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1.

Aoba no supo lo que ocurría, hasta que fue demasiado tarde. Su abuela lo mandó a pararse en la puerta de un canal de televisión y él como todo buen nieto, lo hizo. Lo dejaron pasar, lo hicieron esperar, le pusieron un micrófono y lo mandaron a sentarse en un set de televisión, frente a un montón de público.

Le iba a empezar un dolor de cabeza  de esos memorables. Pero antes que pudiese abrir la boca para quejarse, empezó el show.

—¡Hola y bienvenidos!  Un saludo muy grande a todos los que nos ven, mis amigos del Facebook, del Grupo Dramatical Murder en español,  a todos los que nos siguen, un beso gigante para todos. Gracias por estar juntos conmigo.  La pregunta del día de hoy es... ¿Perdonarías a un hombre que te maltrata, abusa de ti y te hace llorar? A ver que dice el público—la conductora del programa, la señorita Laura en persona, apareció en escena y se detuvo delante de una tribuna que estalló en comentarios.

—¿No verdad? No perdonarían a ese desgraciado. Hoy tenemos un caso que pues.  ¡Ay no!  ¡Me muero. Yo vi el caso y me quedé, no, no lo puedo creer. No se imaginan semejante barbaridad. No lo van a creer. Tenemos el caso de Aoba Seragaki. —y Laura se sentó al lado del muchacho que la miraba sorprendido —A ver Aoba, me dices que tienes un marido, que huele a canela, te engaña, te pega y te trata mal.

Aoba pudo oír como el público empezaba a murmurar.

—¿Eh? Bueno, no estamos casados, pero sí me pegó varias veces y me violó también.  Pero me dijo que estaba arrepentido y que iba a cambiar. —Aoba le respondió mientras le empezaba la jaqueca por culpa del tono de voz de Laura. —Y Señorita Laura, él no me da dinero para los gastos.

—¿Qué? ¡No te da para los gastos! —vociferó la señorita Laura abriendo los ojos tanto como su boca. —¿Qué es esto? ¡Me muero! No puede ser. ¿Encima le creíste cuándo te dijo que iba a cambiar? ¡Que horror! ¡Qué desgraciado! Yo conozco a esos desgraciados. ¡Ay no! Ahora que venga, va a ver ese desgraciado. Y encima le creíste...

—Sí señorita Laura yo le creí.  Además, creo que me engaña con mi mascota.

El público entero exclamó un sonoro "ah" y las cámaras enfocaron a Ren.

—¡Con la mascota! ¡Me muero! —gritó Laura con los ojos que se le salían del cráneo. —Yo creo que si me entero de algo así, me muero. 

—Aowa, no es cierto. Te juro que yo no fui quien le dijo a Mink, que tienes todos los episodios de la Rosa de Guadalupe, debajo de tu cama—Exclamó Ren con su usual expresión de inocencia y su lengüita afuera. —Tampoco le dije que te pones a llorar con los capítulos.

—¡Ren! —gritó Aoba muerto de vergüenza. —No digas esas cosas.

—¡No puedo creer que me escabullí de Oval Tower por esto. —Sei se puso de pie entre el público de la tribuna.

—¡Sei, hermano  no digas eso. — Aoba saltó de la silla.—¿Además tú que haces aquí?

—Hola Aoba, me escapé un rato. No le digas a nadie porque mi padre Toue no sabe nada. Se va a enojar mucho si se entera. —respondió  sonriendo frente a las cámaras. —Además estos dos me ayudaron, pero tampoco se debe enterar de eso, así que shh.

Trip y Virus intentaron esconderse bajo las butacas, sin mucho éxito.

—¿El hermano de Aoba? ¡Me muero! —Laura se le acercó con un micrófono. —Así que ustedes son hermanos. A ver, cuéntanos un poco del caso. ¿Tú has visto a ese desgraciado? ¿Has visto que maltrata, abusa y no le da para los gastos a tu hermano?

