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Capítulo 25: Búsqueda.

Gohan sobrevolaba el cielo molesto, pero no con otra persona, sino consiguió mismo «Como diablos no había logrado esquivar eso » pensaba mientras aumentaba la velocidad.

La impresión lo había dejado inmóvil, sin poder hacer ni un solo movimiento cuando la pelirroja actuó, dándole un beso. Logrando únicamente observar la tristeza reflejada en los ojos de la justiciera.

Le rompía el corazón saber que de alguna forma le había hecho daño a Videl. Es cierto que era un despistado, a pesar de ello no era un idiota para no darse cuenta que la tristeza de su amiga empezó cuando Ángela lo besó.

El chico cada momento estaba más cerca de ella, su persecución lo había llevado hacia las islas del sur, posiblemente ella estaría a mitad del océano. Cuando sin previo aviso, el ki de la joven desapareció.

Gohan se alarmó tremendamente. No había razón para que su energía vital desapareciera. Asustado frenó un momento, pensando con rapidez en alguna solución viable. Buscarla a siegas no era una opción, tardaría mucho tiempo. Periodo que podía ser vital, en cambio, tenía otra forma de encontrarla con más eficacia.

Transformándose en supersaiyajin para incrementar su velocidad, puso rumbo al templo sagrado, existía una persona capaz de localizar a quien sea.

Pasaron unos minutos para que llegara a dicho lugar, no obstante para Gohan ese poco tiempo le pareció eterno. Al llegar se encontró con una escena extremadamente peculiar.

Piccolo reposaba en uno de los pilares con todas las ropas destrozadas, Dende el dios de la tierra estaba junto a él curándolo. El chico impresionado, corrió hacia ellos, deteniéndose a unos cuantos pasos de ambos.

—Dende, Piccolo, lamento mi intromisión, pero necesito su ayuda —dijo notándose de inmediato su preocupación.

Ambos Namek lo miraron atentamente durante unos cuantos instantes. Parecía que Babidi no solo se había hecho con la ayuda de Paikuhan. El chico ni siquiera se había dado cuenta que su atuendo estaba igual de lastimado que el de Piccolo.

—¿Qué sucede Gohan? —preguntó Dende.

—Es Videl, no puedo localizar su ki y me preocupa que algo malo le haya podido suceder —suspiró —. ¿Podrías localizarla?

—Lo intentare, dame un minuto.

—Si.

El joven dios de la tierra caminó hacia el borde del templo, donde cerró los ojos concentrándose. Gohan únicamente lo miraba esperanzado, si él no podía encontrarla, sus posibilidades de hallarla con rapidez se extinguirían. Apretó los puños, ilusionado de que ocurriese lo mejor.

Pasaron minutos de nerviosísimo para el chico, el lugar había quedado en un silencio sofocante, solamente el sonido del viento rompía tan perfecto mutismo. Dende no se movía ni un centímetro y eso alteraba a un más al hibrido.

—¡La encontré! —musitó de repente abriendo los ojos, dando media vuelta sobre sí mismo.

—¡En serio Dende! —exclamó Gohan, corriendo hacia el dios de la tierra —. ¿Dónde se encuentra?

—Está aproximadamente a diez kilómetros de la capital de sur, a mitad del océano —Bajó la mirada pensativo —. Es muy extraño que se encuentre en medio de la nada.

Gohan no dijo nada, solo quedó de la misma forma «¿Quizá solamente quiera estar sola?» Fue su primer pensamiento, pero algo sinceramente le daba mala espina.

—Es cierto —intervino Piccolo —. No sé qué ocurra entre ustedes dos, y tampoco me interesa. Sin embargo, si algo tiene que ver con Babidi no es muy recomendable que vayas solo. Te acompañare.

El hijo de Goku dirigió su atención al antiguo enemigo de su padre. Conocía la lenta trasformación que tuvo de villano a defensor del planeta. No le molestaba su compañía, no obstante la razón por la que quería encontrar a Videl, era para disculparse, y para tal encomienda, creía innecesaria la ayuda que Piccolo le quería brindar.

En cambio la mentalidad del guerrero Namek era diferente. El presentía que algo andaba mal, tal como lo había dicho Dende, era muy anormal que la joven hubiese escapado a la mitad del mar. Podía ser una trampa, y debido a los sentimientos que conocía el hijo de Goku le profesaba a la joven, sabía que existía la posibilidad que cometiese un grave error.

—Si no accedes, tendrás que pelear conmigo para salir de este templo —anunció serio.

Piccolo era consiente que no le ganaría, al igual que suponía que Gohan conocía ese hecho. No obstante notaba que él estaba desesperado por irse, y tal condición perjudicaba al chico.

—Esta bien, ven conmigo, pero partamos enseguida.

—De acuerdo, pero antes de irnos—Levantó su mano derecha apuntando al chico, soltando un gruñido mientras el joven se cubría en una esfera brillante.

»Tal vez lo necesites —comentó Piccolo al lograr ver a Gohan nuevamente.

La acción de Piccolo había sido cambiar las ropas del chico, proveyéndole de un nuevo gi color naranja como el de su padre, con una pequeña diferencia, el kanji que poseía a sus espaldas representaba al clan de los demonios y no a la escuela tortuga como el de Goku.

El chico agradecido con tal gesto, sonrió, recibiendo una mirada de aprobación por parte de Piccolo. Partieron los dos rodeados por un aura blanca, mientras el dios de la tierra movía la mano de un lado a otro en muestra de despedida.

En esos momentos muy lejos de ahí, la situación que presenciaba el príncipe Vegeta era muy asombrosa.

