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Negación

En tanto Iris lidiaba con la inquietud por las nuevas revelaciones sobre su padre, la reunión no podía progresar, puesto que todo lo que se le decía, lo descartaba de inmediato. Así, Viator y Elías decidieron dejar que la joven procesara la información y descansara.

A Iris se le asignó una habitación que estaba interconectada al árbol del patriarca a través de un puente y se le invitó a cenar con el consejo, no obstante, prefirió comer a solas. La joven tomó sus alimentos mirando a través de una ventana para ver la vida en las calles del pueblo. Los dragones arbóreos cantaban como era costumbre, pero esta vez su melodía sonaba nostálgica y triste.

Un dragón pronto se posó en el quicio de su ventana para acicalarse las alas mientras emitía chasquidos y sonidos curiosos, parecía no darle importancia a la presencia de la joven. Esta le miraba expectante cuestionando por qué los Vleyquanger podían convivir tan cercanos a los dragones en ese lugar, mientras que los de fuera parecían tener miedo a sus propias habilidades.

—¿Quieres un nut, amiguito? —dijo sonriendo mientras le dejaba una baya azul en el quicio de la ventana, retrocedió un poco y vio cómo la criatura olía la dulce ofrenda.

Las nut tenían un ligero sabor similar al mango. Viator se las había mostrado en una parada que hicieron caminando hacia el sur. Eran comunes en las mesas de la gente y a Iris le encantaban.

La chica esperaba que fuera del agrado del reptil, sin embargo, después de inspeccionar el fruto, el dragón emitió un par de chillidos agudos y comenzó a acercarse a la joven con su mirada fija en ella.

—Supongo es un no —dijo retrocediendo hasta toparse con su cama. Se sentía insegura con la criatura comportándose de esa manera, puesto que se estaba poniendo en posición de ataque. Eso no podía ser bueno—. Sé que eres venenoso, pero no sabía que no te iba a gustar —advirtió tratando de no entrar en pánico.

La criatura estaba a punto de saltarle encima, cuando instintivamente Iris extendió su mano hacia el frente y gritó:

—¡Detente!

La joven cerró los ojos en ese instante esperando el dolor de la mordida, sin embargo, el silencio en el ambiente la alertó. Al abrir los ojos encontró a la criatura en una especie de trance frente a su mano, la cual brillaba de un color carmesí.

Observó su mano con incredulidad y recorrió su brazo notando marcas extendidas por toda su piel. Al retraer la extremidad, la luz dejó de resplandecer y el dragón sacudió su cabeza aturdido para luego escaparse por la ventana.

La chica siguió a la criatura con la mirada, pero cuando decidió inspeccionar su brazo, las marcas habían desaparecido.

—Debo estar alucinando —se dijo a sí misma, no era la primera vez que creía ver cosas que no estaban ahí.

La joven se sacudió la ropa y se acostó en la cama mientras seguía examinando su mano. Cuando rebuscó entre sus bolsillos, encontró la piedra drenadora que había guardado. Intrigada por el malestar físico que había regresado tras tomar la roca en sus manos, trataba de recordar si había hecho algo que pudiera haberla agotado, ya que había estado en reposo.

Mientras tanto Viator y Elías seguían discutiendo en privado.

—Es demasiado para ella —comentó Elías—. Mi hermano se desaparece por casi veinte años y cuando por fin se algo de él, resulta que le ocultó todo a su propia hija. No lo entiendo.

—La llevó a un lugar donde la aisló de todo, no le explicó absolutamente nada. Conociéndolo, es probable que haya planeado hacer una vida lejos de todo. No puedo decir que fue lo correcto, pero lo entiendo. Me envió esto por medio de un dragón arbóreo días antes de que apareciera esa niña —respondió mostrando un papel arrugado.

Elías tomó el mensaje, mirándolo como si fuera algún fenómeno extraño. Tantos años sin contacto y de pronto se aparecía actuando de forma extraña.

Aquel papel escrito en drego decía:

Hermano Viator.

Fantasmas del pasado me han devuelto a este lugar, huyendo de la desesperanza que significaba criar a un mestizo sin Lisanna. Finalmente me ha alcanzado el destino y precio por los viajes y la pretensión de no volver.
Mi hija se encuentra en el bosque, búscala y enséñale lo que yo no pude, preséntala en Draconia.

