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C A P I T U L O 32.

Querida Evanna.

Espero de corazón que te encuentres bien. Hace mucho que no sé de tí, tampoco hay un motivo para conocer de tu paradero, lo más probable es que tú no quieras saber de mí. Pero últimamente he pensado, he pensando mucho aunque no lo creas.

¿En qué?

Pues en muchas cosas, sobre todo en tí.

No, no soy un mentiroso Evanna, puedo llegar a presentir la cara que colocarás al leer esto, o incluso cuando Kingsley te diga que hay una carta para tí y que es mía. Como dije, no sabía nada de tí, por eso recurrí a él, sé que va a entregartela y no se perderá sin que llegue a tus manos.

Lo siento Eva, de verdad no sabes cuanto lo siento. Quizás es sumamente tedioso que lo haga por medio de esta carta, pero tengo la imperiosa necesidad de disculparme contigo, por lo que te hice, por como te traté, por no haber insistido contigo , por no haberte comprendido. Pero por sobre todo, por no haberte sabido querer, por no entender que solamente querías tener un amor que fuera tuyo, en exclusivo. Perdón por no haberme puesto en tu lugar, por no entender tu historia de vida.

No justificaré nada de lo que yo o tú hicimos en el pasado, tampoco lo juzgaré, pero si estoy escribiendo esto es porque necesito que sepas lo importante que fuiste para mí, aunque no lo creas. Siempre recuerdo cuando llegaste aquí a la reserva, lo enfadado que yo estaba y lo molesta y tensa que fue nuestra relación en un comienzo, más si reaccioné así era porque detesto salir de mi zona de confort. Tú provocaste eso en mí, cosas nuevas, sensaciones y sentimientos nuevos, cosas que yo no estaba dispuesto a sentir o a tranzar. Por eso fui tan arisco y mal genio, maleducado. Porque sabía en qué terminaría todo, sabría que tu ibas a querer sanar algo que debía de sanar yo, y te arrastraría a eso. Y lamento haberlo hecho, lamento haberte lastimado, aunque no lo creas, lo que más siento de toda esta situación fue la abrupta separación que tuvimos.

Aunque si soy realmente honesto, de no ser por ti, jamás me hubiera liberado de todo ese pasado y de todos los secretos, yo no tenía el valor, tu fuiste la que me impulsó a ir con la verdad, y sí, perdí mucho, pero a la larga recuperé la paz y la libertad que hace tiempo no sentía.

Eres una mujer maravillosa Evanna, que nadie te diga lo contrario, haz sabido reponerte a una vida injusta, de la cual no tuviste elección, más siempre tuviste una palabra de aliento, un gesto cariñoso o un beso de amor para darme.

No sabes como quería quererte, pero me refrenaba cada vez, quería enamorarme pero no era capaz de dejar ir los fantasmas, quería amarte pero no podía ser sincero. ¿Y qué es el amor sin honestidad Evanna? Pues nada, y tu me hiciste ver eso.
El día en que fuimos a ver a tu madre biológica, ella me pidió que te cuidara, jamás te lo dije, porque no necesitas que nadie te cuide, que nadie te diga que hacer, tienes un carácter y poder excepcional además de ser una bruja excelente.

Sólo necesitas que alguien te quiera y te respete sinceramente, algo que en su tiempo no fui capaz de hacer, y me arrepiento, porque tú eres especial, tu sonrisa es especial, lo que expresas con tus ojos es especial, eres como un rayo de sol, entibias todo lo que tocas, todo lo que miras, todo lo que sientes.

Y sí, eres una entrometida, pero es porque odias lo que desconoces, tienes hambre de aprender y eso es algo admirable y muy tedioso, pero jamás dejes de ser así, no cambies ni trances tu esencia.

Espero de corazón que puedas perdonarme, que puedas sacar afuera todo lo que sentiste, y no tengas dudas de que la reserva siempre tendrá las puertas abiertas para ti, no hay nadie como tú Evanna, eres irrepetible, nadie se podría comparar contigo y la persona que esté contigo es realmente afortunada. No creo que sea necesario decir que me gustaría verte, me gustaría volver a sentir tu voz y tu risa.

