C A P I T U L O 6.
— Estoy muy contento con tu desempeño Charlie, sin duda Wolfric no se equivocó en dejarte a ti a cargo — el ministro Rumano me palmeó con fuerza la espalda.
— Gracias señor Rossi, sólo me gusta hacer bien mi trabajo.
— No seas modesto muchacho, el señor Scamander habló maravillas de ti, eso no lo consigue cualquiera.
Sonreí tímidamente, no me gustaban los halagos porque en realidad a mi me importaba solamente mi trabajo y cuidar de los animales y criaturas que criabamos.
— Dime tengo una duda ¿Cómo te ha ido con la Inglesa que mandaron los londinenses? — usó un tono no muy agradable para referirse a Eva.
— ¿Usted habla de Evanna Steinner?
— Si, si — afirmó con la cabeza y el ceño fruncido — los ingleses siempre andan metiendo sus narices en todo y es obvio que a ella Kingsley la envió para indagar si había alguna irregularidad en la Reserva mágica.
— Le recuerdo que yo también soy inglés señor — lo observé con algo de desagrado.
— ¡Oh muchacho! Llevas tantos años acá que ya eres un rumano, aparte eres de mi absoluta confianza. No te ofendas, así que dime ¿Qué trata la rubia?
No me agradó el tono que usó, si bien Evanna no era de mi agrado en un principio, él no tenía por qué inmiscuirse con el personal que yo mantenía bajo mi cargo.
— Bueno, primero que todo, usted dió el pase para que Steinner pudiera ingresar al país, segundo es una chica inteligente que sabe mucho acerca del trabajo con las criaturas mágicas.
— Eso, eso está bien — comentó bajandole el aire tenso a la situación que el mismo había planteado — Mantenla bajo tu vigilancia, no vaya a ser que los ingleses quieran hacer y deshacer con nuestra reserva.
— Ministro no quiero ser grosero con usted y mucho menos insolente — le comenté de manera seria — pero le recuerdo que las tierras donde está ubicada la reserva son propiedad de la familia Illich, por lo que ni el ministerio inglés ni el rumano tienen que ver.
El hombre me observó con algo de enfado pero tuvo que disimularlo de inmediato.
— Eso está claro muchacho, pero es un atractivo turístico que no podemos permitir que sea robado, ni usurpado por los extranjeros.
— Si me permite darle mi opinión, la reserva no es un atractivo turístico, con mis trabajadores, con el señor Scamander y también en el pasado con Wolfric siempre le dimos un sentido de preservación de las criaturas, que tengan un lugar para reproducirse y evitar la extinción de ellas.
Siguió observandome con suma atención intentando que su rostro no denotara fastidio, algo que le era imposible. Wladimir Rossi era un hombre ambicioso que siempre quiso apoderarse de las tierras de la reserva para crear un gran estadio para Quidditch, algo que el departamento de magia internacional, el de criaturas mágicas y preservación y la familia Illich y Scamander jamás aprobaron.
— ¿Tienes relación con la persona que sería dueña de las tierras Charlie? ¿Le conoces?
— Sí — afirmé — es mi cuñada.
Sus ojos se abrieron de par en par, eso por supuesto no se lo esperaba.
—Sí, ella fue la que cedió las tierras para la reserva. Nina Illich, la hija de John — el auror fallecido era conocido porque su familia fue la única familia mágica en Rumania en la época antigua, al morir la familia, todo lo heredó Nina. — Ahora usa el apellido de mi familia, es la esposa de mi hermano Frederick.
— Oh — dijo en un monosílabo seco. Lo más probable es que haya recordado el nombre de la chica que yo acababa de nombrarle, ex Mortifaga, maestra de enseñanza de artes oscuras, actual auror del ministerio de magia inglés, sin mencionar su fuerte temperamento francés y su emparentamiento con los Malfoy. Enemigos que jamás en su vida el ministro querría tener.
— Singular muchacha — afirmó — Bueno Charlie ha sido un gusto hablar de todo lo que nos teníamos que poner al día — comentó de manera demasiado educada para despacharme — Espero nos volvamos a ver pronto y mantenme al tanto de todo.
— Claro ministro — asentí con la mejor cara neutral que pude — Estamos en contacto.
Salí de la oficina hasteado hasta la medula, no me agradaba para nada ese hombre, se notaba a leguas que era un inescrupuloso, pero tenía en el bolsillo a la mitad de los ministerios extranjeros y al tribunal mágico Draconiano de Rumania con la palabrería barata que desprendía. Caminé por los pasillos del ministerio y me dirigí al correo internacional para dejar la carta para mi madre, con éxito llegaría en dos días a Devon.
