Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Rumores

Alem estuvo buscando el momento para escabullirse y buscar a Iris durante la siguiente semana. En sus tiempos libres buscaba la forma de escaparse de Liam y recorrer los rincones del castillo a través de los pasillos y pasadizos. Aquel lugar era laberíntico, estaba lleno de puertas y pasillos que a veces no llevaban a ningún lado.

En la tercera semana, en los primeros días, muchas veces intentó llegar a Iris mientras trabajaba, pero la veía tan ocupada que no podía hablar con ella, mucho menos quedarse cerca debido a su posición. No sabía dónde estaba su habitación y debía terminar sus tareas en la cocina.

Viator se reunía con ambos por separado en oportunidades contadas, su posición le permitía estar más cerca de Iris y obtener la información de forma fugaz cuando la reina bajaba a su paseo por los jardines y miraba a la guardia siendo entrenada.

Aunque él había pedido que no se les separara, no fue permitido. Se suponía que las damas contaban con un día libre para atender a sus familias, pero a Iris no se le dio ese privilegio hasta que completara su entrenamiento; la reina demandaba que fuera capacitada lo más pronto posible.

Una noche Liam estaba haciendo algunos juegos con Alem en el dormitorio. El joven estaba muy cansado y no tenía ánimos para atender al chico.

—¡Vamos, Alem! Al menos juega chocando manos.

—No, Liam, estoy cansado. ¿Te parece si mañana jugamos? —replicó el chico mientras seguía recostado mirando al techo, teniendo en su pecho el libro de Iris. Él se lo quedó, ya que, de tenerlo ella, tendría muchas sospechas por su cercanía con la familia real.

El joven estaba muy preocupado. Viator por la mañana comentó que Iris se estuvo quejando por agacharse por horas haciendo unos encargos por parte de Lady Sunen. Ella sanaba rápido y tenía una resistencia que nunca dejaba de sorprenderle, pero seguía siendo duro.

Estando tan abstraído en sus pensamientos permitió que Liam tomara el libro en un movimiento rápido.

El joven rompió su trance y se levantó rápidamente. Esta vez se maldecía a sí mismo por mostrarle al niño como sustraer cosas con la velocidad y precisión suficiente como para que él le robara un objeto tan importante.

—Dame ese libro, Liam.

—¡Atrápame! —rio el chico mientras salía corriendo hacia el castillo.

Alem lo siguió hasta la entrada de las cocinas, donde aún había gente trabajando. Por las madrugadas debían tener todo preparado para hornear el pan y comenzar los preparativos para el desayuno a primera hora, así como los platillos complejos de la comida.

—¡Liam! —gritaba Alem mientras esquivaba a los trabajadores que movían grandes ollas y pasaban con costales por todo el lugar.

El niño salió de la cocina y luego se dirigió al pasillo, subió corriendo por las escaleras que llevaban hacia el dormitorio de Iris. Se reía tanto que no se fijó cuando pasó frente a la puerta de la chica y chocó con ella de forma sorpresiva mientras se dirigía a hacer su acostumbrada lectura en secreto.

Alem al doblar por el pasillo se detuvo en seco.

—¡Liam! Dame ese libro, disculpe... —el joven interrumpió lo que iba a decir, tenía enfrente a Iris quien examinaba al pequeño que la miraba con miedo pensando que podría recibir una reprimenda por ello.

—Iris... ¿Qué haces aquí? —cuestionó el joven.

La chica, al percatarse de la presencia de Alem, sus ojos se iluminaron. Se llevó el índice a los labios para indicar silencio, no debía hablar frente al niño.

—¿La conoces? —preguntó el chico confundido mientras veía como ambos se observaban y sonreían entre sí como si se comunicaran con la mirada.

—¿Qué dices? —respondió el chico mientras rompía el silencio y volvía a la realidad—. Es mi esposa —aclaró.

El niño se sorprendió.

—¿Tienes esposa? ¡No puede ser! —exclamó llevándose las manos a la cabeza de forma dramática.

—¡No exageres! —respondió acercándose y quitándole el libro de las manos—. Tienes que dejar de hacer eso, te dije que jugaríamos mañana, vámonos.

Iris se quedó viendo la escena con ojos de nostalgia y un poco de envidia. Alem al girarse, le asintió con la cabeza.

