C A P I T U L O 10.
Aún estaba anonadado, no podía creer que algo así estuviera sucediendo.
—¿Usted está seguro de eso? — le pregunté al ministro tratando de contener las dudas.
— Sí, he mantenido la investigación por bastante tiempo y en sumo secreto, tengo a mis mejores aurores e investigadores trabajando clandestinamente para poder llegar a esas conclusiones muchacho.
— ¿Cómo puede ser? No me cabe en la cabeza.
— A nosotros tampoco, pero Rossi nunca ha sido un hombre de fíar, jamás ha tenido escrúpulos.
— Señor Kingsley, si usted dijo que estaba casi seguro de que tiene malas intenciones ¿Cómo nadie acá en Rumania lo ha notado?
— Tiene muchas influencias Charlie, es un hombre con dinero y que siempre ha conseguido lo que quiere.
— Como llegar a ser Ministro — apunté con resentimiento.
Kingsley me miró con empatía y asintió con la cabeza lentamente.
— Creí que lo mejor para todos ha sido avisarte, pero todo tiene que mantenerse aún en secreto, no podemos revelar que en Londres están investigando a Rossi. Eso podría desatar enemistades entre naciones y no queremos otra guerra.
— Por supuesto que no. ¿Pero cómo se dió cuenta de las intenciones de él?
— Bueno, a Rossi jamás le ha interesado en lo más mínimo la fauna mágica, mientras el Refugio de Criaturas le atraiga turistas lo mantendrá, pero debes tener cuidado — hizo una pausa — Un día llegó a Londres sin previo aviso para investigar a los ingleses que trabajaban aquí y hace cuanto tiempo se habían ido de Inglaterra , me pareció sumamente sospechoso.
— Pues lo es —asumí — por lo general el jamás viene hasta aquí.
— Le indiqué a mis hombres que también hicieran lo suyo, que comenzaran a averiguar acerca de él, más ninguno pudo encontrar algo extraño en su expediente mágico. Todo estuvo relativamente en calma hasta que volvió a ir a Londres.
— ¿Y esa vez a qué fue?
— Quería hablar con Illich, tu cuñada. Se enteró que las tierras que la Reserva ocupa habían pertenecido a su familia.
— Cuando habló conmigo la mencionó, más no pensé que ya había hablado con ella.
— No fue una conversación particularmente larga, Nina le dijo que ella cedió las tierras a la familia Scamander y que si tenía que hablar con alguien era contigo que estabas a cargo ahora.
Reí, mi cuñada era bastante apática cuando quería serlo, y lo conseguía.
— Sabes que Nina es un poco intimidante — añadió Shakeltbolt.
— Ni que lo diga Ministro — sonreí.
El hombre se puso de pie y yo le imité, era bastante informal estar teniendo esta conversación en la mesa de la cocina de la residencia, pero acá no había espacio para las formalidades.
— Charlie, te pido que cualquier cosa que notes sospechosa la hables conmigo, o que Evanna me mande llamar de inmediato. En Londres estamos dispuestos a ayudar, aunque esperamos que no llegue a nada esta situación y que sólo sea un mal entendido.
— Por supuesto, cuente con ello. No es necesario que le diga a Evanna que lo mande llamar, ella se tomaría las atribuciones simplemente — sonreí.
Kingsley también lo hizo y rió, conocía sumamente bien a su trabajadora.
— ¿Ustedes dos se han entendido bien? — me preguntó con tono amigable.
— Tengo que admitirle que en un comienzo me desagradó su presencia. Pero ahora ya nos hemos habituado — declaré.
— Steinner es una buena chica.
Lo observé con curiosidad.
— ¿Ella está bien?¿ Era grave lo que ustedes tenían que conversar?
El mago me observó y alisó su túnica.
No entendía como aun usaban esas cosas horrendas.
— Creo que es mejor que te lo cuente ella si así lo quiere.
Asentí, lo más probable es que fuera algo personal.
— Estamos al habla señor Ministro — me despedí y el me dió un apretón de manos cálido.
— Ya lo sabes Charlie, cualquier información te la enviaré por una vía reservada.
Salí a encaminarlo y ahí mismo desapareció.
¿Qué pretendía el ministro Rossi con la reserva? Las criaturas mágicas no le hacían ni causaban incomodidad a nadie, bueno a ninguna persona buena, las malas personas por lo general no entendían la fascinante vida de los animales fantásticos.