El día sería interesante, tenía que ir en búsqueda de repelente para babosas, alimento de los escarbatos, e ir a cotizar material para comenzar a construir los hábitats para las Quimeras que llegarían en un mes. Así que me paseé por la mitad de Rumania en busca de todo. Andaba con una mochila pero con el hechizo indetectable de extensión no tendría problemas para llevarlo todo a la reserva, si soy honesto la conversación con el ministro me había dejado preocupado, llegaría inmediatamente a hablar con el viejo Yusuf para que me aconsejara o me diera su punto de vista, era increíble que aquel hombre le tuviera tanto odio a los ingleses que después de todo le dieron vida al mundo mágico de este país, que trabajaban en él y que siempre estaban ayudando a Rumania.
Cuando llegué a la Reserva estaba terriblemente cansado pero noté el revuelo de todos los trabajadores que se dirigían al establo donde alojabamos a los Dragones bebés. A esta hora por lo general todos estaban yéndose a casa y ahora había un barullo de nerviosismo insólito por lo que supe de inmediato que algo no andaba bien.
— ¡Matthew! ¿Qué está sucediendo? —grité con preocupación mientras caminaba en la dirección donde todos entraban y salían.
— El Ocicortho sueco que estaba enfermo está grave Charlie, esta teniendo una crisis en este momento y no sabemos si sobrevivirá.
De inmediato corrí hacia allá y ví que todos trataban de mantener la habitación caliente, de traer agua, de hacer hervir pociones relajantes y un sinfín de artilugios más. Ví como el pequeño dragón convulsionaba en bajo las atenciones de Evanna que dirigía a todos los trabajadores sin problema alguno y manteniendo una calma total.
— ¿Qué sucedió? —pregunté con exasperación.
— Ya estábamos yendonos a casa — me contestó Isaac — Evanna estaba haciendo la última ronda para vigilar que todo estuviera en orden y en dragón entró en crisis, no ha parado de convulsionar desde hace una media hora.
— ¡¿Han hecho todo?!
— Ya no sabemos que más hacer.
Me aparté y me tendí de rodillas frente a Eva que le daba una poción extraña al animal.
—¿Qué es eso? — cuestione con incredulidad.
— Es poción reveladora, si consigue llegar a su estómago sabremos que es lo que le tiene así — contestó alarmada pero sumamente profesional.
— ¿Y eso sirve?
— No tenemos otra opción Charlie. — en ese momento el dragón lanzó una sustancia verde de la boca.
— Ya sé lo que le sucede, tiene un calculo en su estómago que está impidiendo que haga digestión, morirá si no lo retiro de inmediato.
Me sorprendió su desplante y dominio del conocimiento teórico que poseía y que lo recordara precisamente en ese momento, me levante corriendo en busca del botiquín de emergencias, por que en casos así no se podía recurrir a la magia porque no sabíamos a ciencia cierta que había dentro del Dragon.
Sin más saqué un bisturí que ella me arrebató de las manos y sin titubear le hizo una pequeña insicion bajo el ala derecha, la sangre salpicó un poco sus manos, se había preocupado de todo, incluso de adormecerlo un poco con la varita mágica.
— Dame unas tijeras — me ordenó.
Yo lo hice con rapidez y tenía en las manos mi varita por si necesitaba de ayuda.
— Cuando saque el cálculo tendrás que conjurar un tapón mágico, puede sufrir hemorragia y lo podemos perder por eso ¿Listo?
Asentí. Todo sucedió muy rápido, ella extrajo una bola del porte de una snitch dorada y yo con un rápido movimiento de varita dije con determinación.
— Aresto fluyi — un hechizo para detener las hemorragias.
Ella suspiró y yo le sonreí.
— Eso fue intenso — comentó.
—Si que lo fue.
—¿Cómo está? — se acercaron todos para ver el estado del Ocicortho.
— Debemos ver que tal evoluciona está noche, no debería tener inconvenientes — murmuró.
— Prepararé café — anunció Yusuf — lo cuidaremos por turnos en la noche.
Todos estuvieron de acuerdo por lo que me pidieron ir a sus casas a cambiarse y comer un poco para volver a las horas que vendrían respectivamente, a lo que no tuve ningún problema, nos estábamos convirtiendo en un buen equipo.
Eva se paró de la paja suave y tomó al. Dragon para ponerlo en un cajón con un fuego abajo para mantenerlo en calor.
—Eso fue asombroso — le comenté — no sabía que eras cirujana magica de animales.
— No es algo que le cuente a todos, despues dicen que soy una engreída.
— Gracias Evanna. Eso fue muy impresionante.
— Amo a los animales tanto como tú Charlie.
— Lo sé — la miré con calidez, bueno lo sabía ahora, antes pensaba que había venido aquí sólo para inmiscuirse en la Reserva y hacer carrera, pero con esto mi perspectiva había cambiado aún más a cerca de ella. Me había sorprendido de forma impactante.
—Por qué me miras así? — preguntó.
— No es nada, sólo que creo que somos afortunados de que hayas llegado aquí — susurré provocando que se sonrojara.
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