El mensaje
Iris se enfrascó en una discusión con su tío respecto al plan, puesto que nada realmente garantizaba que los túneles llevaran a las minas, pero era lo más cerca que podían estar de la ubicación ya que ambos dataron de la misma época. Elías no estaba muy seguro, pero el tiempo se terminaba, había que tomar una decisión, pues cada día que pasaba, el enemigo estaba cerca de cumplir sus objetivos.
La joven mestiza continuó hojeando libros en búsqueda de más información al respecto, pero los recursos recolectados en ese lugar nunca se compararon con los que Lessian tenía. Iris permaneció con el huevo del dragón celeste pegado al cuerpo para mantenerlo caliente, no comprendía por qué la madre dragón se alejó sin el huevo, pero no dudó en empollarlo lo mejor que pudiera.
Pasada la medianoche Alem se encontraba haciendo estudios también de las armas y las aplicaciones de las piedras pues por la tarde había llegado un mensaje de Viator el cual contenía las instrucciones de Domenech sobre cómo trabajar los minerales para la creación de armas.
«Anma puro y la mezcla de manipulación y transmutación son las respuestas para establecer las condiciones».
Alem e Iris estuvieron ayudando en todo lo que pudieron para preparar la defensa, incluyendo la forma de utilizar las piedras a su favor en la fabricación de armas, pues, aunque ya se utilizaba la técnica en la minería y en la forja de limitadores, los Vleyquanger eran inexpertos. Su dureza no permitía el trabajo manual convencional, además de que era común que el artesano sufriera efectos secundarios.
Lograban los primeros pasos, pero las piedras se calentaban y sacaban chispas asustando a sus investigadores. Alem, con su experiencia de transmutación y manipulación de anma, trataba de analizar qué había salido mal, pero no encontraba la respuesta.
Iris se acercó al frustrado chico que en ese instante deseaba que el mensaje contuviera más información, pero dieron prioridad a los puntos débiles de los tanques y tanquetas que se estaban ocupando.
—¿Puedo? Creo que hay algo que les faltó, observé a Elisia hacer este tipo de cosas —preguntó la chica tomando unas piedras.
Alem se preocupó al ver que Iris podía tocar las piedras drenadoras sin inmutarse, preguntándose si eso no le haría pagar un precio a la larga.
La chica concentró su anma en éstas haciendo que se volvieran al rojo vivo, flotando y deformándose mientras levitaban. Observaba con mucha concentración aquella masa amorfa que giraba con una creciente velocidad hasta el punto de sacar chispas.
Alem se agachó con cautela, pero la joven no dejaba de mirar. Sorpresivamente aquella masa comenzó a brillar blanco como su anma fragmentándose en miles de trozos hasta hacerse arena. Los ojos de Iris se tornaron amarillos y sus marcas volvieron a extenderse, pues al sentir los efectos de la piedra drenadora sobre ella, su cuerpo respondía para disminuirlos.
—¡Listo! —exclamó—. La condición que usaron es la correcta pero no completaban el proceso, no les teman a las chispas.
Alem tomó el polvo plateado que cayó en la mesa, no obstante, por un momento se quedó observando los extraños ojos de Iris que al poco tiempo tornaron a la normalidad y luego volvió la vista para examinar la arenilla.
—Esto valdría cuando menos quince monedas de plata en el mercado. Ya veo el porqué del precio, el polvo de las guarda-anma vale una cuarta parte y aun así me duele gastarlo para hacer los papeles rojos —rio—. Iré a comunicar tus hallazgos, no sé qué seríamos sin ti.
Ambos se dispusieron a salir para buscar a Elías, no obstante, Iris se quedó atrás pues algo palpitaba en su costado. Cuando se revisó encontró el huevo destellando y poniéndose al rojo vivo. La chica lo soltó por accidente por miedo a quemarse, sin embargo, el huevo hizo menos que romper el piso en vez de quebrarse.
Miró con intriga el suelo y luego el cascarón. El huevo emitía pulsaciones de anma cada vez más fuertes hasta que eclosionó asomando una enternecedora criatura cuyos ojos enormes y profundos se posaron en la joven.
—Ay no...
La chica se movía de lado a lado, puesto que el pequeño dragón le seguía con la mirada. Iris sentía su pecho encogerse de la ternura, pero las dudas no permitían que sucumbiera al impulso de tomarlo en sus manos.
El bebé pronto se incorporó y en una sacudida extendió sus pequeñas alitas. Era del tamaño de la palma de la mano y en sus escamitas tornasoladas predominaban los colores violetas y azules.
Alem regresó con Elías para buscar a Iris y que esta les mostrara el proceso para la fabricación del polvo de dranugestra pero al verla con un dragón celeste en el hombro, se olvidaron de todo cuestionando los pormenores. Alem sobre todo no podía con la emoción y deseaba tanto tocarlo, sin embargo, la criatura se mostró huraña ante él y cualquier desconocido.
—Dale tiempo —dijo Iris—. Dice que eres un extraño.
—¿Cómo lo llamarás? —preguntó emocionado.
Iris se quedó pensativa mientras observaba al pequeño hacerse bolita en su hombro para ponerse a dormir.
—Quizá... Skala, significa «escama».
Aprovechando que el dragón dormía, Iris procedió a repetir el proceso de fabricación del polvo. Un miembro del consejo; el jefe de seguridad, en cierto punto lo intentó también. Su anma era puro pero dado que no estaba familiarizado con la transmutación, le tomó un tiempo. Con esto todas las armas podían modificarse para darse una ventaja, pues al ser un proceso costoso, los Damer sólo lo ocupaban para los limitadores.
—Domenech es un genio —expresó Elías.
Iris se mantuvo con el pequeño dragón en su hombro, ya que no sabía realmente qué hacer con él. Por la madrugada, aunque intentó dormir, no podía, pues faltaban horas para salir a los túneles. Alem regresó de su turno de guardia al que se había presentado voluntario. El chico entró a la habitación como si de un zombie se tratara y se acostó en la cama dejándose caer.
—¿No puedes dormir? —preguntó.
—No, Arden dijo que estaría en este territorio, pero la montaña es grande y explorarla tomaría muchos días. El túnel es lo único que nos puede guiar a ese punto, el acceso a la mina debió ser tan complicado como sencillo para los antepasados. ¡Es frustrante! —suspiró.
Alem se sentía cansado, pero imaginaba que la chica también lo estaba, habían dormido muy poco haciendo los preparativos con el tiempo encima. Podría pedirle que descansara, pero no se sentía con capacidad para hacerlo ya que él también se rehusaba a reposar. Deseaba que ya no se preocupara por él.
—De todas maneras, saldremos en dos horas a los túneles. Iremos a ciegas a partir de ese punto, ya tenemos listo todo lo necesario.
—No quiero entrar de nuevo a ese lugar, odio los lugares tan cerrados, pero no tengo opción.
—Todo saldrá bien —expresó Alem mientras le entregaba a Iris uno de los cráneos que había encontrado en la bodega.
—¿Qué es esto? —preguntó en tanto lo miraba con extrañeza.
—Son cráneos de dragón silbador —dijo sonriendo ampliamente y acomodándose en la cama para quedar sentado en la orilla.
—¿Por qué tenemos algo así? —Enarcó una ceja girando el cráneo para ver la base.
—Son instrumentos musicales. Antes cuando un dragón silbador moría, dejaban que cumpliera su ciclo de descomposición, se limpiaba el cráneo y se podía utilizar para amenizar los bailes en las fogatas.
—¡Ah! ¡Es verdad! De hecho, algunos Vleyquanger suelen usar la mandíbula de los caballos para hacer sonidos que acompañen a otros instrumentos —respondió sonriendo.
Alem colocó entre sus labios la nariz del pequeño cráneo, el sonido resultante era como el de los silbatos de barro.
—Este pequeño aún puede sonar por muchos años más, los repartí entre los guardias y voluntarios para el frente de batalla.
—¿Eso como para qué? —cuestionó intrigada.
—Ya lo verás, el dragón silbador tenía una característica muy destacable...
El joven iba a comenzar su explicación cuando los interrumpió el sonido de alguien tocando una puerta cercana. Sonaba tan apresurado que Iris se levantó del lugar y se asomó, descubriendo un guardia con sangre escurriendo por su frente que pedía con frenesí que Elías le recibiera. Ambos chicos se acercaron para escuchar las noticias en cuanto el patriarca recibió al hombre.
—¡Se acercan, señor, pronto estarán aquí, quizá mañana!
