Capítulo 10. Desprecio.
Mason
Han pasado unas semanas desde que mi mundo se derrumbó. La imagen de Ellie, con lágrimas en los ojos con una furia acumulada, diciéndome que todo había terminado, estaba grabada en mi mente como una cicatriz indeleble. No importaba cuántas veces intentara justificarme, cuántas palabras intentara usar para explicar la situación, nada parecía suficiente. Ellie me había visto besando a ese desgraciado de Connor, y para ella, no había ninguna excusa que pudiera arreglarlo.
El problema era que, en el fondo, ni siquiera yo estaba seguro de cómo había llegado a ese momento. Generalmente algunos clientes intentaban seducirme, pero yo mantenía mi profesionalidad. Pero Connor... Connor había ido demasiado lejos, había abusado de mí por más que intenté alejarlo. Y como me lo temí en ese instante, alguien nos había grabado y salió a la luz por accidente todo lo que pasó en ese maldito callejón.
Caminaba por una de las calles menos transitadas de la ciudad, recién saliendo de una sesión de fotos sumido en mis pensamientos, cuando lo vi. Connor estaba allí, apoyado contra la pared de un bar, probablemente borracho, con esa misma sonrisa arrogante que había visto tantas veces. Mi corazón se aceleró, una mezcla de rabia y confusión invadiéndome. No sabía si enfrentarlo o simplemente seguir adelante, pero algo en mí decidió que esta vez no me iba a alejar de él. Me acerqué, sintiendo cómo la rabia crecía con cada paso. Connor levantó la vista y me vio venir, su sonrisa se ensanchó al reconocerme.
-Mason, qué sorpresa verte por aquí -dijo con esa voz suave y controlada que siempre usaba, como si estuviera por encima de todo.
-Tú y yo necesitamos hablar -solté, tratando de mantener la calma.
-¿Ah, sí? -respondió, fingiendo sorpresa-. ¿Sobre qué?
Mi mandíbula se tensó. No estaba de humor para sus juegos.
-Sabes perfectamente sobre qué -dije, sintiendo el calor subir por mi cuello-. Por tu culpa, Ellie me dejó. Alguien nos grabó en ese callejón, y ella lo vio. ¿Te das cuenta de lo que has hecho?
Connor se echó a reír, un sonido que resonó en la calle vacía. No había nada en esa risa que indicara remordimiento.
-Oh, Mason, ¿de verdad crees que es mi culpa? No fuiste tú quien decidió corresponderme en ese beso. No me hagas cargar con tus decisiones.
Lo miré con furia, pero en sus ojos había una chispa, algo que parecía disfrutar del caos que había creado. Mi corazón latía con fuerza, todo mi interior gritaba que lo que él decía no era cierto, yo jamás le hubiera correspondido ese beso. Mi poca fuerza no me permitió alejarlo de mí, pero estaba seguro que él había sido el que lo había iniciado todo.
-Yo no quería que sucediera algo contigo -traté de explicar, aunque sonaba débil incluso para mis propios oídos-. Fue tu culpa, tú me obligaste. No tenía que terminar así.
Connor dio un paso hacia mí tambaleándose, sus ojos nunca dejando los míos.
-Mason, no puedes seguir mintiéndote a ti mismo. Bobito, no existen los errores, solo decisiones . ¿Y si parte de ti lo quería? ¿Y si hay una parte de ti que le gustó experimentar conmigo?
Me quedé en silencio, sin saber cómo responder de la rabia. Las palabras de Connor eran como puñaladas, cada una golpeando en un lugar que prefería no reconocer.
-No entiendes... -solté, pero mi voz se perdió entre dientes-. No entiendes la mierda que has hecho.
Él dio otro paso hacia mí, hasta que casi estábamos a la misma altura, apenas unos centímetros nos separaban.
-Oh, pero sí lo entiendo, Mason. Lo entiendo mejor que tú. Veo algo en ti que tú no quieres admitir. Veo lo que te niegas a aceptar.
Sentí su mano rozar mi mejilla, su tacto era suave, pero al mismo tiempo, abrasador. Mi cuerpo se tensó, no por deseo, sino por la repulsión de estar atrapado en una situación que parecía no tener salida.
-Connor, ¿de qué mierda hablas? ¡Yo no tengo nada que admitir! -traté de alejarme, pero él me empujó suavemente contra la pared, su cuerpo pegado al mío.
-¿Por qué me intentas alejar? -susurró-. Sabes que puedes disfrutarlo, que no tienes que luchar contra lo que sientes.
Antes de que pudiera reaccionar, Connor presionó sus labios contra los míos. Sentí su fuerza, su deseo de dominar, de tomar el control, saboreé su aliento que apestaba a litros de alcohol . Mi mente se nubló, pero no era por atracción. Era rabia, una rabia que crecía en mi interior como una llama descontrolada. Traté de empujarlo, de apartarlo, pero él no cedía, y cada vez que intentaba resistirme, él me sujetaba con más fuerza.
Finalmente, logré separarme, empujándolo con todas mis fuerzas. Respiraba con dificultad, sintiendo el calor en mis mejillas y el nudo en mi estómago. Connor, en lugar de retroceder, se rio nuevamente, como si todo esto fuera un juego para él.
-¿Qué demonios te pasa? -grité, sin poder contener más mi frustración-. ¡Esto no es lo que quiero!
Connor se acercó de nuevo, su sonrisa desvaneciéndose, reemplazada por una expresión más seria.
-¿No es lo que quieres, Mason? Entonces, ¿qué es lo que quieres? ¿Volver con tu novia y fingir que todo esto nunca sucedió? ¿Seguir con esa vida falsa que te has creado?
-¡Cállate! -le grité, y sin pensarlo, mi puño derecho voló hacia su rostro.
El golpe resonó en la calle vacía, y Connor retrocedió, tambaleándose mientras se llevaba la mano al lugar donde lo había golpeado. Por un momento, todo quedó en silencio, ambos respirando con fuerza. Me miró con una mezcla de sorpresa y furia, su sonrisa arrogante finalmente borrada de su rostro.
-No te atrevas a volver a acercarte a mí -le dije, mi voz temblando de rabia-. No vuelvas a hacer algo así conmigo.
Connor se quedó en silencio, mirándome con esos ojos color miel que ahora estaban llenos de algo que no podía descifrar. Quizás era ira, o tal vez decepción, pero no me importaba. Todo lo que quería era alejarme de él, de esta situación, de todo lo que me había llevado hasta aquí. Me di la vuelta y comencé a correr, dejando a Connor detrás, sin mirar atrás. Mi cuerpo temblaba, no solo por el golpe, sino por todo lo que había sucedido en esos pocos minutos. Sabía que había cruzado una línea, una línea que no podía deshacer. Pero también sabía que era la única manera de liberarme de su control, de romper con ese ciclo de manipulación y deseo que él había alimentado.
Mientras me alejaba, las palabras de Connor seguían resonando en mi mente. Tenía que enfrentar lo que había sucedido, enfrentar mis propios sentimientos. Había perdido a Ellie, y eso me dolía más de lo que podía admitir, pero si había aprendido algo de esta experiencia, era que tenía que ser honesto conmigo mismo, sin importar lo doloroso que fuera.
Seguí corriendo, sin un destino claro, pero con la determinación de encontrar una salida a este laberinto emocional en el que me había encontrado. Finalmente, cuando la distancia entre Connor y yo fue suficiente para que pudiera pensar con claridad, me detuve en una esquina, mirando las luces de la ciudad, parpadear a lo lejos. Respiré hondo, tratando de calmar el latido furioso en mi pecho, mi vida era un desastre.
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