Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Sin máscaras

Al día siguiente, Iris y Alem planearon una forma para acercarse a la habitación de Elisia, puesto que la reina seguía sin requerir sus servicios. Pese a que ambos aún tenían algunas cuestiones personales sin resolver, tenían claros sus objetivos y no dejarían que eso interfiriera con la misión.

Lady Sunen salía de su habitación temprano como acostumbraba por lo que no le fue difícil seguirla con ayuda de Alem. La mujer se presentó ante la reina e hizo lo acostumbrado. Preparó el té con el pobre dragón mechero y luego salieron rumbo a los aposentos de Elisia acompañadas de las mujeres de su corte.

Al llegar a la habitación, Lady Sunen agradeció a todas y estas se retiraron. Iris se mantenía junto al joven tomada de la mano para mantener la ilusión del camuflaje, se divertía con las expresiones de Alem que miraba incrédulo lo ridículo que era su protocolo.

Cuando Lady Sunen ingresó a la habitación detrás de la reina, Alem con premura tomó a Iris de la cintura y como si de un baile se tratara se metieron antes de que la puerta se cerrara.

La desprevenida joven cerró los ojos al traspasar la entrada y sólo percibió que dieron un giro a la derecha para después descubrir que estaban frente a frente pegados a la pared. El joven tenía el brazo interpuesto por encima de su cabeza y podía sentir en su nariz el aliento de su compañero que, pese a que se acababa de levantar, tenía un aroma a yerba buena.

La situación era incómoda para los dos. Alem se hizo a un lado sin soltar la mano a Iris, puesto que si dejaban de tener contacto serían descubiertos. Cada cual habían desviado la mirada por la vergüenza, pero la única que no tenía claridad de pensamientos era Iris, la cual podía sentir la mano firme de Alem, deseando soltarle y al mismo tiempo maldiciéndolo por quitarse. La joven por un instante había perdido el foco, hasta que la voz de la reina la regresó a la realidad.

—¿Cómo te sientes, hija? —preguntó la reina.

—Pronto seré llamada a lado de los antepasados, madre, ¿cómo más me he de sentir? Casi todo está listo y yo no puedo mantenerme despierta más de dos horas... —objetó inexpresiva.

Cuando Iris vio a Elisia en la cama, su rostro quedó desencajado. La joven se encontraba en un estado de salud terrible, su piel semejaba al papel, tenía bolsas en los ojos tan marcadas que podría jurar que estaba ante un cadáver. Tenía moretones alrededor de los brazos y los antebrazos aún poseían las heridas de la daga aún sin cicatrizar bien.

—¡Calla! —replicó la madre—. No puedes morir, no ahora.

—Madre, si no le das un heredero, también morirás. Yo no tengo opción, cuando el pacto cumpla veinte años, tendré que morir renovándolo, pero si no lo logro, todo se acabó. Él me prometió que te dejaría en paz si hacía esto y tú cumplías.

—¡Sabes que lo he intentado! Todos estos años lo he intentado, tengo cerrado el vientre, tú naciste por milagro, Elisia —respondió entre sollozos—. Ya no lo soporto...

—No quiero comer ahora —indicó en un intento por desviar la conversación. Miraba los platos en su regazo con desesperanza.

—Debes intentarlo, si no lo haces morirás más rápido...

—Nada me impedirá cumplir lo que le prometí a mi padre, permíteme no tener que pasar por la tortura de vomitar todo lo que como...

—Si consigo algún sanador que pueda darte al menos un poco de descanso, todo mejorará.

Elisia lanzó los platos al suelo y le dirigió una mirada severa a su madre. Lady Sunen quien permanecía como una estatua cerca de la puerta tragó saliva.

—Si te atreves a traer a un sanador para que sufra lo que yo estoy sufriendo no te lo perdonaré...

—¡Pero...! —la reina intentó tomar la mano de su hija, pero esta la retiró de forma súbita en un pequeño arranque de ira.

—¡No, madre!, sabes que la única manera de subsanar mi malestar es cediendo anma, ahora mismo yo soy una Dranugestra, para mí no hay salvación. Mi vida se acortó y alargarla es como torturarme, dame la bendición de la muerte y déjame hacer esto...

—¡Tu estúpido padre ha ido muy lejos! ¡Yo sabía que renovar pactos dejaba secuelas! ¡Lo vi! Debí imaginar que ese destino te esperaría, todos enferman después de años de estar manipulando los limitadores. ¡Exponerte a nuevas vetas solo potencia tu dolor! —exclamó cayendo de rodillas a lado de la cama de la princesa.

—«Sangre por sangre», madre —replicó Elisia con los ojos cansados y a medio cerrar —Aunque cancelaran el pacto, por mi sangre corre el poder de la dranugestra... Aquel que hace un pacto sobre el anma de un tercero paga las consecuencias acortando su vida quitando anma y debilitándolos con el tiempo.

«Tienes que odiar tanto a alguien como para aceptar sufrir su destino...», pensó Iris.

—¡Eso ya lo sé! Si hubieras nacido con otro tipo de anma, tu padre te habría dejado en paz.

—No se puede... llorar más por el agua derramada—respondió Elisia. Su voz sonaba amodorrada, luchaba por mantenerse despierta—. Madre... pronto dormiré... traigan a Iris en cuanto se pueda... por favor...

—¿Iris Zorex? ¿Qué puede tener ella que no pueda atender Silvia?

—Eso es algo que solo ella y yo tenemos que discutir... así como Lady Sunen te es cercana...

La reina observó con extrañeza a la joven, luego buscó con la mirada a Silvia Sunen quien dejó de contemplarlas para encogerse de hombros y dirigirse a la puerta.

—¿Quiere que haga el llamado de una vez? —preguntó.

—Está a punto de dormirse, cítala mañana, pero contáctala ahora. Mi marido le dio unos días de descanso a su esposo por lo que es un milagro si la encuentras por los pasillos ahora que no la he requerido.

—Jóvenes, entiendo, su majestad —asintió.

La reina sintió algo extraño cuando Silvia salió de la habitación, un viento insólito elevó momentáneamente sus cabellos haciendo que retrocediera.

—¡Por la gracia de mi abuelo! Haré que cierren las ventanas de todo el castillo, está entrando mucho aire —expresó la mujer cerrando la puerta.

Iris y Alem salieron lo más rápido que pudieron del lugar. Al ver que Lady Sunen caminaba a paso veloz por los pasillos, el joven tomó entre sus brazos a la desprevenida chica y con su anma aumentó la velocidad hasta llegar al pasillo de su dormitorio dejando a Silvia atrás.

Al detenerse, Iris inhalaba aire como si hubiera contenido la respiración y luego respondió tras normalizar su aliento.

—¡No vuelvas a hacer eso! —reclamó tomándose del pecho, tenía taquicardia—. Avísame antes, sentía que me ahogaba y... ¿Podrías bajarme?

—Ah, cierto, lo siento —dijo, el chico percatándose que aún la tenía entre los brazos, bajándola de inmediato tratando de ocultar su vergüenza—. La velocidad aumenta si manipulo la resistencia del viento. Ocupa mucha energía, así que sólo lo uso cuando lo requiero y en distancias cortas, tienes que contener tu respiración o sentirás eso.

—Ah, muy bien, un detalle que se te pasó, pero ya no importa, no tarda en venir la señora Silvia, entremos a la habitación —reclamó jalando a Alem dentro.

Tras un par de minutos, llegó el esperado sonido del toque de puerta de parte de Silvia, por lo que Alem abrió sin demora.

—¡Lady Sunen! qué sorpresa contar con su presencia. ¿Le puedo ayudar en algo?

—Señor Zorex, la princesa solicita la presencia de su esposa el día de mañana —respondió la mujer con su acostumbrada expresión estoica.

—¿Tan pronto requerirá sus atenciones? ¿Se encuentra mejor?

—Todo lo contrario, le pido que le informe que será una visita breve... —La mujer tenía una mirada que parecía analizarle de arriba a abajo y antes de retirarse soltó un comentario extraño—: Por cierto, siento la interrupción, que los antepasados les bendigan con hijos sanos, continúen.

Alem enarcó una ceja y miraba consternado a la mujer que entró a la habitación de al lado. Cuando cerró la puerta tras de sí, Iris estaba roja y sus ojos reflejaban pasmo y vergüenza.

—¿Qué quiso decir? —preguntó el joven dando por hecho que ella lo había escuchado también.

—Deberías arreglar tu cabello y fajarte la camisa —respondió Iris señalándolo. El joven, con el rostro desencajado se miró en un espejo para descubrir su desaliñada imagen.

—¡Ay! ¡Por mi madre! ¡Debiste decirme que estaba mal presentado! —reclamó dándole la espalda a la chica abochornado para arreglarse la ropa.

—¡No me di cuenta! —respondió viéndose al espejo y descubriendo que también estaba desarreglada. Ambos se miraron mutuamente y rompieron a reír. Al menos tenían momentos de risa entre toda la locura que se estaba gestando. 

Al día siguiente Iris se dirigió a la habitación de Elisia, notando en el camino que en los pasillos había más guardias de lo habitual; de hecho, el aumento de la seguridad desde el duelo de Alem se fue intensificando con el pasar de los días, por lo que el haberse colado el día anterior rayaba en lo osado. Pero, de no haberlo hecho, quizá no habría tenido el panorama más amplio respecto a la posición de la princesa.

Al llegar a la habitación, encontró la entrada custodiada por dos guardias que le impidieron el paso. Iris en ningún momento demostró nerviosismo, pero por dentro el miedo la estaba carcomiendo. Los guardias le hicieron una rápida inspección y luego tocaron la puerta para anunciar que Lady Zorex había llegado. La reina le hizo pasar de inmediato, encontrando a Elisia en las mismas condiciones que el día anterior.

