XI
El mayor de cabellos plateados daba vueltas mientras que los hermanos de cabellera negra caminaban detrás de él, tratando de no perderlo de vista entre la multitud.
La mirada de _____ estaba perdida en las calles llenas de nieve, el trabajo de Yuuri era mantener junto a él a ella y a su pareja, quienes estaban perdidos, cada uno en su mundo.
Llegaron a un hotel enorme, que sería su estadía por unas semanas.
—Esta es la habitación, cuida la llave como cuidas a Kuro— habló el de cabellos negros a su hermana mientras se alejaba tomado de la mano con su pareja.
La chica de ojos azules soltó un suspiro con pesadez.
Entró a su habitación, cerró la puerta detrás de ella y comenzó a acomodar sus cosas mientras tarareaba una canción.
[...]
Después de unas horas, las risas de su hermano mayor y Viktor se escuchaban desde el elevador, anunciandole a la menor su llegada por si solos.
De pronto estas dejaron de escucharse, segundos después Yuuri entró solo con una sonrisa de oreja a oreja.
—Viktor fué con Yakov— informó el de cabellos negros antes de que su hermana pudiera preguntar algo.
Ella asintió sabiendo que no debía preguntar nada más y siguió escuchando música con sus audifonos, mientras Yuuri se daba una ducha en el jacuzzi.
Su día había sido más aburrido de lo que había planeado.
Su intención en un principio, era pasear por la ciudad, pero no tenía con quién, ya que, su hermano terminó abandonandola como juró que no lo haría.
Ella no se enojaría, después de todo Viktor era su pareja.
Se recostó boca abajo aún con los audifonos puestos, cubriendo su rostro con la almohada del sillón hasta quedarse completamente dormida.
[...]
—Despierta ya, olgazana— escuchó a su hermano hablar entre risas mientras ella abría los ojos lentamente.
Lo fulminó con la mirada por unos segundos.
—Maldita sea, Yuuri— susurró con molestia y volvió a estampar su rostro en el sillón.
—¿Qué? ¡acabas de maldecirme!— gritó él aún riendo fuertemente —Te dije que paseariamos, vamos, duchate, te espero.
—Estoy cansada, Yuuri— se quejó.
Pero él ignoró todas sus quejas y se sentó a esperarla en unos de los sillones de la habitación.
Ella se puso de pié sin muchos animos, se encerró en la ducha y comenzó a vestirse como era debido.
Al salir su hermano ya estaba de pié con intenciones de irse.
—Pensé que jamás saldrías— bufó.
Ella solo le dedicó una sonrisa burlona y corrió hasta donde el estaba de pie, ambos caminaron sin prisa por todo el hotel hasta llegar a recepción, continuaron sin deternerse por tres cuadras, ambos iban en silencio mientras _____ apreciaba las calles de Rusia.
Mucha gente estaba en el parque a esas horas, en pareja, con amigos, algunos con sus hijos e incluso con sus mascotas.
Todos parecían ser felices estando unos con otros.
Parecían...
Sonreir no era sinónimo de felicidad.
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