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Capítulo 1. Inicios (parte 1)

Desde los monitores de una sala de seguridad a oscuras, podía ver cómo la gran mayoría de los pacientes estaban dormidos o en la hora de su sesión. Pero había un monitor en específico en el que podía ver y escuchar a un hombre que al parecer era el ex militar que estaba buscando. Este estaba solo y estaba observando una pintura de un cielo nocturno.

El guardia estaba dormido en la silla frente a los monitores, así que, caminé por las sombras de la sala de psiquiatría, dando pasos sigilosos para asegurarme de no despertar al guardia, y me mantuve en el lugar, en las sombras. Para seguir observando al ex militar, tal vez intentaría hablar con él usando el micrófono de la oficina que conectaba con los parlantes de su habitación.

Ex Militar.

-Otro día más viendo estas paredes, cada vez me agobian más-. Me acerqué a la pared y observé el cielo nocturno, ausente de estrellas.

-¿Por qué estás tan agobiado?

Escuché una voz grave como en forma de eco, miré a los alrededores, pero no había nadie. Me quedé viendo a un punto de la habitación y aun así le respondí.

-Es que, no sé cómo terminé metido en un lío con una persona que conocí azarosamente un día... estoy condenado por él solo por un error en el pasado. Ahora, soy el peón de un asesino, ya lo he dicho miles de veces en sus entrevistas tontas.

Luego de un silencio, la voz volvió a interrumpir:

-¿Quién es ese asesino?

-¿Que quién es? Ja, como si yo supiera. No tengo ni el más mínimo indicio de quién podría ser ni cómo luce. No sé si es un adulto, algún adolescente psicópata o si es un millonario con una mente perversa, pero cada orden siempre me la daba a través de un distorsionador de voz- Tomé uno de los rifles de la pared y empecé a limpiarlo-. Él me ha pedido hacer cosas crueles para sus extraños experimentos, cada uno peor que el anterior. Torturas... Manipulaciones... Asesinatos... Creo que un día de estos yo seré su víctima.

Dejé el pañuelo con que limpiaba el rifle y coloqué el arma en su lugar.

-Hay que ser sinceros... desde la última misión que él me encargó hace meses, no he podido pegar un solo ojo, pensando en cómo esas víctimas fueron asesinadas por mis manos, por culpa de las órdenes que me dio y sus ganas insaciables de asesinar a sangre fría a gente inocente. Con una mente tan cínica como la de él no me pareció extraño haber tenido que matar a esas personas con ácidos altamente tóxicos. Ahora cada que trato de dormir, imágenes de los rostros sufriendo y pidiendo piedad me atormentan, incluso hay veces que veo a las personas con sus caras deformes o quemadas al lado mío o sentadas en mi habitación mirándome fijamente, con esas miradas tan perdidas, turbando mi alma con su agonía.

Casi siempre después de eso, después de los delirios, escucho el ruido de la puerta a mi espalda, un dolor intenso en mi brazo como un pinchazo, y luego de eso, no recuerdo nada más.

Entrelacé mis manos, dejando mis dedos pulgares libres para vacilar con ellos mientras seguía haciendo memoria.
¿Cómo es que lo conocí? ...
Me pregunté mientras vagaba en mis recuerdos.

-¿Cómo es que lo conociste?

Me preguntó la voz, pareciera como si leyera mi mente.

-Creo que lo recuerdo... Fue hace un par de años. Un día, después de mi entrenamiento, La Mayor me citó a su oficina de la forma más discreta posible.
Llevaba meses sin saber lo extraña que era La Mayor a cargo, casi nunca salía de su oficina y cada vez que la veía tenía una apariencia de fantasma en vida, pero supongo que es porque es la encargada de tener todo bajo control. Bueno, cuando estaba dentro de su oficina, su cara no era la más agradable de ver. Y en muy resumidas cuentas, me dio la posibilidad de ser parte de una misión de alta discreción, en dónde mi vida estaría en juego. Solo que no me imaginé que eso iba a condenar TODA mi vida desde el momento en que acepté.

-¿No crees que te estás yendo por las ramas?

-Dame un poco de tiempo para seguir hablando, porque aún no llego a la mejor... O peor parte, depende de dónde se le mire.

Suspiré, dando la posibilidad de que esa voz me respondiera algo, pero el silencio invadía cada rincón, dando paso a todos esos recuerdos atroces que me estaban inundando la mente. Sentía como se me aceleraban los latidos del corazón. Caminé un poco por la habitación y tomé lo que quedaba de un vaso de agua. Carraspeé un poco la garganta para hablar con mayor claridad.

