1._Eficiente
El agradable clima y aire perfumado a flores hacían del paseo del ángel algo realmente revivificador. El dios dormía. Llevaba así varios meses y él jamás hubiera interrumpido su descanso de no ser porque detectó algo inusual que lo hizo detener su caminata. Se quedó viendo hacia el lado norte, arriba, en el cielo un instante antes de hacer aparecer su cetro en su mano derecha.
-Sera mejor que informe de esto al señor Bills o se enfadará conmigo- se dijo después de observar con atención el orbe oscuro en el extremo superior de su bastón- Aunque también se enfadará si lo despierto a esta hora del día, no teniendo algo delicioso que ofrecerle para calmar su estómago- reflexionó haciendo un cuatro con los brazos y apoyando la palma de su mano en su mejilla como sosteniendo su cabeza- No tengo opción. Al fin estoy siguiendo sus órdenes, aunque algunas de sus ordenes contradicen a las otras órdenes. Es tan difícil de complacer...
Unos minutos después el ángel apareció flotando al costado de la cama en forma de plato donde el dios dormía a gusto. El sonido de sus ronquidos se podía oír en toda la cámara gracias al silencio que había en ella. Desgraciadamente eso no ayudo a que la voz de Whiss tuviera la suficiente potencia para sacarlo de su sueño en su primer intento. La verdad es que solo ensayaba esos gestos gentiles con una esperanza diminuta de que no hiciera falta un esfuerzo mayor. En vista de que no funcionó, con un movimiento de su cetro, hizo aparecer un gong de tamaño considerable cuya maza sostuvo tras su espalda para intentar despertar al dios, una última vez, de buena manera.
-Señor Bills...señor Bills abra los ojos por favor- le dijo casi en la oreja. Al no tener respuesta golpeó el gong con un mínimo de fuerza, pero el sonido que produjo rebotó en las paredes de tal manera que dos de ellas acabaron profundamente agrietadas.
El dios saltó de la cama con una expresión terrible y tirando de sus orejas hacia abajo con fuerza, pero era totalmente inútil. El sonido quedó rebotando en el lugar y no podía oír nada más. Ni siquiera a Whiss que le gritaba tenía algo importante que decirle.
Un rato después vestido y sin ese odios sonido haciendo eco en sus oídos, el dios escuchaba a su asistente explicarle el motivo por el cual tuvo que despertarlo de esa manera.
-Entonces este mago despertó una criatura muy poderosa que está destruyendo mundos al azar- resumió Bills mientras se acicalaba pasando el dorso de su mano tras su oreja ahí, sentado en el sofá de aquella sala.
-Así es- afirmó el ángel e hizo aparecer su cetro para enseñarle lo que estaba sucediendo.
Callado y con un gesto de disgusto, el dios observó una criatura pequeña y de enormes ojos saltones que parecía estar bailando de gusto porque un planeta se hacía pedazos.
-Tiene un aspecto bastante feo ¿Es una especie de cucaracha mutante o algo así?
-Ese es el mago Bibidi, señor Bills- le explicó el ángel llevándose el puño a la boca como si hubiera querido aclarar la garganta.
-Ah si...ya veo- murmuró viendo con más atención logrando observar al otro ser de color rosado- Si esto sigue así acabaran con toda esa galaxia. Será mejor ir a detenerlos, pero antes...
La mirada del dios fue directamente a su asistente que sabiendo lo que se le venía encima apartó la vista de su señor y se hizo el tonto.
-Whiss...
-Digame...
-Sabes que cuando despierto abruptamente mi apetito también lo hace y por eso es preciso que tengas algún delicioso manjar esperando por mí- le dijo con ese tono de reclamo tan natural en él y buscan los ojos del ángel que este le negaba.
-Lo sé, pero no tuve tiempo de preparar nada. Es usted quien siempre está diciendo que cuando se trata de una calamidad de este tipo no debo...
-¡Seguro andabas holgazaneando por ahí!- lo interrumpió el dios poniéndose de pie- Y estoy seguro que ese descuidado del Sagrado Kaiosama también debe andar perdiendo el tiempo. Soy el único que cumple con su labor aquí.
-¿El único?- repitió Whiss aquí ando una ceja y viendola con extrañeza.
-¿Qué estás esperando? Vamos de una vez. Entre más rápido resuelva esto más rápido podré regresar a comer algo delicioso- le dijo el dios mientras caminaba hacia el pasillo para ir hasta la terraza.
Tal y como su ángel se lo dijo, el mago Bibidi había despertado a una criatura muy poderosa y que parecía tener bastante problemas para controlar. Aquel ser iba por el universo destruyendo planetas a diestra y siniestra sin ninguna justificación. Bills no iba a permitir eso. Pese a su actitud a ratos un tanto holgazana, el dios era bastante estricto con el cumplimiento de su labor fundamental. Ubicar a los dos molestos seres les fue bastante sencillo, pero a Bills y su asistente les tomo un poco de tiempo llegar con ellos. Su aparición obtuvo la atención inmediata de esa criatura pequeña y rosa, que le sonrió de manera casi macabra. Un montón de asteroides flotando en el espacio fue todo lo que quedó de un planeta que acababa de ser destruido por él.
-¿Quién... quién eres tú?- le preguntó el mago al recién llegado, viéndolo con un poco de temor pues no cualquiera sobrevivía en el espacio exterior.