—Hola señorita Laura. Sí, Aoba y yo mellizos, pero no nos parecemos. En cambio estos dos, no son familia ni nada y son igualitos. Hasta se ponen ropa que combina entre ambos. Aoba, hay que hacer lo mismo.

Virus y Trip no se querían ni asomar de debajo de los asientos. El público volvió al cuchicheo y Laura a su sitio.

—¡Se visten igual y no son mellizos! ¡Me quiero morir! Pero ¿tú has visto al marido de tu hermano, a ese desgraciado?

—No, sólo sé que se parece a Tarzán y se la pasa fumando marihuana o algo así. Es que mi papá no me deja salir de Platinum Jail Señorita Laura, siempre me tiene encerrado ahí.

—¿Qué cosa? —gritó Laura emocionada al darse cuenta que estaba frente a otro caso que explotar en su programa de televisión. —No puede ser, yo soy abogada, vamos a denunciar a ese desgraciado de tu papá. No te preocupes. Te vamos a regalar tu computadora y ya luego regreso contigo. Bueno, sigamos con este caso.  Aoba, mi siguiente panelista es alguien que tú conoces muy bien.

—¿Ah sí? ¿Quién?

—¿La conoces no? Ahora vas a ver de quien se trata, que pase... la abuela de Aoba. Ha venido a decir su verdad. ¡Qué pase Tae, adelante!

Por un lado del escenario salió Tae con el cucharón en la mano. Apenas estuvo cerca, le dio un buen golpe en la cabeza a su nieto.

—¡Yo lo sabia! Sabía que si se metía con el canelón iba a salir lastimado! Como siempre, mi nieto idiota. —cucharón en mano se sentó al lado de Aoba. —¡Más te vale decir toda la verdad de ese tipo Mink, porque yo quiero mi carrito sanguchero!

—Abuela, no digas eso... —Aoba intentó defenderse muerto de vergüenza.

—¡No me contradigas! Además, dejaste la tapa del baño levantada. — Tae lo agarró a cucharonazos, ante la mirada de todos los presentes y de la señorita Laura. —Casi me atoro ahí, nieto idiota.

En seguida entraron un par de tipos fornidos, parte del equipo de seguridad del programa, pero  Tae los espantó a cucharonazos.

—¡Hola abuelita! —saludó Sei desde la tribuna. —Miren Virus y Trip, es mi abuelita.

—¡Sei! ¿Qué haces aquí? ¡Siéntate o te cae también!—vociferó Tae blandiendo su cucharón.

—No, no, ya me siento. —Sei se tumbó en seguida y se quedó quietecito.

—Y tú, continua con el programa para eso te pagan. —le ordenó la Tae a Laura.

—¡Me muero! Usted es la abuela. ¿No? ¿Y estos sus nietos?

—Sí y no. Este de aquí es mi nieto idiota.—Otro cucharonazo para Aoba. —Ese de allá, sentado en medio de esos dos manganzones oxigenados, que además son sus maridos, no lo es.

El público estalló en murmullos. Sei en la tribuna se puso de pie para decir algo, pero Tae le mostró el cucharón y con eso se sentó calladito.

—¿Cómo es eso? Éstas son fuertes declaraciones. Por favor explíquenos. — invitó Laura.

—Así de simple pues, éste es el idiota de mi nieto, que tiene un marido que lo maltrata. El otro día, hice videoconferencia con él y estaba lloroso.—replicó la abuela cruzándose de brazos.—Cuando le pregunté, no me quiso decir. Pero ahora que se aloja en mi casa con todo y su marido, he escuchado ruidos raros del cuarto de ellos dos.

—¿Ruidos raros? —Continuó Laura. —¡Qué barbaridad! ¡Que horror! En la casa de la abuela. ¡El desgraciado se pone a ser cochinadas con el nieto en la casa de la abuela!

—¡Eso! Creo que mi nieto estaba lloriqueando, por no sé qué. Además me enteré que terminó en el hospital.

—¡No puede ser! ¡En el hospital! —gritó Laura levantándose de la silla dirigiéndose a la tribuna. —Encima de todo lo manda al hospital. ¡Es un maldito y un desgraciado!

—Así fue. ¿Ahora sí me darán mi carrito sanguchero? —preguntó Tae.

El público empezó a cuchichear más fuerte.

—¡Ah no! Es que esto no puede ser posible. Si quieren enamorarse de un desgraciado que los maltrata es su problema, pero no se pongan a hacer cochinadas en la casa de la abuela. Ojala que más padres estén viendo este programa, porque tiene lecciones de vida, muy importantes.

Laura se sentó de nuevo y apuntó a sus invitados.

— Como es el caso de Aoba, este chico, que se enamora de un maldito que lo engaña, no le da para el gasto y encima  lo manda al hospital. ¡Y todavía sigue con él! ¡Ah no! ¡Yo lo agarro a patadas a ese cobarde! No, ya no quiero oír más. ¡Qué pase el desgraciado!

De la tribuna empezaron a volar todas las cajas de pizza que Noiz se comió, piedras, papeles, tijeras, los cachivaches de la tienda de Haga-San, los animales de peluche de Sei.

Mink entró al set, más serio que nunca, bajo la lluvia de cosas que le lanzaban y se fue a sentar al lado de Aoba.

—¡Así que tú le pegas a este pobre chico!—vociferó Laura.—Lo engañas con la mascota, te pones a hacer cochinadas con él en la casa de su abuela, lo tratas mal y encima no le das para los gastos de la casa. ¿No?¡ No me digas! ¿A ver? ¿No tienes nada que decir al respecto?

Mink sólo gruñó como respuesta, con los brazos cruzados.

—Siempre es así Señorita Laura. Jamás quiere conversar conmigo de cosas importantes. —protestó Aoba.

—No te lo puedo creer. ¡Por favor, encima no le hace caso señoras y señores! ¡Que horror! Así que después de todo lo que le haces al pobre chico, ahora no quieres hablar al respecto. ¡Ay no, yo lo maaaaaaato!

Mink gruñó.

—Tu abuela—Laura se dirigió a Aoba —dice que el otro día, escuchó ruidos extraños del cuarto, cuando estabas tú con tu marido. ¿Qué tienes que decir al respecto? A ver, cuéntanos.

—Mi abuela es muy entrometida. Lo que pasa es que yo estaba jugando con el pájaro de Mink y ...

—¡Estaba jugando con el pájaro del marido!—interrumpió la conductora sacudiendo los papeles que tenía en la mano.—¡Encima de haciéndolo en la casa de la abuela! Bajo su mismo techo, con la abuela ahí, al lado. 

—Sí, me gusta jugar con Tori —continuó Aoba, visiblemente sonrojado —Tiene un nombre, se llama Tori.

—¡Le ha puesto nombre al pájaro del marido! Me muero.

El público empezó a silbar y varios peluches cayeron cerca a los panelistas.

—¡Ay, pero que desgraciados! —exclamó Sei desde las tribunas.

—Sei, a la próxima te cae — gruñó Tae blandiendo el cucharón. — Siéntate de una vez.

—Lo hace todo el tiempo. —intervino Mink, por fin.—Incluso cuando estoy ocupado trabajando, se pone a jugar con Tori.

—Sí, me gusta mucho jugar con Tori. Incluso Ren disfruta mucho jugando con el pájaro de Mink. A mi me gusta mucho acariciarlo y...

—¡Acariciarle el pájaro al marido! Señoras y señores. ¿Están escuchando? El descaro de este muchacho. ¡Haciendo esas cosas y en la casa de la abuela!

—Sí, incluso a mi abuela le gusta hacerlo, siempre le hace cosquillas en su cabecita. —se defendió Aoba.

—¡¿Qué?! ¡Que barbaridad! La abuela también, no lo puedo creer. Incluso la abuela le entra a la cochinada.