Sé que estás triunfando y superándote, pero si algo he aprendido en este tiempo y espero que lo estés haciendo, ama mucho Eva, jamás te reprimas de hacerlo, ama con intensidad y de manera sincera, tal y como lo haces, no dejes que nadie apague tu luz, y no respondas ni te sientas responsable de errores que tu no haz cometido.

Espero que sigas amando las galletas de mantequilla y el té con Canela, eso lo dejaste en mí. Dejaste una huella y eso no lo olvidare, no te olvidaré Evanna.

Te quiero.

Charlie Weasley

Salí a dejar la carta al buzón, en la tarde pasaba por aquí el encargado de llevarlas a la lechucería. Por fin me había decidido a escribirle a Evanna. Después de dos meses de pensar en qué decir y en qué colocar en el pergamino lo había hecho. Y por un motivo en especial. Thorfinn Throwle, el mortifago que resultó ser su padre biológico había sido sentenciado a recibirlos el beso del dementor después de muchos años de haber terminado la guerra. Esta mañana lo había leído en el periódico y sabía a la perfección que ella se sentiría culpable y algo triste. Así era Evanna.

Suspiré, el aire de la Reserva era lo único que ahora necesitaba, estar en el mundo que siempre quise, estar con los Dragones y con las criaturas que me daban felicidad. Sí, en mi interior deseaba que ella me contestara, quería retomar el contacto con esa rubia insufrible y entrometida, aunque pelearamos y discutieramos por pequeñeces. Deseaba que ella me perdonara y después de todo por eso yo me había decidido a escribirle.

Ella era sumamente orgullosa, pero después de todo, su actitud fue producto de las cosas que no comprendía, de lo que desconocía y no podía reparar. Ella siempre quiso darme amor, y ahora yo quería darle a entender que siempre en la reserva tendría un espacio especial, en mi corazón, en ese corazón de dragón impenetrable que yo resguardaba de más mayoría de la gente.

Ahora me sentía tranquilo conmigo mismo, con mi esencia y con todo lo que tenía alrededor, si bien me faltaba solucionar ciertas cosas, había aprendido que los procesos toman tiempo y que todos tenemos un ritmo, que las heridas hay que sanarlas de a poco, que no hay obligarse a nada de lo cual no te sientas listo.
Habían cosas que no eran automáticas y ahora después de muchos años entendía cuando mamá decía que en el corazón no se podía forzar nada.

Caminé hacía los bola de fuego chinos que habían empezado su proceso de madurez. Hoy estaba solo en la reserva ya que les había dado el día libre a todos, necesitaba espacio y concentración para escribir a Evanna. Con un balde de trozos de carne me acerqué y comencé a arrojarles el alimento, si bien eran aptos para el vuelo, aún no lanzaban llamaradas. Estaban en la edad perfecta para acercarse, los acaricié a medida de que los alimentaba, yo había nacido para hacer esto, para ser dragonalista y maguizoologo y era algo que me satisfacía por completo.

Dragones, los dragones se habían convertido en mis amigos, en mis compañeros y en mi familia, había aprendido de ellos desde que llegué a Rumania. Que podían ser imponentes y mortales, pero si los tratabas con amor podían darte algo reciproco, su respeto.
Eso debería ser al igual con las personas.

-Charlie -una voz masculina que no pensaba oír me sorprendió en mi labor.

-¿Bill? ¿Qué haces aquí? -contesté sorprendido. Mi hermano mayor estaba allí y se acercó a darme un abrazo, yo le correspondí y me percate que había venido en el auto volador de papá, estaba tan ensimismado en lo que hacía que no percibí que se había estacionado a unos metros de donde yo estaba.

- Quisimos venir a verte hermano. -sonrió y su rostro se iluminó, sus facciones seguían siendo masculinas y atractivas a pesar del ataque que había sufrido a manos de Greyback.

--¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Sucede algo? No esperaba estas visitas tan improvisadas.

Bill sonrió y se volvió en dirección al auto volador. Me percaté que alguien bajó de él. Y de inmediato lo reconocí.

Era Fred.

Era mi hermano y cuando salió, se quedó un momento de pie, observando todo, observandome y meditando cual sería la reacción que tendría, comenzó a caminar en dirección a donde estábamos Bill y yo, con paso tranquilo y con las manos en los bolsillos, gesto que solía hacer cuando se encontraba nervioso. Había pasado aproximadamente un año desde que nos dejamos de hablar, estaba igual, con el corte de cabello que había mantenido en los últimos años, ahora vestía mejor, eso estaba claro y también estaba claro el porqué.

Cuando la distancia que nos separaba se comenzó a acortar mi corazón comenzó a latir rápidamente, estaba nervioso, ansioso y con incertidumbre, pero creí que lo mejor sería también caminar hacia su encuentro, ya que también de esa forma él se sentiría contenido. No tenía que decirlo en voz alta para yo saber que esto había sido orquestado por todos los miembros de mi familia en especial, Bill, mamá y George, a quien me sorprendió no ver allí. Pero por algo pasaban las cosas.

En unos segundos hubimos estado frente a frente y para mi sorpresa su expresión no tenía nada de altanera nada de esquiva, solamente me miraba como intentando escudriñar mis pensamientos o qué era lo que pasaba por mi interior en ese instante.

Fui el primero en hablar, me correspondía, era el mayor de nosotros y había sido es que generó todo esta división. Sentía la mirada atenta de Bill, listo para saltar en caso de que tuviera que separarnos de una pelea, pero yo no tenía ninguna intención estúpida en mente y al parecer Fred tampoco.

- Perdoname Fred. - fue lo primero que dije, con una intención sincera y abierta. -perdoname de verdad, fui egoísta y te traicioné, traicioné tu confianza, te fallé a ti, a la familia pero en mayoría a tí.

En un principio no contestó nada.

-Sé que estás en tu derecho de no hacerlo, y no te juzgaría si no quisieras hacerlo. Pero si te soy sincero no sabía de qué manera acercarme, no sabía cómo llegar a tí, no sabía cuánto tiempo podía pasar para hablar sin llegar a golpearnos.-suspiré y él me observó con cautela.
-Pero si te soy sumamente sincero, me alegra demasiado verte, ver que estás aquí, aunque hayas venido por obligación, por acompañar a Bill o por el motivo que sea lo agradezco, agradezco que hayas querido salir del auto.

No decía nada y eso empezó a preocuparme.

-Me haz dejado sin palabras, idiota. Tenía intenciones de gritarte y de recriminarte otra vez todo lo que sucedió, durante todo el viaje intenté buscar motivos que me hicieran odiarte, pero no los encontré. - soltó con su sinceridad extrema -Te odio por eso.

Y luego de esa frase, me abrazó, hace mucho tiempo no lo hacíamos, siempre hubo esta distancia entre nosotros, algo que nos impedía sintonizar, algo que nos dividía y era esto, algo que ahora al parecer no existía.

-Te perdono hermano, no hay nada más que importe, te perdono y te quiero -dijo por fin.

Luego de un rato Bill se unió a nuestro abrazo.
-Maldición, me harán llorar, mamá estará tan contenta cuando le cuente que ya no están peleados como dos nenazas.

Las risas masculinas no se hicieron esperar. Era grato volver a tener esa camaradería entre todos.
-Pues volamos mucho para sólo venir a abrazarnos, muéstranos algo interesante -murmuró Fred con socarroneria.

-Pues entonces si quieren algo intenso ¿Subamos a un dragón?

-¿Bromeas? ¿Eso es posible?

-Vengan, no morirán calcinados. -pasaron dentro del establo de los bola de fuego que minutos antes alimentaba. - Estos son inofensivos aún, pero lo suficientemente grandes para llevarnos.

Ví la sonrisa iluminada de mis hermanos y sus ganas de volar en ellos. Les expliqué todo y nos posicionamos todos justos sobre uno.

-¡Por Merlín! ¡Es fantástico! -chilló Fred cuando el dragón salió por los aires.

Los oí reír fuerte, de manera fraternal y libre, y esa fue una de las mejores sensaciones que había tenido en años. De las cosas que más amaba, dos estaban allí, mi familia y los Dragones. Y estaba seguro de que la vida pronto se encargaría de traerme la otra.

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