Capítulo 2.
Dentro del hospital, todo era un caos; en urgencias había ingresado un menor de edad, hace no más de treinta minutos, en una camilla y con sus piernas atravesadas con vidrio y metal. Los paramédicos revisaban sus signos a la par que corrían junto a él, llevando al joven directo a una sala donde personal del establecimiento estaban preparando todo para llevar a cabo la operación.
Mientras, el mayor de los hermanos Crayon corría hacia el paradero más cercano, ver a Ink en ese estado lo aterró, pues era un chico que conocía desde hace mucho e, incluso, había tenido la oportunidad de cuidarlo en más de una ocasión debido a la confianza que la madre del niño le tenía. Geno marcaba el número de esa mujer con desesperación, queriendo saber cómo se encontraba su hijo, pero lo enviaba al buzón de voz una y otra vez, desesperándolo de tan preocupado que estaba.
Una vez dentro del bus, comenzó a decir groserías, olvidándose completamente de que su hermano estaba a su lado, mirándolo asustado, sin atreverse a decir algo al respecto. Geno ni siquiera le había dicho hacia dónde se dirigían, pero sentía que si hablaba, el albino le gritaría.
Error miraba al suelo, incapaz de ver a las personas que observaban la situación, sintiendo una gran vergüenza y pena por lo que estaba pasando, él ni siquiera estaba acostumbrado a tener tanta gente mirándolo, sentía que había hecho algo malo.
Unas cuadras antes de llegar al hospital, el bus quedó atrapado en un gran tráfico vehicular, ocasionando que se quede largos minutos detenido en la misma posición. Esto sólo empeoró los nervios del mayor, quien no pudo contenerse y explotó, gritando más groserías y pidiéndole al chófer que se desvíe.
—¡Por favor, dé la vuelta! Seguramente la calle paralela está más despejada. —Error lo miraba en silencio, sin embargo, lo que dijo su hermano después le llamó muchísimo la atención. —¡Es urgente para mí llegar al hospital! Por favor, estoy seguro que si usted estuviera en mi situación, también daría la vuelta.
Pese a que el conductor le explique que no podía hacer eso, él insistió.
—Geno...—Llamó el menor, jalando su manga. Se había llenado de valor para hablar. —¿Mamá nos espera en el hospital? —En vez de respuestas, recibía un ademan que se repetía cada vez que hablaba, una clara señal de silencio que el azabache no entendió en ese momento. —Geno...
—¡Cállate, Error! ¡Ahora no! —El grito lo tomó desprevenido, por lo que dio un pequeño salto antes de acomodarse en su asiento y mirar por la ventana, ignorando a las personas y sintiendo una presión en su cuello por aguantar las ganas de llorar.
"—Quizá Geno está molesto porque desobedecí." —Pensó, mirando su reflejo en la ventana. Tenía la nariz y las mejillas rojas por no querer llorar en ese lugar.
De pronto su hermano lo agarró del brazo y lo bajó del bus. No dijo nada y fue muy brusco, por lo que no se quejó por el dolor que le causó. Ni siquiera habló cuando el mayor comenzó a correr, teniéndolo a él tropezando por no poder correr tan rápido. Era extraño ver a Geno actuar así, le daba mucho miedo.
Cuando ya estaban cerca del hospital, una mujer comenzó a gritarles a las personas que se amontonaban sobre ella que la dejen ingresar, pero los sujetos eran insistentes en entrevistar a esa madre. Fueron los guardias quienes debieron interferir, alejando a los camarógrafos y periodistas de la señora, permitiéndole entrar al edificio donde su hijo había sido ingresado de gravedad. Geno entendió inmediatamente que esa mujer era la mamá de Ink, por lo que aceleró, sin pensar en lo cansado que estaba su hermanito.
—¡Señora Comyet! —Cuando el albino levantó su mano para que le viese, Error aprovechó de soltarse de su agarre y apoyarse contra una pared, totalmente colorado por lo alterado que estaba. Su hermano se alejó corriendo, posiblemente sin haber notado la ausencia del menor.
El azabache no pudo seguirle, y prefirió no buscarlo. Ya estaba muy asustado como para mezclarse entre la multitud de personas que iban de un lado a otro, sólo atinó a dejarse caer lentamente hasta el suelo, pensando en todo lo sucedido. Finalmente se permitió llorar.
En otro pasillo del hospital, Geno abrazaba y consolaba a la madre de Ink, brindándole apoyo mientras ella gritaba desesperada, preguntando por su hijo, sin recibir respuestas certeras.
—¿Cómo pasó esto? ¡Cómo pasó esto! ¡Y-Yo le enseñé a ser cuidadoso, a ser precavido! —Sujetó la bufanda del menor, ocultando su rostro en su hombro, totalmente desesperada. —¡Debí estar ahí, debí ser yo! ¡D-Debí ser yo!
—No diga esas cosas, Myebi. Nadie lo vio venir, no fue culpa de nadie...—Lloraba silenciosamente, negándose a entrar en desesperación, sabiendo que no podía derrumbarse todavía. No podía asustar más a esa pobre mujer, tenía que mantenerse calmado para que ella no se altere más. Geno sólo podía lamentar en silencio, sabiendo el dolor que debería estar sintiendo la viuda a la que abrazaba, pues su esposo había muerto dos años antes y, aunque no eran tan unidos románticamente, sabía que su fallecimiento había sido difícil de superar, y que él la hubiese podido consolar mucho mejor, pues ambos estarían experimentando esta horrible situación juntos. Él sólo la abrazaba en silencio, las palabras estaban de más.
Al cabo de unos minutos, aquella mujer, sin brillo en sus ojos, decidió ir a descansar, tenía mucho que pensar. Geno la guió hacia la recepción del hospital, en donde encontraron unos asientos disponibles. Mientras retiraba el café que le había pedido, la televisión mostró unas caricaturas que su hermano solía ver antes de ir a la escuela. En ese momento, se percató de algo horrible: su hermano había desaparecido.
Rápidamente le entregó la bebida a la madre de Ink, al mismo tiempo que un doctor se acercaba a ella para preguntarle cómo estaba. Geno aprovechó la oportunidad y corrió de regreso a la entrada, no recordaba mucho de cómo había llegado a ese lugar, pero temía haber dejado a su hermano solo en el bus.
No obstante, antes de salir por la puerta, lo vio recostado en una de las paredes del recinto, parecía petrificado y se notaba que había estado llorando. Geno sintió su corazón apretarse al verlo así.
—¡Error! ¡Dios, no vuelvas a asustarme así! —Se agachó para abrazarlo con todas sus fuerzas y el menor comenzó a llorar otra vez, seguramente por el miedo que tuvo. —¡Nunca vuelvas a irte de mi lado! ¡El centro es muy peligroso, creí que te había dejado atrás, que alguien te había hecho algo!
—L-Lo siento...—Murmuró, todavía pensando en lo ocurrido en el bus. Se sentía tan culpable.
—No, yo lo siento. No debí dejarte así, no debí gritarte... Ni siquiera debí traerte a este lugar, lo siento tanto. —El mayor le abrazó nuevamente, esta vez fue correspondido, por lo que derramó unas lágrimas sobre el cabello del menor, agradecido de haberlo encontrado. Si algo le hubiese pasado a su hermanito, jamás se lo perdonaría. —Perdóname... ¿Te duele algo?
Error cerró sus ojos, tranquilizándose por las suaves caricias que recibía en su frente. —Me duelen los pies... y tengo sed.
—Muy bien. Escucha esto, estaremos un rato aquí, hablaré con la madre de Ink y luego los dos nos vamos a comer un buen trozo de pastel, ¿te parece bien? —Acarició el cabello del azabache, sabiendo que eso lo calmaba.
—Está bien...—Su hermano lo ayudó a levantarse, pero su mente estaba un poco confusa al oír el nombre del niño que tanto admiraba.
"—Pobre Ink, le dolió mucho el golpe." —Pensó, sin entender por qué esa mujer lloraba tanto. "—Pero mañana se pondrá feliz al bailar otra vez.."
Él no lo entendía, no lo sabía.
✿❀✿❀
•Aclaraciones•
→La madre de Ink se llama: Myebi Comyet.
→Geno tiene albinismo oculocutáneo: en su caso, su cabello es blanco, su piel muy clara y sus ojos rojos (casi rosados).
✎El capítulo fue ligeramente modificado, pero sólo algunos detalles. Nada que mencionar✎
『✿-Cxnni-❀』
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