exceso.
-Eso lamentablemente no lo puedo decir -dije-. No puedo decir más, pero confía en que estoy haciendo todo lo posible para resolverlo. Por ahora, solo aléjate de él y mantente en contacto conmigo. Te llamaré si hay algo más que debas saber.
-Lo haré, André -respondió, más calmada ahora, pero todavía con una nota de incertidumbre en su voz.
-Gracias, Ellie -dije con alivio-. Ten cuidado.
Colgué antes de que pudiera hacer más preguntas. Sabía que lo que le había dicho era vago, pero era lo único que podía hacer en este momento. No podía permitir que se viera atrapada en el oscuro torbellino en el que Williem estaba involucrado.
Guardé el teléfono en mi bolsillo y me volví hacia la escena del crimen. Tenía que seguir adelante, tenía que reunir toda la evidencia posible para asegurarme de que Williem no pudiera escapar de esto. Pero mientras lo hacía, no podía evitar sentir una creciente inquietud. Sabía que Williem no se detendría ante nada, y si llegaba a sospechar que Ellie estaba al tanto de sus oscuros secretos, ella podría estar en más peligro del que imaginaba.
Me uní a los demás agentes en el proceso de aseguramiento de la escena, mi mente dividida entre el caso y la seguridad de Ellie. Necesitaba pensar en un plan, algo que pudiera protegerla mientras se resolvía todo esto. Pero por ahora, lo único que podía hacer era esperar y observar.
Mientras observaba cómo los forenses trabajaban en la escena, un pensamiento se instaló en mi mente: Williem tenía que ser detenido, y pronto. No había otra opción. Por el bien de Ellie, y por todos aquellos que podrían estar en peligro, tenía que asegurarme de que Williem no pudiera continuar con su retorcido juego.
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