E P I L O G O.
Lago Mentheit, Escocia.
Después de todo el tiempo que conviví en Rumania con Yusuf, decidió partir. Una noche falleció mientras dormía, después de tener una vida larga e intensa. Al fin iba a ir a reencontrarse con su amada esposa, la que había partido mucho tiempo antes. Y si está a en Escocia era porque yo cumpliría su última voluntad, esparcir sus cenizas en el mismo lago en que él había esparcido las de su esposa, tal como era su deseo.
Todos viajamos al lago, todos los chicos de la reservación, todos veíamos a Yusuf como a un padre, incluso vino el señor Scamander y su esposa Pompertina. Yusuf era un hombre amado, que entregó su vida al cuidado de las criaturas. No había fallecido tragicamente, solamente había llegado su hora.
Pero lo extrañaría, todo su espíritu, todo de él, su esencia, pero no estaba triste, porque sabía que después de todo el siempre estaría protegiendo la Reserva de Animales. Cuando esparcí sus cenizas Isaac fue el encargado de decir unas palabras, yo no era bueno en eso. Por lo que todos expresamos de una u otra forma lo que sentíamos por él.
Yusuf era un hombre sencillo, odiaba los lujos, anhelaba una vida tranquila y en Rumania la consiguió después de que la guerra le quitara a su esposa. Él me había enseñado mucho, no sólo del trabajo si no que de la vida. Quise quedarme un momento más luego de la ceremonia, todos partirían de inmediato a Kings Cross, más yo quería quedarme un rato más en el lugar que el viejo había decidido descansar, necesitaba despedirme de él y sentirlo por unos momentos más.
Cerré mis ojos y sentí la brisa, el aire de primavera, el aroma a los árboles frutales que habían cerca y el perfume de los tulipanes que habían alrededor del lago.
— Leí tu carta.
Una voz femenina que conocía demasiado bien me hizo abrir los ojos de inmediato y pararme de un brinco.
Allí, frente a mí estaba Evanna.
Observé detenidamente su rostro, sus facciones no habían cambiado, su cabellera rubia estaba más corta, pero la hacía ver más madura, e incluso más sexy que antes, tenía una expresión tranquila y me miraba con curiosidad chispeante en los ojos.
— Evanna...
Ella se acercó a mí.
— Isaac me escribió lo que pasó, quise venir a despedirme de Yusuf, yo le quería mucho.
— Y él también a tí.
Hubo un silencio entre nosotros, ella me observó con determinación y yo también. No sabía bien que era lo que estaba haciendo allí.
Iba comenzar a hablar cuando ella puso sus dedos delgados sobre mis labios y se acercó. Depositó un tierno beso en mi mejilla y yo cerré los ojos.
— Ha pasado el tiempo y creo que estoy lista. ¿Y tú?
Lo pensé por un momento, ella estaba haciendo una pregunta clara y yo sabía a lo que se refería, también estaba esperando una respuesta clara, algo que antes jamás fui capaz de hacer. Inspiré fuerte.
— Sí, ha pasado el tiempo. Y también estoy listo. Estoy listo para quererte, estoy listo para comenzar a caminar contigo, estoy listo para empezar de cero, y sobre todo listo para amarte.
Ella se acercó y yo tomé su rostro con mis manos, para después fundirnos en un tierno beso, un beso con cariño, con el corazón abierto.
— Te quiero Charlie, pero antes tenía que quererme a mí misma.
— Te quiero Evanna, pero antes tenía que aprender a sanarme, antes de cualquier cosa.
Ambos nos habíamos equivocado, nos habíamos dañado, pero la vida nos había dado otra oportunidad, la que muchas personas desaprovechan por orgullo, por ser testarudos, tercos o simplemente por ser distraídos.
Evanna Steinner.
Quería que ella fuera el amor que me acompañara ahora y al parecer ella quería lo mismo. Yo quería que ella me conociera como nadie más lo había hecho, quería que nos dieramos esa oportunidad que antes no habíamos logrado tener o habíamos sido muy tontos para notar.
—Sigues siendo una entrometida.
— Y tú, un engreído desagradable.
—¿Intentas ofenderme? — pregunté dejando un cabello tras de su oreja, ya que el viento lo estaba volando.
— La verdad no, sólo quiero quererte Charlie Weasley ¿Me dejas hacerlo esta vez?
— Si Evanna, quiero que me quieras, y yo también quiero quererte a tí, quiero que seas feliz, y si es conmigo yo estaré encantado de que sea así.
Ella me abrazó.
— Nadie me había ofrecido eso antes, nadie me había ofrecido quedarse junto a mí.
— Antes tampoco pude verlo, no sabía, era inmaduro, estaba herido.
— No digas más, yo también necesitaba aprender a conocerme, me equivoqué contigo. No debí...
— Ambos fallamos, pero ahora crecimos.
Hubo un silencio y la besé en la frente, quería que a partir de ahora ella se sintiera feliz, protegida y que sintiera que si en un momento su vida tambaleaba, no caería. Yo estaría ahí.
Ya no más pasado, ya no más fantasmas, ya no más miedos.
A partir de ahora sólo un lienzo en blanco. Algo nuevo para construir, algo nuevo para formar y para moldear.
Me miró con el amor y la ternura que sus ojos solían desprender como era de costumbre. Adoraba la ternura que ella emanaba, creo que era una de las principales cosas que me hicieron quererla, mientras más sufres, más ternura puedes guardar en tu corazón cuando era necesaria entregar. Ella era así, una flor delicada que ante la adversidad se había vuelto fuerte.
Yo la quería, la quería en mi vida, de eso ahora estaba seguro, nuestro camino sería largo, pero ahora no tenía dudas de que Evanna Steinner, la entrometida chica de Gryffindor seria en algún momento Evanna Weasley y aunque no lo dijera en voz alta mi corazón lo deseaba y latía tranquilo.
— Te quiero chico Dragón, te quiero enserio.
—Yo también te quiero, mi rayo de Sol.
Por que sí, yo podía ser un dragón algo amargado, que solía apartarse de la gente, pero ella era ese tierno rayo de sol que alcanzaba todo, que entibiaba todo, hasta el más duro corazón.
Había entibiado el mío.
Mi corazón le pertenecía sólo a ella.
El dragón le pertenecía a Evanna.
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