-Él es el dios de la destrucción, el señor Bills- le respondió el ángel que apareció a su costado.
-Dios se la destrucción- balbuceo Bibidi- ¿Dijiste dios de la destrucción?
-Así es...y no hay nada que él no pueda destruir- le advirtió Whiss con una sonrisa algo arrogante.
-Eso está por verse. Mi querido Majin Buu es...
¿Qué fue exactamente lo que pasó? El mago no lo vio. Solo oyó una palabra pronunciada de forma gruesa y oscura: hakai. Vio un resplandor violeta y luego su amada criatura se convirtió en un montón de polvo oscuro. Whiss si pudo apreciar lo sucedido. Hubo un rápido y breve intercambio de golpes que le permitieron al dios sujetar a la criatura y luego simplemente la eliminó. Al ver a su monstruo ser borrado de la existencia, el mago quedó aterradoramente sorprendido y apenas si tuvo la fuerza de voluntad para intentar una patética huida, sin embargo, una vez se dio la vuelta un rayo de energía le voló la cabeza.
En ese preciso momento dos figuras aparecían en el lugar mediante una técnica de teletransportación. El ángel y el dios los reconocieron de inmediato. Eran el Sagrado Kaiosama y el Supremo Kaiosama del norte que habían ido hasta allí para intentar detener a la criatura o eso fue lo que dijeron.
-Son unos incompetentes llegaron demasiado tarde, yo me encargue de todo- se jacto el dios como si hubiera hecho algo muy por encima de su deber, que merecía un gran reconocimiento.
-Usted siempre es tan eficiente, señor Bills- comentó el Supremo Kaiosama del norte. El otro que era un tipo redondo como una esfera solo soltó una risa un poco pesada.
-Te dije que no teníamos de que preocuparnos. El señor Bills nunca permite que seres como esos hagan de las suyas- le dijo el Sagrado Kaiosama a su compañero, pero aquello lo hizo merecedor de toda la atención del dios quien se dirigió hacia él con las manos en las caderas y una expresión de reproche- ¿Qué sucede? ¿Dije algo que lo ofendió?
-Se supone que tú y tus aprendices deberían estar vigilando el universo para avisarme cuando este tipo de cosas ocurren- le reclamo y tiro, sin cuidado, de las mejillas del pobre Sagrado Kaiosama- Si Whiss no se da cuenta de lo que estaba sucediendo esa cosa hubiera seguido destruyendo planetas ¿Y qué crees hubiera pasado si hubiese acabado con muchos de los buenos?- el Sagrado Kaiosama intentó contestar, pero como él estaba jugando con su cara apenas sí fue capaz de balbucear unas cuantas palabras -¡La calificación de nuestro universo caería! ¡¿Eso es lo que quieres que suceda?!
-Señor Bills, por favor...sueltelo- le pidió el Supremo Kaiosama del norte.
-¡Tú no te metas!- le gritó el dios, pero enseguida reflexionó y dejó al Sagrado Kaiosama- Esta bien. Para que vean que soy un dios justo los perdonaré. Pero tendrán que darme un gran banquete y no quiero esa comida insípida que comen ustedes- les advertío.
Whiss soltó un suspiro mientras oía a su señor y los otros dioses hablar de comida. Siempre era igual, pero quién podía enojarse. Bills periódicamente salía a destruir los planetas muertos o habitado por especies que no solo eran un peligro para el mundo que habitaban sino también, para el resto del planeta. Además rápidamente eliminaba cualquier tipo de amenaza que pudiera ser catastrófica para el universo.
Muchos, muchos años después de aquel evento, mientras volaba tranquilamente por el espacio, el dios y su asistente pasaron muy cerca de un mundo que los obligó a detenerse. Bills estaba haciendo una de sus excursiones de rutina y hace tiempo tenía algunos mundos en la mira que pensaba visitar esa jornada. Ese era uno de ellos.
-Ese es el planeta de la raza saiyajin ¿no es así?- le pregunto el dios a su asistente.
-Así es. Usted le pidió al Supremo Kaiosama de este lado del universo que lo vigilara hace un tiempo ¿Lo olvido?
-Por supuesto que no- contestó cruzandose de brazos- ¿Podrías comunicarme con el Supremo kaio...por favor?- le dijo en un tono medio meloso.
Whiss obedeció y el dios le hizo un par de preguntas encargado de vigilar ese mundo respecto a la raza saiyajin. Nada que él no supiera en realidad. Al ángel le dio la impresión que solo estaba corroborando su apreciación de esa especie en busca de algo que lo hiciera cambiar de parecer. Al terminar se despidió de modo formal y se acercó un poco a aquel mundo.
-Estos sujetos son demasiado problemáticos- dijo y esas fueron las palabras que sirvieron de epitafio para una raza que estaba en la mira de un imperio que se expandía por el universo.
Las luces que dejó el planeta al destruido quedaron brillando por mucho tiempo en ese espacio. El dios se dio la vuelta indiferente y siguió su camino.
-Todo este trabajo me abrió el apetito ¿crees que haya por aquí un planeta que tenga buena comida? Me gustaría probar un sazón diferente.
-¿Acaso no le gusta la comida que preparo?- le cuestinó el ángel frunciendo un poco el ceño.
-Solo es para variar un poco las cosas, Whiss...
Ellos siguieron hablando del tema y en el universo los mundos seguían creciendo y siendo destruidos en la perpetua danza es la existencia.
Fin.
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