Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Las cenizas

Alem observó la escena con una leve sonrisa, puesto que, durante el viaje, Iris sufrió en silencio la ausencia de Viator. Desconocía la historia completa y la razón de la separación de ambos, pero notaba el aprecio que le tenía.

—¿Iris? —preguntó el hombre con los ojos abiertos como si hubiera visto un fantasma. Se encontraba sentado en una mesa con una botella rota de la boquilla y un cuenco que usaba a manera de copa.

—¡Pensé que no te vería otra vez! —exclamó la joven acercándose a su lado. Contuvo el impulso de darle un abrazo por la alegría y el alivio que tenía, porque algo en el hombre no se veía del todo normal.

—¡Por los antepasados, niña, tardaste demasiado en llegar! ¿Qué sucedió? —El hombre se levantó de su silla revelando su falta de agilidad para moverse.

Iris miró a los pies del hombre que cojeaba. Viator estaba luchando con el dolor, tenía un muñón en el muslo, con vendajes con sangre traspasando la tela.

—¡Es lo que yo quiero preguntar también! —expresó indignada.

—Hemos declarado la guerra... —comentó el hombre—. Hace dos días los Damer vinieron a Adiridel a «hacer negocios». El loco de Antreas ha estado haciendo revueltas y de cierta manera el clan lo apoya, estamos hasta los huevos de esta situación.

—¡¿Los usaron de advertencia?!

—No, se cobraron lo más importante. Esos tiznados saben quién es tu padre. Las noticias estarán llegando en una semana. El guardián de los portales ha violado su posición neutral y ha revelado su pertenencia al clan de los Vleyquanger. Eso sacó al rey de sus cabales.

—Pero ¡¿cómo sucedió?! ¿¡No piensa o qué le sucede?!

—El rey está harto de sus revueltas. Hizo una estrategia para revelar la identidad del Vleyquanger no registrado. Los Damer han estado moviéndose a las ciudades del centro del continente para protegerse de la violencia.

»Como medida precautoria ha estado encerrando y juzgando a los Vleyquanger con métodos cuestionables. Cualquier actitud sospechosa está siendo castigada incluso si no hay pruebas de ello. Los vuelven esclavos o se les pone doble limitador para que nunca tengan posibilidades de involucrarse en una rebelión.

Viator tomó el cuenco y se lo llevó a la boca, como si contar aquello fuera como un bocado difícil de tragar y le resecara la boca.

—Vinieron a hacer una redada —prosiguió. Iris y Alem se miraron estupefactos por lo que estaban escuchando—. En la última revuelta, rescatando de la ejecución a un grupo de Vleyquanger, el hombre hizo su aparición como el guardián de los portales para su rescate y declaró que «El clan perdido volverá». El ejército vino a interrogar a todos y lo han hecho en todos los pueblos del reino.

—¿Hablaron?

—No, Iris, este pueblo es el lugar donde tú padre nació. Todos aquí hicieron un pacto de silencio respecto a Antreas y primero muertos antes que poner a uno de nosotros en el patíbulo. Se percataron de la situación porque ninguna palabra salía de nuestras bocas.

—Esto que han hecho es un crimen. ¿Dónde está mi padre?

—El rey sabe cuántos y cuáles son los pueblos de nuestro clan. Está tan iracundo que ha comenzado a quemar los poblados e instaurar un nuevo orden donde se nos quite lo último que nos queda —azotó la mesa con desaire—. Pero el rey no lo sabe todo... No sabe de ti, debemos buscar la forma de desviar su atención.

»Las noticias están viajando, los Vleyquanger están siendo advertidos. Volveremos al bosque a curar nuestras heridas. Hoy es el último día, niña, el último día que el acuerdo de nuestros ancestros tendrá valor.

—«El búho ululaba por el bosque, las cartas volando están, los dragones regresando vienen, la muerte acechando está...» —dijo Alem entrando a la habitación.

Viator miraba a Alem con una expresión de sorpresa, no esperaba contar con su presencia.

—«...Recuerda Lirio tu enfoque, las sangres mantienen la alarma del bratno manifiesta...» —continuó la chica.

—¿Qué hace él aquí? ¿Cómo supo los versos? —preguntó Viator levantándose.

—Viator... es difícil de explicar, pero... él me ha estado ayudando en tu ausencia.

—Me presento ante usted, señor —respondió inclinando la cabeza.

—Tiznado, si la gente se entera de tu presencia vas a estar en muchos problemas. ¿Qué tanto oíste?

—¡Viator!, ha hecho un pacto de silencio respecto a mi condición.

—¿¡Lo sabe?! —el hombre se llevó una mano al entrecejo—. Que nos amparen los antepasados.

—Sé lo suficiente y tengo conocimientos sobre el ejército que les pueden ser de utilidad. El reino me debe más a mí que yo a él y mi vida está en deuda con su protegida.

—No sabes en lo que te estás metiendo, muchacho. Regresa.

—Ya estoy metido hasta el cuello puesto que legalmente he prestado la protección de mi apellido para Iris, señor.

—¿¡Qué has dicho?! ¿¡Tiznados imprudentes, hici... hicieron la ceremonia?! —preguntó sobresaltado, la sorpresa y la preocupación eran tales que casi se atragantaba.

—¡No! Una escriba Vleyquanger nos facilitó las formas y ahora entiendo todo. Ella sabía de todo esto —dijo la chica.

—Solo firmamos el papel para que Iris pudiera transitar por el reino en calidad de Damer —respondió el joven.

—Su imprudencia me va a matar un día —respondió volviéndose a dejar caer sobre el tronco.

—Ahora sí, Viator. ¿Cuáles son las razones por las cuales me ocultaste que mi padre estaba planeando empezar una revolución?

—Nadie lo sabía hasta hace unas semanas. Él poco a poco fue llamando la atención, provocando al rey. Esparció un manifiesto entero sobre todas las cosas que están mal en el reino. Los Vleyquanger poco a poco fueron mostrando su apoyo. Cuando el hombre hizo su último movimiento como guardián de los portales, fue entonces que yo confirmé lo que pasaba.

—¿Has hablado con él? —preguntó la chica.

—Una semana antes de que apareciera el ejército... Yo estaba esperando por ti, tardaste y me alegro de que así fuera. Tu padre... tu padre está muriendo, Iris.

—No... ¿¡De qué?! ¿¡Qué tiene?! —Iris tomó la camisa de Viator, lejos de sentirse enojada, la joven estaba preocupada y se reflejaba en su forma de mirar al hombre.

—Hay un precio por tener semejantes poderes. Me dijo que cuando supo que no le quedaba mucho tiempo, empezó a sentirse culpable por no haberte podido dar todo lo que merecías. Su más grande miedo era dejarte sola en el mundo donde te llevó para protegerte.

—¡Estás jodiéndome! ¿¡Todo lo ha hecho por mí bien?! Me dejó sola —respondió soltándolo para azotar la mesa con su puño, sentía frustración.

—Tu madre te amó tanto, Iris, que usó sus propias habilidades para evitar que la maldición de la muerte te cayera a ti. Eso le agotó su energía vital y falleció. Tu padre cumplió la promesa que se hicieron de proteger tu vida. Estás viva y si la maldición no te mataba, el rey lo iba a hacer.

—¿Y no podía dejarme en ese mundo? Sola, pero no tendría que hacer todo esto, ¡no tendría que cargar con las muertes de todos ustedes!

—Estamos muertos en vida desde que nacemos, niña. Te dio una infancia que él no pudo tener; tranquilidad y paz. Pero eso no sería eterno, no pertenecen allá.

»El haber vivido en ese mundo diferente tanto tiempo es incompatible con la resistencia de Antreas, lo enfermó de gravedad. Al darte paz también te evitó que supieras cómo defenderte del mundo, además, una vez cumplieras los dieciocho, de igual forma tu vida se acortaría.

—¿Qué está haciendo? Pudo haberlo dicho... —respondió con frustración, las lágrimas corrían por sus mejillas mientras todos los recuerdos de sus momentos padre e hija le venían a la mente como avalancha—. Pudo haber evitado que pensara que no le importaba. Las visiones, los extraños sucesos...

—No tenía tiempo, tenía que prepararte. Iris, cuando él muera, perderás una habilidad importante que ha estado activa en ti. Le queda tan poco tiempo que tuvo que traerte antes de que iniciara esta locura.

—¿Qué voy a perder?

—Antreas te implantó una piedra guarda–anma traductora. Su pacto contigo es que la piedra te haga entender todo de lo que hablamos y lo que lees con su anma del viento que permite que las ilusiones sean posibles.

—¿Quieres decir que... ¿no podré hablar con ustedes? Y encima, ¿tendré que encargarme de todo lo que él inició?

—Debes aprender nuestra lengua.

—¿Cómo esperan que lo haga? ¿Cómo esperan que me tome a bien sus decisiones? Quiero decir, entiendo todo, comprendo ahora, pero no estoy conforme. ¿¡Por qué me lo tuviste que explicar tú y no él?!

—Nos vamos a Draconia —respondió Viator tomando un bastón hecho con la rama de un árbol. El hombre estaba moviéndose con dificultad, apenas se estaba adaptando a no tener una pierna.

Alem miró a Viator con extrañeza, lo vio mover la boca, pero no captó ningún sonido.

—¿A dónde? —preguntó el joven mirándolos con frustración.

—¿¡A Draconia?! Pero es arriesgado ir allá —respondió Iris siguiendo al hombre que cojeaba hacia la puerta. Ambos ignoraron a Alem en ese momento.

—Estamos muy cerca, necesitamos una nueva base. Iris, estamos apostándolo todo por nuestra propia libertad.

—¡Yo no iré, debo buscar a mi padre! Necesito hablar con él.

—No te pongas necia, niña, necesitas prepararte. Eres la sucesora de su causa.

—Iris, no sé de qué hablan, pero hay que moverse. Son pocos días que sucedió esto, es probable que haya varias compañías desplegadas y aumentarán si no nos vamos —interrumpió Alem alzando la voz y tomando del hombro a la chica que de momento le estaba dando la espalda.

La joven miró con una expresión de frustración a Alem, pero no emitió ninguna objeción, únicamente apretaba los puños como solía hacerlo siempre.

Viator salió por la puerta siendo recibido por la imagen de Fideag en la entrada esperando.

El hombre miró con nostalgia a su caballo, acariciaba su crin como si nunca hubiera visto algo tan maravilloso.

—Lo salvaste... —comentó Viator.

—Nunca dejé que se lo llevara la corriente.

Viator le dirigió una sonrisa leve.

—Monte a Fideag, señor. Iris y yo les seguiremos a pie —dijo el chico.

—Niño, tú y yo tenemos que hablar —comentó el hombre—. Iris, ve a buscar una silla de montar. Está adentro, no puedo creer que estuvieron montando a pelo.

—Era eso o nos tragaban los dragones —respondió la chica de mala gana mientras corría dentro de la cabaña.

Viator se quedó observando a Alem. Su apariencia estaba desaliñada, llevando pieles para cubrirse del frío.

—Si llevaras una trenza, bien podrías pasar por uno de nosotros.

—¿Disculpe? —Alem miraba confundido al hombre.

—Niño, te casaste legalmente con mi protegida. Espero que tu nivel de compromiso sea tan alto como para presentarle tus respetos a Antreas Drego. Ya eres un Vleyquanger, bienvenido al clan... Si es que te aceptan, claro.

—No me mal entienda, señor Viator, mi nivel de compromiso es alto, sin embargo, no se ha realizado ninguna ceremonia, por tanto, no tiene una real validez. Además Iris y yo tenemos una relación meramente amistosa.

—Y yo me chupo el dedo, muchacho. No creas que no me doy cuenta.

Los ojos de Alem reflejaban confusión, Viator con una media sonrisa se contuvo de reír al verlo.

—Le debo la vida... —respondió el joven.

—Ah, ya veo. Que le enseñara a cuidarse las espaldas sirvió de algo, por lo que veo. Escúchame muy bien, Alem Zorex, si no cumples con tu palabra, al primer Damer al que mate de forma lenta e innecesaria será a ti —amenazó apoyando un dedo sobre el pecho del muchacho.

—De eso no se preocupe. Puedo hacer un pacto a costa de mi vida si es necesario —respondió con mirada desafiante.

—Pues tendrás que hacerlo cuando lleguemos a donde vamos, porque tendremos un problema cuando el tío de Iris se entere que se casó con un Damer.

—Como si fuera la primera vez que le presentan a un familiar político de mi clan —respondió de forma seca.

—Esa mujer fue una sanadora de la nobleza. Quiero ver qué has hecho de tu vida en estos meses.

—Soldado desertor y guía de su protegida para conseguirle papeles que ahora lo protegerán a usted. Espero contemple una visita con la escriba Vleyquanger, señor...

—¡Listo! Encontré otro costal con ropa como el que me diste cuando te conocí, Viator —interrumpió la chica, ignorando el ambiente incómodo entre esos dos.

—Que bien que lo encontraras. Cambien su vestimenta. Nos iremos en cuanto carguemos a Fideag —respondió Viator sin quitarle los ojos de encima a Alem. Su mirada era retadora, le resultaba curiosa la forma en la cual estaban resultando las cosas—. Por cierto, si hay ropa más elegante, cárgala.

—¿Por? —preguntó la joven.

—Para una fiesta o un funeral, nunca sabes cuándo la podrías necesitar...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro