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Capítulo 22: Dificultades.

Momentáneamente la tranquilidad se había apoderado de la tierra. Babidi no había hecho ningún movimiento, y los medios de comunicación cedieron en su hostigamiento a los dos jóvenes. Por primera vez había una calma verdadera para todos los defensores del planeta.

Tal hecho fue muy bien aprovechado por la científica más importante del mundo. Bulma Briefs se encontraba preparando todos los detalles para su nueva fiesta. Esta vez la cumpleañera era nada más y nada menos que su gran amiga Milk. Para ese festejo faltaba aún mucho tiempo, no obstante ella quería tener todo perfecto.

Después de supervisar cada detalle de la celebración. Caminó hacia su laboratorio, sentándose en la computadora central, encendiendo la máquina. Para Bulma organizar la festividad no significaba ningún problema, lo complicado vendría después. Ella tenía como objetivo lograr que Goku sorprendiera a Milk con algo ¿El qué? Era ese el problema.

Olvidándose por ahora de esa cuestión, se concentró en redactar con rapidez un pequeño escrito, imprimiéndolo posteriormente. No era su mejor obra, aun así le valía para el propósito que tenía en mente.

Mientras tanto en la casa de Mr Satan. Ambos chicos se encontraban sentados en el jardín del hogar, teniendo los dos un libro entre manos, además de varios más junto a ellos. El fin de semana había llegado. Gohan había cumplido su primera semana de clases en el Instituto Estrella Naranja, y ahora se dedicaba a cumplir su promesa de ayudar a su amiga con los temas que no entendiese.

Esa tarea era muy sencilla para él. Cualquier supremo Kaiosama tenía que tener una grandísima gama de conocimientos de todas las especies del universo. El chico no ocupaba ese puesto, sin embargo su tutor de la infancia, sí que lo poseía, provocando que él tuviese que aprender casi lo mismo que Shin durante su infancia.

Curiosamente el planeta tierra fue uno de los más complicados de ilustrarse con éxito. Shin poseía muy poca información de los terrícolas, sus costumbres y tradiciones se modificaban con una rapidez increíble, por suerte lo que si perduraban eran los conocimientos básicos, como las matemáticas, física, idiomas, astronomía entre otras ramas. Por tal motivo el protector de Gohan decidió centrarse en conocimientos que sabía no sufrirían cambios tan rápidos.

—¡No entiendo nada! —Se quejó Videl haciendo una mueca de desesperación.

—Es sencillo —mencionó Gohan sonriendo —. Mira. El movimiento rectilíneo es cuando un objeto describe una trayectoria recta respecto a un observador, y es uniforme cuando su velocidad es constante en el tiempo, dado que su aceleración es nula.

La cara de Videl fue de incredulidad total. Las explicaciones elaboradas no eran muy de su estilo, prefería mucho más la práctica que la teoría. Gohan al ver su expresión, se llevó una mano al mentón, quedando pensativo, necesitaba otra forma de explicarle.

Al paso de unos minutos chasqueó los dedos, levantándose de un salto, ofreciéndole la mano a la chica para que le imitara. Videl consternada, así lo hizo.

—Creo que será mejor enseñarte de otra forma —Levantó su mano a la altura del pecho, extendiéndola lo más posible —. La definición que te acabo de dar, es simplemente un objeto que avanza en línea recta y a la misma velocidad.

Al terminar de hablar, arrojó una pequeña esfera de ki al cielo. Procurando lanzarla con lentitud y en una dirección especifica. La bola se elevó más y más, hasta el punto de desaparecer.

—El objeto nunca cambiara su rapidez y siempre ira en la misma dirección —concluyó Gohan mientras la energía desaparecía de su campo de visión.

—Entiendo —murmuró Videl, sonriendo de oreja a oreja —. Es mucho más sencillo de lo que parece.

—Así es, ahora que entiendes la definición, solo falta resolver problemas, además de hablar de los otros temas, como caída libre, tiro parabólico, vectores... —La sonrisa de la justiciera se fue apagando, mientras que la de Gohan crecía.

«No cabe duda que eres un chico muy especial» pensó Videl en tanto Gohan seguía mencionando temas.

—Bueno será mejor continuar —dijo el chico, sacando a la joven de sus pensamientos.

Videl tragó saliva resignada, tendría un largo día. Por suerte para ella, el timbre del hogar se escuchó en esos momentos, salvándola.

—Yo abro —La chica desapareció más rápido que un rayo, dejando a Gohan sorprendido.

La joven recorrió con rapidez los pasillos de su hogar, llegando al portón de su domicilio, abriendo las puertas de par en par. La calle estaba vacía, solamente un gran auto con la marca de la Corporación Capsula permanecía estacionado al otro lado de la banqueta, estando frente a ella, un señor con lentes negros, piel blanca, y pelo negro.

—Buenos días, se encuentra el joven —Hizo una pausa revisando un pequeño paquete que cargaba entre sus manos —. Son Gohan.

Videl no logró responder, cuando la voz del susodicho se escuchó:

—Soy yo —mencionó, acercándose a los dos.

—La señora Bulma Brief le envía esto. —informó entregándole la caja —. Con su permiso me retiro.

Sin decir ninguna palabra más, el hombre se fue, dejando a ambos chicos asombrados. Gohan y Videl voltearon a verse mutuamente. La palabra extraño se quedaba corta para lo que acababa de suceder. Ellos no esperaban nada, y mucho menos de la mujer más rica del mundo.

El semisayajin bajó el paquete, colocándolo con delicadeza en el suelo. No sabía que podía contener, quizá era algo frágil.

—Gohan ¿Enserio conoces a la científica Bulma Brief? —preguntó Videl sorprendida. Era quizá la única persona más rica que su padre. El moreno negó con la cabeza.

—En realidad no lo sé, creo que llegaron a presentarnos cuando era solo un niño, sin embargo debido a mi corta edad no lo recuerdo.

—Entiendo —respondió. El chico no dejaba de darle sorpresas —. Pues que esperas, abre el paquete.

Él asintió, quitando cualquier tipo de pegote que pudiese tener el cartón. Al abrir la caja quedó atónito. Encontró su antiguo gorro color rojo que vistió la última vez que estuvo en la tierra. Aquel que cayó de su cabeza antes de ser raptado por Raditz. Lo sacó lentamente, observándolo durante unos segundos. Tantos recuerdos en ese pedazo de tela, simbolizaba para él su cambio a otra vida.

Tal situación fue notada por Videl, podía ver el deje de tristeza combinado con nostalgia que tenían los ojos del moreno, parecía estar divagando dentro de su mente, intentando recordar cada detalle de algo. Queriendo demostrarle su apoyo, se acercó, tocando su hombro, sobresaltándolo.

—¿Estas bien? —preguntó con delicadeza.

—SI —Aquella respuesta fue casi un susurro.

La joven desvió ligeramente la mirada hacia la caja, descubriendo una segunda cosa. Escondido a simple vista, un pequeño sobre color blanco permanecía recargado en una de las esquinas del contenedor. Estiró su mano, sacando del interior el objeto.

—Gohan.

El chico centró su atención en ella, observando momentáneamente dicha pieza que mantenía entre sus manos.

—Tal vez deberías abrirlo —sugirió la joven entregándoselo.

Gohan tomó el sobre, abriéndolo, encontrándose con el siguiente mensaje:

"Para Son Gohan:

Lamento que nuestra primera forma de contacto sea así, sin embargo no tenía otro modo de hablar contigo. Necesito tratar un asunto muy importante referente a tu madre.

Me gustaría que nos viéramos lo antes posible, me encontraras en la Corporación Capsula, si deseas puedes venir solo o acompañado. Espero tu visita, me alegraría conocer al primogénito de Goku.

Att: Bulma Brief"

Gohan releyó varias veces la carta frente a la curiosa mirada de Videl. La cual solo veía como los ojos del chico se movían con rapidez al pasar cada palabra.

—¿Y bien? —cuestionó impaciente.

—¿Te gustaría ir a la Corporación Capsula? —soltó de repente, mirándola a los ojos.

Exactamente en ese lugar. La esposa de Vegeta movía de un lado a otro un pequeño lápiz que sostenía entre sus dedos, viendo por la ventana del laboratorio la gran nave de su compañía que servía como máquina de gravedad para su esposo.

Ese día el príncipe no se encontraba ahí, se había llevado a su primogénito a las montañas para entrenarlo. Debido a que consideraba pésimo el rendimiento que tuvo contra el androide Diecinueve.

Se mantuvo sin hacer ningún otro movimiento, cuando de pronto escuchó las puertas de cristal del laboratorio abrirse. Volteó, encontrándose con su madre acompañada de dos jóvenes. Mostrando una sonrisa, dejó de jugar con el lápiz, avanzando hacia ellos.