Suspiré, la conversación me había dejado agotado y aún tenía cosas por hacer. La semana con mi familia me había dado energía pero no me esperaba que llegara esta preocupación y mucho menos gratuitamente.
Por otra parte pensaba en qué había hablado el ministro con Eva. Durante la conversación que tuvieron estuve dando miradas furtivas hacia donde se hallaban, algo muy impropio de mí, y cuando ella salió de la cocina pude percibir que estaba algo más cabizbaja que de costumbre ¿Tendrá problemas? A mí no me gustaba inmiscuirme en lo que no me correspondía a diferencia de ella, pero no sé por qué la curiosidad me estaba ganando en esos momentos.
Decidí dar una vuelta al rededor de la reserva para localizarla, no sentía movimiento en la planta superior de la residencial por lo que asumía que estaba afuera.
— ¿Sucedió algo malo? — me preguntó Isaac apenas me vió desocuparme con el ministro inglés.
—¿Has visto a Eva?
— Te pregunté otra cosa — frunció el ceño.
— Pues tendrás que esperar ¿La has visto sí o no?
— Está dándoles leche a las Quimeras bebés.
— Gracias — no me molesté en decir algo más, sabía que estaba mirándome como un idiota debido a mi dirección, pero ahora estaba ocupado.
Caminé en dirección hacia los hábitats que habíamos construido para esas especies y efectivamente estaba allí con todas las Quimeras bebés rodeandola, sinceramente era una escena bastante tierna pensando en cómo podían crecer esas bestias.
— Hola — dije en voz relativamente baja para no asustarla — Te estaba buscando.
Ella sonrió y me miró con sorpresa.
—¿Y eso por qué? ¿Vienes a regañarme por algo?
Reí
— No, quería hablar contigo. Ví que saliste algo más seria de la conversación con el ministro y quería saber si estabas bien.
Ella se sorprendió aún más. No entendía porque seguía haciendolo si hace ya bastante tiempo habíamos empezado a convivir en paz. Dejó al cachorro que tenía en la mano con sus hermanos y se puso de pie para hacerme frente.
— Kingsley trajo información para mí, personal.
— Oh. — No sabía que más agregar —¿Pero estás bien?
Suspiró sin saber que responder, al parecer era algo de lo que no quería hablar o de lo que se sentía incómoda. Yo no entendía muy bien a las mujeres pero sabía cuando una situación las incomodaba, ya que de inmediato se colocaban tensas o a la defensiva.
— Sí, eso creo. Era algo que no esperaba.
Mierda ¿Tanto le costaba decir que no quería hablar del tema?
Yo solía irritarme cuando no sabía que intentaban decir las mujeres o no daban un mensaje claro, ya que con esa respuesta no sabía si debía callarme, preguntale más o dejarla sola.
— Tú ... — comencé a decir pero me interrumpió.
— Kingsley vino hasta acá para decirme que habían hallado a mis padres biológicos, me dijo que mi padre estaba internado en un hospital mágico en Austria y que mi mamá era una muggle de la que no se sabía mucho pero que habían dado con sus registros ya que también está enferma.
Me sentí pésimo porque sabía que quería llorar y no lo hacía porque creía que me molestaría o incomodaría. ¿Enserio ella me veía como una persona poco confiable? Eso no me agradaba para nada.
Me acerqué a ella con delicadeza y la rodeé con mis brazos, ella correspondió el gesto y sentí como intentaba reprimir los sollozos.
— Puedes llorar si quieres. No es bueno que lo guardes — le dije acercandome a su oído y dándole una caricia en su mejilla.
De pronto comenzó a llorar tranquilamente y la hice sentarse en la paja fresca, estuvo así hasta que se durmió, no era necesario que dijera algo, mi hermano Bill me había dicho que cuando las mujeres lloraban había que dejarlas que lo hicieran hasta que se calmaran, pero que había que contenerlas e intentar estar ahí para ellas.
La tomé con delicadeza procurando no despertarla, pesaba menos que una pluma, camine por detrás del bosque de pinos ya que no quería que todos empezarán a preguntar que le había ocurrido, hasta que llegué a la cabaña donde yo dormía.
Saqué con cuidado la varita
— Alohomora — susurré y entré con ella.
La dejé con cuidado en mi cama y la cubrí con una manta, ya hablaríamos de lo que sucedió cuando despertara y sólo si es que quería contarme.
Fui por Canela a la residencia, lo más probable es que quisiera una infusión con eso cuando despertara.
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