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Túneles

Draconia se encontraba en un estado de alerta, todos voltearon a ver con angustia cuando los muros se abrieron para dejar entrar a los Drego, llamando a una reunión de emergencia del consejo.

Ya en la sala de reuniones, se desplegaron los mapas y se explicó la situación general, pues todos los presentes se miraban entre sí con desconcierto.

—Tenemos un mensaje de Viator, los Damer tienen armas que causan destrucción a la distancia y no pueden ser derribadas con nuestras armas, también se están acercando a nosotros —dijo Elías.

—¿Cómo esperan que nos defendamos? ¡Somos guerreros de batalla cuerpo a cuerpo! —exclamó uno de los miembros.

—No por mucho —Interrumpió Iris. Ella miraba de reojo como todos la observaban intrigados puesto que en ese instante tenía una apariencia común, contrastando con su aspecto en el bosque.

—Extiendan todos sus limitadores —ordenó Elías—. Sabrán sobre la sangre de los Cassatore.

La chica se realizó un corte con la daga de su madre, observaba el arma con inquietud desde que la comenzó a utilizar para romper los pactos, pues, aunque sufría efectos secundarios, éstos eran menores. Esperaba no terminar como Elisia, pero era un hecho que la dranugestra le drenaba un poco cada que realizaba una anulación. Al tocar los limitadores, todos se quebraron en varios trozos dejando impresionados a los concejales.

La joven agarró una copa y le tiró el vino para dejar caer ahí un poco de sangre. Comenzó a respirar hondo extendiendo sus marcas, ya que esto retardaba y disminuía los efectos de la dranugestra. Requería estar consciente para liberar a su clan.

La reunión se llevó a cabo por varias horas, pues necesitaban discutir el curso de acción en los próximos días. Iris expuso todo lo que se había descubierto, incluyendo el límite de tiempo, no obstante, ella no pudo continuar hablando pues unos guardias entraron en ese instante con Alem apoyado en sus hombros.

Elías había mandado un escuadrón de reconocimiento para informar acerca del reciente ataque, el joven fue tomado como un Damer por su manera de vestir, así que lo llevaron como único rehén y superviviente que se encontró en ese lugar. Los otros Damer huyeron.

Iris al verlo sintió como si una navaja se le enterrara en el pecho y un gran escalofrío recorrió su espina dorsal. La sangre recorriendo la frente del chico y su apariencia maltrecha le recordaron aquella tarde con nieve carmesí. El muchacho estaba amordazado y apenas podía escuchar lo que se le decía puesto que se le habían perforado los tímpanos.

—¿¡Que están haciendo?! —exclamó la chica corriendo de la mesa para tomar el rostro de Alem e inspeccionarlo.

—El joven es un Damer, señora —espetó uno de los guardias.

—¡Claro que es un Damer! ¡Él es mi...! —la chica se detuvo de inmediato, ¿qué era de ella? Dudó por momentos en decirlo, ¿todavía tenía que cumplir ese papel? No lo había pensado.

—Es su esposo —completó Elías acercándose.

Los guardias asintieron extrañados por esa declaración. Un Damer y una Vleyquanger no era común, no era permitido, pero obedecieron y colocaron al chico en una silla antes de retirarse.

Alem se sentía ajeno a la discusión, pues podía ver las expresiones de los interlocutores, pero no entendía bien lo que decían. No obstante, al ver a Iris al borde de las lágrimas sintió un gran vacío en su pecho. Al quitarle la mordaza, lo primero que se le ocurrió decirle a su compañera fue:

—Estoy bien... Hay que explotarlos por dentro.

—No hables —ordenó la chica mirándolo con angustia.

El joven se sorprendió al verla de nuevo con la misma expresión que tenía cuando le salvó la vida, pero esta endureció su semblante en cuanto sintió que se estaba mostrando vulnerable. La chica sin dudarlo le curó las heridas con su habilidad. El oído regresó a la normalidad y el zumbido se silenció

—¡Eres un imprudente! —le reclamó en cuanto comprobó que ya podía escuchar.

