Sonia apareció de repente por una esquina del castillo para llevarme con los demás, siempre estaba pendiente de todos, nos cuidaba como si fuésemos niños pequeños incluso cuando todos teníamos más de 21 años y de todos ella era la menor.

- Vamos Dria encontramos como entrar a una de las casas que están aquí cerca, no te alejes tanto, luego encontraremos formas de entrar a este castillo – Sonia hablaba al tiempo que corría tomándome de la mano y jalándome con los demás.

- Ya voy, ve más despacio Soni, hay escombros por todos lados – Intentaba seguirle el paso, pero era casi imposible y trastabillaba a cada metro recorrido.

Cuando llegamos a la supuesta casa solo logré ver una figura enorme y negra persiguiendo a los demás, Sonia dio media vuelta y salió como un rayo en dirección contraria a la casa mientras me jalaba aun de la mano, yo por mi parte terminé soltándome y cayendo al suelo en poco más de un minuto, de no ser por Trevor que me ayudó a levantarme seguro esa cosa que sabrá dios que era me hubiese atrapado, de alguna forma que aún escapa de mis conocimientos llegamos a un sitio seguro en el primer piso de una casa que por suerte aun lo conservaba casi intacto, solo tenía un gran hueco en una esquina que parecía hecho por otro escombro de la torre del castillo, la decoración interior demostraba la cantidad de tiempo que llevaba abandonado, pues todo databa de varios siglos atrás, nos escondimos tras un sillón rezando por pasar desapercibidos ante la cosa que creíamos era un oso, por suerte o por desgracia un grito se escuchó no muy lejos y la criatura le prestó más atención a ese sonido olvidándose de nosotros al menos por el momento.

- Uff me sacó... un susto de muerte esa cosa... creo...que era algún tipo de oso – Cane intentaba recobrar el aliento mientras hablaba a prisa.

- Estamos rodeados de un bosque después de todo... es algo probable que animales salvajes busquen... un refugio en este lugar – Ray adoraba argumentar los comentarios de Cane, ella siempre tenía algo que decir cuando él hablaba.

- Si... bueno, me preocupa más el grito que el oso sinceramente – Trevor dijo justo lo que yo pensaba en ese instante.

- Pero chicos tuvimos suerte, miren este lugar, encontramos algo eso es seguro – Sonia se dispuso a levantarse justo en el peor momento.

En el instante en que ella se levantó se encontró cara a cara con una persona, una mujer de pelo negro azabache atado a un intrincado peinado y con ropa de excursión rasgada y sucia la observaba con intriga con sus fríos ojos que parecían negros en ese lugar que ahora se notaba más oscuro, el ambiente se tensó de inmediato presagiando algo malo, todos nos levantamos al ver lo pálida que Sonia se había puesto, la mujer entonces nos inspeccionó uno por uno lenta y calmadamente hasta que habló.

- El auto aparcado en el arco de la Aldea es suyo – Claramente no era una pregunta – No tenemos visitas a menudo por estos rumbos tan alejados de la civilización, la mayoría cree que el lugar está abandonado, vaya sorpresa es para ustedes ver a otra persona seguramente, soy Tiara, dejen de verme así y vengan conmigo, este lugar no es seguro.

Asentimos sin saber que más hacer además de seguir a la misteriosa mujer llamada Tiara, nos llevó por callejones pequeños hasta terminar entrando en un sótano, quizás había pertenecido a una casa años atrás pero ahora solo existía una puerta en medio de unas ruinas que para nada se veían como algo remotamente parecido a la casa que alguna vez fueron, sorpresivamente había otras personas dentro, la mayoría con ropa de excursión rota y algunos con más suerte la conservaban intacta, no parecían afligidos o asustados, más bien los noté recelosos, nos observaban con cautela y no tenían problema con lanzarnos incluso miradas de desprecio.

- Nosotros somos personas que como ustedes vinimos a explorar lo que quedó de la aldea Draconis, no sientan miedo de nosotros, solo deben temerle al dragón y a las criaturas de la oscuridad que habitan la aldea – Tiara hablaba con calma mientras yo me asombraba por lo espacioso que parecía el sótano.

- Espera... como que un dragón... los dragones no existen – Trevor habló calmadamente, pero una sutil sorpresa se escondía en su tono.

- No creerán lo mismo cuando lo vean, sale por la noche normalmente y ya falta poco para el anochecer – El tono de Tiara no dejaba lugar a replicas y destilaba confianza – Continuando con el tema, todos aquí presentes escapamos de las criaturas oscuras y nos refugiamos aquí, pero el dragón es difícil de tratar, lo único que se nos ocurrió fue ofrecerle una ofrenda periódicamente para que nos proteja de esos seres y nos otorgue un poco de agua, es un trato justo sobre todo porque él fue quien me salvó cuando yo llegué aquí – Al decir esto Tiara se alzó un poco el pantalón dejando ver una gran cicatriz en su pantorrilla izquierda.

- ¿Le dan... ofrendas a un mito? – Ray estaba anonadada con el cuento fantástico de Tiara, pero no podía culparla cuando me sentía igual.

- Si, normalmente le damos carne que cazamos en el bosque y si no lo satisface, una joven bella también entra en las ofrendas – parecía decirlo a modo de broma para intimidar a Ray, pero sus ojos se posaron sobre mí por unos segundos.

- Siéntense donde quieran, les contare lo que pueda mientras anochece para que puedan salir a ver al dragón – obedecimos sentándonos en el suelo en un semicírculo alrededor de tiara mientras ella tomaba su lugar y su gente seguía su ejemplo.

Comenzó contándonos la leyenda que la mayoría conocía, muchos siglos atrás en una época donde los humanos convivían con los dragones, la magia y las criaturas místicas una joven residente de la aldea Draconis se obsesiono con poseer por completo al dragón del agua que regía la aldea, la obsesión llegó a tal punto que se metió con las artes oscuras solo para hechizar al dragón y poseer su corazón, no lo quería muerto, quería su amor y su benevolencia absoluta, pero tenía un costo demasiado alto, ella debía arrebatarle al dragón su tesoro más preciado y ella sabía que ese tesoro era su aldea, la gente que la habitaba y las hermosas aguas que corrían por ella, no deseaba ver sufrir a su dragón, pues en el fondo de su obsesión existía un profundo amor, pero la magia oscura la corrompió lo suficiente para que ese amor terminase sellado al fondo de su ahora negro corazón y solo la obsesión reinase en ella, el ritual se llevó a cabo y el hechizo casi se completó, lo que la bruja oscura no sabía era que ya poseía el corazón del dragón del agua desde el principio y este al creer que aún podía salvarla interrumpió el ritual provocando que el hechizo solo destruyera su bien más preciado, la aldea termino entonces en ruinas, el agua desapareció por completo y las personas comenzaron a ser devoradas por bestias salidas de la oscuridad, todo su mundo sucumbió y el único amor de su vida yacía en sus brazos, sin vida, la bruja oscura murió junto con una parte del corazón del dragón y él entonces sucumbió ante el dolor volviéndose frio y cruel para al final confinarse en su castillo cuya torre el mismo había destruido en un arranque de furia, desde ese momento nada se supo del dragón, los años pasaron y la gente olvidó la existencia de estos seres, de la magia y de todo lo demás.