La herencia
Era la madrugada del día del pacto, faltaba poco para el amanecer. Ahí en la oscuridad del bosque, Lessian se vio alertado por pisadas de algo que le acechaba en los flancos del camino. Pensó en la posibilidad de tratarse de un dragón, puesto que había recibido informes sobre extraños ataques de dragones en diferentes sitios donde batallas se estaban llevando a cabo.
Cuando escuchó alaridos en la oscuridad, sintió erizarse los vellos de los brazos y nuca, seguido de un escalofrío que le recorrió de pies a cabeza, pues eran comparables a los gritos que daban las personas que él mismo torturó y mató alguna vez. Por un momento pensó que eran los espectros de los muertos que acechaban, pues varios le maldijeron antes de partir.
A su lado los soldados con espadas desenvainadas sostenían temblorosos su escudo al frente a la espera de lo que fuera que les estuviere acechando, no obstante, uno a uno fue desapareciendo dando un grito ahogado. La compañía estaba en guardia y el sudor frío recorría sus frentes, pues percibían la penumbra del bosque como si se los fuera a tragar en cualquier instante.
Uno de los soldados que estaba cerca de unos arbustos se percató de algo que corría entre los pies del escuadrón, deteniéndose frente a él. Un dragón arbóreo lo observaba silencioso moviendo su cabeza con curiosidad. El hombre estaba por alertar de su presencia cuando la criatura se abalanzó sobre su cara haciendo que este desapareciera entre los arbustos. Esta acción era obra de Iris, pues ella logró contactarse con los dragones ocultos entre los árboles que siempre les vigilaban en la oscuridad para que estos les atacaran. La chica pensó que se negarían, pero estos le dijeron que en los bosques se esparcía el rumor del regreso de los guardianes Drego.
Mientras tanto, ocultos en las sombras, Alem y los demás aterrorizaban a los soldados con los inquietantes alaridos emitidos por los silbatos de cráneo, haciendo que más de la mitad huyera del lugar dejando al rey lidiando solo con el desorden, pues el guardián de la mina permanecía inexpresivo sin hacer intervención. Llegó un punto donde Lessian, ante el descontrol, emprendió una carrera para llegar a la mina y atrincherarse ahí.
—¡Defiendan al rey! —gritaba uno de los comandantes mientras sus soldados se quedaban para cubrirle. En ese instante, los Vleyquanger vieron el momento propicio para salir al encuentro, iniciando la batalla.
Cada uno se enfrentó a los soldados con el objetivo de dejarlos fuera de combate con sus armas, pues el filo modificado de éstas entorpecía sus poderes.
Mientras tanto, en medio del caos, Iris perseguía al rey fugitivo, chocando la espada con todo aquel que se interponía en su camino. La chica con destreza los inhabilitaba enterrándolos hasta el cuello o disparando luz, arrojándolos a un lado de forma violenta, haciendo que Skala los distrajera lanzándose desde su brazo hacia la cara de sus oponentes para luego volver al hombro de la joven y repetir el proceso.
Con cada golpe dado y cada vez que se coordinaba con la cría, la sensación de un pulso de energía recorría su cuerpo y las marcas aumentaban su brillantez. En cierto momento pensó ver sus uñas alargarse, pero lo ignoró. Por su parte Alem le cubría su espalda tratando de seguirle el paso.
Lessian no tardó en llegar a la mina, pero cuando este intentó adentrarse, sintió una ráfaga de aire que resultó ser una roca impactando en las paredes de la entrada. Cuando este se giró, sus ojos parecieron salirse de sus cuencas al ver a una mujer con la piel marcada, cuyos ojos dorados resaltaban en la oscuridad.
—¡Demonio! ¡Nunca debiste nacer! —gritó desenvainando su espada y bajando de su montura.
—Agradécelo a tu hermana —respondió Iris apuntándole con su espada.
Lessian le miró con desconcierto, pues por primera vez había hablado y eso le hacía rabiar, ya que entendió toda su treta.
—Bien jugado... me recuerdas tanto a Lisanna, tan astuta como insolente. ¿Qué vienes a hacer aquí? —cuestionó retrocediendo con Elisia sostenida por un brazo.
—Tenemos una deuda pendiente, Lessian. Tus crímenes contra el clan causaron sufrimiento suficiente, esto tiene que parar. Suelta a Elisia.
—¿Crees que puedes acabarme? —se rio con cinismo—. ¿Crees que puedes terminar con mis ideas? ¡No! Las personas también las tienen, no debiste nacer y así lo pensarán siempre, porque no es fácil desenterrar la semilla del desprecio contra la gente de tu condición. Mi familia trajo la paz, trajo la prosperidad y la riqueza cuando enterramos toda posibilidad de que ustedes resurgieran. ¡De mi cuenta corre que así sea!
El tipo hizo brillar sus manos en anma rojizo hacia su dragón de tiro, haciendo que la criatura se tornara agresiva contra Iris colocándose en posición de ataque. Sin embargo, la chica extendió su mano con marcas brillantes envolviéndola en un resplandor dorado frente a la bestia, haciendo que el animal sacudiera la cabeza, puesto que tenía los comandos de ambos clanes. Lessian se dio cuenta rápido que Iris podía contrarrestar el anma Damer.
—¡Libertare! —exclamó Iris dando un paso al frente, provocando que la mano de Lessian fuera repelida de forma violenta liberando al dragón, el cual emitió un rugido ensordecedor antes de huir sin atacar a la chica—. ¿Riqueza para quién? Yo no podré terminar con las ideas que pululan en el reino sobre el clan al que pertenece la mitad de mi linaje, pero hay algo que sí quiero y lucharé para tenerlo: ¡mi lugar! —respondió la chica avanzando hacia Lessian.
—¡Por esto es que ustedes no deberían existir! —espetó con frustración. El hombre mostró en su cinturón varias piedras guarda-anma engarzadas, que, al pasarle la mano envuelta en luz azul, comenzaron a brillar y rodearlo con su poder.
Parecía un desquiciado haciendo que el viento circulara embravecido por el lugar, de manera que se sentía como un azote con navajas en la cara. El rey estaba dispuesto a pelear a matar.
Alem pronto llegó a lado de Iris poniéndose en guardia, provocando que el monarca acrecentara su ira al verle.
—¡¿Cómo puede un traidor a su clan estar en mi presencia?! ¡Son basura! —El hombre los azotó con ráfagas de viento, a lo que el joven, intuyendo el peligro, se lanzó sobre Iris evitando que las navajas los alcanzaran, notando la caída de árboles partidos por la mitad.
Iris al ver el resultado del ataque se levantó con dificultad. El aire mismo la estaba sofocando, pero nada le perturbó más que ver sangre en el costado de Alem, pues el ataque le había rozado un poco. El brillo de los ojos de la encabronada chica se intensificó y sus manos imbuidas en anma de color verde parpadeaban al ritmo de su respiración.
—¡Calma! ¡Estoy bien! ¡Ese cabrón guardó anma en esas cosas por mucho tiempo, ten cuidado! —exclamó Alem, pero el viento era tan fuerte que poco se escuchaba.
Lessian hizo a un lado a Elissia retirándose la corona y la capa, y cubrió sus puños con fuego, quemando parte de la ropa y dejando sus brazos al descubierto. Sus llamas emitían chispas como las mechas de pólvora. Los tres se miraban fijamente mientras la tempestad mantenía alejados a los demás de la zona.
Mientras tanto en la capital el sitio había comenzado desde hacía varias horas. Durante el enfrentamiento, algunos elementos de Lessian habían ingresado ya a la ciudad encontrándose con resistencia de parte de varios voluntarios. No obstante, fuera de las murallas se desataba el infierno pues todavía se chocaban las espadas y se atacaba con elementos que modificaban el paisaje.
Los Vleyquanger sin limitador, por cielo, enfrentaban a los dragones a muerte, provocando terror en las tropas pues ahora sus habilidades de defensa y lucha se habían potenciado y lucían como si portaran maquillaje de guerra. En cuanto un soldado caía, se adueñaban del dominio de los dragones pues estos les obedecían incluso mejor que bajo su mando.
Sin embargo, el ejército aún los aventajaba, pues sus tanques avanzaban inermes con el objetivo de derribar las murallas de la ciudad mientras varios morían en el intento de inhabilitarlos. Cuando se lograba estallar un tanque, el cielo nocturno se iluminaba dando una vista impresionante desde las lejanías.
En el castillo los arqueros dispuestos en las almenas repelían al enemigo, tratando de derribar a los dragones Flesna que intentaban asaltarles, pues dentro del mismo recinto se encontraba Antreas quien desde su cama miraba la batalla que se estaba librando.
Liam se encargaba de atender al viejo mientras Roger asistía a Viator en la batalla fuera del castillo. A Antreas ya no le quedaban fuerzas, tosía cada tanto expulsando sangre y le estaba costando respirar, la palidez de su semblante ya era tan evidente que parecía un muerto en vida.
—Mírate, viejo —comentó Arden quien estaba amarrado en la misma habitación—. No puedo creer que estoy frente al legendario Guardián de los portales.
—¡Ya cállate, estúpido! Don Antreas te podría transportar como escudo para las catapultas —respondió Liam mientras cambiaba las compresas frías de la frente del guardián.
Pese a la molestia, Antreas no desviaba la vista de lo que tenía en las manos, pues imbuía pulsaciones de poder de forma constante a una piedra, mientras que en su costado vigilaba un limitador. Estaba cumpliendo su propia misión, podría estar en cama, pero no sin hacer algo, después de todo la guerra era su responsabilidad.
—¿Qué haces? —preguntó el exteniente intrigado por su excelente concentración, pero este no obtuvo respuesta.
Un gran estruendo llamó la atención de todos, menos de Antreas. Liam corrió a asomarse por la ventana, observando con angustia que los soldados ya estaban en las barreras interiores del castillo a punto de sobrepasarlas preparando un paso por el pozo.
—¡Esos cabrones van a entrar al castillo! —exclamó el niño.
Antreas no despegaba la mirada de las piedras, continuando su tarea. Arden se levantó aún amarrado y avanzó de forma torpe hasta la ventana para comprobarlo.
—¿Qué van a hacer al respecto? Tomaron este castillo y no saben defenderlo —dijo con ironía.
—Si no aportas nada, seguirás amarrado incluso si ganamos la batalla... —respondió Antreas continuando su misión. Dentro del recinto tenía a familias enteras refugiadas y él debía hacer su parte.
—Te alegraría que ganara el perro de Lessian —reclamó Liam con desdén, a lo que Arden, incómodo, se aclaró la garganta.
—Quisiera decir que sí, pero ese no es el caso, pues si llegasen a ganar, a mí no me espera nada más que la miseria y eso no me conviene porque ya colaboré con ustedes.
—¿Y qué esperas? ¿Qué me conmueva? ¿Qué puedes ofrecer? —preguntó Antreas.
—Fui teniente en este lugar, conozco las maniobras para repeler ataques como estos...
En Draconia, mientras tanto, los Damer estaban siendo emboscados por los Vleyquanger. Tanques avanzaban a lo largo del río dejando destrucción a su paso, no obstante, al estar en terrenos poco conocidos, se encontraban con Vleyquanger camuflados que les daban batalla en su intento por frenar su acercamiento al pueblo. Desde lejos se escuchaba el estruendo de los cañones y la caída de los árboles, poniendo inquietos a los dragones, asustando a los que permanecían como última reserva para la defensa de la ciudad.
—¿Qué les pasa? ¿No deberían estar defendiendo a su ciudad? —dijo Lessian—. ¡Al amanecer nacerá una nueva era de progreso! Todas las piezas se están acomodando.
Iris yacía agitada con la frente cubierta de sangre y tierra mirando con impotencia como Alem estaba esquivando los ataques que el rey le lanzaba a la vez que chocaban sus espadas. El viento potenciaba sus llamas que les explotaban al contacto, sus poderes eran ridículamente destructivos. Skala estaba asustado emitiendo rugidos agudos puesto al frente de su cuidadora. La chica estaba tratando de recuperarse de un ataque que le dio en un hombro, el ardor era insoportable.
—Sus rugiditos son más molestos que el viento silbante. ¡Ya cállate! —ordenó el monarca quitándose de encima a Alem que en una oportunidad le congeló el brazo. La velocidad del viento no permitía al joven hacer uso de su magia de viento, por lo que tampoco pudo disminuir la fuerza con la que fue azotado contra las rocas.
Lessian, iracundo, lanzó hacia Iris y al dragón un cañonazo de fuego rompiendo así parte del hielo. La chica apenas tuvo tiempo para reaccionar.
—¡No! —gritó la joven cubriendo a Skala y golpeando el piso con sus manos envueltas en anma verde creando un gran temblor que desequilibró a todos los presentes. El suelo se levantó, pero de inmediato se fracturó llevándose a todos en la caída. Iris había roto el techo de la mina.
Todos trataron de protegerse de la caída; Iris se envolvió en rocas que, cuando cayeron al piso se resquebrajaron liberando a la chica y al dragoncito de forma muy accidentada, y Alem intentó utilizar su viento para hacer su caída menos estrepitosa. No obstante, ninguno pudo evitar golpearse con fuerza sintiendo que iban a desmayarse.
Tras el derrumbe todo quedó en silencio, Iris escuchó como las rocas se movían, pero estaba tan aturdida que no podía levantarse. Skala le daba topes con la nariz en la cara para alentarla, pidiendo que se levantara y sacara las garras.
Iris abrió los ojos por completo cuando sintió que algo o alguien la estaban mirando. Lessian estaba parado ahí con Elisia en brazos semiconsciente. El hombre tenía varias heridas en los brazos, no sabía cómo había evitado lesionarse.
Trató de incorporarse, pero tenía las costillas rotas por lo que hacer movimientos y respirar le resultaba doloroso.
—Veo que ya no puedes ni levantarte —rio el tipo mientras veía el cielo que se asomaba por el agujero. Estaba a punto de amanecer—. No tengo tiempo de encargarme de ti con propiedad... —El hombre le disparó a Iris y a Skala sin miramientos haciendo reventar el lugar y emprendió una carrera accidentada al fondo de la cueva.
La joven, en un movimiento rápido tomó al dragón y se cubrió con los brazos envueltos en anma, azotando su espalda contra el muro sacándole el aire. La chica trataba de regular su respiración, pero cada intento era como sentir que le aplastaban el pecho, notando que su boca tenía un sabor herrumbroso.
Alem quien había perdido la consciencia por un breve instante, al despertar se encontró con Iris en las cercanías intentando incorporarse sin éxito, pues el simple hecho de respirar lo sentía como navajas cortando sus costados. El chico se arrastró para llegar a la joven, tampoco podía levantarse por el dolor y apenas veía pues la sangre de su frente le escurría sobre sus ojos.
—¿¡Qué pasó?! ¿¡Y Lessian?! —cuestionó al llegar junto a Iris.
—Corriendo... hacia la veta... —La chica se agarraba el costado con incomodidad—. Ya no puedo pelear... no así —dijo con la respiración entrecortada. Su vista se nublaba por momentos, se mantenía consciente por pura voluntad—. Tengo las costillas rotas. Esto fue... mi error.
Alem se arrodilló para revisar a la chica, la cual se quejaba al ser tocada. Skala se posó en la mano de la joven que, con lágrimas en los ojos, se lo llevó al pecho. Si algo le podía más que el dolor físico era el dolor del fracaso.
—¿Sabes? El clan perdido tenía una conexión con los dragones única —comentó Alem con una sonrisa entristecida—. ¿Qué hacemos ahora?
Mientras tanto Lessian caminaba con Elisia al hombro, moviéndose con dificultad y jadeando, pues el uso continuado de anma le estaba agotando. Tenía que llegar a la roca del pacto antes del amanecer.
Elisia había despertado a medio camino, por lo que el rey quería apresurarse, ya que sabía que no le quedaba mucho tiempo. La joven preguntaba por su madre, pero Lessian le daba por su lado, pues sabía que la única manera de verla era en el infierno.
A medida que se acercaba a la roca, notó que el lugar estaba inundado, los muros lloraban agua y del techo caían gotas cuyo eco resonaba por todo el lugar. Al ingresar a la cámara, se encontró una gran roca oscura que, a diferencia de las piedras con las que Elisia experimentaba, esta no tenía impurezas y solo con estar en esa sala, sentían sus fuerzas flaquear.
Pese a que Lessian estaba decidido a llevar a Elisia hasta la piedra, no deseaba entrar con ella por sus efectos en la atmósfera.
—Camina, ve hasta allá, no me decepciones como tu madre —ordenó bajándola.
Elisia se quedó en silencio dándole la espalda, la chica no tenía fuerzas por lo que cayó estrepitosamente al piso en cuanto su padre le soltó. Al ver esto, el hombre con resignación se acercó, pero en cuanto le puso una mano encima, la chica le prensó del cuello con las manos desnudas, utilizando su maldición para torturarlo.
—¿¡Qué hiciste, estúpida!? —exclamó empujándola.
—Dijiste que mi madre se quedó en el castillo, pero... ¡Tú huiste de la capital conmigo en brazos! ¿¡Qué pasó con mi madre?! —cuestionó con la poca energía que le quedaba. La ira y la indignación le podían más que su propia enfermedad.
—Ya cállate, Elisia. Sí, ¡tu madre está muerta!
—¿¡Que le hiciste?!
—Yo nada, los Vleyquanger la mataron —mintió.
—¡Mientes! Yo... Fui una tonta... —Elisia sentía los efectos de la roca potenciar sus malestares, pues todo comenzaba a darle vueltas y a tener dificultades para respirar. La chica miraba su mano temblorosa, haciéndola resplandecer pensando en chocar ese poder contra su pecho para acabar con todo, no obstante, cuando estuvo a punto de quitarse la vida, observó a su padre abalanzarse sobre ella.
Cuando este iba a tocarla, un golpe lo lanzó fuera del camino dejando a Elisia con una expresión de pasmo y sorpresa.
Alem estaba al lado de Iris quienes juntos lanzaron un ataque de rocas potenciadas por el viento para aumentar la velocidad. Iris se puso frente a Elisia y poniéndose en guardia con la espada en mano retó a Lessian a atacar.
—¡Ustedes son una plaga! —gritó encolerizado mientras se recuperaba del golpe. Cuando iba a lanzar un ataque hacia la chica, el hombre volteó y mandó a volar a Alem quien intentó agredirlo por la espalda.
Iris en un hábil movimiento realizó un pisotón en el suelo para alzar frente a ella una columna de piedra que después afiló haciéndola girar sobre su propio eje disparándola hacia el rey. Este lo esquivó, pero cuando estaba a punto de mandar sus cuchillas de viento hacia la joven, Alem tomó ventaja y nuevamente le congeló las extremidades. Con un movimiento veloz, cortó la cara de Lessian con su espada modificada con el polvo y logró que este soltara la suya.
El monarca retrocedió de inmediato, deshaciéndose del hielo y llevándose las manos al rostro. Al ver la sangre, resentir las náuseas y la sensación de flaqueza, se dio cuenta de que había sido atacado con sus propias cartas. Estaba harto de la situación, sus puños comenzaron a calentarse de tal manera que el resto del hielo voló en pedazos, mirando a Alem con una sonrisa y calma inquietantes.
—Querido muchacho, ¿conoces las costumbres de la realeza? Ser el segundón en todo me obligó a asistir a mi familia, protegerla, exponiéndome a la dranugestra ¿Crees que no conozco sus efectos?
Alem miró con incredulidad que él siguiera teniendo fuerzas para seguir de pie y usar sus habilidades. El odio del rey era lo que lo mantenía en el campo de batalla. Las piedras de su cinturón brillaban con intensidad, dándole la energía necesaria para seguir peleando.
Lessian disparó llamaradas hacia el apurado joven que trataba de esquivar cada ataque o bloquearlo, llenando la sala de vapor como resultado. El muchacho estaba resintiendo los efectos de la cámara, pues la náusea y el mareo no tardaron en aparecer, pero necesitaba hacer tiempo.
Iris tomó impulso y siguió modificando el suelo para golpear a Lessian mientras trataba de atacar a su compañero. Sus condiciones se habían hecho más complejas cada vez, pues cada ataque venía acompañado por una defensa levantando muros de roca de diferentes formas y tamaños, de tal forma que pronto logró golpearlo aventándolo varios metros lejos de Alem.
—Eso me dolió... —dijo con una calma inquietante, levantándose, no obstante, cuando sintió humedad y frío en su cara al limpiarse, sus ojos se dirigieron a Iris que permanecía inmóvil, luego vio su mano con horror confirmando que lo que lo había golpeado era agua y no tierra.
Alem le dirigió una sonrisa socarrona e Iris se volvió una figura transparente de agua que cayó al piso perdiendo su forma.
—Ups...
—¡Oye, Lessian! —dijo una voz femenina.
El rey miró desconcertado en dirección a la roca. Iris se encontraba en la plataforma con un colgante y con la mano cubierta de sangre sobre la piedra.
Este ha sido uno de los capítulos más complejos que he escrito. Espero lo hayan disfrutado tanto como yo al escribirlo.
El capítulo final está cerca.
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