Al día siguiente, ______ se enteró repentinamente que Yuri y Viktor estarían semanas, posiblemente meses en su hogar, causando un alboroto en ella. ¿A caso esos dos no tienen nada más que hacer? Pensó al instante.

No le quedaba otra opción, tenía que convivir con ellos o al menos tratar de hacerlo.

Un gato blanco con una mancha negra en su hocico entró a la habitación de ______ mientras ella dibujaba. Este brincó y subió a su cama acercándose y echandose junto a ella.

—¿Y tú quien eres?— lo cargó en sus brazos y comenzó a acariciarlo.

El gatito ronroneaba encantado por las caricias que ella le daba, hasta que "su dueño" entró reclamando.

—¡Suelta a mi gato!— gritó el rubio entrando a la habitación.

—¿HAA? ¡¿tú gato?!— preguntó la chica exaltada.

—¿Tengo que decirlo dos veces? Damelo, es mío— se acercó a ella y se lo arrebató.

______ gruñó con molestia. Yuri vió lo que ella dibujaba y soltó al gato para tomar la libreta en sus manos.

—¿T-Tú dibujaste esto? ¡Es maravilloso!— exclamó con los ojos brillosos —Quise decir, buen dibujo.

—Gracias, Yuri— ella le sonrió.

El asintió avergonzado y salió de la habitación con su gato en manos, cerrando la puerta detrás de él.

Terminó su dibujo satisfecha y salió a desayunar, tazón de cerdo. Era nuevo para ella, pero no tenía ninguna opción, el ramen ahora era algo repugnante, malos recuerdos era lo único que lograba traer hacia ______.

Se duchó, realizó sus deberes, tareas, y revisó que todo en su habitación estuviera en orden, primordialmente sus útiles y lápices de dibujo, eran lo más preciado que ella tenía ahora.

—¡Hola ______!— Viktor saludó -Vamos a cenar hoy, ¿quieres venir?

—Hm, suena bien, ¿hora?— respondió ella con interés.

—7:00 p.m. se puntual— se fué.

Ella comenzó a levantar y a ordenar sus cosas, mientras que por otra parte, Yuri dormía sobre su terriblemente desordenada cama en la habitación de a lado, abrazando a su gato.

Salió al comedor donde todos, excepto el antes mencionado estaban para almorzar.

—Hey, ______, ¿podrías ir por Yurio? Por favor— le pidió su hermana.

—Pff— bufó ella regresando a las habitaciones, abriendo y entrando a la del rubio —Animal print eh, nada mal...— pesó en voz alta mientras observaba —¿Hu? ¿dónde esta?— exclamó al no ver a nadie en la habitación.

Comenzó a buscar hasta que notó que un bulto enorme se movía debajo de las revistas y sabanas en la cama, ella quitó todo de encima, ahí estaba oculto el rubio, durmiendo —Yuri— lo sacudió ligeramente.

—¿______?— frotó sus ojos con pesadez.

—¿No piensas ir a almorzar?— preguntó la chica sentada junto a el.

El asintió y se puso de pié.

—Me sorprende no haber recibido una patada— exclamó ella con burla.

—No creo que realmente hayas deseado una— respondió Yuri ante su burla.

Ambos salieron y se sentaron en una mesa aparte, ya que ninguno se preocupó por los lugares de ambos y llenaron el lugar con ellos.

Tazones de cerdo, de nuevo. Esto es horrible ahora. Pensó la menor.

—Okasan, ¿hay r-ramen?—preguntó con nervios.

Su madre le sirvió un plato encantada, ya que hace tiempo que su hija no disfrutaba de un platillo de esos.

Ella observó con melancolía su comida por unos minutos sin tocarla, su acompañante se percató de esto y la miró con extrañeza por unos momentos.

Tomó los palillos e hizo que ella comiera.

—¿No es tan difícil o sí?— Yuri preguntó con ignorancia.

—C-Callate, puedo hacerlo sola— ______ se quejó con un ligero rubor en sus mejillas y comenzó a comer.

Ambos comían en silencio, no sin cruzar miradas por momentos, pero solo eso, las carcajadas de los demás eran molestia para Yuri, pero, no quería irse de ahí a pesar de que ya no comía.

—Oi, Yuri— habló ______ llamando su atención —Más tarde saldré a cenar con Viktor y Yuuri, ¿irás?

—Probablemente— respondió sin interés —Es bueno saber que no iré solo con ese par.

—Ellos no tienen nada de malo, Yuri, solo son muy cariñosos, sobre todo Vitya.

—Pues no logro entender su "cariño" homosexual— hizo comillas con los dedos.

______ reía ante el comentario de Yuri, después de todo, había una cierta pizca de razón en ello, pero le costaba admitirlo.

Se levantaron al darse cuenta que solo ellos dos habían quedado en el comedor, lavaron sus platos y cada uno fué a su habitación.

Era un domingo de esos en los que no había nada que hacer, todos después de la cena normalmente permanecían dentro de sus cuartos hasta el día siguiente, pero hoy sería la excepción, gracias a Viktor.