—Te veo mañana a esta hora —dijo el joven empujando a Liam hacia las escaleras para bajar.

—¡Oh, vamos! ¿Ni siquiera te despides con un beso? Apuesto a que no la has visto por semanas —comentó el niño con media sonrisa.

Alem ocultó su expresión a Iris, pero estaba avergonzado y sentía sus mejillas arder.

—Calla y vámonos —ordenó llevándose al niño y desapareciendo en las escaleras.

La joven se metió a su habitación cerrando de forma apresurada la puerta. Tenía bastante frustración acumulada, al ver a Alem sintió una gran paz, por un instante le había quitado un peso de encima. Lo pensaba con bastante regularidad debido a que se había acostumbrado a su presencia durante todo este tiempo que convivieron. Odiaba tanto ese trabajo, deseaba mucho poderse comportar como ella misma otra vez y hablar con Alem como antes.

La chica se detuvo a pensar lo que acababa de asaltar su mente, sin embargo, la fatiga y sus pendientes le hicieron no razonarlo tanto, o quizá, no lo deseaba...

La joven se curó las heridas que se hizo en sus actividades, luego apagó todas las luces y se acostó antes de que vinieran sus compañeras quienes solían hablar a sus espaldas todo el tiempo y reírse de los rumores que la rondaban debido a sus errores. Esa noche el deseo por leer a escondidas en la biblioteca y buscar más información en otros rincones se había esfumado.

Alem por su parte se sintió aliviado y muy alegre debido a que había confirmado que Iris se encontraba bien y que, aunque poseía las manos vendadas, no parecía sufrir, seguramente sanarían mañana.

Deregreso al dormitorio, mandó a Liam a dormir y él se recostó pensando en lo queacababa de pasar. Le inquietaba la situación de Iris, pese a que era resistente,por primera vez se preocupaba por alguien de esa forma. ¿Qué era para él?, no losabía decir con claridad. El chico recordaba lo que le dijo a Viator en Adiridel y lo que este le respondió: 


—No me mal entienda, señor Viator, mi nivel de compromiso es alto, sin embargo, no se ha realizado ninguna ceremonia, por tanto, no tiene una real validez, además Iris y yo tenemos una relación meramente amistosa.

—Y yo me chupo el dedo, muchacho. No creas que no me doy cuenta

«¿Será...? —El joven miró su mano vacía—. No le di el anillo de boda porque es parte de la ceremonia... ¿¡Qué estoy pensando?! No tengo tiempo para estas cosas». El chico suspiró frustrado. Se quedó dormido tras algunas horas de dar vueltas a sus pensamientos, vencido por el sueño y el cansancio de su propia labor.

Los días siguientes la joven Iris hizo su rutina de siempre. Se presentó con Silvia Sunen para acompañar a la reina y a su séquito de cortesanas a sus actividades diarias. Estaba ya muy aburrida de estar de pie todo el tiempo viendo como todas llenaban a la reina de cumplidos y consejos.

Paseaban siempre por los jardines, así que la joven aprovechaba para recolectar a escondidas las hierbas que podía y que el invierno le permitía. Cada una las había visto en el libro de su madre, por lo que sospechaba que la presencia de éstas en ese lugar era un vestigio de su legado.

Todos los días notaba que la reina estaba más irritable y desesperada cada vez. Las noches con el rey habían aumentado y eso la dejaba agotada y lastimada sin poder confirmar aún si había conseguido un embarazo o no.

Cuando visitaban a la princesa, notaba que la chica empeoraba su semblante y perdía peso cada vez, por lo que siempre debían ajustar sus vestidos.

Iris de a poco fue subsanando sus errores, y su destreza en sus labores aumentaba día a día recibiendo una mirada de sorpresa por cada acierto. Tras tres días seguidos de ver que la joven ya no se equivocaba tanto y realizaba manualidades con cierto grado de calidad pese a lastimarse, además de notar que podía escribir sobre temas interesantes, Silvia Sunen y la reina decidieron darle acceso a la biblioteca del ala este, del otro lado del castillo.

La joven debía tener acceso a libros para seguirla cultivando dado que no hablaba, pero se comunicaba de forma escrita con un damerio muy burdo.

—Una dama de compañía debe tener temas de conversación para su señora así sea de forma escrita —argumentó lady Sunen. La mirada de Iris se iluminó en ese momento, se sintió feliz de tener un rincón seguro.

