Cariño, tu eres mi única razón.

La primera vez que tuve una razón para vivir fue un día camino a la escuela.

Había ido a la casa de SeokJin para pasar a comprar una deliciosa malteada.

El rubio se adelanto tratando de huir cuando estaba apretando sus mejillas llenas de malteada de vainilla, pero como siempre había sido muy distraído no miro hacia ambos lados al querer cruzar la calle, no vió el semáforo en verde.

Tampoco vió el auto que avanzaba tomando cada vez más velocidad y que estaba por atropellarlo.

Sin embargo no lo atropelló, por que cuando estaba por hacerlo empuje a SeokJin salvándolo de un grave accidente.
Después de que el auto impactara mi cuerpo y terminará en el duro asfalto, la agonía quiso apoderarse de mi.
Comenzaba a cerrar los ojos y sentía mi corazón dejar de latir con cada segundo que pasaba. Sólo escuchaba voces lejanas acompañadas de un molesto sonido agudo.

Hasta que entré todas las voces escuché la del castaño, mi corazón latió recobrando su fuerza y mis ojos se cerraron.
Ahora sabía que todo iba a estar bien.