Capítulo 8
Cuando menos me di cuenta ya estaba en la espalda de Drako mientras él alzaba el vuelo tomando el camino que siempre tomaba cuando se iba cada noche, fuera de todo pronóstico estaba asombrada con todo lo que veía, el paisaje abajo parecía sacado de un cuento de hadas antiguo con todo iluminado tan solo por la luz de la luna llena, ahora entendía el porqué de ir exactamente esa noche y sonreí al pensar en el hecho de que Drako había pensado en absolutamente todo, cuando giró la cabeza para verme un recuerdo nuevo volvió a aparecer en mi mente, estaba en otro tiempo, veía lo mismo que estaba viendo pero la aldea estaba iluminada por las luces de las velas en las casas y los farolillos de las calles, Drako me hablaba aunque no entendía lo que decía y de repente bajaba en picada hacia el bosque mientras yo reía y me pegaba más a su espalda, al volver a la realidad noté que estábamos haciendo exactamente eso mismo y extrañamente escuchaba la risa característica de Drako llegar a mis oídos se sentía como si estuviese leyendo su mente lo cual me pareció más increíble de lo que ya era toda la experiencia.
Descubrí que si le preguntaba algo me lo contestaba de la misma forma en que había escuchado su risa así que nos pasamos todo el camino platicando sobre cosas sin sentido y admirando el paisaje de abajo, de vez en cuando me preguntaba si estaba bien o si tenía hambre puesto que no había acudido a la cena, en cada ocasión le respondí que estaba excelente mientras le sonreía, me seguía sorprendiendo por el paisaje y por el hecho de ir encima de un dragón blanco y enorme observando el bosque sin fin que teníamos debajo.
Luego de un rato volando Drako me avisó que estábamos por llegar a donde fuese que me había traído en tanto iba desacelerando y bajando hacia unas montañas altas donde se divisaba una cascada parecida a la que estaba detrás del castillo pero el doble de grande y con agua corriendo, era un lugar espectacular para pasar el tiempo solo mirando el horizonte por donde se perdía el río alimentado por la cascada.
- Increíble – dije con voz ahogada mientras nos acercábamos a una orilla de la cascada.
- Me alegra que te guste, es un lugar especial pues aquí la maldición no es tan fuerte como para frenar las corrientes del agua, es lo que alimenta el bosque que rodea la aldea – contestó Drako en tanto me dejaba bajarme para después transformarse de nuevo en humano aunque sus ojos se mantenían de un azul antinatural.
- Es realmente increíble, ¿así se veía la cascada tras tu castillo? – le pregunté sentándome en la orilla del precipicio justo a lado de donde caía la cascada ignorando la altura por completo.
- Mucho más pequeña, pero sí era espectacular, todo lo era en esos tiempos – el cambio en su voz fue perceptible, sentí que había metido la pata por completo en cuanto noté como se ensombrecía su rostro, se sentó a lado mío y hasta ese momento noté que seguíamos hablando sin tener que verbalizar nada pues el bullicio del agua de la cascada ahogaría nuestras voces.
- Aún lo es, sobre todo contigo allí... como sea ¿como lo haces? Me refiero a esto de hablar con tu mente conmigo – cambiar de tema claramente se me daba fatal pero estaba genuinamente intrigada.
- Son cosas de dragones, ya sabes sería extraño ver a un gigantesco dragón abriendo la boca para hablar como un humano así que terminó siendo de esta forma, podemos hacer que las personas que queramos que nos escuchen lo hagan en su mente y podemos escucharlos también si es lo que quieren – me sonroje hasta que reiteró que solo podía escuchar lo que pensaba si era lo que yo quería.
- Es como telepatía a voluntad, realmente eres increíblemente extraño... me gusta eso – al instante me arrepentí de agregar eso último a mi comentario, pero era demasiado tarde para retractarme.
- Tú también me pareces fascinante de hecho te traje aquí porque quiero contarte algo, pero prométeme que no vas a asustarte aún si hasta este punto no lo has hecho – pude ver la ansiedad en su mirada, era capaz de prometerle hasta mi vida cuando me miraba así.
- Creo que no podría haber algo que me sorprenda más que el viajecito en tu espalda por encima del bosque – le di un codazo y le sonreí para aligerar el ambiente.
- Créeme qué hay mucho más que no conoces Andria, sé que Tiara les contó una leyenda a ti y a tus amigos, esa no es toda la historia o al menos no está completa al cien por ciento – bajó la mirada y yo hice lo mismo, me quedé observando el horizonte esperando que continuara.
- Hace muchos siglos la aldea era mi reino, lo heredé de mi padre y amaba a todas las personas que allí habitaban, pero había una joven que no vivía dentro de la aldea a la que siempre había amado más, desde pequeños nos conocíamos y jugábamos juntos todos los días sin importar la estación, cuando descubrí que era un dragón ella estuvo allí conmigo ayudándome a entenderlo mientras ella descubría el poder que yacía en su sangre, su familia siempre había sido de brujos por ello su destino estaba ya sellado al igual que el mío, ambos prometimos ser siempre buenos cuidando a la aldea y al bosque juntos. El tiempo pasó, mi padre murió y mis deberes reales eran cada vez mayores puesto que eran tiempos de guerras contra los dragones, ella siempre había sido comprensiva pero ya era bastante obvio que yo estaba demasiado ausente y la había dejado sola a su suerte cuidando del bosque por preocuparme demasiado por la aldea y por mi gente, seguía saliendo a dar paseos con ella y pasábamos horas aquí mismo mirando este paisaje mientras reíamos juntos. Cuando las guerras terminaron muchos dragones se escondieron o desaparecieron y los que quedábamos debíamos tener un perfil bajo para pasar desapercibidos, pensaba decirle a ella todo lo que sentía pero llegué muy tarde a ese encuentro y termine perdiendo todo lo que me importaba, luché por traerla de vuelta pero se necesita otro brujo igual o más poderoso para deshacer una maldición tan grande cómo está no un dragón como yo, me di cuenta que por más que quisiese revertirlo todo o escapar de este lugar no podía hacerlo y eso me frustró mucho más así que me encerré en el castillo hasta ahora, no me confiné a propósito, intenté irme varias veces pero hay algo que me impide traspasar los límites de lo que fue mi pequeño reino, aún con todo lo que ocurrió no la odio solo desearía que no se hubiese dejado llevar por lo que la magia oscura le prometía.
Estaba absorta por completo en la historia y tardé un momento en recuperarme del todo, para él todo lo que se veía desde la gran cascada era pequeño, para mi era enteramente otro mundo uno que me parecía demasiado familiar al igual que la historia que me acababa de contar, la cabeza me daba vueltas mientras varios fragmentos de recuerdos brumosos se paseaban por mi mente en repetidas sucesiones como una cinta de película antigua y notaba en las puntas de los dedos un extraño calor.
- ¿Crees que todo esto acabó así por mi culpa? – me preguntó Drako de repente.
- ¿Qué? Claro que no Drako esto no fue tu culpa, has hecho todo lo que has podido para romper la maldición en la que te atraparon y has salvado tantas vidas como has podido, tú eres tan inocente como tu gente – inconscientemente le acaricie el pelo y tome su mano entre las mías.
- Tus manos están tibias, se siente familiar es extraño – acercó mis manos a su cara y las puso en su mejilla cerrando los ojos.
Otro recuerdo apareció mucho más nítido que los anteriores, provocándome un intenso dolor de cabeza y una profunda tristeza, él años atrás haciendo lo mismo que en ese momento suspirando con mis manos entre las suyas y su mejilla pegada a ellas, una lagrima corrió por mi mejilla mientras el recuerdo se ensombrecía mostrándome el reflejo de una cara que no era la mía una chica de ojos negros, cabello oscuro atado en una trenza y ropa antigua con lágrimas corriendo por sus mejillas. En un segundo los recuerdos simplemente hicieron click y mi corazón comenzó a latir desbocado.
- Oye Drako... ¿las personas de la aldea pueden reencarnar aún bajo esta maldición? – le pregunté intentando borrar el nudo en mi garganta.
- No lo sé, es algo posible puesto que he visto a muchas personas que terminan perdiéndose en los alrededores teniendo repentinamente flashes de recuerdos antiguos de personas que vivieron en la aldea o cerca de ella en el momento en que la maldición fue lanzada ¿porque preguntas? – me miró con preocupación.
- Simple curiosidad tranquilo, deberíamos volver al castillo antes de que amanezca ¿no crees? – cuando lo vi a la cara estuve a punto de echarme a llorar y rogarle perdón por algo que ni siquiera había hecho yo o más bien no lo había hecho en esta vida.
Drako me hizo caso y volvimos al castillo mientras el sol comenzaba a salir en el horizonte, en cuanto llegamos me excuse diciendo que estaba muy cansada para poder volver a mi habitación, me encerré allí y dejé que las lágrimas que había aguantado todo ese tiempo salieran libremente mientras me preguntaba cómo podría decirle a Drako que yo era la reencarnación de la persona que más daño le había hecho en la vida.
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