—Puede ser... pero tengo a alguien que me cure —sonrió apenado, incorporándose al notar que se sentía mejor. Esperaba dar a entender a su compañera que confiaba en ella, no obstante, la joven se levantó y le respondió seria mientras regresaba a la reunión:

—Después trataré ese tema contigo...

El joven no vio con buenos ojos esa actitud, algo le molestaba y lo sabía bien, la conocía. Con resignación se integró a la reunión para ponerse al día, husmeando en los rincones de la sala mientras escuchaba los pormenores

—El viejo Viator encontró a Domenech, es probable que recibamos pronto las instrucciones que requerimos para preparar el armamento.

—Los tenemos en la puerta. De hecho, hay informes que pronto atacarán también la capital para intentar recuperarla. Los hermanos del Norte están en los límites también, tienen enfrentamientos en dos flancos: los estrechos del lago del Noreste y la cadena montañosa del Oeste —informó Elías.

—Mi padre está trabajando para coordinarlo todo, ésta probablemente es su última batalla —dijo la joven con la mirada clavada en el mapa.

Todos guardaron silencio. Antreas anunció días atrás que el movimiento pasaría a manos de Iris si este llegaba a faltar. Para la joven no era un asunto fácil cargar con las responsabilidades que él se puso al hombro, pues sus poderes desaparecerían por otro siglo y nadie podría hacer uso de ellos otra vez.

—Muy bien, ya sabemos los pormenores. ¿Cuál es el plan aquí? —expresó uno de los concejales.

—Debemos encontrar una mina en esta montaña —interrumpió Alem el cual se había trenzado el cabello y se había puesto algunas pieles sobre sus hombros.

—Vaya, vaya, el Damer se ve como todo un Vleyquanger —dijo Elías mirando de pies a cabeza al chico. No quería admitirlo, pero se sentía orgulloso de verle ataviado como un Vleyquanger de los bosques.

—No, no se ve como un Vleyquanger... —espetó Iris con seriedad. Todos la miraron con intriga, incluido Alem—. Se ve como un Ala-cambiante —completó tras un breve silencio dramático—. Somos el clan perdido. 

Tras dos días de preparativos, Iris observaba a todo el mundo moverse, ayudando a hacer barreras y afilando armas. Los herreros usaban todos los materiales disponibles para fabricar y reparar el equipamiento.

La joven se paseaba por las calles mirando con nostalgia el contraste de la convivencia de la comunidad en tiempos de guerra, pues contrastaba con los preparativos para enfrentar en invierno. Al revisar las cuevas con los víveres, varios niños se encontraban custodiados por algunos Vleyquanger quienes jugaban con ellos y cantaban reunidos para distraerlos.

Cerca de ahí, Iris observó los túneles por donde había entrado con Viator. La chica se martillaba la cabeza cuestionándose cómo encontrar la mina, pues el tiempo se les estaba terminando. Habían mandado pequeños grupos para explorar la montaña días atrás, pero no tuvieron éxito, ninguno mandaba noticias alentadoras.

Alem seguía de cerca a la mestiza, buscando una oportunidad para conversar, pero no hallaba la manera, pues lucía ocupada o muy sumida en sus pensamientos. Al mirarla yendo a la zona de los viejos túneles le siguió con cautela.

Iris al acercarse al sitio se sintió abrumada por un dolor opresivo en el pecho y náuseas, el sonido del agua corriendo a través de ellos le recordaba ese momento en el que Viator fue engullido en la inundación. La sensación de impotencia de ese momento le derivó luego al recuerdo de Alem desangrándose en la nieve. Su respiración se tornaba pesada cuando dejaba que esas imágenes le carcomieran la cabeza.

—Iris —interrumpió la voz de Alem quien le veía con angustia—. No has dicho casi nada estos días desde que regresamos, quería hablar...

La chica le miró seria, respiró hondo poniendo su cabeza en alto. Se estaba esforzando para parecer fuerte. Le había dicho que después hablarían, pero en realidad el tema le incomodaba, pero no podía callarlo por siempre.

—¿Quieres hablar? Bien... ¿Por qué haces cosas tan arriesgadas? —cuestionó sin miramientos, dejó a un lado sus inseguridades.

—¿Te refieres al ataque al tanque? Un mal cálculo... —respondió esquivo. Esperaba conversar con calma, pero se lanzó directo al tema.

—Un mal cálculo... —La chica se llevó la mano al entrecejo. Deseaba que esto no le afectara, pero esa respuesta le hacía rabiar—. Tu imprudencia me va a matar uno de estos días... —dijo con una voz cansada.

El joven le miraba con extrañeza, pero estaba deseoso de entenderla por lo que evitó emitir un juicio al respecto. Recordaba con culpabilidad el haber huido en vez de intervenir en el pasillo cuando lo necesitó, sus lágrimas y su expresión de decepción.

—Sabes que uno de nosotros tenía que quedarse... —respondió apenado.

—Lo sé, ya lo sé... Sé en lo que me has dicho antes, no lo discuto, pero...

—¿Tienes algo que decirme? —Miró a la chica con desconcierto, ella no podía verlo a los ojos, lo evitaba.

La chica se encontraba conflictuada, pues, aunque había aceptado que Alem la acompañara y se involucrara, después de casi perderlo dos veces un nuevo temor le hacía cuestionar si era correcto dejar que siguiera poniendo su vida en riesgo. No quería aceptar que le afectaba más de lo que hubiera deseado, mas, cuando vio directamente a los ojos al Damer, ya no pudo aguantar.

—Pensé que estabas herido de gravedad... no quiero que sigas arriesgándote por mí.

El joven se sorprendió por sus palabras, le importaba, le dirigió una sonrisa comprensiva, pero su mirada reflejaba tristeza.

—Oye, pensé que ya lo habíamos hablado, yo soy responsable de mí mismo, esta lucha me importa tanto como a ti, porque quiero una vida tranquila... para ti y para mí. —Las acciones de Alem estaban movidas no solo para él, lo sabía, también se sentía en deuda con Iris—. No quiero que te culpes si algo me pasa.

—Si algo te pasa... has sido muy imprudente últimamente... —reclamó con seriedad.

—Mira, no quiero seguir preocupándote, ¿hay algo que pueda hacer para que estés mejor? —preguntó el joven apoyando una mano en el hombro de Iris y con la otra mano se prensó de sus dedos para llevarla a su pecho. Esta acción sacó a Iris de ese trance melancólico que tenía para ponerla en alerta y con un rostro de sorpresa—. Porque no importa lo que pase, he decidido seguir por el mismo sendero que has escogido tú, quiero ayudarte ¿me dejarás?

Iris se sentía inquieta por Alem, no obstante, tampoco se sentía con el derecho a negarle que estuviera a su lado y ella tampoco deseaba que él se fuera, pues siempre estuvo para ella, y sin él no habrían llegado a donde estaban. Se necesitaban el uno al otro.

—Creo que es muy tarde para pedirme permiso —rio—, pero sí quiero que me prometas que no te matarás usando tus poderes tan imprudentemente, te quiero... vivo.

—Si... Sobre eso... —Desvió la mirada con incomodidad—. Tendría que haber entrenado mejor el anma de agua. Resulta que mis ideas son un poco peligrosas.

—¿De verdad? Pero el agua es como el aire —respondió la chica extrañada—. Ambos se comportan parecido porque son fluidos. Física básica...

—¿Fluidos? ¿Física? —el joven no terminaba de comprender. Iris se rio, necesitaba ese momento.

—Observa el agua, asómate allá abajo— dijo señalando la entrada del túnel. Alem bajó un par de escaleras hasta encontrar con el cauce del río, donde el agua corría con cierta velocidad—. El aire no tiene volumen definido, le afecta la temperatura, es insípido, transparente, inodoro e incoloro... Justo como el agua —respondió.

Alem introdujo su mano en el agua cerrando los ojos. El chico recordaba cuando tuvo su despertar, y cuando estudiaba las propiedades del aire. La sensación de las corrientes le era familiar, por lo que con sus manos resplandecientes empujó el agua dejando al descubierto las escaleras.