Se le mostró como llegar al lugar, por lo que a partir de ese día iba todos los días en sus ratos libres y a escondidas por las noches. Había la necesidad de cruzar el pasillo de estancia de Lady Sunen para llegar a él, por lo que temía ser vista por los guardias.

La biblioteca en cuestión era en realidad un almacén de libros viejos que ya no se ocupaban en los otros estudios principales.  Esto a Iris, lejos de molestarla, la hacía sentir aliviada por tener un espacio así.

La joven comenzó a leer libro por libro buscando los títulos más interesantes, hasta que una noche se topó con algunos manuales que aparentaban ser de al menos setenta años. En ellos encontró una ilustración de un limitador acompañado de un diagrama desgastado y manchado por el paso del tiempo, donde se veía la runa que representaba el anma puro.

«El miembro con anma puro de la familia deberá renovar el pacto en la mina original; anma, sangre y deseo».

Iris abrió los ojos como si hubiera visto a un espanto.

—¡¿Cuál mina?! —Siguió hojeando el manual hasta toparse con el mismo diagrama con las runas de la guarda-anma y la Dranugestra. Viator le había platicado que desconocía la aleación con la que hacían los limitadores, sin embargo, sabía que las Dranugestra se daban en algunas minas del este y el sur. Era un material muy difícil de obtener debido a su escasez, eso la hacía elevar su valor y su regulación.

No todas las Dranugestra eran iguales, unas eran más potentes que otras, no obstante, se decía que había una en particular que se daba junto a las piedras guarda-anma que era bastante potente, pero nadie sabía en qué mina se encontraba.

Iris sospechaba que los limitadores eran aleaciones de Dranugestra y guarda-anma. Viator le había dicho que la Dranugestra no era fácil de tratar por lo que no se podía mezclar con otras piedras.

La joven siguió leyendo hasta que encontró su respuesta.

«Piedras de la misma veta hacen la mejor armonía».

—¡Por eso pueden recibir condiciones!

Después de dos horas leyendo, se percató de la hora mirando por una de las pequeñas ventanas que iluminaban la estancia, se dio cuenta que era el tiempo para ver a Alem y hablar con él como acordaban cada noche desde que se encontraron.

Salió corriendo, sosteniendo una piedra guarda-anma para iluminar el camino y no paró hasta llegar al pasillo de las escaleras de las cocinas. Al llegar a las escaleras observó a un impaciente Alem recargado en la puerta.

—Lo siento... Estaba investigando y se me pasó el tiempo —saludó apenada.

El joven en vez de darle el saludo habitual le informó de las mofas del personal del castillo.

—He escuchado los chismes por el palacio... ¿Sabes cómo te llama la servidumbre? «Lady vendajes» —dijo el joven.

—Esos chismosos... —comentó con molestia—. Ni siquiera han hablado de lo bien que me he desempeñado esta semana, esos cabrones... se pueden meter sus chismes por donde no les da el sol, ya se les está acabando su bufón —respondió con seguridad.

—Has controlado muy bien tus miedos, por lo que veo —dijo aliviado al notar que ese día no tenía heridas en las manos—. Me preocupaba un poco que estés siendo descuidada, hay ojos y oídos en las paredes.

—¡Ja! Siento que estoy enloqueciendo, Alem. Tener que controlar mis enormes deseos de salir corriendo de aquí no es fácil, desde que llegué aquí mi ansiedad está dándome batalla para controlarla, soy torpe cuando siento que me juzgan.

Iris sabía que tenía un problema. No había batallado tanto para controlar sus crisis fuera del palacio, pero desde que entró por las puertas directo a la boca del lobo, sentía que estaba en peligro constante. Aun así, ella fue la que eligió enfrentarse a esto para contribuir con la causa de su padre.

—Ya veo... Puedes hablar conmigo por las noches aquí. Te esperaré —respondió Alem.

—¡Gracias! —respondió la joven. Sus palabras le eran como un baño fresco en tiempos de calor extremo.

El joven miró a su alrededor y luego le mostró algunas ilusiones.