—Llegas tarde —comentó la reina. Silvia Sunen se encontraba a su lado con la mirada baja realizando cambio de compresas a la frente de la princesa.

Iris con la expresión más neutral realizó una reverencia para dar a entender que se estaba disculpando.

—Supongo lo entiendes, niña...

—Madre... —interrumpió Elisia—. Llegó a tiempo, eso no importa. ¿Te molestaría si me dejas a solas con Iris?

—¿Con todo lo que ha pasado? Anoche llegó un mensajero malherido, tu padre se puso frenético cuando leyó el contenido del mensaje. Han perdido la costa oeste y los Vleyquanger del norte han avanzado en la toma del territorio. Está de pésimo humor, además no le pudieron sacar información al teniente traidor, casi lo matan. Cree que hay más de uno infiltrado en el castillo, se anticipan a cada estrategia.

—¡Eso lo sé! —objetó Elisia cortando el reclamo de su madre —. Solamente voy a hablar con ella unos momentos, de todas formas, sigue siendo mi dama y mi guardaespaldas personal. —La reina le miró con molestia, pero obedeció. En cuanto la puerta se cerró, Elisia rompió el silencio—: Iris, puedes acercarte. Tengo una cosa que quiero darte.

La joven se sentía extraña con esta interacción, tenía en las manos un carboncillo y un cuadernillo para comunicarse. Se acercó dudosa a una distancia prudente de la enferma.

—Permíteme tus herramientas —ordenó. La joven la miraba intrigada, pero obedeció poniendo en su mano aquellos objetos.

Elisia comenzó a escribir de inmediato un par de cosas sin importarle mancharse los dedos. Usó varias hojas que fue separando del cuadernillo, por varios minutos, luego dobló los papeles y los dejó a un lado.

—Solo quería escribir unos recordatorios, pronto volveré a dormir, Iris. Te pido de favor que vayas a los establos con regularidad. Quisiera que te quedaras a mi lado más tiempo, pero mi madre estará a mi cuidado —explicó forzando una sonrisa—. Allá en los establos se encuentra un dragón que he procurado tuviera todo lo necesario desde que mi padre lo capturó, pero ya no puedo visitarlo y mi padre no se preocupa por su colección en lo absoluto. Creo que sería todo.

Iris la miraba confundida. Algo así no parecía importante, sin embargo, los ojos de Elisia no delataban que estuviera bromeando, de hecho, miraba constantemente hacia la puerta.

De inmediato la madre de Elisia entró sin tocar y aplaudiendo con una expresión de seriedad, comunicó:

—¡Bien! ¡Terminó el tiempo! Elisia necesita descansar, así que es hora de que te retires, Iris —ordenó la reina interponiéndose entre las dos.

Iris miró a Elisia, luego a la reina, volvió a mirar a la princesa y esta asintió. Parecía que ambas habían enloquecido, no alcanzaba a entender el propósito de tal visita, sin embargo, antes de que pudiera retirarse, la princesa llamó su atención agitando su mano.

—¡Hey! No te vayas sin tu cuadernillo y tus libros —agregó señalando una pila que tenía encima de una mesa a lado de su cama. Iris parpadeó confundida, pero se acercó tomando las cosas con un poco de duda. Antes de que ella se alejara con toda la carga, la princesa le colocó en el tope la libreta que le había prestado.

La chica salió de la habitación con aquello tapando su campo visual, por lo que marchó con sumo cuidado y lentitud por los pasillos. Al llegar a su habitación, puso los libros en su mesita de noche y se dedicó a ver qué cosas le había dado. Nada parecía fuera de lo ordinario, había libros de cuentos infantiles, un libro de patronaje para confeccionar vestidos, dos novelas y un tomo cuya apariencia era simple, sin título, más delgado que los demás. Éste último resaltó por encima de los otros. Cuando lo abrió, se llevó una sorpresa; en el contenido había las notas de la princesa; pero no solo las notas que había hecho en la habitación la princesa actual, estaban las notas de la princesa anterior.

Iris reconoció la letra de su madre. Iba a leer las notas de Elisia cuando de pronto se escuchó un gran estruendo. Abrió su ventana y se asomó para ver qué había pasado, pues detrás del castillo salía humo y muchas personas corrían sin rumbo.

Ya iba hacia la puerta cuando esta se abrió y se azotó para después aparecer Alem agitado y preocupado.

—¡¿Qué sucede?! —preguntó retrocediendo por el susto.

—¡Han hecho un atentado en el castillo! —respondió.

Espero les haya gustado. Gracias por leer.

¿Quién habrá sido el perpetrador? Comenten si les gustó, aprecio sus comentarios. Buen fin de semana.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro