C A P I T U L O 16.
Había pasado una semana.
¿Una semana de qué?
Pues una semana desde que me sentía más tranquilo, más en calma, más liviano.
Sentía que nada, ni nadie podía quebrantar esa paz.
Sólo yo mismo y no pensaba hacerlo en ese momento.
Las cosas conmigo iban bien, y no era precisamente una persona que se autoboicoteara, tampoco le daba mayor vuelta a las cosas. Antes solía poner todo en duda, muchas veces al día y todo el tiempo. Pero eso había provocado que me convirtiera en alguien solitario, y ahora realmente me sentía pacífico, aún era pronto para decir pleno, ya que habían cosas que no podía soltar del todo, errores que no podía reparar y pasado que no podía borrar.
Pero como dicen los muggles, todos merecemos otra oportunidad y realmente quería darmela.
Aún no le contaba a nadie de mi familia que Eva y yo estábamos saliendo, ya que mamá se volvería loca y querría venir a Rumania inmediatamente y honestamente, conociéndome eso arruinaría las cosas.
Me conocía demasiado bien como para saber que cuando alguien me presionaba con algo, yo huía. Lo había hecho en centenares de ocasiones y ahora realmente quería que esto funcionara, en el fondo realmente lo necesitaba.
Me encontraba tomando desayuno cuando de pronto Evanna bajó las escaleras de la residencial, provocando su usual desorden. Ella jamás bajaba en silencio.
— Buenos días — le sonreí. Ella se acercó a besarme, pudimos profundizar el beso ya que aún no había nadie en la cocina, a mí no me gustaban las demostraciones de afecto efusivas cuando había demasiada gente cerca. Los labios de ella se me estaban haciendo muy gratos.
— Tan temprano en pie — dijo bromeando conmigo.
— ¿Perdona? Eres tú la que siempre despierta tarde ¿Sabías que debería notificar a Kingsley por eso?
Se rió mientras encendió la chimenea con la varita, algo que yo no me había molestado en hacer.
— No serías capaz.
Me acerqué hacia donde estaba, jamás me ponía el plan de coqueteo ya que sentía que no era algo que se me diera, pero no me gustaba que me desafiaran en ese tipo de cosas. Ella se sintió algo avergonzada por mi cercanía tan repentina y se sonrojó de inmediato.
— No me desafíes Eva. — le advertí — No me agrada.
Ella me hizo frente con la mirada, una cualidad que tenía desde que eramos estudiantes. Jamás se intimidaba, aunque ahora que la conocía más, podía darme cuenta que algunas reacciones la delataban. Como por ejemplo el calor en sus mejillas o que cada cierto tiempo pestañeaba seguido para infundirse valor. No entendía por qué le colocaba así mi cercanía, ambos eramos adultos, estábamos juntos y yo jamás había hecho algo para incomodarla físicamente. Debo admitir que antes la fastidiaba bastante, pero esa etapa había quedado en el pasado.
— ¿Y si lo hago qué? — contestó jugando, pero la arrogancia que resonó en su voz jamás la había oído.
No se percató de mi movimiento rápido y la tomé por la cintura para sentarla en la encimera del mueble de la cocina. Sin duda no lo esperaba, y yo tampoco sabía bien por qué lo había hecho. No solía ser tan seguro de mi mismo, y mucho menos tan inquieto por así decirlo.
— ¡Charlie! — chilló algo perpleja. Pero no le dí tiempo de que volviera a hablar.
La besé con mayor intensidad, moviendo mis labios contra los de ella con exigencia y con más demanda. Nuestras lenguas se rozaron, la mía exploraba la de ella y la suya se sentía algo tímida antes de tomar confianza por completo. Me gustaba besar a Eva.
Tenía los labios suaves, como si fueran pétalos de rosas, además el aroma a canela que desprendía ya no era desagradable para mí.
Sin intención de ser irrespetuoso, acaricié su espina dorsal hasta su espalda baja, deteniendome justo antes de llegar a incomodarla. No era mi idea que ella pensara que yo quería propasarme con ella. Pero de pronto nuestros propios cuerpos nos empezaron a pedir más, ya que sin pensarlo busqué su cuello para dejar suaves besos en él y ella comenzó morder mi labio interior cuando volvíamos a besarnos.
Comenzó a hacer calor en la habitación. Y si ella no se hubiera tensado puedo imaginar lo que hubiera sucedido.
— Charlie — susurró algo avergonzada y aclarandose la garganta. Se separó de mí y se bajó del mueble en que la había sentado — ¿Ya llegó el correo?
¿Enserio Evanna entrometida Steinner estaba cambiando el tema olímpicamente?
— Sí — le sonreí — está en la mesa. — indiqué — ¿Quieres leer ya las cartas?
— Sí, tengo que ir a darles alimento a los Hipogrifos.
Creo que la había incomodado.
—¿Todo bien? — me acerqué a ella para abrazarla— ¿Te hice sentir incómoda?
— No, no. Enserio. Es sólo que, esos besos no nos los podemos dar aquí.
Reprimí las ganas de molestarla. Pero fue más fuerte que yo.
— ¿Y en dónde podemos según tú?
— No lo sé, ya basta — me sonrió algo enfurruñada. — Dejame leer las cartas que hay para mí.
Rodé los ojos, claramente había algo que no la tenía cómoda cuando estábamos cerca.
Me irritaba el hecho de que la mayoría de las mujeres jamás diga enserio qué es lo que le sucede. Realmente todas eran un misterio sin resolver que yo no tenía mucho interés en descubrir.
La observé se reojo ya que había demasiado silencio en la habitación y generalmente ella se comportaba así cuando alguien le molestaba o cuando era algo relacionado con su familia.
— ¿Sucede algo? — comencé a inquietarme.
Ella no hablaba nada.
— ¿Eva? — me acerqué al ver que no me contestó.
Me senté en la otra silla y miré los pergaminos que había dejado sobre la mesa. Tenían el sello del ministerio Inglés y pude distinguir la firma de Kingsley —¿Puedo? — le pregunté tomándolos.
Ella asintió y yo comencé a leer, Kingsley la había citado a Londres, su madre biológica estaba grave en el hospital y esta era su oportunidad si es que quería conocerla.
— Eva, sólo tienes que hacerlo si tú quieres. Nadie puede obligarte.
— Quiero hacerlo Charlie, necesito verla.
— ¿Estás segura?
— Sí, es algo que tengo que hacer — dijo en un hilo de voz. —¿Puedo ir cierto?
— Por supuesto, eso ni siquiera tienes que preguntarlo.
Medio sonrió.
— Trataré de volver lo más pronto que pueda.
La miré durante unos momentos hasta que me dí el valor.
— ¿Quieres que vaya contigo? Sé que es algo difícil para tí.
— ¿Tú harías eso? ¿Enserio?
— Por supuesto que sí, estaré contigo en esto — tomé su mano que estaba un poco temblorosa y le acaricié.
—Nunca pensé que me sucedería esto.
— Intenta tener tranquilidad — mencioné abrazándola y permitiéndole que apoyara su cabeza en mi hombro.
— ¿Qué pasa si muere Charlie, y no sé más de ella? Si nunca puedo saber por qué me dejó o por qué...
— Eso no es lo importante Evanna— le susurré — eres una buena persona, una bruja inteligente y lo que eres lo llegaste a ser gracias a ti, no a nadie más.
— Pero..
— Sé que no conoces tus orígenes ¿pero realmente importa tanto? Eso no cambiará lo que eres ahora y menos lo que llegarás a ser después. Tú eres la que escoge su destino, tú lo forjas, tú lo construyes, no necesitas a nadie más.
— En eso tienes razón.
— Siempre la tengo.
— Engreído. — me soltó.
— Entrometida— dije besándola para después ponerme de pie. — Vamos, tenemos mucho que hacer.
— ¿Cuando partiremos?
— Cuando tu quieras — le sonreí.
— ¿Al anochecer? — me preguntó.
— Claro, hablaré con Isaac y Yusuf para dejarles todo claro y que se hagan cargo de todo aquí en nuestra ausencia.
— Bueno, tú harás más falta que yo — me sonrió.
— No digas eso — negué con la cabeza. — te has vuelto indispensable aquí, junto con Isaac y Yusuf, eres importante aquí, por lo que eres, por lo que haces y por lo que has logrado.
— Ahora desayuna, yo me encargaré de todo.
Me apresuré a avanzar lo más posible en las labores de la Reserva, no quería dejarles mucho trabajo extra a los chicos. Si bien Eva era lo suficientemente independiente sé que este tema la afectaba. Si yo estuviera en su lugar lo más probable es que también estuviera ansioso, con miedo e hiperactivo.
Me detuve a pensar un momento, iría a Londres, volvería a Londres después de varios años, nunca había vuelto luego de la guerra, no había podido volver, habían pasado casi cinco años. Volver a Inglaterra era como volver del exilio que yo mismo me había impuesto.
No le escribiría a mamá, porque no sabía si sería capaz de ir a casa a pesar de que extrañaba a mi familia, a mis hermanos. Sólo había un sitio a donde tenía claro que iría, quizás era lo que me faltaba para aclarar y despejar ideas.
Londres, Hogwarts, Hogsmeade. Todos esos sitios eran familiares y me traían buenos y malos recuerdos. Pero este no era mi momento, era el de Eva. Yo no quería interrumpir el momento que probablemente esperó toda su vida.
— Así que irás a Londres — afirmó Yusuf a mis espaldas. — Dale mis cariños a tu familia.
— Gracias — dije sonriendo — aunque aún no sé si pueda verlos, no estoy seguro cuanto tardaremos en hacer todos los trámites de Eva y yo quiero estar con ella.
— Aprovecha este viaje Charlie. — me alentó — Sabes que tienes temas pendientes.
Ese viejo siempre sabía todo, era como si viera debajo del agua.
— ¿Me quieres decir algo?
— Londres te lleva al pasado, claramente tu corazón necesita sanar cosas de él. Aprovecha la oportunidad que la vida te está dando.
Lo consideré.
— Gracias viejo, tú siempre tan atinado. Lo tendré presente.
— Eso espero muchacho. Quiero que desde ahora sólo sonrías. Yo yo te he tomado mucho cariño.
Me sorprendió este repentino sentimentalismo de Yusuf, él por lo general no se comportaba así. Pero lo agradecí, el me acompañó aquí desde los dieciocho años que llegué aquí. Tenía gran parte de mi afecto.
— Gracias por todo viejo, te quiero. — le palmeé la espalda y él correspondió.
Cuando llegó la hora de irnos teníamos todo listo. Iríamos en traslador hasta el ministerio y de allí iríamos en barco submarino, era la única manera de llegar pronto, ya que desgraciadamente aquí no estaba permitido desaparecer internacionalmnente.
Cada uno tenía un equipaje pequeño, nos quedaríamos sólo los días necesarios y yo conocía un sitio ideal para que nos quedáramos.
— ¿Estás lista? — le pregunté cuando estaba a punto de activar el traslador.
— Estoy lista, hagamoslo.— tomó fuerte mi mano y con la otra cojimos la bolsa vieja que usamos como tal.
Nuestro destino era Londres y ella y yo teníamos cuentas pendientes allí.
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