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Capítulo 12. La otra cara del juego.

André

El reloj en el tablero de mi patrulla marcaba las 8:30 p.m. mientras me dirigía al edificio donde vivía Williem Nightmare, el principal sospechoso de un asesinato en el hospital psiquiatrico que había dejado a la ciudad en un tormento de dudas durante las últimas semanas. El tráfico era denso, las luces de la ciudad parpadeaban como estrellas distantes en el horizonte, pero mi mente estaba enfocada en un solo objetivo: encontrar pruebas en su departamento.

Había algo en Williem que no cuadraba, algo más allá de las pistas vagas encontradas que posiblemente lo involucraran en la escena del crimen. Su comportamiento era meticuloso, casi perfecto. Y ahora, después de días de investigación infructuosa, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para obtener respuestas.

La dirección de su apartamento la había conseguido tras mucho indagar y revisar expedientes. El tipo vivía en el piso 21 de un edificio llamativo en el centro de la ciudad. Al estacionar el coche a unas cuadras del lugar, miré hacia la estructura. El penthouse, en el piso 21, sería mi destino. Tenía un plan simple: entrar, buscar cualquier cosa que pudiera incriminarlo y salir antes de que regresara.

Me aseguré de que mi placa estuviera guardada en uno de mis bolsillos del pantalón. No quería levantar sospechas innecesarias entre los residentes o el personal de seguridad del edificio, pero si era necesario usarla podría sacarla rápido. Me puse una gorra y un hoodie para cubrir parte de mi uniforme, una precaución simple pero necesaria.

El vestíbulo estaba lujosamente decorado, con mármol pulido y una iluminación tenue que daba al lugar un aire casi etéreo. Saludé al conserje con un leve movimiento de cabeza, asegurándome de no captar demasiado su atención. Pasé sin problemas por la recepción y me dirigí al ascensor.

Cuando las puertas del ascensor se cerraron y comenzó a ascender, sentí una ligera opresión en el pecho. Esto no era lo habitual para mí. Siempre había trabajado dentro de los márgenes de la ley, respetando los procedimientos y las normas. Pero ahora, estaba a punto de cruzar una línea, y lo sabía. ¿Era justificable? Quizás no, pero la gravedad del caso y la intuición me decían que no había otra opción.

El ascensor se detuvo con un suave tono en el piso 21. Las puertas se abrieron, revelando un pasillo silencioso y lujosamente alfombrado. El ambiente era tan tranquilo que cualquier sonido, por pequeño que fuera, parecía resonar con una fuerza desproporcionada.

Caminé hasta la puerta de Williem, que estaba al final del pasillo. Tenía un vago conocimiento del esquema del edificio, sabía que su departamento ocupaba gran parte del piso. Saqué una pequeña ganzúa de mi bolsillo. Mi entrenamiento como oficial me había preparado para esto, pero siempre había algo inquietante en entrar en la propiedad de alguien sin su permiso. El clic que siguió fue casi inaudible, pero suficiente para que mi oído pegado a la puerta lo captara y el sudor frío recorriera mi espalda. Abrí la puerta lentamente y entré, cerrándola detrás de mí con cuidado.

El departamento era exactamente lo que esperaba: lujoso, minimalista, con una decoración de catálogo de revista y cada superficie impecablemente limpia. Cada pieza de mobiliario parecía cuidadosamente seleccionada para proyectar una imagen de éxito y control. Sin embargo, había algo en el ambiente que me hacía sentir incómodo, como si cada objeto estuviera en su lugar, no por casualidad, sino por una razón específica.

Avancé con cautela, mis zapatos apenas rozando el suelo de madera pulida. Pasé por el salón principal, donde los grandes ventanales ofrecían una vista panorámica de la ciudad. Las luces brillaban abajo, ajenas a la oscuridad que yo estaba investigando aquí arriba.

o principal era la oficina, un lugar donde, según la lógica, Williem guardaría cualquier documento importante. Entré en la habitación y encendí una pequeña linterna, evitando prender las luces principales para no alertar a nadie que pudiera estar observando desde fuera.El escritorio era grande, de un cristal delicado pero bien cuidado, con una laptop cerrada en el centro. Revisé los cajones, de las estanterías a su alrededor, buscando algo fuera de lo común. Encontré documentos financieros, correspondencia comercial, pero nada que lo conectara directamente con el asesinato.

Estaba a punto de abandonar la oficina cuando noté una carpeta que había sido colocada cuidadosamente en el borde del escritorio, casi como si estuviera esperando ser descubierta. La abrí con cautela, y lo que encontré en su interior me dejó sin aliento.

