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Capítulo 2. Inicios (parte 2)

Al terminar de hablar por el micrófono, dejé apagadas todas las cámaras y borré todos los archivos grabados de la última hora. Luego, me aseguré de que el guardia siguiera dormido con unas pastillas de melatonina que me encontré de camino, mientras buscaba algún casillero que tuviera el uniforme de guardia que me quedaba. Luego de conseguirlo coloqué mi ropa en una bolsa y salí con paso acelerado, subí 3 pisos por las escaleras del hospital, y es que ni loco (irónicamente) subiría por ese ascensor, no quería correr el riesgo de dejar evidencia mía en las cámaras con las que contaba, ya que no podía volver a la sala de seguridad a borrar nuevamente las cámaras.

La habitación a la que me dirigía era una de las más recurridas por ser del área de psiquiatría, por eso las habitaciones de los pisos más altos eran las más vigiladas. Ese puto ex militar se cree inteligente, me da lástima. Pasé discretamente por el frente de los guardias haciendo turno, aunque uno se me quedó mirando durante mucho tiempo y me detuvo.

-¿Qué haces por este piso? ¿Eres un novato acaso?

El guardia me inspeccionó de arriba a abajo, de abajo a arriba, buscando alguna pista de mi identidad, notando que la mitad de mi rostro no se veía, cubriéndome por el gorro parte del uniforme.

-D-Disculpe, soy George, el nuevo de la sala de seguridad, me dijeron que la sala de seguridad que se me asignó estaba en el tercer piso-. Mentí.

-Te hicieron una broma novato, este es el piso de los pacientes con trastornos mentales crónicos, todo un piso lleno de "locos."

Vi cómo el guardia soltó una gran carcajada, junto a sus compañeros; provocándome asco su comentario.

-Jajaja, buena esa, ahora disculpe, ¿me puede decir dónde es la sala de seguridad entonces?

-Se encuentra en el primer piso, novato.

-Tendré que bajar por el otro pasillo, la otra escalera ya me queda lejos. Que tengan una buena noche.

Me alejé de esos guardias, teniendo en mente que en solo cuestión de minutos se darían cuenta de mi farsa. De seguro el pobre del ex militar ya me extraña, con esa esperanza de que alguien lo está protegiendo, no sabe que su error fue confiar en un tal "psiquiatra externo". A lo lejos, visualicé mi destino en el pasillo derecho, la habitación 396 y que cerca de aquella puerta estaban las escaleras. Volteé a ver a mis espaldas para asegurarme de que los guardias no me vieran.

Ahora, estando en frente de la puerta, repasé todos esos planes que había hecho con meticulosidad. Lo había estado investigando durante algunos meses, siguiendo sus pasos, observando sus rutinas, y averiguando su paradero. Sé que era un ex militar que padecía de esquizofrenia, que tenía alucinaciones que lo atormentaban día y noche. Sabía que estaba desesperado por encontrar una solución a su problema, y que estaba dispuesto a confiar en cualquier persona que le ofreciera ayuda, Justo como me demostró cuando me dijo que estaba muy agradecido por entenderlo.

Sé cómo aprovechar esa debilidad. Le mentí con todo mi ser, en todo ese momento que hablé por medio del micrófono y el parlante que conectaba con esa habitación fue mentira tras mentira, todo a excepción de mi nombre. Pero ya no me importa lo que sepa o lo que no, ya el destino de ese ex militar está condenado.

Esperé unos segundos más y luego me acerqué sigilosamente a la puerta. La abrí con una tarjeta que había tomado colgada de la sala de seguridad. Entré en la habitación y cerré la puerta meticulosamente. La habitación estaba bañada de una luz blanca con un tono tenue. Me encontré con el ex militar sentado en su cama, dándome la espalda, con la mirada perdida en un punto lejano. Saqué una pequeña navaja de uno de los bolsillos del uniforme dejándola a mis espaldas y acercándome desde la oscuridad a los cables de la cámara en la habitación para cortarlos, pues así nadie escucharía ni vería nada de lo que pasara ahí hasta que yo terminara. Me aproximé por detrás al ex militar, guardando la navaja en el bolsillo para después.

- Hola, soldado... -dije con voz suave -- .Ya llegué para ayudarte.

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