—Parece que lo tienes. —Sonrió Iris enarcando una ceja.

El joven abrió los ojos, descubriendo los resultados de su pequeño truco. Comenzó a experimentar con el elemento hasta que logró tomar una esfera de agua del tamaño de su palma. Estaba emocionado por haber comprendido su poder, había encontrado una parte de sí mismo que desconocía.

—Siempre supe que aplicabas física en tus condiciones, de hecho, yo lo hago pensando en ti... —comentó Iris sin pensar. En cuanto la chica se dio cuenta de sus palabras, se aclaró la garganta y de inmediato continuó—. Regresemos, debemos averiguar sobre la mina —mencionó extendiéndole la mano para sacarlo del túnel.

—¿A dónde llevan los túneles? —preguntó el joven mirando con intriga el fondo antes de salir.

—Ah, ¿esos? Viator decía que eran viejos túneles usados en la guerra... Mi padre los descubrió —respondió Iris yendo a paso rápido hacia el árbol del patriarca.

—¿A dónde llevan? —preguntó inquisitivo. Iris se detuvo en seco, ambos se quedaron mirando en silencio, pues parecía que una idea le venía a la mente a la chica.

—No vaya a ser... —la joven salió corriendo en busca de Elías.

El patriarca se encontraba resolviendo algunas cuestiones con el armamento cuando en la puerta se apareció su sobrina agitada.

—¿Qué sucede, Iris? —preguntó dudoso sin dejar de inspeccionar cajas.

—¿¡Tienes algún plano de los túneles?! —exclamó.

—Ahora no, hija, tengo que ver que haremos con las armas que almacenamos, hay cosas que no se pueden usar para el contraataque, los mensajeros indican que van acercándose a nuestra barrera...

—¡Las minas! ¡Los túneles podrían llevar a las minas! —respondió con premura mientras tomaba a su tío de su abrigo y le zarandeaba. Su expresión denotaba que hablaba muy en serio y debía ser atendida primero.

Alem se quedó observando las cajas de madera que tenía el hombre abiertas. En ellas encontró pequeños cráneos de dragones cuyo origen desconocía. Llevaban muchos años almacenados, por lo que tomó uno para examinarlo, pues le parecían familiares. Cada cráneo poseía los orificios por donde pasaría la inervación periférica de la cabeza bloqueados con arcilla endurecida. Solo algunos orificios estaban descubiertos como lo eran las fosas nasales y ciertos agujeros de la base.

Elías se apresuró a buscar en los baúles. Papeles, pergaminos y pieles salían empolvando las manos de ambos cuando por fin dio con un mapa a tinta, amarillo y quebradizo. El hombre lo extendió sobre la mesa, haciendo a un lado varios objetos.

—Tu padre, Viator y yo exploramos estos túneles. En teoría debían cruzar por todo el territorio, pero muchos se derrumbaron. Cada cruce de túneles tenía un muro tallado señalando tu ubicación y con base en eso dibujamos el trayecto.

Iris examinó el plano extendido hasta que observó que había un túnel particularmente largo que cruzaba hasta la capital y se interrumpía cerca de donde dejaron el encargo de Cerier Domenech. Luego, a un aproximado de dos días de distancia había la entrada de otro túnel que llevaba a las redes que cruzaban debajo de Draconia; uno en particular desembocaba en las faldas de la montaña de cara al lago de los Dragones.

—¡Ahí! —señaló Iris con emoción.

—¿Bromeas? Hija, la inundación cubre gran parte de los túneles que conectan con el que estás señalando. Ir es demasiado peligroso, una parte que está completamente inundada, no se puede pasar. Además, esa sección está bloqueada por una pared gruesa que no puede ser abierta, nadie ha podido.

—Pero ir por fuera tomará más tiempo del que disponemos, han fracasado los grupos de reconocimiento, ¡Faltan tres días!—respondió la chica angustiada. 

¿Qué tal, chicos? Espero les esté gustando la historia. ¿Qué piensan que pasará? ¿Dónde estará Lessian?

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