-Luego de haber aceptado la oferta de La Mayor todo pasó muy rápido, nos llevó a mí y a algunos de sus subalternos a una habitación a la que nadie tenía acceso; estaba fría, oscura y solamente tenía 4 parlantes, uno en cada esquina y frente a mí un gran espejo, supuse que eran de esos de las salas de interrogatorios, detrás de los cuales te pueden observar personas. Me sentaron en una silla en el medio de esa habitación, me ataron las manos detrás de la silla, y entre medio de mi confusión escuché la voz de La Mayor decir "Inyectenlo", sin darme tiempo para reaccionar. Entre medio sedado y despierto, logré ver unos destellos de luces cegantes, y, escuché una voz distorsionada desde los parlantes que al inicio eran palabras sin sentido para mí, pero, oí algo que me sacó del lugar.

"Ya me encargué de La Mayor, ya me encargué de todos tus problemas. Ahora serás mi ayudante, y si dices algo sobre mí o esto estás condenado".

Posteriormente, pude sentir y ver un líquido espeso que estaba impregnado en mi ropa. El olor metálico característico de la sangre. En mi ropa había sangre ajena y, tal vez, detrás de ese espejo estaba frente a un gran problema mortal.

-¿Y qué pasó después ese día?

-Solo quedan recuerdos borrosos de ese día, pero, de lo que sí estoy seguro es que luego de ese día, yo solo era su ayudante: una pieza más para su juego sin fin. Pero yo no era su cómplice, siempre vivía bajo una condena de muerte desde aquel día, si hablaba con alguien o fallaba con mi "trabajo" mi destino estaba ya escrito.

Me quedé pensando nuevamente en todas esas muertes...

¿Habrán sido 12, 13 o 15 personas?... ¿Eran más?... Había bebés... niños... adolescentes... personas en la cúspide de su vida e incluso ancianos, no sé cómo fui capaz de ser parte de las atrocidades de ese sujeto.

-Te noto un tanto pensativo... Me parece raro que hables tanto de ese asesino, tomando en cuenta que mata a personas que hablaban así sobre él... Y por esa amenaza que te produjo, ¿No te da miedo morir?

Lo último lo dijo de una manera tétrica, como si se tratara de una advertencia, causándome una gran incertidumbre, dudando de si era correcto estar hablando con ese sujeto. ¿De dónde me veía? ¡¿Dónde carajos estaba?!

- ¿¡QUIÉN ERES!?-Grité, pero fue como gritarle a una pared. Pensándolo bien... ¿Por qué es que le revelé toda esa información?

-Tú solo sigue hablando, que tengo toooodo el tiempo del mundo...
Soltó una pequeña risita macabra que me heló la sangre.

-Perdí mi cordura, mi moralidad, mi humanidad y también mi noción del tiempo. Cada día era peor que el otro hasta que me acostumbré a la rutina.

-¿Qué más me puedes contar?... soy todo oídos...

Estoy seguro de que el que está detrás de esto me está manipulando, no sé cómo, pero sabe lo que pienso o sabe cómo hacerme hablar. Recorrí velozmente por toda la habitación en busca de aquella persona, casi tropezando con una mesa, pero no había señales de otra vida aparte de la mía en ese lugar.

-Tranquilo... ¿Me estás buscando? Lamento arruinar tu ilusión, no estoy en esa habitación.

¿Será el asesino? ... No, si él supiera mi ubicación ya me hubiera matado... Tengo que calmarme un poco, de seguro es algún policía o detective haciendo una investigación sobre el asesino.

-¿Eres algún detective privado o policía secreta?

-Así es.

-¿Puedo saber tu nombre? Ya que no te puedo ver al menos quiero saber tu nombre

dije con esperanza de poder al menos saber su nombre.

-Mi nombre es Williem Nightmare, psiquiatra encargado de las visitas domiciliarias a hospitales por una organización anónima y, al parecer, estás acá bajo "protección de testigos" de la organización donde provengo.

Terminó de hablar y de fondo se escuchó algunos ronquidos, pero de seguro había sido otra cosa. Me enfoqué más en el alivio que me provocó saber que era un psiquiatra externo. Me sentía seguro, al fin alguien sabía que debía estar bajo protección y no estaba solo contando "historias falsas.""

-Gracias por entenderme Williem, pero ¿Por qué no puedo hablar contigo cara a cara?

-Tu condición no me permite sacarte de ahí.

-Qué chistoso Sr. Nightmare, ni que fuese un loco como para que me trate como animal.

-Disculpe, ¿su apellido realmente es ""Nightmare ""? Es que me parece extraño que el apellido de alguien sea ese.

Un segundo... dos segundos... tres, diez, incluso veinte segundos... nadie respondió.

-¿Hola? -. Seguía sin responder.

-... Te v...y a ma... -. Se escuchó una interferencia y no logré entender lo último.

-Disculpe, ¿podría repetirlo?


No recibí respuesta.
Todo quedó en silencio otra vez.

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