Había terminado repentinamente su entrenamiento con Trunks en las montañas, al sentir como el ki de Kakarotto, el de su hijo y el Namek, incrementaban de golpe. Sin darle explicaciones a su primogénito salió volando en busca de respuestas.

Atravesó con velocidad casi medio planeta intentando llegar con su antiguo rival para conocer que ocurría, deteniéndose a mitad del mar. El motivo era curioso, la muchachita que siempre acompañaba a Gohan se había interpuesto entre él y su camino.

Aun así el orgulloso saiyajin se dio cuenta que no era la misma. Sentía que emanaba una energía maligna y un aura negra cubría su cuerpo además que su cabeza estaba baja.

—¡Quítate mocosa! Si no quieres que te lastime —advirtió el hombre. Ella no respondió.

»Como tu prefieras —dijo preparándose para atacar.

Mientras tanto Piccolo y Gohan ya se encontraban a poca distancia de Videl. Habían cruzado las ciudades a una velocidad espantosa, sin ninguno de los dos llegar a pensar en la situación que se le había presentado al príncipe, definitivamente era algo que nadie esperaba.

Vegeta con su clásica seriedad extendió su mano, preparando uno de sus mejores ataques, listo para terminar con rapidez el duelo.

—¡El ataque, Bin Bang!

El destello de luz atravesó el cielo acercándose a la chica que no se movió, ni siquiera intentó detenerlo. Pero a centímetro de impactarle el ataque, Son Gohan apareció enfrente de ella, con una esfera de energía entre manos.

—¡Ha! —exclamó el hibrido arrojando su propio ataque.

Siendo una débil ofensiva la del príncipe, esta fue fácilmente devuelta, haciendo que Vegeta tuviese que quitarse para evitar el impacto.

Sin esperar ni un instante el chico utilizó su súper velocidad, colocándose enfrente del esposo de Bulma. Ambas miradas serias se cruzaron, ningún de los dos dijo nada, quedando en esa posición, hasta que Piccolo apareció.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó con seriedad Vegeta.

—Podría preguntarte lo mismo —respondió Gohan con el mismo tono.

En tanto ambos saiyajin arreglaban sus problemas, Piccolo se dio cuenta que la joven no se movía, estaba tentado en acercarse y saber que le ocurría, notaba al igual que Vegeta el ki maligno que expulsaba la chica, lamentablemente al tener la cabeza baja, no podía darse cuenta si estaba poseída.

El cambio en la energía de Videl había sido igualmente detectado por Gohan. No obstante el chico creía conveniente ocuparse primero de la situación de Vegeta, antes de acercarse a la justiciera.

—Vegeta si realmente eres el príncipe de la raza saiyajin, sabes que este es mi asunto —hizo una pausa —. Supongo que como guerrero de clase alta respetaras eso.

Vegeta y Piccolo lo observaron, incrédulo el namek por sus palabras, era más que obvio sus intenciones de atacar el orgullo del príncipe. Sonriendo y cruzándose de brazos, el esposo de Bulma habló:

—Está bien, hazte cargo, no me interpondré en lo absoluto —declaró alejándose un poco del chico.

—¡Vegeta! —Esta vez fue el turno del Namek para hablar —. ¡No seas estúpido! Sabes que no es buena idea.

—¡Cierra la boca Piccolo! Lo que haga o deje de hacer no es cosa nuestra. Si llegas a interponerte te destruiré —miró de soslayo a Gohan —Si él no lo hace primero.

Piccolo retrocedió nervioso, resignado a solo mirar. Ahora solo le quedaba rezar a Kami para que el hijo de Goku tomara las decisiones correctas.

—Gracias Vegeta —musitó Gohan.

—Sera mejor que no hagas el ridículo —suspiró cerrando los ojos, mostrando una pequeñísima sonrisa —. No defraudes el orgullo saiyajin.

El híbrido le devolvió el pequeño gesto, centrándose posteriormente en Videl. Curiosamente en el momento que ambos se alejaron de Gohan, la joven se puso alerta, se colocó en posición de combate, visualizando todos que tristemente su temor era cierto, la letra "C" estaba sobre su cabeza.

Gohan tragó saliva nervioso, poniéndose en la posición defensiva de los supremos kaio enseñada por Shin. No sería un duelo fácil.

Vegeta y Piccolo estaban atentos al combate, sabían que Gohan no la enfrentaría como lo haría con normalidad. Posiblemente tendría una estrategia, o la buscaría durante el trascurso del combate.

Por su parte Gohan sin saber lo que sus compañeros meditaban, elevó su poder transformándose en la segunda fase del súpersaiyajin. Ambos espectadores quedaron algo impresionados, aunque no lo mostraran ¿Qué planeaba Gohan? Fue el pensamiento de los dos.

Sin embargo el hibrido no se detuvo ahí, siguió aumentado más y más su ki hasta que nuevamente apareció. Un brillo imponente se desató, cubriendo todo el lugar, dándole la bienvenida a su estado místico.

Ahora si no se hizo esperar las muestras de sorpresa de parte de ambos guerreros Z. Gohan no había usado dicho estado desde que regresaron del planeta supremo ¿Por qué iba usarlo contra ella? ¿Qué esperaba lograr? Muchas dudas invadían la mente de Vegeta y Piccolo intentando entender que tramaba el hijo de Goku.

El chico suspiró viéndola a los ojos, no necesitaba muchas explicaciones para saber cómo había acabado así, el sentimiento negativo la había dominado el suficiente tiempo para que Babidi hiciese su jugada, le pesaba saber que por su culpa en un abrir y cerrar de ojos ella hubiese sufrido eso, y aunque intentaba ser fuerte frente a los demás, estaba destrozado al saber que tendría que pelear con la justiciera en esas condiciones.

Un duelo entre justicieros estaba por comenzar.

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