Iris sintió un vacío en el estómago, el tiempo se terminaba. Lo de menos era enfrentar a las tropas, lo grave era que, si Lessian activaba la roca, no importaba cuánto se esforzaran, morirían sin poder defenderse.
—No se acercarán, no todavía. Los Damer podemos ser muy supersticiosos, la mayoría le teme al bosque —interrumpió Alem.
—Tomaremos eso como ventaja —asintió Elías.
Iris miraba el intercambio de palabras de ambos, sintiéndose excluida de la conversación, ya que le resultaba irónico que pudieran llevarse así de bien sabiendo cómo se trataron en el pasado.
Todos bajaron para dar la alarma. La gente salió de sus casas con armas y una mirada decidida. Sin tener que emitir la orden, cada uno tomó sus posiciones.
—Faltan tres horas para el amanecer —comentó Elías.
—Tiempo suficiente —dijo Iris.
—Ustedes salgan ya de aquí —ordenó Elías—. Nosotros estaremos bien. —El hombre colocó entre los tres un pequeño escudo metálico con un relieve de dragón en el centro—. Hace siglos el clan perdido era conocido por su valor y su fiereza, pues los reinos vecinos estaban en constante guerra. Nuestra gente, ante la amenaza constante, siempre supo tomar partido y defender lo suyo. Los padres junto con sus hijos hacían esto:
Elías colocó su mano sobre el centro del escudo invitando con la mirada a Alem y a Iris a hacer lo mismo. Alem e Iris posicionaron sus manos sobre la del patriarca. El hombre sonrió pues, aunque él no había tenido descendencia, su legado estaba en sus manos.
—Con él o sobre de él, volveremos libres o no lo haremos —pronunció el hombre.
Alem asintió, tomó el cráneo de dragón silbador y soplando llamó la atención de la gente, varios Vleyquanger se presentaron listos con sacos a la espalda y bien armados. Iris tomó el escudo y se lo colocó en el antebrazo, por detrás venía reforzado con piel de dragón de Riese por lo que era práctico y resistente. Estaban listos para entrar a los túneles.
Elías sacó un silbato de dragón silbador soplando con fuerza mientras avanzaba para salir del pueblo. El sonido resultante fue un ensordecedor alarido similar al de una persona gritando con terror, helando la sangre a todo el que lo escuchaba.
—El dragón silbador asustaba a la gente de los bosques porque su defensa era gritar como si alguien estuviera aterrorizado —explicó Alem con orgullo, miraba divertido la expresión de Iris, quien no daba crédito a lo que escuchaba.
—¿Dónde está ese dragón? —preguntó Iris.
—Se extinguió con la guerra —respondió encogiéndose de hombros.
La pareja se dirigió al acceso a los túneles, pues todos los voluntarios para la expedición los esperaban en filas de tres. Iris se puso al frente de la hilera de en medio y Alem se colocó a su lado en una de las columnas de los flancos.
Estando en la entrada del túnel, la joven miraba y escuchaba el sonido del agua corriendo. Ya no se permitiría sentirse mal, pues asumir responsabilidad por sus propias acciones no implicaba autocastigarse sino aprender de ellas. Con decisión alzó el brazo con la mano firme y extendió el brazo hacia adelante para avanzar.
Alem, junto con el compañero del otro flanco, dieron un paso largo con ambas manos envueltas en un brillo turquesa, siendo seguidos por los demás haciendo que sus marcas se extendieran por todo el cuerpo. Los Vleyquanger de los flancos poseían anma de tipo agua de tal forma que al avanzar por el túnel mantenían la corriente a los lados.
Iris por su parte iluminaba el camino con su anma, teniendo a Skala escondido debajo de la capucha de su media capa, y aunque estaba tranquilo, miraba con curiosidad como los hombres a lado de la chica manipulaban las corrientes.
Mientras tanto en la capital, Viator regresaba con Arden montando en un dragón Flesna robado. El padre de Iris solicitó su presencia ya que había descubierto túneles debajo del castillo y estaban a la espera de un nuevo artefacto que Domenech les había proporcionado para defender por arriba y por debajo a la ciudad fortaleza con garras y dientes. Para Viator esto era importante ya que el guardián de los portales ya no podía usar sus poderes con la misma soltura, estaban contra reloj y debía tomar el mando.
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