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C A P I T U L O 12.

Isaac era el tipo más cabrón que había conocido en mi vida ¿Pretendía que encerrándonos en mi cabaña iba a suceder algo entre nosotros?
Había amanecido y yo ya estaba listo para saltarle encima apenas asomara sus narices por aquí.

¿Cómo podía pensar algo así?

Estaba tomándome un café de grano, que era lo único que tenía en mi cabaña cuando lo ví llegar a la Reserva, me puse de pie de un salto y empecé a golpear la ventana. Lo ví torcerse de la risa de inmediato y sacó su varita. Sin más la puerta se abrió y el muy canalla salió corriendo de inmediato para que yo no le alcanzará. Iba a lanzarle un hechizo pero Eva me distrajo.

—¿Cómo amaneciste? — preguntó en tono amigable — ¿Ya podemos salir?

— Sí — sonreí —  No sé porqué Isaac se comporta así de infantil.

— No le regañes, no fue algo grave. Sólo fue una broma.

— Basta y sobra con mis hermanos, no necesito a más bromistas merodeando.

Se recogió el cabello en una coleta alta, se acercó a mí y me dió un beso en la mejilla
— Buenos días — susurró. Desde hace semanas que esa forma de hablar de ella me provocaba una sensación agradable — Bueno, iré a comer algo antes de comenzar el trabajo.

— Sí vé tranquila, te alcanzo en un rato.
Desde hace días que solíamos comer todos juntos en el comedor de la residencia y Yusuf estaba contento de eso.

Fui a mi habitación y me di cuenta que había ordenado la cama de inmediato, en eso se parecía mucho a mamá. Se comportaba de una manera, femenina, ordenada y cariñosa. Negué con la cabeza y no dejé que mis pensamientos divagaran de más.

Salí y afuera estaba helando de una manera asombrosa, las mañanas estaban muy frías y por más que uno se abrigara no lograba aplacar las bajas temperaturas si no usabas un impermeable mágico, que por cierto era sumamente estorboso.
Mi primera parada era Isaac Foster que por nada del mundo se salvaría de mí.

— Steve ¿Dónde está Isaac?

— Con los colacuernos.

— Ideal — asentí con la cabeza y Steve me observó con curiosidad.
Caminé despacio cuando lo divisé.

—¡Petrificus Totalus! — apunté en su contra para que no pudiera moverse, ni escaparse. Me miró suplicante para que lo soltara del encantamiento. — ¿Qué mierda pasa contigo Foster? — cuestióné con enojo.

Él hizo un atisbo de risa y eso me irritó de sobremanera ¿Acaso no se arrepentía de lo que había hecho?

— Finite—dije después de unos momentos de hacerlo remecerse por los aires sin poder moverse.

—Charlie ¿Qué pasa? No deberías estar tan enojado — se burló —¿Pasaste buena noche?

—¡Callate! — grité mirando hacia los lados asegurandome de que no hubiera nadie — ¿No te das cuenta que si los demás trabajadores me hubieran visto salir del mismo lugar que Eva salió podrían pensar mal de ella?

Su cara se tornó algo preocupada.

— Por...

— Isaac, los demás pueden pensar que tiene algo conmigo

—¿Y eso qué tiene de malo?

— Es la chica nueva idiota

— Lleva meses trabajando acá Charlie, no seas exagerado.

— Lo que no impide que emitan comentarios sobre ella, la broma que hiciste pudo haber perjudicado su reputación, pueden pensar que se acuesta conmigo ¿No lo pensaste?

— Pues no, sabes que la gente aquí no es así.

—¿Ah no? ¿Acaso no recuerdas cuando murió Wolfric? Todos pensaron que yo le había hecho un Imperio para quedar a cargo de este lugar. Perfectamente pueden decir que ella duerme conmigo para tener un rango más alto acá en la Reserva.

En ese momento se dió cuenta de que había cometido un error.
— Lo siento Charlie, no quise hacerlo. No pensé en eso, sólo quería que ustedes...

— ¿Nosotros?

— No lo sé, ustedes parecen llevarse bien y...

— Ahora te crees cupido — le corté de inmediato.

— No es eso, eres mi amigo y veo que te llevas bien con ella aunque intentes negarlo, deberías conocerla.

Me quedé en silencio por unos momentos ¿Debería hacerlo? No estaba seguro de eso del todo.
— Deja de andar intentando tirar flechas y termina con los colacuernos.

Me encaminé a ver a los bola de fuego, alimentarlos y darles un baño, cuando de pronto una caravana de cinco coches tirados por thearstralls entraron en la Reserva. Observé extrañado, hasta donde yo tenía entendido no vendría nadie, ni turistas ni nadie importante para venir en ese tipo de coches. Me adelanté cuando ví que un montón de personas de traje, más un montón de hombres con overol pusieron los pies en el lugar.

Yusuf ya me veía con cara rara y yo ya empezaba a desconfiar.
—¿Buenos días? ¿Qué sucede aquí? — pregunté en tono autoritario.

Un hombre rubio de ojos azules me estiró la mano y me saludó.
— Iván Spencer, subsecretario del ministro Rossi. ¿Dónde puedo hallar a Charles Weasley?

— Soy yo, digame que necesita.

— Traigo una orden del ministerio para instalar las cosas para el carnaval mágico.

¿Qué carajos era eso?

—¿Disculpe?

Sacó un pergamino elegante y de inmediato reconocí el sello del ministro Rossi.

—¿Qué mierda es esto? — comencé a enojarme de verdad, nadie me había dicho nada y realmente me sentía ofuscado.

— Verá Weasley, el ministerio está de aniversario y se realizará el carnaval anual en la Reserva — me explicó en ese típico tono petulante que usaban los lamebotas del ministro, mi hermano Percy también solía usarlo — El ministro cree que es el lugar idóneo para aumentar el turismo en el país y en el lado mágico, las criaturas son una gran atracción siempre.

— ¡Las criaturas no son juguetes maldita sea! — bufé.

— Charlie.. — Yusuf intentó calmarme.

— ¡No! No me calmaré, esta es una falta de respeto hacia las criaturas, hacia todos nosotros y hacia los Scamander. — grité.

— Yo sólo cumplo órdenes Weasley.

— ¡Pues me importan una mierda tus ordenes, quiero hablar con Rossi! Y si no viene ten por seguro que haré que los colacuernos quemen todos estos carritos y la basura que han traído aquí — giré sobre mis talones enfurecido.

Mis compañeros se acercaron y de inmediato comencé a dar órdenes de que no les permitieran instalar nada hasta que llegara el ministro, sabía perfectamente lo que pretendía y era comenzar a usar este sitio de a poco para después sustituirlo por una que otra atracción para simpatizar a los magos extranjeros.

Mi cabeza ardía y daba vueltas a mil por hora, no era posible que realmente tuvieran malas intenciones en este lugar, y este carnaval era el principio, estaba completamente seguro. Golpeé la mesa de la cocina de la residencia con impotencia, yo amaba este sitio, no concebía la idea de que alguien quisiera dañar a las criaturas mágicas o que las quisieran dejar sin un lugar para subsistir.

— Charlie...

La voz de Eva llegó desde la puerta de la cocina.

— No estoy de ánimo Eva.

— Sólo vengo a decirte que el ministro ya ha llegado.

Inspiré tratando de controlar el enojo que se había apoderado de mi cuerpo, me volví y los claros ojos de Evanna me observaban con algo de preocupación.

— Ten cuidado con lo que le dirás al ministro Charlie, recuerda que él puede hacerte perder este trabajo en un movimiento de varita.

Me sentí conmovido, ella se preocupaba por mí enserio, y eso hizo que me sintiera vulnerable, y yo odiaba sentirme así.
— Eva..

Ella se acercó y me dió un abrazo, su cabello olía a Canela, pero no era desagradable como el del té que solía beber, era más suave y cálido.
— No hagas ninguna tontería — me advirtió acariciando mi espalda.

— Lo intentaré — dije cuando me separé y salí del sitio.

El hombre estaba de pie en medio del césped, me lanzó de inmediato una sonrisa fingida y socarrona.
— ¡Charlie! ¿Me dijeron que te enfadaste?

— ¿Qué es lo que pretende ministro? — le increpé de inmediato — La reserva no es ningún circo ¿Qué demonios significa todo esto?

—¡Oh muchacho  tienes que entender que a los magos internacionales y al departamento de cooperación mágica internacional les encanta este sitio! Hay que colaborar para el aniversario del ministerio de magia ¿Qué mejor que hacerlo aquí?

— Las criaturas no son un juego, menos los Dragones.

— Nadie quiere dañar a las criaturas Charlie, el señor Scamander ya fue avisado y estará aquí los dos días que dure el carnaval.

— ¿Dos días? ¿No bastan sólo unas horas?

— No seas aguafiestas muchacho, todos quieren divertirse, tu deberías hacerlo también.

— A mí me pagan por trabajar señor, no por hacer circo — dije con toda mi intención de ofenderlo.

— Tranquilo Weasley — su tono cambió a uno más serio — en dos días la calma de tu reserva volverá.

Realmente no me gustó ese tono en su voz, sabía que tenía algo de atrás y eso me hacía sentir molesto. También decidí en ese momento que empezaría a seguirle los pasos de más cerca, para eso ya tenía en mente a alguien que podía ayudarme.

La tarde pasó y los magos que llegaron a trabajar no tardaron en tener montadas un montón de carpas coloridas, carritos de comida, incluso unos juegos mecánicos de esos que hay en las ferias muggles, pero lo que más me molestaba era que pretendían que las criaturas fueran la principal atracción, cosa a la que yo me había negado en rotundo. Si querían mirarlas podrían hacerlo, pero nada de tenerlas como animales en los circos o a los magos que tenían ciertas condiciones, como los licantropos, animagos o los maledictus.

— Intenta relajarte Charlie.

— No puedo hacerlo Yusuf, tengo un presentimiento, malo por cierto.

— Tranquilo muchacho, aún te falta mucho por aprender.

—¿A qué te refieres viejo?

— No crees que Evanna llegó aquí por coincidencia, llegó por Kingsley. Obviamente el ya tenía a Rossi en la mira.

—¿Tú crees?

— No tengo ninguna prueba, pero tampoco dudas, Shakeltbolt es un hombre brillante, estoy seguro que preparará refuerzos desde Londres en caso de que algo suceda aquí.

— No quiero que les suceda nada a las criaturas.

—¡Oh! Estás igual que Newt, el decía esa frase cada cinco minutos.

Me sonreí, Yusuf siempre tenía la palabra ideal, para los momentos que más lo necesitabas.

Isaac llegó a perturbar la calma como de costumbre.
— Charlie ¿Por qué no vienes a mirar cómo está todo?

— No lo haré.

— ¿No vas a supervisar que todo esté en orden?

— Para eso está Eva, sé que anda mirando todo para después venir a contarme si ve algo irregular.

—¡Oh verdad! Había  olvidado que ahora eran tan amigos — insinuó.

Yusuf puso su sonrisa coqueta y yo no pude evitar sonreír también.

—Anda no seas aguafiestas, hay cosas entretenidas, no tienes porqué alejarte — insistió — además tienes que tener a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más.

—¿Qué tiene que ver eso Isaac?

— Tienes que ver las cosas que ha mandado el ministro con tus propios ojos ¿No crees?

—Creo que por primera vez en mucho tiempo tienes razón Foster.—me dispondría a caminar y verificar indirectamente todo lo que habían colocado.

Los magos extranjeros no habían tardado en aparecerse en el sitio y ya empezaban a llenar la estancia, tanta gente en el mismo sitio me agobiaba, gracias a Merlín, Yusuf, Evanna y Steven se habían ofrecido voluntarios para dar los tours que el ministro "gentilmente" había ofrecido a nuestros visitantes.

Caminé con Isaac sintiéndome sumamente molesto.

— Cambia la cara Charlie, tienes que al menos disfrutar.

— Jamás lo haré, no sé cómo ustedes no pueden sentir el desagrado que yo siento.

— Eso es porque nosotros no somos tan amargados como tú.

Lo único que llamó mi atención fue un puesto de pociones y chucherías que me hizo recordar a mis hermanos, una mujer de cabellera rubia era la que lo atendía. Muchas pociones hervían en los calderos y me dí cuenta que eran pociones de amor por la cantidad de mujeres y jovencitas que estaban a la espera de que preparara más para poder comprar.
—¿Necesitas algo joven? — me preguntó con amabilidad.

— No, sólo superviso que todo esté en orden.

— Tu debes ser Charlie entonces — murmuró — mucho gusto.

— El placer es mío — saludé y también mentí, pero ellos no tenían la culpa de las ocurrencias del ministro.

—¿Quieres llevar alguna? — me indicó las pociones de amor.

— No — sonreí — digamos que no son lo mío.

— ¿Sabes a lo que huele tu amortentia?

— Eso creo — contesté. Hace años que no la olía, y la última vez fue cuando iba en último año y olía como goma de mascar de fresa y galletas de mantequilla, lógicamente que la goma de mascar era por Tonks.

Me pasó un frasco y no tardé en percibir el aroma a galletas de mantequilla, eran las que me hacía mi madre de niño, pero el aroma que percibí hizo que mi estómago sintiera mariposas.
Gracias a Merlín Isaac estaba concentrado en otra cosa, de lo contrario se hubiera dado cuenta cuando mis ojos inconscientemente se fueron donde estaba Eva y los escarbatos.

Había olido galletas de mantequilla y Canela.

El mismo aroma del cabello de Eva.

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