—Bulma, estos dos jovencitos desean verte —mencionó alegre la mujer.

—Muchas gracias mamá, yo me encargo—. La señora asintió, abandonando el lugar.

»Gracias por venir, les prometo no hacerles perder mucho tiempo —dijo a los dos chicos, caminando hacia el semisaiyajin —. En verdad tienes un gran parecido a tu padre, Son Gohan.

El joven desvió la mirada apenado, carraspeando levemente. Mientras tanto Videl no perdía detalle del lugar. Una mesa central donde se encontraba la gran computadora acompañada de varios recipientes, como probetas y tubos de ensayo, un pizarrón en una de las paredes de color azul, además de varias lámparas ovaladas en el techo.

—Perdona por mi atrevimiento, es solo que me sorprende volver a verte. —declaró la cientifica retrocediendo —. Me puedes decir, quien te acompaña.

Al escucharla, la joven regresó su atención a la mujer, oyendo las palabras de Gohan:

—Su nombre es Videl, es mi amiga y la primera persona que confió en mí —mencionó agradecido.

Bulma al igual que ocurrió con Milk no fue distante al tono que uso Gohan al presentarla. Presentía que existía algo más que una pequeña amistad entre esos dos. Sin embargo prefirió no meterse en eso por ahora.

—Mucho gusto Videl —dijo Bulma centrándose en la chica.

—Mucho gusto señora Brief.

—No es necesario tanta educación, por favor solo dime Bulma —Ella asintió.

El moreno endureció la mirada, decidiendo concentrarse en el tema central de esa reunión:

—Bulma tu carta decía que tenías algo que hablar respecto a mi madre —comentó Gohan.

—Así es. No te preocupes no es nada malo, solamente quiero informarte de la fiesta de cumpleaños de tu madre.

Sin más dilación la multimillonaria explicó todo sobre la celebración. Todas las fantasiosas ideas de la mujer fueron expuestas a los jóvenes, quienes llegaron a quedar pasmados del gran festejo que quería realizar.

—La fiesta se realizara dentro de veinte días —finalizó Bulma.

—Entiendo —dijo distraído.

Ambas mujeres se sorprendieron por la respuesta, y no precisamente por ser algo extraño, sino por el tonó, parecía haberse puesto pensativo.

Igualmente tal situación no volvió a repetirse. Después de terminar de hablar Bulma, ella fue puesta al tanto de todo lo que ocurría con detalle y del pasado de Gohan. Para el final del día la científica ya estaba bromeando con ellos como una familia.

Los días pasaron y nuevamente el lunes llegó, trayendo consigo el reinicio de las actividades.

Aquella consigna aplicaba para todos. Entre ellos claro, la hija del salvador del mundo y su discípulo número uno. Gohan y Videl se dirigían al instituto Estrella Naranja, donde nuevamente fueron recibidos por un montón de miradas.

Ambos ya acostumbrados a dicha atención, avanzaron por los pasillos de la escuela rumbo al salón de clases, sin prestarles mucha atención. En el aula se encontraron con Iresa y Sharpner, empezando la chica a lanzar sus comentarios románticos a los dos jóvenes.

Un poco sonrojados pero logrando aparentar que no les afectaba, tomaron asiento, esperando a la profesora, que no tardó en llegar. El día pasaba sin muchos contratiempos. Los maestros explicaban temas que ya eran del total entendimiento del joven, dedicándose el chico a pensar en un asunto que había ocupado su mente desde que vieron a Bulma.

En un abrir y cerrar de ojos las clases estaban por terminar, solamente la materia de deportes separaba a los alumnos del fin de las actividades académicas. En su mayoría fastidiados o cansados, los alumnos avanzaron hacia las canchas del lugar, para terminar cuanto antes su martirio.

Frente a los ojos de los alumnos se encontraba el campo de béisbol. Las almohadillas acomodadas en sus respectivos lugares, la línea que guiaba a los jugadores, algunos árboles al fondo y la reja de metal detrás del sitio de bateo para evitar la pérdida de las pelotas.

—Muy buenos días alumnos —dijo el profesor apareciendo —. El día de hoy practicaremos béisbol. Por favor formen dos equipos de once jugadores.

Gohan observó durante un instante al hombre. Era alto con piel bronceada, ojos negros y pelo del mismo color.

Cuando en ese momento sintió como su chaleco era jaloneado. El semisaiyajin volteó, encontrándose con una joven de cabello rojizo, que sonreía alegremente.

—Gohan ¿te gustaría estar en nuestro equipo? —preguntó acercándose aún más al chico.

—Claro —dijo inocentemente.

Un poco alejada de ellos, Videl no perdía detalle de la escena. Dicha joven era muy conocida para la justiciera. Se trataba de Ángela, una chica de bonita apariencia, pero sobretodo muy coqueta.

El equipo de la joven pelirroja parecía muy contento. Si tan hábil fue el moreno para ser el discípulo de Mr Satan, de seguro lograría hacerlos ganar el partido con facilidad. Lamentablemente ese tipo de pensamientos se vino abajo en el momento que Gohan habló:

—Disculpen, me podrían explicar ¿Cómo se juega esto? —preguntó sonriendo, llevando su mano derecha detrás de su nuca en el gesto clásico de su familia.

Los jóvenes cayeron de espalda. Definitivamente no esperaban eso.

Finalmente después de unos cuantos minutos explicándole lo fundamental. Los dos equipos estaban listos. Gohan y Videl estaban en lados contrarios, para muchos ese partido podría ser muy interesante.

El juego dio inicio. Para el tercer Inning ningún lado llevaba la delantera. Gohan era el pitcher de su equipo, debido a que esa posición a primera vista requería de menos conocimiento de las reglas. Solamente tenía que dedicarse a lanzar, midiendo su fuerza.

Dicha consigna comenzaba a facilitársele al joven mediante más practicaba. Al principio le costó horrores medir la rapidez con la que salían los lanzamientos. Por suerte ahora podía hacerlo con un poco más de facilidad.

Gohan secó el sudor de su frente, sonriendo al ver a su siguiente rival. La justiciera pasaba por primera vez a la zona de bateo con sus facciones orgullosas adornando su rostro. No dejaría que el chico se llevara toda la gloria.

El joven llevó la pelota al guante listo para lanzar, pero se detuvo al escuchar un grito a sus espaldas. Todos los presentes dirigieron su atención al ruido, descubriendo a un sujeto de piel color blanco, con zonas violetas en el abdomen, hombros, un sector superior de la cabeza, antebrazos y la zona tibial. El cual arrojó despiadadamente un rayo hacia la caja de bateo.

En segundos la zona se cubrió de una neblina hecha de polvo. Los alumnos tosían y gritaban debido al miedo que les provocaba la situación. El profesor, en cambio, solo permanecía quieto, intentando descubrir que ocurría.

Y como si fuese magia, la nube se disipó de un segundo a otro, debido a una fuerte ventisca que alejó todo rastro de polvo. Los presentes comenzaron a voltear en todas direcciones, descubriendo tarde o temprano algo que los dejó anonadados.

Parado unos centímetros delante de la almohadilla de home. Gohan brillaba con intensidad, cubriéndolo el aura típica del súpersaiyajin, mirando con furia al sujeto que tenía enfrente, mientras tenía a sus espaldas a Videl quien simplemente admiraba la trasformación del chico.

—Freezer —murmuró Gohan. Giró su cabeza hacia el profesor de educación física —. Lleve a todos adentro, y no salgan bajo ningún motivo.

El hombre asintió en tanto se levantaba y reunía a cuanto alumno podía.

—Gohan —susurró Videl a sus espaldas.

Ella no era tonta, sabía muy bien que estuvo a punto de morir, simplemente fue una espectadora más, cuando el rayo se acercó a su persona. Consiente que no podría esquivarlo, intentó en vano cubrirse con sus manos, mientras cerraba los ojos. Sin embargo para sorpresa suya, el ataque nunca la tocó, en cambio una pequeña sensación de calor recorrió su cuerpo.

Al abrir los ojos se había encontrado que estaba de rodillas en el suelo sin ningún rasguño. Descubrió rápidamente el motivo de aquello. El moreno se había interpuesto, recibiendo él la arremetida. Lo observó durante un instante, admirando que ya no era el mismo. Se había trasformado. Enmudeció, esperando únicamente a saber que ocurriría.

—Por favor Videl huye de aquí —Su voz era imponente.

—Vamos —El profesor llegó, tomándola de un brazo, levantándola del suelo.

Todavía aturdida, accedió, alejandose de ahí. Gohan comenzó a avanzar unos cuantos pasos hacia su recién aparecido enemigo, imitándole el emperador del mal.

—Es bueno verte de nuevo Son Gohan.

—No puedo decir lo mismo de ti, Freezer.

El chico no perdía detalle de su rival. Era tal cual lo recordaba de aquella vez. En esa ocasión donde mató a su protector e intentó hacerle lo mismo. La furia lo inundaba, cerró con fuerza los puños mientras sus dientes chocaban entre sí. Acabaría con él con sus propias manos, lo haría sufrir por todas sus fechorías.

Freezer por su parte estaba sereno, mirando a detalle todos los cambios que había sufrido el hibrido en tantos años. Era claro que sería un combate mucho más que divertido.

En tanto, ocultos entre las grandes montañas Paos.

Goku y Goten practicaban y jugaban sin ninguna preocupación. Goten saltaba entre las verdes montañas cuando sintió una energía aproximándose a él. Haciendo gala de sus reflejos como luchador logró esquivar el ataque, provocando tanto en su padre como en él, ponerse instintivamente en posición de combate.

—Es bueno verte de nuevo Goku —Escucharon padre e hijo, observando como una figura descendía del cielo, postrándose en medio del valle donde se encontraban.

Goku abrió la boca sorprendido, conocía muy bien a la persona que tenía enfrente. Ese aspecto de insecto color verde y esa sonrisa tenebrosa era más que recordada para el padre de Goten.

—¡Cell! —dijo Goku recorriendo una gota de sudor su mejilla.

—Me alegra saber que no me has olvidado —mencionó con tranquilidad.

—¿Qué haces aquí?

—Babidi me brindó una oportunidad de regresar —Llevó una mano a su cabeza, apuntando con un dedo a su frente donde se distinguía la letra "C" —. A sí que será mejor dejar de charlar y comenzar lo realmente importante.

—Ya veo —Dirigió su atención a su hijo que miraba desde unos cuantos metros detrás de él —. Goten vete de aquí.

—¡No! yo quiero ver.

—¡Deja de quejarte! lo que estoy por hacer no es apto para niños.

Resignado el chiquillo aceptó, empezó a emprender vuelo lejos del lugar, pero Cell no tenía las mismas intenciones. El androide arrojó una esfera de energía hacia el segundo hijo de Goku, intentando derribarlo, sin embargo el saiyajin se interpuso, desviando de un manotazo el ataque.

—¡Este combate es entre tú y yo Cell! —dijo molesto.

—Está bien —miró al niño —. Lo dejare ir, al fin y al cabo eres tú el que me importa.

Goku volvió a colocarse frente a Cell mientras Goten desaparecía en el horizonte. El saiyajin aumentó de golpe su ki, llegando a la segunda fase del súpersaiyajin. Sin decir ni una sola palabra comenzaron la pelea.

Golpes, patadas, esferas de energía, simplemente aquello podría definirse como un duelo a muerte. Goku tendría que darlo todo para derrotar nuevamente al androide que se creía un ser perfecto.

Aun así padre e hijo no eran los únicos que tenían problemas. En el templo sagrado, Piccolo había dejado caer su capa al suelo al encontrarse a otros de los sirvientes de Babidi llegando al lugar.

La mirada del ser parecía perdida. El Namek no entendía como un sujeto como él había caído en manos del mago malvado. Por lo poco que sabía de ese individuo no poseía maldad en su corazón, es más el mismo Goku lo denominaba como un peleador lleno de bondad.

A pesar de eso, en ese momento el combatiente del otro mundo Paikuhan era su enemigo al servicio de Babidi.

—Supongo que no viniste a platicar —inquirió al ver al sujeto prepararse para pelear.

Paikuhan atacó, impactó un puñetazo en la garganta de su rival, cambiando con rapidez de posición, se colocó detrás del Namek propinándole un segundo golpe en la espalda que lo mandó a volar.

Piccolo no desistió, frenó bruscamente, logrando desaparecer cuando el luchador del otro mundo estuvo apuntó de impactarle una patada, reapareciendo en el momento justo para darle varios puñetazos en el rostro.

El guerrero del otro mundo logró recuperarse, enfrascándose en un intercambio de ataques que no resulto en nada conciso. Los dos tuvieron que separarse momentáneamente, planeando alguna forma de inclinar la balanza a su favor.

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