—Sí, a mi abuela le gusta jugar con Tori, lo acaricia todito y se mueve bien bonito cuando lo acarician. Además Tori es bien grande. —Aoba extendió sus palmas para mostrarle al público el tamaño del dichoso pájaro.

—Es cierto, es un pájaro muy bonito, me gusta acariciarlo. —admitió Tae con el cucharón en la mano. —Pero ese no es asunto de nadie.

—Encima la abuela le acaricia el pájaro al marido del nieto. ¡No puedo creerlo! Osea que éste tipo —exclamó Laura señalando a Mink —es un sinvergüenza, un pervertido. La abuela, el nieto, la mascota... ¡Qué horror! ¿A quién más le andas mostrando el pájaro, desgraciado?

—¡Todos se lo han visto!— exclamó Noiz desde la tribuna antes de meterse un pedazo de pastel en la boca. —Siempre se lo pone en el hombro, por eso todos se lo han visto.

—¡¿Cómo?! —gritó Laura.

—Sí, no es como el pájaro de este viejo de acá. —exclamó Noiz señalando a su lado. —Ese es tan pequeño que se le pierde entre la ropa.

—Tú cállate mocoso —gritó Koujaku furioso. —No metas a Beni en esto. Señorita Laura, mi pájaro se llama Beni y yo soy amigo de la infancia de Aoba.

—A Beni y Tori les gusta jugar juntos. Se dan de golpecitos en la cabecita —Aoba sonreía aún sonrojado. —Pero es cierto, es que como el pájaro de Mink es tan grande, se lo tiene que poner en el hombro. No se lo puede poner en otro lado.

—¿Qué cosa? El pájaro del marido juega con el pájaro del amigo de la infancia. ¡No puede ser! ¿Qué es esto? Que barbaridad, primero con la abuela, ahora con el mejor amigo. ¡Sin vergüenza!

—No se vale Aoba, yo también quiero acariciar el pájaro de Mink.

—¡Hermano mayor! — gritó Aoba avergonzado.

—¡Ahora sí Sei! ¡Te lo advertí! —Tae le lanzó la chancla voladora y Sei apenas tuvo tiempo de esquivarla. A pesar de ello, la chancla dejó inconscientes a un par de miembros del público, antes de volver a manos de Tae.

—Por favor cálmese. Usted es una anciana, por favor. —intervino Laura porque Tae ya estaba lista para volver a la carga.

—¿Anciana yo? A ti te cuelgan los pellejos más que a mí. —Tae dejó la chancla en el suelo de nuevo. —Ya sabes Sei, ya vas a ver a la salida. Laura, continúa que quiero mi carro sanguchero y mi computadora. El carro sanguchero porque quiero que el torpe de mi nieto salga a trabajar en lugar de andar metiéndose con Canelones. Y yo necesito una computadora porque Aoba ya llenó su computadora y la mía con porno gay.

—¡Porno Gay! !¡ Me muero! Oye, tú no puedes dejar el pájaro tranquilo. Sólo andas pensando en el de tu marido y del resto. — Laura le gritó a Aoba mientras saltaba de su silla.

—Sólo el de Mink, porque es grande y bonito.— respondió Aoba.

—El mío es más grande todavía, suave y peludo. Además hace trucos muy entretenidos. —exclamó Noiz antes de meterse en la boca un pastelito de chocolate.

—Perdón,—intervino Sei alzando la mano desde su asiento en el público. —¿Estamos hablando de falos o de allmates? Porque Virus tiene una Anaconda gigante y Trip un león enorme.

—¡Una anaconda! Me muero, uno tiene una anaconda y el otro un león.—diciendo esto Laura cayó al suelo sobre una profusa hemorragia nasal.

—¡Corten, corten! Comerciales, nos vamos a comerciales —gritaba el equipo de producción corriendo en todas las direcciones del set. —¡Corten y corten que nos vamos a la chin...!


Continuará...



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