Era un archivo detallado sobre Ellie, la misma chica con la que había hablado en la tienda de conveniencia días antes. Tomé un profundo respiro y me senté, comenzando a revisar la carpeta con más detalle. Cada página me revelaba más sobre la obsesión enfermiza de Williem. Había fotos de Ellie en diferentes momentos del día, capturadas desde la distancia, como si él la estuviera vigilando constantemente. Notas sobre conversaciones que habían tenido, sus reacciones, sus expresiones, incluso detalles sobre su vida personal que no eran del conocimiento público. Todo estaba meticulosamente documentado.

Mi mente comenzó a correr, uniendo los puntos. ¿Por qué Williem tenía un archivo tan detallado sobre Ellie? ¿Era solo un interés enfermizo, o había algo más? La naturaleza obsesiva de las notas me dio una sensación de incomodidad. ¿Estaba Ellie en peligro? Mi deber como oficial era proteger a los ciudadanos, y todo esto indicaba que Ellie podría ser la próxima víctima, o al menos, estaba en el radar de alguien muy peligroso.

El rugido de un motor estremecedor me sacó de mis pensamientos. Debía de ser una molestia si llegaba el ruido hasta ese piso. Me acerqué a la ventana y miré hacia abajo. Un coche negro se detuvo justo frente al edificio, y vi esa cabellera rubia con traje de la que tanto sospechaba salir del vehículo.

El pánico me golpeó de inmediato. No había tiempo que perder. Tenía que salir de allí antes de que él subiera. Cerré la carpeta y la devolví a su lugar exacto en el escritorio, asegurándome de no dejar rastro de que había estado allí. Apagué la linterna y me moví con rapidez hacia la puerta, asegurándome de que todo estuviera tal como lo había encontrado.

Salí del departamento y cerré la puerta con cuidado, mis oídos atentos a cualquier ruido que indicara que Williem estaba cerca. El ascensor era una opción arriesgada, ya que podría cruzármelo en cualquier momento. Opté por las escaleras de emergencia, sabiendo que sería una bajada larga, pero segura.

Cada paso resonaba en la escalera de hormigón, pero no me detuve. Mi respiración se aceleró mientras descendía los pisos, mi mente dividida entre el alivio de escapar y la preocupación por Ellie. ¿Qué haría con la información que había encontrado? Si la usaba como evidencia en la estación de policía, probablemente me llevara una alerta de mi superior por allanamiento sin su consentimiento. Era evidente que no podía ignorarlo, pero sabía que cualquier movimiento en falso podría poner en peligro a varias personas, entre esas a Ellie.

Finalmente, llegué al vestíbulo del edificio. Miré alrededor para asegurarme de que nadie me observaba antes de salir a la calle. El aire fresco de la noche me golpeó el rostro, pero no me detuve hasta llegar a mi coche. Me subí y arranqué el motor, alejándome del edificio antes de que Williem pudiera sospechar algo.

Mientras conducía, mi mente seguía procesando lo que había descubierto. Williem Nightmare no solo era un sospechoso de asesinato, sino que también parecía estar obsesionado con Ellie. ¿Era ella su próximo objetivo? O, peor aún, ¿ya había comenzado a manipularla para sus propios fines o deseos?

Estacioné el coche en un callejón oscuro a varias manzanas de distancia y apagué las luces. Necesitaba pensar. El archivo de Ellie era una prueba clara de que Williem estaba vigilándola, pero no podía simplemente arrestarlo sin más pruebas concretas. Además, cualquier acción precipitada podría ponerla en mayor riesgo.

Saqué mi teléfono, dudando si llamar a mi superior, pero solo volví a guardar el teléfono y respiré hondo. Estaba en una situación delicada, una en la que cualquier error podría tener consecuencias fatales. Ellie no tenía idea del peligro en el que estaba, y dependía de mí protegerla. Pero sabía que Williem era astuto, un depredador en las sombras, y si quería atraparlo, tendría que ser igual de astuto.

Mientras el coche avanzaba por las calles desiertas, no pude evitar sentir un nudo en el estómago. No solo estaba enfrentando a un posible asesino, sino a alguien que tenía la capacidad de manipular y controlar a sus víctimas de una manera que pocos podían imaginar. Williem Nightmare era más que un simple criminal; era una amenaza que tenía que ser detenida.

La oscuridad de la noche se cernía sobre la ciudad, volví a mirar el reloj en mi tablero y tan solo eran las 9:10 P.M. Esa chica no podía esperar. Mientras tomaba un café que había dejado en mi coche, repasé mentalmente todo lo que sabía sobre Williem y Ellie. Este caso se estaba complicando cada vez más, y el tiempo no estaba de mi lado.

Decidí que lo mejor sería ir a hablar con Ellie en persona, sin asustarla, pero dejándole claro que debía tomar precauciones. También necesitaba preparar un plan para regresar al apartamento de Williem con una orden de registro y buscar más pruebas. Si podía encontrar algo más concreto, algo que lo vinculara directamente al asesinato o a sus intenciones con Ellie, podría arrestarlo antes de que fuera demasiado tarde.

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