—En fin, mira, logré encontrar información interesante chismeando en la oficina de Rubial. —El joven mostraba imágenes reducidas sobre las palmas de las manos que para Iris lucían como los hologramas. Las imágenes eran de limitadores en el cajón del hombre y varios papeles. El anma de viento permitía tener diferentes usos dependiendo de las condiciones.

Alem había podido desarrollar su magia en gran forma todo este tiempo y la estaba utilizando de maneras que incluso a Iris le sorprendían. Sus ilusiones reflejaban lo que sus ojos vieron en ese momento como si hubiera tenido una cámara.

—Esa técnica es nueva —comentó Iris con asombro.

—Sí, digamos que observé a tu padre mientras estuvo contigo —dijo orgulloso.

—Por lo menos sirvió de algo. ¿Qué son esos papeles?

—Ah, eso es a lo que iba. Detrás de las murallas hay campos trabajados por esclavos. El señor Rubial tiene la relación de todos ellos y parece que les están poniendo un segundo limitador, pero eso no es lo inquietante. Hay un documento con un censo, uno que me preocupa.

—¿Qué sucede?

—Están muriendo poco después de ponerles el limitador. Los documentos muestran un intervalo de fechas entre ambos registros de menos de una semana.

—¿Crees que los limitadores tengan algo que ver?

El joven, en vez de responder, cambió su expresión mientras observaba el fondo oscuro del pasillo y luego le hizo un gesto con el dedo en los labios para que guardara silencio. Su anma de tipo viento lo podía utilizar en sí mismo para agudizar su oído y así mantenerse alerta. En ese momento se escuchaban pasos y una respiración acercarse por el pasillo, por lo que eligió terminar la conversación y volver.

—Bueno, este esposo ya vio a su esposa, me retiro... —dijo sonriendo mientras se regresaba por las escaleras—. Te veo mañana, tengo que madrugar, ya vi que estás bien, con eso me basta.

El chico desapareció bajando las escaleras levantando una mano e Iris regresó a su habitación de forma silenciosa. Estaba alegre, no obstante, se llevó la palma a la frente al caer en cuenta que no le había contado de su descubrimiento.

Así otra noche terminó para ambos jóvenes. Por dos semanas más continuaron sus actividades de esta manera: Iris leyendo por las noches y luego viendo a Alem hablando de lo que encontraban de forma discreta. El joven notó que con frecuencia se escuchaban pasos por el pasillo, asumió que era personal yendo y viniendo, por lo cual comenzaron a espaciar los encuentros para hablar de la misión y en vez de eso platicar sobre sus días lo cual los hizo aún más cercanos.

Iris conforme fue ganando la confianza de la reina y Lady Sunen, se le dieron más libertades incluyendo el acceso a otras habitaciones y archivos, permitiendo que por las noches se escabullera en la bodega a completar la información con los libros. Muchas veces quedó tan absorta en sus investigaciones hasta altas horas de la noche dejando a Alem esperando hasta tarde más de una vez. Estaba tan concentrada que se había descuidado también, había alguien cuya atención había llamado sin notarlo y la observaba en su camino a la bodega.

Después de haber pasado una semana sin cometer errores en sus tareas, la joven fue por fin presentada a la princesa Elisia como su nueva dama de compañía. Su habitación fue reasignada a un dormitorio a lado de Lady Sunen, por lo que esto significó un obstáculo para poder encontrarse con Alem cada noche, espaciando las oportunidades para conversar.

Un día Iris no acudió al encuentro, cosa que extrañó a Alem y le hizo sentirse algo inquieto. La joven ese día había hecho todo lo acostumbrado. Mientras salía de la bodega, una mano le tapó la boca por detrás y la metió a la fuerza de nuevo.

—Si grita, habrá graves consecuencias. —La voz de la persona que la tenía sonaba profunda, era de un hombre. La sujetaba con fuerza con una espada en el cuello, por lo que Iris no podía zafarse sin hacerse daño.

—Sé bien que me escucha. Le he visto reunirse con ese chico que trabaja en las cocinas. ¿Qué pretende?

Iris se quedó quieta, aquello le había caído como balde de agua fría, el corazón le latía sumamente rápido y deseaba huir. No sentía tanto miedo desde que había enfrentado a los Dragones serpiente.


¿Quién habrá sido el que la descubrió? ¿Qué quiere?

Primera publicación del año. Espero les esté gustando, no olviden comentar, y si les gustó, voten, me es muy útil.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro