Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La piedra

Momentos antes, Iris sostenía a Skala entre lágrimas mientras éste le repetía la misma frase ambigua de siempre. La chica tenía heridas que no le permitirían seguir luchando y no tenía idea de qué hacer.

Alem sabía que no estaban en condiciones, no obstante, le resultaba curioso que aquella pequeña criatura se negaba a dejar el lado de la chica, recordando un dato de color respecto a los mitos del clan perdido: ellos eran tan cercanos a los dragones que podían adquirir sus habilidades.

La chica miró a Skala, que, colocando su patita sobre su pecho, iluminó sus escamas de forma similar a las marcas de Iris. Entonces lo comprendió:

—Tu poder es mi poder y mi poder es tu poder... —dijo Iris viendo cómo sus heridas se cerraban, el dolor disminuía y su visión mejoró sintiendo que un calor le envolvía por completo.

Alem desde su punto de vista veía a Iris con sus marcas resplandecer rítmicamente con el dragón en brazos, a la vez que se alargaba la pupila de sus ojos dorados, como los reptiles. Comprendiendo que eso era lo que temían los reinos vecinos.

El dragón se separó de la chica para hacerle una reverencia con la cabeza, y, de un momento a otro, Skala pareció crecer al triple de su tamaño. Cuando tuvo la fuerza suficiente, la chica se incorporó levantando a Alem para susurrarle un plan...

Lessian miraba con los ojos desorbitados cómo Iris tenía la mano apoyada en la piedra. La chica sentía náuseas, pero su transformación disminuía los efectos, por lo que, de haberlo hecho de forma normal, seguramente no lo habría soportado.

—¡No! —exclamó el rey embraveciendo el viento a su alrededor, pero Alem se abalanzó sobre de él para distraerle logrando que con un movimiento defensivo le disparara una cuchilla de viento.

Alem interpuso la hoja de su espada para bloquear el ataque, siendo desviada lejos de sus manos, no obstante, antes de que ésta tocara el suelo, el joven se envolvió en su propio viento contrarrestando por pocos segundos el vendaval que interfería con sus poderes. Sin importarle nada, aumentó su velocidad, acto que incrementó el gasto de su energía para afianzarse a Lessian con el brazo sobre el cuello y no soltarle. En un intento por evitar que le quemara, aprisionó sus brazos con corrientes de agua a través de sus cuerpos congelándola en cuanto llegaba a las extremidades.

El chico se preguntaba por qué Lessian aguantaba tanto los efectos de la piedra, ya que él se sentía mareado y débil, pero no podía quedarse quieto, mantenía el anma activo en una de sus manos.

—¡No permitiré que te acerques!

—¡Suelta! ¡Insolente hijo de...! —Lessian luchaba para quitárselo de encima, pero Alem se aferraba con fuerza. Tenía ya poca energía y debía hacer que rindiera.

—¡Atrévete! ¡Vas a desaparecer! —espetó Alem.

—¡Ustedes no conocen la condición! ¡No deberían conocerla! —exclamó.

—¡Claro que la conoce! —interrumpió Elisia usando lo que le quedaba de fuerza para avanzar hacia su padre.

Al escuchar esto, Lessian dejó de forcejear para voltear a ver con incredulidad a su sobrina.

—¡No tienes idea de las consecuencias! —exclamó.

Iris por un momento dudó, pues el miedo provocaba que tuviera el corazón retumbando en su cabeza, no obstante, sabía que, si no hacía esto, tampoco podría vivir en paz. La chica le dirigió una mirada seria a aquel hombre que seguía luchando por quitarse a Alem de encima.

—Trágate tus palabras... —respondió Iris posicionando su otra mano en la roca. El simple hecho de tocarla le hacía mermar sus fuerzas, no obstante, cuando comenzó a pronunciar la condición de anulación, la piedra emitió pulsaciones de energía que, para los testigos de la cámara, eran como azotes que les provocaban no poder mantenerse en pie.

Dentro de la mente de Iris había un debate, un encuentro de dos pensamientos. A la vez que la chica iba recordando la condición original, se debatía la nueva condición. Sentía que su cabeza explotaría por la presión que estaba ejerciendo al imponer la anulación. Era como si la piedra misma le quisiera rechazar.

«Por la grandeza de los que tienen el poder sobre los señores del bosque...».

—Por la grandeza... de los hermanos de los señores del bosque...

«...que los hermanos de los señores del bosque pierdan poder al no renunciar a su ser y que los hijos del clan original perezcan sin la chispa de la vida que sus madres les den».

—...anulo toda condición impuesta sobre... mis hermanos y sobre sus hijos. —Las manos de Iris ardían como una quemadura extendiéndose por el cuerpo. El impulso de soltar la roca le era tentador, pero no, no podía...

«Nosotros Cassatore, hermanos jurados de Limnion, por el odio a nuestros hermanos descarriados cada veinte años ofrendamos sangre por sangre, anma por anma, vida por vida para mantener el orden y el poder», recordó la voz.

Iris tomó aire, debía continuar la condición en respuesta a esa voz interior, aunque sintiera que se estaba muriendo. A su alrededor estaba Alem, el cual con dificultad sostenía a Lessian del cuello mientras esté intentaba evaporar el agua que continuamente fluía hacia ellos.

Elisia como último intento se aferró a su padre para hacer que resintiera de nuevo los efectos de su propia maldición. Este la pateó y la impulsó lejos con una ráfaga de viento que terminó por cortarle el abdomen.

Iris al ver esto se sintió agobiada, la condición original era puro odio. Su deseo era vivir en paz, así estaba determinada.

—Yo... Iris Drego Cassatore —continuó—, heredera del pacto... enemiga de Limnion... por amor a mi tierra y a mí gente doy mi sangre, anma y vida para regresar el orden que fue trastornado... ¡Draconia libertare!

Al completar la anulación, la piedra dejó de emitir energía de forma tan violenta, no obstante, un terremoto sacudió la cámara y la roca del pacto inició un agrietamiento, el sitio se estaba derrumbando.

Lessian, iracundo, le dio un cabezazo a su captor aturdiéndolo. Le tomó del brazo y lo azotó sacándole el aire, para luego dispararle. No obstante, el chico, como acto reflejo, recibió el ataque envolviendo sus extremidades en anma, impulsándose fuera de su alcance quedando cerca de la princesa, quien veía todo con dificultades para mantenerse consciente.

Sin importarle que el lugar se estuviera cayendo en pedazos, Lessian arreció los vientos, y avanzó amenazante hacia Iris, quien luchaba por sobreponerse a los efectos de la dranugestra. La joven se llevó a la boca una hierba para aminorar sus síntomas, no obstante, ella no estaba del todo en buenas condiciones pues sus costillas aún no sanaban por completo.

—Tú, basura, ¿Crees que has ganado? Crees que no podré hacer otro pacto, ¡¿eh?! —exclamó el rey. Volteó a ver a Elisia la cual seguía semiconsciente, pero con dificultades para respirar, pues, aunque su maldición se anuló, sus heridas eran graves.

Lessian, al ver el estado de su hija, se volvió contra Iris disparando sus navajas de viento haciendo que se quebrara la plataforma donde se apoyaba. No obstante, la chica se protegió con el escudo y rodeó su cuerpo con anma, cayendo así de forma accidentada al suelo.

El pequeño Skala esperaba a su cuidadora en la base de la roca, teniendo problemas para recuperarse de los efectos de la cámara. A pesar de ello, cuando Iris cayó cerca, se aproximó para ponerse frente a ella, gruñendo y mirando con ferocidad a Lessian.

—Que conmovedor, ese animalejo se vería bien en la chimenea... —comentó el rey.

Iris que en ese momento intentaba regular su respiración para adaptarse, al escuchar eso, lo miró con esos ojos reptilianos inquietando al hombre, no obstante, nada le atemorizó más que ver a Skala con las pupilas dispuestas de la misma forma y en una actitud defensiva, pues las escamas del animal resplandecían turquesa y rojo.

Cuando el pequeño abrió el hocico, el agua de alrededor se arremolinó en una bola brillante que emitía vapor para después ser disparada a gran velocidad hacia Lessian una y otra vez. El hombre apenas podía esquivar los cañonazos pues estos tenían una gran potencia, sin embargo, en la primera oportunidad le atacó con una bola explosiva.

El dragón aún era muy joven para defenderse, por esta razón, Iris interpuso su escudo y los envolvió a ambos con su poder previo al impacto. La fuerza de la explosión los azotó contra los muros en dirección donde estaba Alem, quien intentaba levantarse y proteger a Elisia de las rocas.

—¡El odio... de este cabrón le da ese impulso extra! ¡Hay que salir de la cueva, ya! —expresó Alem con impotencia. Aunque tuviera la fuerza, su anma de viento no era tan efectivo en estas condiciones y usar el agua en su contra podría contribuir al derrumbe.

Lessian caminaba ya con dificultad, pero no dejaba de hacer circular el viento a su alrededor pese a que la cámara se estaba derrumbando.

—¡No habrá pacto, pero por lo menos puedo desquitarme! —gritó el rey con un rostro aterrador.

La chica, con Skala en brazos, veía como el vapor de agua circulaba y desaparecía en el vendaval creado por Lessian. Él seguía atacando, pero era tanta su ira y su agotamiento, que fallaba sus tiros, pues este ya no razonaba.

—¡Aquí, Iris! —gritó Alem, el cual le hizo una seña para que se acercara.

La joven sentía sus fuerzas mermar, pero aún con las marcas activas, se puso de pie y se impulsó hacia Alem queriendo correr de forma torpe, cayendo a lado de Elisia en el proceso.

Alem cubrió a todos con un escudo de corrientes de viento mientras Iris, con las extremidades entumecidas, levantaba muros de roca para frenar el acercamiento de Lessian, pero estos eran destruidos de inmediato.

Las corrientes chocaban entre sí dando de vez en cuando algunos destellos pequeños que no pasaron desapercibidos por la joven.

—¡Alem, lánzale agua! —expresó agitada.

El joven la miró dudoso, pero obedeció extendiendo el anma de sus manos a su cuerpo, y disparó cuchillas de hielo impulsadas por la fuerza centrífuga de un cañonazo de agua hacia Lessian varias veces.

La pareja se estaba agotando, sabían que tenían el tiempo en su contra, no obstante, cuando Iris ya no pudo crear muros por el agotamiento, Skala se puso entre los dos con su cuerpo brillando con intensidad. La criatura emitió un rugido congelando el suelo creando una especie de campo que enfriaba el aire aún más, ayudando a Alem para crear hielo. La magia que emitía su campo afectó a la chica proporcionando la energía suficiente para que ella los cubriera a todos con su anma potenciando sus ataques.

El rey se protegió de los embates con llamaradas evaporando el agua y haciendo que en el ambiente dentro de la cámara se formaran nubes alrededor como si se tratara de un huracán. Las corrientes eran tan fuertes que el viento que lograba ingresar al campo era cortante como el papel.

—¡Ustedes no tienen idea! ¡Fueron años de planeación! —reclamó con ira.

Iris se arrastró a lado de Alem para susurrarle el plan:

—¡Que el choque... del agua en el aire cree chispas como las rocas ígneas! Esto nos puede matar, pero... ¡es nuestra única opción!

El joven le miró con preocupación.

—¿¡Esa es la condición que esperas que le meta?! ¡¿Qué pretendes?!

La idea de Iris sonaba disparatada, pero ella le miraba con tanta seriedad, que supo que hablaba en serio, por lo que accedió a crear las corrientes. El joven apenas tenía la fuerza suficiente para extender su escudo de viento contra el de Lessian, pero se llevó una gran sorpresa cuando chispazos se manifestaron al impactar contra el ventarrón y la atmósfera se enrareció erizando los cabellos de todos.

—¿¡Qué está pasando?! —cuestionó Alem al sentir la estática dándole un cosquilleo por todo el cuerpo. Le resultaba inverosímil que algo así sucediera con todo a su alrededor.

—¡¿Ya se cansaron?! ¡Nos estamos divirtiendo! —declaró el rey con una sonrisa confiada imprimiendo más fuerza en sus corrientes.

—¡Tu arrogancia... se volteará contra ti! —advirtió la joven echándose al piso cubriendo al dragón y jalando a Alem con ella—. ¡Agáchate!

La joven extendió su brazo y golpeó con todo lo que tenía el piso para cambiar sus propiedades magnéticas, mientras que Lessian continuaba acercándose.

El hombre no supo qué lo golpeó, estaba tan ensimismado tratando de infringir el mayor daño posible, que lo último que vio fue un gran destello: un rayo se formó y cayó sobre él de manera repentina, cesando el viento e impregnando el lugar con el aroma a carne quemada.

El cuerpo de Lessian quedó inmóvil emanando vapores con una inquietante expresión de satisfacción, para luego desplomarse en el piso.

—¿¡Qué... demonios fue eso?! —preguntó el joven con el rostro desencajado.

—Física de tormentas... De algo tenía que servir el maldito curso de la universidad —respondió con una expresión de dolor y asco por las náuseas que estaba tolerando.

Ambos hubieran deseado que todo acabara ahí, pero el techo amenazaba con desplomarse.

—¡Hay que salir! —dijo Alem con premura. Ambos se veían con angustia mientras que Iris señalaba a Elisia dando a entender que había un problema.

—¡No tengo fuerza para cargarla! ¡Ayúdame!

Elisia llamó la atención de Iris con su mano helada. Había observado la mayor parte del tiempo lo que había pasado, entendía que, por el esfuerzo, era probable que sus oportunidades de sobrevivir al derrumbe fueran mínimas si la llevaban a cuestas.

—Ustedes... Salgan de aquí...—dijo con debilidad.

—¡¿Qué?! ¡No! ¡No te dejaré! —exclamó la joven.

—Es tarde para mí... Estoy feliz, soy libre —respondió la princesa con una sonrisa—. Eres la heredera... El futuro de Drechen está en tus manos...

Iris sintió un vacío en el estómago, con impotencia aceptaba que no podía salvarlos a todos, no tenía el anma suficiente.

—¡No hay tiempo! ¡Quedaremos atrapados si no salimos ahora! —dijo tomando del hombro a la joven, sentía dolor en su pecho, no deseaba este resultado.

—Elisia, habría deseado tanto que vinieras... Tu vida será recordada —dijo Iris entre lágrimas.

—Gracias... tu voz es tal y como pensé... —respondió con debilidad antes de expirar con una sonrisa dibujada en su rostro.

Iris le cerró los ojos, sentía un gran pesar, no obstante, se sentía en paz pues le vio una sonrisa por primera vez. Se levantó con ayuda de Alem y este la tomó de la cintura.

—¡Aguanta la respiración! —ordenó. Skala se subió al hombro de Alem aferrándose a él con sus garritas en cuanto el joven activó su velocidad para salir de la cámara.

Al llegar al gran agujero por donde cayeron, los miembros del clan les esperaban con unas cuerdas para salir antes de que la mina se derrumbara enterrando para siempre a la antigua dinastía.

Momentos antes en la capital, la situación era delicada pues el ejército había conseguido ingresar hasta los muros del castillo y estaban intentando ingresar. Fuera de la ciudad la mayor parte de las fuerzas estaban perdiendo terreno pese a que ya habían inhabilitado a la mayoría de los tanques, pues los Damer los protegían con su vida. Viator se encontraba dirigiendo las defensas internas del castillo cuando un portal s abrió frente a él, sólo para descubrir a Liam desde el otro lado lanzando a Arden a sus pies. El cazarrecompensas no pudo más que mirar confundido al tipo que se retorcía como gusano con sal.

—¿Te echaron del cuarto? No tengo tiempo para hacer de tu niñera —expresó con molestia, jalando a Arden de la ropa.

—Tengo una idea, para eso me enviaron —dijo Arden intentando proteger el poco orgullo que le quedaba—. Forme a sus hombres en filas largas poniendo al frente a hombres con escudos o anma de tierra y sus armas retraídas. La formación misma evitará que lleguen a la entrada del edificio.

Viator le miró en silencio, desenvainando la espada, la alzó sobre la cabeza del exteniente. Al ver esto, Arden cerró los ojos esperando el golpe, sin embargo, lo que sintió fueron las cuerdas aflojarse, quedando libre. Al abrir los ojos, Viator le entregó con brusquedad un escudo que había tomado de un cadáver.

—¡Ala-cambiantes! —llamó Viator a través de una piedra amplificadora—. ¡En fila! ¡Escudos al frente! ¡Quiero verlos a todos unidos!

Aquellos que estaban cerca se juntaron con desorden en fila frente al edificio avanzando hasta medio patio. Las balas seguían cayendo y destrozando la muralla, los soldados estaban por abrirse paso por la puerta principal y escalando por los muros, desbordándose para entrar cuando fueron recibidos por una masa de escudos que fue avanzando sin permitir que estos pudieran ingresar tan fácil al último bastión.

