C A P I T U L O 3.
Honestamente las cosas ya se habían calmado desde la llegada de Eva, yo trataba de evitarla lo máximo y la verdad es que ella también desde la última vez que intentó pelear conmigo, yo me abocaba a mi trabajo y ella a sus labores.
Últimamente había mucho trabajo, llegaron escarbatos a la reserva y esos demonios no hacían más que alborotar todo, la mayoría los hallaba adorables, pero a mi no me hacían ninguna gracia, y que se robaran los galones mucho menos. Evanna se había ganado sin consursos ni sorteos el privilegio de cuidarlos, pero cuando empezaron a robarse sus aretes y pulseras ya no le parecían tan simpáticos, aunque no fue capaz de quejarse conmigo.
Me tenía preocupado un pequeño Ocicortho sueco que llevaba varias semanas enfermo, estaba poco desarrollado para la edad que tenía y se alimentaba muy poco, si no se reponía dentro de unas semanas lo más probable es que muriera. Había terminado por ese día y era muy temprano para ser honestos.
— ¡Charlie! Todos hemos terminado ¿por qué no jugamos una partida de Quidditch? Hace mucho no jugamos y aún hay sol.
La idea de Isaac me era sumamente atrayente, hace muchísimo tiempo que no jugaba y sin pecar de engreído yo era un buscador excelente.
— ¡Eso sería excelente! ¿Somos diez no? Cinco y cinco, dos cazadores, un Guardián, un bateador y el buscador.
— ¡Super! — acotó Steven — Iré por las escobas.
Todos estábamos agrupandonos en el terreno junto al lago, hasta que sentí la voz de Yusuf.
—–¡Ni lo sueñen! No me montaré en una escoba.
— Anda Yusuf, eres mayor pero no te pasará nada — rezongaba Isaac.
— ¿Qué pasa? — pregunté mientras me encaminé hacia donde venían ellos.
— Yusuf no quiere jugar — acotó Isaac con fastidio.
— ¿Cómo quieren que juegue? Ya estoy viejo para el quidditch, mi equilibrio ya no es el mismo que el de hace años.
— Yusuf, lo harás bien ¿Acaso nos dejaras sin partido?
— No trates de hacerme sentir culpable Charlie, no lograrán hacerme subir a la escoba.
— ¿Y entonces ya no podremos jugar? — pregunté sin esperanza.
— Pues yo puedo ser el árbitro y Evanna puede jugar — resolvió Yusuf con toda la calma del mundo.
¿Espera? ¿Había oído bien? ¿El había propuesto a Evanna para jugar Quidditch? Si algo yo sabía que a pasaba siempre que una chica estaba en el juego, las cosas se complicaban.
— No — respondí en rotundo.
— ¿Por qué no? — me rebatió Yusuf — Estoy seguro que le agradará la idea, es más le preguntaremos ahora mismo ¡Evanna! — vociferó en dirección a ella que estaba junto a los escarbatos.
Ella miró hacia nosotros con extrañeza y empezó a acercarse de a poco colocándose una mano sobre los ojos, ya que el sol le molestaba, tiró los guantes a un canasto de mimbre y llegó campante hacia el sitio de la reunión que estábamos teniendo.
—¿Qué sucede? —preguntó con tono cantarin.
Antes de que yo pudiera hacer algo ya le habían propuesto jugar, y como ella era incapaz de hacer un paso al costado, ya estaba tomándose el cabello en una coleta y sacando una escoba del montón que Steven había traído del cobertizo.
— ¿En qué equipo jugaré? —preguntó autoritaria — ¿Puedo ser cazadora?
— Espera, espera — la corté — haremos un sorteo.
—No, eso no es justo. Tú quieres ser el buscador de un equipo y nadie te dice que no — contestó de manera sumamente infantil.
— Para tu información... — comencé a decir.
— Chicos, chicos — nos interrumpió Yusuf — no hay motivos para pelear, yo distribuire los cargos.
Mis compañeros me veían con extrañeza y algo de diversión ¿No entendía como no les molestaba su presencia entrometida?
El viejo comenzó a dar las posiciones en las que jugaríamos cada uno y para hacer mayor mi fastidio, la dejó como la buscadora del otro equipo, sabía que lo hizo sólo para hacerme enojar más aún, pero si lo hizo con el fin de hacernos llevar mejor se equivocaba totalmente, yo era competitivo cuando de Quidditch se trataba, no por algo era el mejor buscador del último tiempo, solamente Harry Potter y Viktor Krum quizás podrían hacerme el peso.
— No esperes que sea cortés en el juego — le advertí
—Me sorprende tu caballerosidad.
— Lo de ser caballero no se me da — le contesté cansinamente.
— Pues yo tampoco seré una dama.
No pudimos seguir discutiendo ya que Yusuf dió el partido por iniciado y yo salí disparado para sobrevolar el lago, en sólo dos ocasiones a lo largo de mi vida Ethan Rossier atrapó la snitch dorada antes que yo, y Evanna no me vencería ni por asomo, no lo permitiría, estaba dispuesto inclusive a tirarla de la escoba antes de que lo hiciera.
Los chicos disfrutaban y se reían, Yusuf miraba atentamente mis movimientos, me conocía a la perfección y sabía que no me comportaría bien.
—Te estoy observando Charles.
Medio sonreí, lo sabía.
Fue lo más satisfactorio de mi vida, me lancé en picada contra el lago y lógicamente «Evanna, me entrometo en todo» me siguió, hice un rápido viraje que ella no pudo maniobrar y se fue derecho al agua, la snitch estaba en mis narices y la atrapé rápidamente. Mis compañeros dieron vítores y Yusuf aplaudió no sin darme una mirada de reprendimiento.
Evanna aún estaba en el agua, pero no hizo ningún berrinche, estaba riéndose desde el agua, en menos de dos segundos todos estaban en el agua, lanzándosela con las manos y jugueteando, me hizo recordar mucho cuando hacíamos eso en la playa cerca de casa cuando yo era pequeño, junto a Bill y los gemelos empapabamos a Percy hasta que conseguiamos sacarle una risa.
Hace meses que no me reía tanto, siempre en el refugio las cosas eran divertidas, pero ese día habían sido diferentes, las risas fueron espontáneas y Evanna no chilló ni una sola vez.
— Buenas noches chicos — anunció Evanna al rato, nos quedamos en una fogata que Aiden y Zachary encendieron.
— Descansa — murmuraron todos. Yo le hice un leve asentimiento con la cabeza.
Poco a poco Isaac y yo fuimos los únicos que quedamos alrededor del fuego, a él le agradaba el silencio tanto como a mí por lo que nos llevábamos sumamente bien, cuando dieron las once de la noche, apagamos las llamas.
— Aguamenti máxima— susurró Isaac, nos encaminamos a las duchas que habían en el cobertizo para los trabajadores.
Me metí rápido y sentí que el agua caliente me relajaba los músculos y me quitaba el barro que se me había quedado hasta en el cabello, cuando era pequeño mi madre siempre me refrejaba por detrás de las orejas, ya que según ella yo me ensuciaba más que mis otros hermanos. Sonreí al recordarla, hace mucho que no la veía, me sentía mal e ingrato por ello, pero honestamente no me gustaba ir a Londres.
Cuando salí Isaac ya estaba vistiendose, como nos habíamos quedado hasta tarde, todos se quedarían ese día en el refugio y como Isaac era mi mejor amigo se quedaría en mi cabaña. Me sequé rápido y me puse una camiseta que después reemplazaría por la pijama.
— Sabes, a pesar de todo Eva es una buena jugadora — comentó.
—¿Tu crees? —respondí con desinterés.
— Sí, es muy rápida. Tienes que admitir que hoy estuvo cerca de atrapar la snitch.
—Eso lo dudo Isaac.
— ¿Por qué la detestas tanto? ¿Te hizo algo en alguna ocasión mientras eran compañeros?
Pensé por un momento, sin duda recordaba una discusión que habíamos tenido, pero jamás permití que me importara del todo.
— No — dije encogiendome de hombros.
Me observó con detención y una sonrisa burlona fue dibujandose en su rostro e iluminando sus ojos verdes.
— ¿Por qué estas mirándome así? — le pregunté sin entender.
Dió una breve carcajada y tiró la toalla a la ropa sucia.
— Dime que no te enojarás.
— Esta bien, que estupidez estás pensando.
— Si no supiera que eres un amargado de mierda, diría que te gusta Evanna.
¿Acaso Isaac se había vuelto loco?
Rodé los ojos — Veo que el golpe que te dió la Bludger te dejó algo imbecil.
— Pero no te enfades, dijiste que no lo harías — se rió — sólo era una broma, lo que pasa es que no entiendo por qué te cae tan mal.
— Siempre, su personalidad ruidosa no es compatible con la mía — farfullé entre dientes.
— Creo que te estás empeñado en detestarla sin razón, nadie te dice que la trates como una princesa, pero deberías darle oportunidad de socializar contigo.
— Sabes que eso no se me da.
— Si se te da, cuando fuimos la otra vez al bar muggle socializaste muy bien con esas italianas turistas.
— Eso es porque nunca más las vería, además ninguna era como Eva.
Está vez fue el quien rodó los ojos, no cambiarían la imagen que tenía de ella aunque me dijeran que era una chica simpática mil veces.
— Ya ya, ya está bien don cascarrabias, no es necesario que te pongas como un dragón enojado.
— Vámonos a la cabaña, tengo sueño.
— Si, si. Como tu digas Charlie.
— Eres imposible.
Una vez en la cabaña me acosté luego de ayudar a mi amigo a armar una especie de cama improvisada.
Me puse todas las cobijas encima porque la temperatura había comenzado a descender rápidamente.
Pensé en las palabras de Isaac y en su torpe suposición. Evanna
¿Cómo podía decir que ella podría si quiera llegar a gustarme?.
Imposible.
Jamás en la vida.
Ella era del tipo de muchos de los chicos del refugio, más era muy difierente a lo que yo buscaba en una chica, partiendo en que yo no estaba interesado en buscar una, era bonita, no podía negarlo pero su encanto se veía totalmente empañado al inmiscuirse en todo a lo que no la llamaban y eso era algo que a mí me chocaba totalmente.
Siempre fui de los que preferían estar en silencio.
Y Evanna siempre fue un estallido.
Isaac podía irse al demonio con su teoría.
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