-Mira...yo, la verdad, al igual que tú, o eso creo, no sé expresarme tan bien por palabras, de ninguna manera de hecho- apresuró Mike al voltearse la chica con los ojos bastante enrojecidos y las mejillas húmedas.

-Y, pues bien... tenía todo perfectamente planeado, cada cosa, cada palabra, pero, ahora que estás frente a mí- musitó bajando la mirada -mi mente está en blanco.

Mike se quedó en silencio, sin levantar la mirada. El timbre sonó y las entradas comenzaban a llenarse de estudiantes.

Brenda se alejaba.

-No- dijo el joven tomándola de un brazo -Si amas algo, jamás lo dejas ir Brenda, luchas por ello, y aunque me odies, aunque no me quieras ver ya más. Tengo que decirte algo...todo, la verdad...-pausó para tomar aire y levantó la mirada.

-Me dí cuenta de lo mucho que amaba tus notas, cuando dejaste de enviarlas, porque me sentía vacío sin ellas. No sé como ni de qué manera, pero lograste entrar en mi mundo... y, ya da igual si me dices algo, si me dices nada. Bastará tenerte ahora a mi lado, para haber sido el chico más feliz del mundo.- las mejillas de la muchacha se encendían y el agarre no se hacía tan necesario.

-Esto suena estúpido, trillado, no lo sé Brenda, y no me importa, contigo, todo se vuelve tan complicado- Brenda seguía sin hablar, ni moverse, ¿lo estaba escuchando a caso?

El silencio se fue alargando, las clases habían comenzado, Brenda no se movía, sólo lo miraba, quizá, por última vez.

-¿Me preguntabas que había en mi mundo cierto?- aventuró Mike -Mi mundo hasta hace unas semanas no era tan atrayente, la verdad entraste de a poco en mi mundo y Brenda- la miró a los ojos- no puedo sacarte de ahí, te cuelas en mis sueños, en mi días, te veo en todos lados, debe ser una ñoñez de niño chico pero la verdad me gustas Brenda, mucho.- la tomó de ambos brazos ahora.

-Creo que esto es más difícil de lo que pensé- dijo acercándose cada vez más a ella.- Pero si me dejaras enseñarte cómo es mi mundo, si me dieras una oportunidad, sería maravilloso.

-Yo- dijo Brenda apuradamente ya que el chico se había callado y se acercaba peligrosamente a ella. -dejé de mandar cartas, porque, tú mereces a alguien mejor, supongo...

-Brenda...

...

El árbol a su lado y las hojas mecían suavemente. El pasto bailaba por el alegre silbido del viento, y los pájaros trinaban un alegre son, y es que todos ellos fueron testigos de cómo el serio muchacho había besado a la tímida chica.

Cómo el sueño que había idealizado esperanzadamente por más de 5 meses, se concretó en ese preciso instante, lejos de todas las molestas miradas de persona alguna.