Antreas.

—Cruzó el portal a otro mundo, por eso desapareció —comentó Elías después de leer la nota—. ¿Qué vamos a hacer con Iris? —preguntó con preocupación.

—Su existencia debe permanecer en alto secreto, es joven. Me llama la atención que no haya muerto. Antreas y Lissana hicieron hasta lo imposible.

—Si el rey se entera de ella, la tratará de desaparecer por todos los medios. Supone una amenaza, Viator.

—Solo Antreas sabe por qué la trajo pudiendo dejarla vivir una vida sin toda la mierda de este reino. ¡Con una tiznada!, me preocupa que no escuche lo que le digo.

—Dale tiempo —respondió Elías —. Cualquiera se sentiría confundido si de pronto te dicen que en realidad no sabes nada y no puedes regresar a tu casa.

—Puede ser verdad, pero la incredulidad la puede poner en un peligro muy grande. Que los antepasados nos protejan.

—¿Alguna señal de su anma? —preguntó Elías.

Viator hizo una negativa con la cabeza.

—No sé qué cosa le hizo Antreas. Le puse una piedra drenadora, cualquier muestra de habilidad podría delatarla.

—¿Ni siquiera ha mostrado anma propio?

—No lo ha intentado, insiste en que no puede y yo le he dicho que no lo hiciera.

—Ay, Antreas, ¿qué pretendes? —expresó Elías mientras se asomaba al balcón de su morada.

La oscuridad envolvió Draconia y la lluvia se hizo presente desde la medianoche amenizando los sueños de la gente del pueblo. Por la madrugada Iris se despertó por una pesadilla y el sonido de la tormenta. La joven pronto notó que no estaba sola en la habitación, una presencia la observaba cerca de la ventana. Se levantó entornando los ojos pensando que todavía estaba dormida, pero los terminó de abrir de par en par cuando la luz de los rayos iluminó la habitación revelando una figura desaliñada y delgada con un manto de plumas y máscara de búho.

Iris se talló los ojos y cuando volteó, se había marchado.

—¡Ah no!, no esta vez —se dijo para sí misma mientras saltaba de la cama y salía de su habitación.

El agua helada no iba a impedirle intentar hablar con su progenitor, emprendió una carrera por las escaleras hasta llegar a la vacía callejuela. Miró con detenimiento a su alrededor sin poder adivinar a donde se había marchado aquel misterioso ente que le juraban y perjuraban que era su padre.

—¡Al menos responde mis preguntas! —gritó mientras miraba a su alrededor—. Quiero creer que esto es solo una pesadilla.

Iris sentía el calor de sus lágrimas contrastar con el frío de las gotas de lluvia que le caían en la cara. Dejando caer sus brazos comenzó a sollozar.

—Iris Drego, creer en las mentiras por sobre la verdad podría hacerte caer mucho más duro y rápido —dijo una figura detrás de ella. Su voz no se parecía en nada a como recordaba la voz de su padre: sonaba cansada y con falta de aire—. Yo creí ciegamente que podría protegerte.

—¿Protegerme de qué? ¿Realmente eres mi padre? —cuestionó con incredulidad—. No suenas como él.

—A su debido momento lo sabrás todo. Fortalece tu anma, recupera lo que te he quitado —respondió desapareciendo con el parpadeo de un rayo. Iris extendió su mano y trató de correr para alcanzarlo, pero todo fue inútil.

—¡Espera! ¡¿Qué quieres decir?! —gritó, pero sólo obtuvo silencio. La joven cayó de rodillas y azotó el piso enlodado una y otra vez con frustración.

—¡¿Qué está pasando aquí?! —cuestionó Viator al acercarse a la escena. Vio la cara de tristeza de Iris y desvió la mirada —. ¿Él estuvo aquí?

Iris asintió con la cabeza gacha y las manos sobre el pecho.

—Dijo que... fortaleciera mi anma...

Viator le miró sorprendido por aquella declaración.

—Tú... ¿Quieres hacerlo? —cuestionó mientras le ponía encima su capa de piel y caminaban juntos a resguardarse.

Iris hizo una negativa enérgica sin establecer contacto visual. Se sentía como una pieza en un juego cuyas reglas desconocía.

—No puedo... No sé si yo soy capaz de algo así. En la tarde me atacó un dragón arbóreo, no soy como ustedes.

—¡¿Te mordió?! —preguntó sobresaltado mirándola de arriba a abajo.

—No, se detuvo y luego se fue...

Viator enarcó una ceja y luego de forma inquisitiva la cuestionó.

—¿Has estado usando la piedra?

Iris la sacó de su bolsillo del pantalón y le entregó la piedra envuelta en un pañuelo.

—Desde la presentación no la he usado.

Viator tomó la piedra, miró a Iris y luego el envoltorio.... Se aclaró la garganta y guardando la roca continuó:

—Creo que es tiempo de avanzar en tu preparación para afrontar lo que este mundo tiene para ti.

—Me temía que dijeras eso... —contestó desganada—. En fin, ¿qué juramento se tiene que hacer? —cuestionó con molestia.

Viator sonrió ignorando la expresión de desagrado de Iris.

—Bienvenida a Draconia. —respondió.

Con los primeros rayos de sol de la mañana, Elías convocó al consejo del pueblo para presentar a Iris ante ellos. Todos estaban reunidos en la misma sala donde le fue revelada la verdad; Iris se sentía nerviosa ya que no sabía cuáles eran los planes de su padre ni su función en este mundo.

Había mucho ruido dentro de la sala. El alto consejo de Draconia se encontraba conformado por Vleyquanger que poseían distintivos trenzados y vestimentas variadas, haciendo notar que no solo procedían de bosques, sino de ciudades también.

Todos se encontraban en un círculo alrededor de un cofre. Elías se acercó al centro y llamó la atención de los presentes con el choque de un bastón en el piso para presidir la reunión.

—¡Orden! ¡Solicito la atención de los presentes! —exclamó.

La sala quedó en silencio y los testigos miraban expectantes lo que iba a decir el patriarca.

El hombre encajó el bastón en una ranura en la parte de arriba del cofre, revelando que era una especie de llave para sacar un pergamino de apariencia muy antigua.

El patriarca miró a todos por un momento y luego comenzó a relatar una historia conocida.

—Hace mucho tiempo nuestra sangre era una con la sangre de los Damer, ambos en nuestra ignorancia entramos en conflicto creando una brecha entre nosotros... —Elías miraba a su alrededor viendo a los ojos a todos—. La maldición que obtuvimos a cambio fue la pérdida de nuestra identidad, la imposibilidad de relacionarnos con los dragones como lo hacían los del clan original... Pero además... —miró a Iris—, nos trajo una maldición aún más dolorosa, grotesca: ningún niño resultado de la unión de ambos clanes sobrevivía más de seis meses si es que llegaba a nacer.

Iris escuchaba con atención el relato del que hablaba el hombre mientras mostraba dibujos y textos en runas que le parecían muy familiares, similares a los que veía aparecer misteriosamente en sus pertenencias y a donde fuera.

Elías continuó hablando:

—Nos rendimos al darnos cuenta de nuestro error y nos sometimos a los Damer en un intento por preservar algo de lo que estábamos perdiendo con la guerra. No puedo aseverar si esa decisión fue acertada o no —agregó—. El hecho es que después de renunciar a ser quienes somos, de todas formas, lo perdimos con el tiempo.

»Hace más de veinte años Draconia fue edificada con ayuda de Vleyquanger dispuestos a seguir sus ideales, como una forma de escape del sistema para ser nosotros mismos. Todos hemos contribuido al crecimiento de este pueblo y lo hemos protegido bien, por eso, estamos reunidos hoy.

El patriarca miró a una de las miembros del consejo. Una mujer joven de larga cabellera; que poseía arte plumario en su cabello trenzado y un vestido largo, hecho con un material similar a la seda de color azul. Ésta dio un paso al frente extendiendo sus manos hacia los lados emitiendo un brillo azulado que se extendió por la sala y envolvió las ventanas.

—El silencio se escucha desde afuera —respondió mientras volvía a su lugar.

—Iris, un paso al frente —ordenó Elías.

La chica notó que tenía la atención de todos, comenzó a sentirse nerviosa. Dio un paso al frente dando un trago de saliva, mientras veía con preocupación al patriarca.

—Miembros del consejo... —exclamó Elías—. El guardián de los portales ha traído a uno de nosotros que se unirá a los esfuerzos por preservar el secreto de este tesoro que hemos construido: Iris Drego.

La gente permaneció en silencio, algunos ya sabían que Iris era sobrina de Elías, pero otros no habían estado en la reunión previa. Pese al desconcierto, el discurso no fue interrumpido.

—Hoy celebraremos dos juramentos —continuó—: Uno de esos juramentos es uno que creímos que nunca sería posible... Al someternos a los Damer, los antepasados se juraron en secreto que, si sobrevivía un mestizo, se le protegería sin importar las circunstancias y se le haría uno más aún en contra de la ley de los Damer, quienes les temen.

Iris comenzó a conectar puntos con las cosas que se le habían contado, pero ignoraba aún la importancia de su existencia y de por qué los Damer le temían al nacimiento de un mestizo.

El patriarca extendió la mano hacia la joven, la cual miró a su alrededor y dudosa le dio la mano.

—Tu palma, Iris Drego Cassatore —ordenó mostrando una daga.

La joven al ver el arma, por un momento quiso retirar la mano, no obstante... cuando vio la mirada de Elías, recordó a su padre y sus palabras:

«... recupera lo que te he quitado».

En ese instante la furia invadió cada parte de su ser. Las circunstancias en las que se encontraba no eran producto de sus propias elecciones, no... Esta vez ella tenía la decisión de hacer el juramento si quería obtener lo que necesitaba. Podía negarse, pero Viator le había dado algo más que un departamento solitario, y aunque le había ocultado cosas, todas derivaban de la misma mentira.

Iris volteó la mano con rabia, permitiendo el corte de la navaja.

El dolor que sintió en ese instante, el ardor, no se comparaba con el malestar del abandono. Cuando la sangre comenzó a gotear, Elías retrocedió dejándole paso a la mujer que había silenciado el exterior.

Sangere ut povlere deffendere, sangere ut vita preservare —dijo la mujer con la mirada fija en Iris—. Que el silencio se haga en tu boca para quienes no son miembros de Draconia.

Un intenso brillo azulado cubrió a Iris y luego la luz se concentró en su garganta. La joven podía percibir la calidez de aquel poder que le hacía sentir en paz. Quizá desconocía su papel, pero sabía que por lo menos estaba avanzando.

Elías observó con satisfacción a su sobrina, luego hizo una seña para que todos se acercaran. Posaron sus manos sobre Iris mientras la mujer de las plumas procedía a hacer el pacto al que se comprometieron sus antepasados.

—Draconia retoma el juramento de los antepasados, el silencio reinará en sus bocas ante un Damer, halve sangere us part clane —exclamó. Todos excepto Iris obtuvieron el mismo efecto que había tenido la joven previamente.

Ella tomó su cuello observando cómo todos tenían los ojos cerrados en ese instante.

Luego del evento, Elías concluyó la reunión. La mujer retiró el escudo de silencio de la sala y cayó al piso con una respiración pesada.

Al observarla, Iris notó que llevaba un brazalete limitador en una de sus muñecas.

—¿Qué le sucede? —le preguntó a Viator.

—Su anma del viento le permite hacer algunos trucos. Ella y miembros con sus mismas habilidades son útiles para preservar en secreto este lugar, pero requiere mucha energía.

Tras los eventos suscitados, se celebró la incorporación de Iris a Draconia, sin embargo, ella permaneció callada en toda la fiesta; estaba molesta. Sus dudas se resolvían poco a poco, pero siempre surgían más preguntas que debía averiguar. Para este punto, el regreso a casa ya no era uno de sus deseos principales, sino encontrar a su padre y encararlo.

Hola, espero que les haya gustado este capítulo. Recuerden que pueden comentar el capítulo y ayudarme con observaciones y sugerencias, lo apreciaría mucho.

Saludos a todos, tengan una linda semana.

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