C A P I T U L O 7.
Pasaron las semanas y el dragón se recuperó de manera asombrosa, sin duda que sin Evanna no hubiera sobrevivido, no lo diría en voz alta o lo más probable es que se pusiera fastidiosa y me lo sacaría en cara de por vida. Pero la recuperación del ocicortho había sido sorprendente, creció, ganó peso y empezó a comer adecuadamente, pudo desarrollar sus conductos expulsores de fuego a la perfección y ahora era un dragon en desarrollo.
Tenía que admitir que Eva empezaba a caerme bien aunque aún no podía decir que eramos amigos.
Hoy habían llegado los materiales que pedí para construir el hábitat de las Quimeras, por lo que todos nos habíamos puesto manos a la obra para terminar lo antes posible.
Mediante la magia no era complejo construirlas, pero eran aproximadamente veinte y tenían que estar para cuatro días más.
Las Quimeras eran lo más parecido a los leones para los muggles pero claramente estas eran más fascinantes y peligrosas. Cada pesebre debía tener un alto de dos metros por cinco de largo, por lo que los chicos no estaban del todo contentos, en algunas ocasiones como esta trabajar con criaturas podía ser arduo y cansador.
Yo trataba de hacer lo más que podía no me gustaba que Yusuf se esforzara tanto, si bien el aún estaba sano y autovalente no podía realizar labores de un muchacho de veinte, aunque era testarudo y no le agradaba que tuviéramos ese tipo de atenciones con él.
Estaba junto a mí mientras platicabamos sobre lo que el ministro me había dicho semanas atrás.
— ¿Crees que el ministro está tramando algo?
— No sé si realmente tramando — susurré — pero no le hace ninguna gracia la presencia de ingleses en el país, me preguntó en reiteradas ocasiones por Evanna y cuales eran las intenciones de ella en el sitio, preguntó por Kingsley.
— Ese viejo no es para nada de fiar — asumió Yusuf — Jamás me ha dado buena espina, siempre tiene una cara de que está tramando algo.
— A mí también me genera un aire de desconfianza — confesé
Yusuf me miró con sus ojos grisáceos e hizo una mueca de duda.
— Charlie ¿Han mejorado las cosas entre ti y la rubia?
No pensé que él precisamente me preguntara por Eva, aunque ella y él se habían acercado bastante, sin duda que Steinner había logrado conquistarlo por el estómago y el kuchen de nuez que solía preparar por las tardes cuando terminaba sus labores temprano.
— Sí, creo que ya no la detesto como antes, no quiere decir que haya dejado de hacerlo, pero ya no es en tanta cantidad.
Se rió ante mi respuesta, cosa que dejé pasar.
— ¿Por qué me preguntas?
— Esa antipatía que sientes o sentías por ella supongo que no es gratuita ¿acaso ella te hizo algo en sus tiempos de la escuela?
Lo medité por un minuto, Yusuf no era un hombre que iba con cuentos ni intrigas, pero si le contaba lo que generó mi antipatía por ella lo más probable que sucedería era que me encontrara tonto e infantil y el respeto de ese viejo no lo perdería por nada del mundo.
— Es sólo que es muy entrometida, ya sabes. No la defiendas, en Hogwarts siempre estaba husmeando y queriendo saber todo y eso me frustraba constantemente, era imposible que siguiera una sugerencia o idea si ella no estaba de acuerdo — rodé los ojos.
— Charlie, Charlie. Tendrás que acostumbrarte — me contestó — las mujeres y los gatos siempre harán lo que les plazca, a nosotros los hombres y los perros, no nos queda más que acostumbrarnos.
Reí por ese comentario, denotaba su sabiduría y sin duda alguna su experiencia de vida.
— Creeme que sin haber vivido tanto como tu Yusuf me queda claro.
— ¿Cómo lo harás cuando tengas novia?
— No me gusta tener novia — le dije entre risas — por lo mismo, tienes que hacer lo que ellas quieren, cuando ellas quieren y como ellas lo dicen. Mi paciencia no llega a tanto.
— Cuando encuentres a una mujer con la que quieras pasar el resto de tu vida sin estar enjaulado a este lugar, te darás cuenta que eso es lo que menos importa.
— Si la encuentro sin duda alguna, no será como Eva — comenté bromeando.
Me observó con una leve sonrisa.
— Aún eres muy joven, creeme que precisamente las mujeres como Evanna son las que valen la pena.
— ¿Ah si? Creo que me falta de tu experiencia.
— Pues sin duda muchacho, cuando creces ya no buscas una cara bonita, buscas una compañera que tenga afinidad de la cual cuidar y la que también cuidara de ti.
Por un momento supe que estaba hablando de su difunta Pandora.
— ¿Cuanto tiempo estuviste casado con Pandie?
— Aún estamos casados — me respondió — sólo que estamos en lugares diferentes, pronto nos volveremos a encontrar.
Su respuesta me dejó sin duda con mucho más que pensar, él se había sobrepuesto a las adversidades de la vida, de perder a su familia y yo aun estaba estancado en un punto ciego por cosas que ni siquiera era capaz de afrontar.
Observé a lo lejos y con disimulo a Evanna, estaba concentrada colocando clavos con la varita mágica mientras aserruchaba paralelamente otra casita. Sus cabellos rubios volaban por el viento que corría, tenía las mejillas retocadas por un tono rojizo y tenía una capa de sudor que le perlaba la frente, reía a carcajadas por una tonteria que había dicho Anthony, de pronto se giró y me observó detenidamente, no quise quedar como un imbécil por lo que le sonreí de vuelta.
— Veo que su relación ha mejorado bastante — comentó Yusuf con tono pícaro sacándome de mis pensamientos y dejándome en evidencia.
— Eso parece — fue lo único que contesté y me quite los guantes para ir donde estaban los demás y así, poder salir de esa embarazosa situación.
— ¡Chicos! — grité — es todo por hoy en cuanto a construcción hablamos, tómense un descanso, duchense, coman algo, luego alimentamos a nuestras queridas bestias, limpiamos el desecho y terminamos por hoy.
Eva saltó de inmediato de la estructura que estaba encaramada y se dirigió a lavar las manos al estanque que había a un costado, todos nos dirigimos a las duchas que estaban a un costado, habíamos trabajado mucho y todos queríamos descansar, esperé a que la mayoría usara el baño primero por lo que me senté en el césped un momento, la brisa era reconfortante, amaba con mi vida este lugar, no lo cambiaría por nada en el mundo.
A medida que los vestidores se vaciaron entré y me dí una larga ducha, estaba destrozado y sentía los músculos contraídos por el duro trabajo, poco a poco el agua fue haciendo lo suyo y me relaje, sin duda el agua caliente era uno de los mejores placeres de la vida. Probablemente estuve unos 20 minutos metido en la regadera, estaba sucio y transpirado.
Me sequé y me coloqué un pantalón deportivo que tenía a la mano y estaba limpio, no tenía sentido que me colocara otra vez el overol con el que generalmente trabajaba, sentía las risas de Isaac a través de la madera y también reí, ese chico tenía unas ocurrencias salvajes.
Salí hacia los casilleros para buscar una camiseta y me topé de frente Eva que estaba lavandose los dientes, tenía toda la espuma alrededor de la boca y se veía sumamente divertida. Su expresión de sorpresa por verme a torso descubierto fue más divertida aún, rápidamente escupió y se enjuagó.
— Lo siento, no sabía que estaba ocupado.
— No te preocupes, lamentablemente este lugar es mixto desde que llegaste, antes no nos sucedía esto — comenté con naturalidad.
— S.. si, yo saldré de inmediato.
— No es necesario, no me molesta tu presencia —dije en tono gracioso para aliviar el nerviosismo que se había apoderado de ella pero sólo conseguí hacer que se incrementara. Fijó sus ojos en mi pecho y se sonrojó, creo que yo también lo hice un poco ya que no estaba acostumbrado a que una chica me observara con el descaro que ella lo estaba haciendo.
— Ehh, hay pollo frito allí.. a..fuera, por si quieres servirte — me invitó.
— Que considerada Eva ¿Tu ya comiste? — pregunté mientras rebuscaba en mi casillero.
— Si — comentó con la vista fija aún en mi.
Me acerqué a ella con paso lento y ella se sonrojó aún más.
— Eva...
— ¿Qué sucede? — al parecer no tenía intenciones de moverse de allí hasta que yo me terminara de vestir.
— Sé que te gusta mirarme, pero hay un montón de mierda de dragón que no se limpiará sola y está esperando por ti — susurré a unos centímetros de ella.
Sacudió su cabeza y su cara era un tomate, me reí internamente por precensiar esta escena, era como si nunca hubiera visto a un hombre sin camisa.
— Yo.. a mí — trató de explicarse torpemente — No me gusta observarte.
— ¿Ah no?
— No — dijo con firmeza — sólo estábamos platicando, no es mi culpa que estuvieras sin camisa— se defendió algo ofendida por mi comentario socarrón.
— Mira, yo no estaba hablando de mi ausencia de camiseta — me burle.
—¡Eres un engreído!
— Ya, no te enfades, sólo era una broma — le dije cuando ya me había vestido.
— ¡Ese tipo de bromas no son agradables!
— Pensé que te había agradado.
— No tienes como saberlo.
— Cómo no, te has puesto roja — le acusé.
Sé que en ese momento quiso abofetearme pero sólo entre cerró los ojos con frustración y salió del sitio. Me reí para mis adentros disfrutando de su actitud infantil.
— ¿Qué le hiciste a Evanna? — preguntó Isaac comiéndose una alita de pollo sacando un poco de papel para limpiar su ropa que se había salpicado de salsa de Ketchup.
— Nada, sólo le dije que los desechos esperaban por ella.
— Volveré a repetir lo que te dije hace unos meses atrás Charlie — indicó — si no supiera que eres un amargado, diría que te gusta, aunque para ser honestos, estoy empezando a creer que ambos se gustan.
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