—¡Lanzas y espadas al frente! —ordenó Arden con escudo en mano—. ¡Avancen mientras los de atrás rematan a los heridos! ¡Aquellos con anma de viento repelan las flechas!

Viator y otros con anma tierra levantaban muros frente a sus agresores para ralentizar su paso. Otros más protegían o lanzaban ofensiva desde atrás. Flechas, lanzas y algunos ataques elementales hacían volar a la gente dentro y fuera de la formación.

Mientras tanto, Antreas continuaba su labor dando pulsos a una piedra que usaba de catalizador para abrir portales a través de otras piedras colocadas estratégicamente por los túneles, mandando al campo de batalla a todo aquel intento por ingresar al castillo. Se estaba agotando su tiempo pues su anma estaba fallando, resintiendo el dolor.

El hombre estaba dispuesto a darlo todo cuando el limitador a su lado se quebró, haciendo retroceder a todo aquel que presenció el suceso.

—¿¡Qué diablos pasó?! —exclamó Liam acercándose a la cama.

—¡Lo hizo! ¡El pacto se anuló! —exclamó sonriente y tembloroso.

El niño corrió a ver las ventanas, pues una gran conmoción había provocado un cese al fuego sumiendo el campo en un silencio temporal. Los Vleyquanger que aún tenían limitadores de pronto se estaban liberando, por lo que no tardaron en gritar de alegría haciendo eco por todo el lugar.

—¡Alas-cambiantes! —gritó Viator con entusiasmo activando su piedra amplificadora —¡El clan ha resurgido!

Los Damer retrocedieron cuando vieron que a todos se les extendían las marcas por el cuerpo, pues al reanudar la batalla, notaron que los dragones dejaron de obedecerles en cuanto se ponían en contra de los Vleyquanger, tirando a sus jinetes y volviéndolos en su contra. La fuerza de los Vleyquanger era temible y su poder de recuperación se potenció, por lo que se volvieron difíciles de repeler.

El sonido de retirada de los cuernos comenzó a escucharse por todo el reino. Bandadas de soldados se dispersaban mientras algunos caían y otros eran capturados. En Draconia momentos antes de que lograran derrumbar el muro que los protegía, los limitadores cayeron haciendo de esto la declaración de la victoria.

Alem e Iris bajaron la cuesta empapados en sudor, maltrechos apoyándose el uno del otro, pues la chica cojeaba de una pierna y Alem apenas tenía fuerza para caminar. Les esperaba un largo camino pues el regreso a Draconia tomaría varios días sin la ayuda de los túneles.

Iris intentaba mantener sus marcas, ya que sabía que, si reposaba, se quedaría dormida por varios días, pues ya la vista se le estaba nublando. En cierto momento de la caminata, la joven creyó alucinar cuando divisó a la distancia a un hombre parado junto a la vereda rodeado de cuerpos y algunos Damer cautivos.

—Salve reina —dijo el hombre en cuanto la chica se acercó, la estaba esperando.

—No... reina no... Por favor —suplicó haciendo una seña con la mano. Había derrotado a Lessian, pero lo que menos pretendía era ser la siguiente reina. —Tu trabajo ha terminado... puedes irte —dijo agitada debido al dolor y el esfuerzo. Las piernas de la chica flaquearon llevándose a Alem al suelo.

—¡Iris! —exclamó el joven, recostándola. La compañía entera se acercó preocupada rodeando a la pareja.

—Su vida se ha acortado —dijo el guardián observando inexpresivo la escena.

—¡¿Que?! No estés bromeando... —reclamó. Enterarse le había caído como balde de agua fría, resintiendo aún más sus achaques.

—Viviré varios años, no se van a deshacer de mí —sonrió la joven somnolienta y con el anma de su mano parpadeando, señal de que estaba en el límite.

—Mi trabajo aquí terminó, la deuda ha sido saldada... —respondió el hombre inclinándose ante Iris. Al levantarse, todos observaron sus ojos dorados en el sonriente rostro del guardia que desapareció en la niebla del bosque.

La chica por un momento se olvidó de su situación, observando con pasmo los rostros de todos los testigos quienes no podían parpadear de la impresión.

—¿Qué diablos fue eso? —se cuestionó.

Todo estaba en silencio, nadie sabía qué responder. Alem comenzó a reírse.

—El último miembro del clan original te ha reconocido —respondió nervioso.

La chica se tensó de inmediato, los fantasmas también existían en este mundo.

—¿¡Qué?! ¡Pero si era más real que un expectro!

—Un antepasado... —se encogió de hombros— El anma trasciende a los pactos, el tiempo y el espacio. Tu energía vital puede dejar marca en este mundo si tienes una misión que tendrá consecuencias para siempre. Es la gracia de un juramento.

—No puede ser... —expresó, desplomándose en los brazos de Alem, quien apenas pudo sostenerla debido al cansancio. Sus marcas desaparecieron y se quedó dormida.

Tras varios días, entraron triunfantes a Draconia sobre algunos dragones que había dejado atrás el ejército, llevando consigo a Iris dormida en los brazos de Alem.

La música no se dejó de escuchar en los bosques de Draconia pues la gente celebraba su libertad e Iris al despertar no dudó en disfrutar también antes de regresar a la capital para ocuparse de varios asuntos que dejó pendientes; entre ellos la organización del país.

La última noche, la chica observaba todo desde el balcón del árbol de Elías, usando con orgullo la ropa tradicional de los Vleyquanger, cuando Alem apareció aproximándose para conversar.

—Y... ¿Qué piensa hacer Iris Drego ahora que todo terminó? —dijo, interrumpiendo los pensamientos de la reflexiva mujer.

Iris le miró de reojo, veía a la gente de Draconia disfrutar, los niños correr y a los dragones revoloteando por todo el lugar. Su gente reconectaba con los dragones y se estaba adaptando muy bien.

—Pues... Vivir, no tengo idea de cuánto, pero lo pienso disfrutar como no te lo puedes imaginar —respondió mientras tomaba una bebida, recargándose en la barandilla, sonriendo.

—Tienes razón, al menos esto acabó... supongo que lo nuestro también se anuló —suspiró Alem mientras se acercaba a la joven.

—Supongo... —respondió desviando la mirada. Aunque su «matrimonio» había sido breve, se había acostumbrado a su presencia, a presentarse como tal.

—A menos que... —dijo inquisitivo el chico.

—Que... Ni se te ocurra... —dijo ocultando una sonrisa. La chica comenzó a caminar hacia la solitaria sala de reuniones, que lucía extraña sin todas las armas y mapas que solía tener.

—¡Vamos! ¡Tú lo sabes! ¡Yo lo sé! —respondió con entusiasmo. Tenía la esperanza de que lo que habían pasado no fuera solo el calor del momento.

La chica caminaba sonriente evitando la mirada de Alem que la seguía con vehemencia, disfrutando de su pequeña persecución hasta que finalmente, Alem la atrapó dejándose caer en el sillón unidos por un beso.

—Te seguiré a dónde tú quieras... —dijo Alem al separarse.

—¿Serás capaz de acompañarme a recuperar los bosques y dar la cara para joder a los estirados reyes del continente? —cuestionó la joven.

—Y para recorrer el reino, completar la investigación de tu mamá y ayudarte a recuperar los territorios para los dragones —complementó el chico acercándose de nuevo para besarla.

—Suena tentador... —respondió sonriendo en tanto su mirada se perdía en sus ojos.

—¡Ah, no! ¡Momento! —interrumpió Elías con seriedad. Ambos jóvenes palidecieron al ver al hombre, para luego ruborizarse por vergüenza.

—¡Mis manos están limpias! —exclamó Alem subiéndolas.

Elías comenzó a reírse como nunca lo habían visto, descolocándolos aun más, pues esperaban una reacción diferente.

—Ustedes primero tienen que hablar con mi hermano, antes de que estire la pata ese viejo cascarrabias. ¡Respeten los usos y costumbres! —exclamó.

—Ay no... —expresó el joven con angustia.

—¿Qué? —cuestionó la chica con una expresión de confusión, puesto que aquella reacción le resultaba atípica, pues minutos antes estaban haciendo planes en su coqueteo.

—Viator va a perseguirme en Fideag por un par de días... —respondió con preocupación.

—No, no creo... —dijo Elías entre risas—. Pero ten un dragón rápido...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro