Capítulo 15. ¿Una denuncia para mí?
André.
El sonido insistente del teléfono en mi escritorio rompió la quietud de la mañana. Había estado revisando algunos informes antiguos, buscando cualquier conexión que pudiera llevarme a cerrar algunos casos pendientes, pero el repiqueteo me sacó de mi concentración. Alcé la vista hacia el teléfono, con una sensación de inquietud en el pecho.
-Oficina del Oficial André -dije al contestar.
-André, necesito que vengas a mi oficina ahora mismo.
Era el jefe, su voz grave y autoritaria no dejaba lugar para dudas. Algo estaba mal. Corté la llamada sin más preguntas, levantándome de mi asiento. Caminé por los pasillos del precinto con una sensación de anticipación pesada.
Al llegar a la puerta de la oficina del jefe, tomé una respiración profunda antes de golpear. Una vez dentro, me encontré con él sentado tras su enorme escritorio, su rostro serio, más de lo usual. Me indicó con un gesto que me sentara, y cerré la puerta detrás de mí.
-André, ¿tienes idea de por qué te llamé? -preguntó, su tono era formal pero afilado.
-No, señor. Pero imagino que no será una charla agradable -respondí con honestidad.
Él suspiró, recostándose en su silla y entrelazando las manos sobre su regazo.
-Hemos recibido una denuncia en tu contra. Es seria, y proviene de alguien a quien ya habías investigado. ¿Te suena el nombre Williem Nightmare?
Sentí que el estómago se me retorcía al escuchar ese nombre. Lo conocía demasiado bien, y cada fibra de mi ser me decía que aquel tipo era peligroso, aunque hasta ahora no había podido probar nada contundente.
-Sí, lo conozco. Es un tipo que hemos estado vigilando por... actividades sospechosas -respondí con cautela, tratando de medir mis palabras.
-Según la denuncia, irrumpiste en su domicilio sin una orden. Él asegura que revisaste su propiedad, y que lo hiciste sin seguir el debido proceso. ¿Es eso cierto, André?
Me quedé en silencio por un momento, recordando la noche en que, empujado por mi instinto, había entrado en el departamento de Williem. Había encontrado cosas que no me cuadraban, algo que apuntaba a un comportamiento inquietante, pero sabía que no había seguido el protocolo. Tomé una decisión impulsiva, y ahora estaba pagando el precio. ¿Pero cómo Williem se había enterado de que entré a su departamento?
-Es cierto que entré, señor, pero había motivos para creer que había pruebas que podían incriminarlo -dije finalmente, sabiendo que no era excusa suficiente.
-Motivos que no presentaste en una solicitud de orden judicial, ¿verdad? -El jefe frunció el ceño, sin necesidad de una respuesta-. André, sabes cómo funcionan las cosas aquí. No puedes actuar de esa manera, sin importar cuán convencido estés de que alguien es culpable, no puedes actuar por tu cuenta. Has sido un buen oficial, pero esto es inaceptable.
El aire en la habitación se volvió denso mientras el jefe continuaba hablando, sus palabras cayendo sobre mí como una carga pesada.
-Como consecuencia de esta acción y por la denuncia presentada, estoy obligado a suspenderte de tus funciones por un mes, efectivo inmediatamente. Es una medida disciplinaria estándar, y necesito que entregues tu placa y tu arma antes de dejar el precinto hoy.
Cada palabra se clavaba como una estaca. Había cometido un error, y ahora estaba pagando el precio. Intenté mantener la compostura mientras entregaba mi placa y mi arma, pero por dentro me consumía una rabia sorda, no solo por mi propia torpeza, sino porque sabía que Williem Nightmare se saldría con la suya, al menos por ahora.
-Entendido, señor -dije con voz controlada-. Haré lo que se me ordene.
El jefe asintió, su expresión suavizándose un poco.
-Tómate este tiempo para reflexionar, André. Vuelve en un mes, limpio y listo para hacer las cosas bien. Eres uno de mis mejores, no quiero perderte por estas tonterías.
Me levanté de la silla, sabiendo que no había mucho más que decir. La puerta se cerró tras de mí, y me encontré nuevamente en el pasillo, sintiendo el peso de mi placa y mi arma ausentes. Caminé de vuelta a mi escritorio, recogí algunas cosas personales y me dirigí hacia la salida.
El aire fresco de la calle me golpeó con fuerza al salir del edificio. Sin mi placa, sin mi arma, me sentía extrañamente desnudo, despojado de la autoridad que había portado durante tanto tiempo. Pero más que eso, me sentía atrapado, sin poder hacer nada mientras Williem seguía con sus juegos sucios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro