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Capítulo 23. La mansión.

El motor del auto zumbaba suavemente mientras avanzaba por la carretera vacía. La ciudad había quedado atrás hace horas, y ahora estaba completamente solo, rodeado de árboles oscuros y la espesa niebla que se enroscaba como serpientes a lo largo de la carretera. Mi destino era la mansión, ese lugar maldito donde había pasado gran parte de mi infancia, un lugar que me seguía atormentando en sueños.

Llevaba días sin poder sacarme a Ellie de la cabeza. Desde el momento en que la conocí, algo en ella me había despertado un deseo que no había sentido en años. Era más que una simple atracción; era una necesidad de poseerla, de tenerla solo para mí. Y eso me asustaba. Porque sabía que ese tipo de deseo nunca terminaba bien. Sabía el tipo de relación que tenía con Mason, pero una parte de mí no podía evitar sentirse aliviada de que estuviera muerto. Pero ahora, mientras conducía hacia la mansión, sabía que tenía que mantenerme enfocado en lo que venía. No podía permitirme el lujo de distraerme.

El sonido de mi móvil me sacó de mis pensamientos. Miré la pantalla y vi el nombre de Ellie parpadeando. Mi corazón dio un vuelco, y por un momento, consideré no contestar. Pero sabía que no podía hacer eso. Si quería mantener su confianza, tenía que mantener las apariencias.

-Ellie, hola bonita- dije, intentando mantener mi voz tranquila.

-Hola Will -respondió ella, su voz suave y dulce como siempre. -Estaba pensando... tal vez podríamos vernos esta noche.

Un nudo se formó en mi estómago. Tal vez no podría verla esa noche, pero no quería alejarla.

-Me encantaría, Ellie, pero hoy será difícil. Tengo... negocios fuera de la ciudad. No volveré hasta algo tarde.

-¿Negocios?- Ella sonaba decepcionada, y eso hizo que algo dentro de mí se contrajera. -¿Todo está bien?

-Sí, todo está bien- mentí, forzando una sonrisa que ella no podía ver. -Solo es algo que no puedo posponer. Pero te prometo que nos veremos pronto.

Hubo un silencio al otro lado de la línea, y por un momento, temí que ella sospechara algo. Pero finalmente, ella suspiró.

-Está bien. Solo... cuídate, ¿sí?

-Lo haré. Nos vemos pronto.

Colgué antes de que ella pudiera decir algo más, y lancé el móvil al asiento del copiloto, sintiendo una oleada de frustración que hizo que golpeara mi volante con los puños. Sabía que si me descuidaba, Ellie hablaría con André y le advertiría de mí, no podía permitírselo. No ahora, cuando estaba tan cerca de cumplir lo que mi "cuidador" había planeado.

Los árboles comenzaron a espesarse a medida que me adentraba más en el bosque. El camino se volvía cada vez más estrecho, y las ramas de los árboles arañaban el techo del coche como si intentaran detenerme. Sabía que no podía darme la vuelta ahora. Tenía que enfrentar lo que me esperaba en la mansión.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegué a la entrada de la mansión. La vieja estructura se alzaba frente a mí, oscura y amenazante como siempre. Las ventanas estaban cubiertas de polvo y enredaderas, y la puerta principal colgaba ligeramente de sus bisagras, como si alguien hubiera intentado forzarla. Pero sabía que nadie se atrevería a acercarse a este lugar. No había nada aquí, excepto la muerte.

Salí del coche, sintiendo el frío aire cortar mi piel. A pesar de que era de día, el cielo estaba nublado, y parecía que el sol se había olvidado de esta parte del mundo. Mientras caminaba hacia la puerta, me invadió una sensación de pesadez, como si el mismo aire estuviera cargado de los recuerdos de todo lo que había pasado en este lugar.

Empujé la puerta, que se abrió con un chirrido espeluznante. El interior de la mansión estaba tan oscuro como lo recordaba. Las cortinas estaban cerradas, y el único sonido era el eco de mis pasos en el suelo de madera. No había electricidad, y el lugar olía a polvo y a humedad. Pero eso no me importaba. Sabía que él estaría esperándome.

Me adentré en la mansión, sintiendo que el aire se volvía más denso con cada paso. Todo estaba en su sitio, como si el tiempo se hubiera detenido desde la última vez que estuve aquí. Finalmente, llegué al salón principal, donde lo vi sentado en su silla habitual, la cabeza baja mientras limpiaba algo con un trapo.

Al principio, no pude ver lo que sostenía en sus manos. Pero cuando me acerqué, el brillo de la hoja me golpeó como un mazazo. Era un cuchillo, y no uno cualquiera. Era el cuchillo con el que había matado a Mason.

Me detuve en seco, sintiendo cómo un escalofrío me recorría la espalda. Él levantó la cabeza y me miró, sus ojos fríos como el hielo.

-Bienvenido de nuevo, Williem- dijo con una voz suave, casi cariñosa. -Veo que has hecho un buen trabajo ocultando el cuerpo del chico. Pero sabes que esto es solo el comienzo, ¿verdad?

No pude responder. Mis ojos estaban fijos en la hoja del cuchillo, y en los restos de sangre que aún manchaban el metal. De alguna manera, él había conseguido el arma, y la estaba limpiando como si fuera un trofeo.

-Lo has hecho bien- continuó, levantándose de la silla y caminando hacia mí. -Pero aún tienes mucho que aprender. Y hay muchas más pruebas por delante.

Me quedé quieto mientras él se acercaba, sintiendo cómo el miedo y la repulsión se mezclaban en mi estómago. Sabía lo que venía a continuación. Sabía que este solo era el principio de lo que me esperaba en esta mansión.

Él se detuvo frente a mí, levantando el cuchillo hasta que la hoja estuvo a solo centímetros de mi rostro.

-Recuerda, Williem- dijo en voz baja, -eres un soñador. Y en este mundo, los soñadores son los que hacen las cosas más grandes. Los que toman lo que quieren, sin importar el costo.

Sus palabras me golpearon como un balde de agua fría, recordándome quién era realmente. Me había pasado años intentando olvidar lo que me había convertido en lo que soy, pero en ese momento, todo volvió a mí. El miedo, el dolor, y la desesperación.

Con un movimiento rápido, él bajó el cuchillo y lo clavó en la mesa frente a mí. -Ve y haz lo que tienes que hacer- ordenó. -Y no olvides quién eres.

Asentí, sintiendo el peso de su control sobre mí como una cadena invisible. Tomé el cuchillo clavado en la mesa, sabía que no tenía otra opción. Tenía que seguir adelante, sin importar el costo.

Me di la vuelta y salí de la mansión, sintiendo cómo el frío me envolvía nuevamente. Tenía que tomar aire fresco antes de enfrentarme a mi nueva víctima.

Mientras recorría las afueras de la mansión, el sonido de mi móvil interrumpió mis pensamientos. Miré la pantalla y vi que era Ellie. Por un momento, consideré no responder. No quería arrastrarla más a este abismo. Pero sabía que no podía mantenerme alejado de ella.

-Ellie- contesté, intentando que mi voz sonara lo más normal posible.

-Williem- su voz era suave, pero había un toque de preocupación en ella. -¿Estás bien? Sonabas raro antes.

-Estoy bien- mentí, mientras veía mi reflejo en el cuchillo recién limpiado por mi cuidador. -Solo... estoy un poco cansado. Ha sido un largo día.

Ella guardó silencio por un momento, como si estuviera sopesando mis palabras. Finalmente, suspiró.

-Está bien. Solo quería asegurarme de que estuvieras bien.

-Gracias por preocuparte- dije, sintiendo una punzada de culpa mientras bajaba el cuchillo y veía lo que me rodeaba. -Nos veremos pronto, y tal vez podamos salir a comer o hacer lo que tú quieras, lo prometo.

Colgué antes de que pudiera decir algo más, sintiendo cómo el peso de mis mentiras comenzaba a aplastarme. Sabía que no podía seguir ocultándole la verdad para siempre. Pero también sabía que no podía permitir que se acercara demasiado.

Volví a la mansión listo para enfrentarme a lo que me esperaba en el piso de abajo.

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