El horror
Iris permaneció detrás de Elisia, no porque estuviera obedeciendo a su instrucción previa, el rey tenía una mirada penetrante y su expresión denotaba molestia. La joven había estado observándolo con cautela puesto que, después del incidente con Alem, el hombre siempre la estaba vigilando de forma disimulada.
—He llegado, padre. Haré las pruebas de los nuevos limitadores.
—Es tu única obligación, Elisia, después quiero que pruebes la resonancia de los mismos con la veta que me han logrado traer, es la más parecida en composición a la piedra del pacto original.
La princesa asintió con desgano y se acercó al centro de la sala. El lugar aparentaba ser una especie de laboratorio, puesto que estaba lleno de herramientas, libros empolvados y una gran plataforma central que era utilizada como mesa.
Elisia con sus manos aún imbuidas en anma tomó los grilletes abiertos de metal ennegrecido, los observó y procedió a remangarse el vestido para dejar ver sus brazos llenos de cicatrices. Se realizó un corte haciendo una mueca de dolor y dejó correr el débil flujo a través de sus brazos para manchar los limitadores.
Un aura blanca rodeó a Elisia levantando ligeramente su cabello, al susurrar su condición, cayó al piso agotada. Jadeando se incorporó apoyándose de la orilla de la plataforma, Iris se acercó de inmediato y le brindó una de las botellas. Con las manos temblorosas se llevó la boquilla a los labios, bebiendo su contenido con desesperación, en tanto el rey miraba con indiferencia su estado.
—Si ya terminaste, quiero que pruebes esas condiciones en este instante. Traigan a los esclavos —ordenó con un tono de desgano. Los guardias entregaron un par de Vleyquanger con apariencia enfermiza que apenas podían permanecer en pie—. Adelante.
Elisia asintió con resignación. Con los brazos cubiertos de sangre se acercó a la plataforma que tenía una gran piedra negra cubierta con otras piedras volcánicas fundidas en una sola masa. Iris reconoció aquello como una gran dranugestra, la joven había dejado de parpadear cuando vio que Elisia se le acercó.
La princesa miraba aquella mole como si estuviera pensando su accionar. Por un momento Iris creyó que ella se negaría a hacerlo, ya que se notaba el miedo en su rostro, no obstante, su padre estaba impaciente. Susurrándole algo al oído provocó que cambiara su expresión a una que reflejaba frustración e ira, seguido de un arrebato donde se clavó una daga con violencia.
El rey complacido ordenó que se le colocaran los limitadores a aquellos infortunados que habían traído. Cuando los limitadores se soldaron a sus muñecas, ambos comenzaron a sufrir los efectos clásicos de la primera exposición. No obstante, cuando Elisia vertió su sangre sobre la roca, el horror de los gritos de dolor de los esclavos rogando la muerte inundó el salón.
Iris miró con terror como se retorcían y se arrastraban a los pies del rey, no obstante, nada le horrorizó más cuando observó la enorme sonrisa del hombre quien no cabía del gozo, disfrutando del sufrimiento de aquellos presos hasta que sus voces se apagaron.
—¡Ha funcionado! —aplaudía—. Oh, hija mía, me has dado la solución de una vez por todas a este desorden que el estúpido de Antreas ha hecho por todos estos años.
Elisia, sin poderse poner de pie, escuchaba a su padre monologando, la princesa se abrazaba a sí misma sintiendo un dolor inconmensurable que de a poco la fue consumiendo hasta perder el sentido. Iris la sostuvo en sus brazos intentando reanimarla, pero el simple contacto con ella daba exactamente la misma sensación que tenía cuando tocaba una dranugestra. Comenzó a sentirse mal.
La situación se tornó delicada, la chica se encontraba sola con la persona que, sin saberlo, la quería muerta. Intentaba evitar el contacto visual mientras exageraba sus síntomas de malestar.
—¿De casualidad no serás pariente lejana? —preguntó el rey mientras tenía en las manos una copa y una botella de alcohol, sirviéndose un trago con una sonrisa.
La joven continuó con su papel en tanto pasaba una torunda con un remedio herbolario macerado en alcohol para hacer reaccionar a Elisia. El hombre estaba al alcance, pero la frustración le carcomía por su propia indefensión.
—Ah, cierto, sorda. Aún si fueras pariente, tendría que creer que alguien de la familia se descarriló, en fin... ¡Salud! —rio para sí mismo antes de tomar un trago. Todo este tiempo el hombre había estado tomando e Iris lo notó cuando dejó ver detrás de si varias botellas vacías en aquella sala.
Una vez terminó su brindis, ordenó que se llevaran a las jóvenes a los aposentos de Elisia. Todo el camino Iris parpadeó poco, por su cabeza repetía las escenas de muerte de aquellos Vleyquanger, y la urgencia por hablar con Viator la tenía con el corazón atorado en la garganta. Iba en el carruaje acompañada por un guardia, pero ninguno tocaba a la princesa porque cuando lo hacían terminaban sintiendo náuseas.
Todo este tiempo la princesa había estado experimentando con las dranugestra contaminando su sangre, de tal manera que ella misma era como una. Iris sabía que eso podría ser mortal.
Al llegar al castillo, la reina ya estaba esperando fuera junto a varias cortesanas. La mujer tenía una mirada perdida, una mirada de miedo e indignación.
—Tú —señaló a Iris—. Vas a cargar a Elisia y la pondrás en la camilla.
Iris miró a la reina con extrañeza, pero asintió. De hecho, en ese sitio ella era la única capaz de soportar los efectos de aquellas piedras del infierno. Tomó a la joven y con trabajo la colocó sobre una camilla.
Elisia permaneció en cama por varios días con Iris atendiéndole sin descanso, sin embargo, cuando la joven despertó, la reina la relevó de su puesto, dejándola sin funciones hasta nuevo aviso.
Una noche, la chica concertó una reunión con Viator en un punto retirado del castillo, cerca de un pequeño estanque que en invierno no era muy concurrido. Al acudir encontró a Viator reflexivo viendo la luz de la luna incidir en la superficie del agua. La joven se acercó para dar los pormenores de la situación.
—Elisia... —La chica inició la conversación, pero no pudo completar su declaración cuando Viator le confirmó que ya sabía lo que le esperaba a la princesa.
—Morirá. —Mordía una rama de paja sin despegar la vista del agua—. Ese cabrón la está drenando ¿verdad?
—¿Cómo supiste? —cuestionó con angustia.
—Ese era el trabajo de tu madre —respondió entristecido—. Nunca supe exactamente lo que hacía, pero desde que me dijiste de las piedras y los síntomas de la nueva princesa, me recordaron mucho a tu madre en sus últimos días, siempre fue algo enfermiza.
—¿La instauración de los pactos mató a mi madre? —preguntó consternada. Iris por mucho tiempo se cuestionó si la muerte de su madre había sido culpa suya, su padre alguna vez le informó que ella se había enfermado, pero nunca le dijo la causa.
—Así que así es como mantienen vigente las condiciones de los limitadores —comentó serio—. Es probable que eso es lo que te hubiera matado a ti, no solo a ella.
Iris abrió los ojos ampliamente mientras recordaba todo el proceso que realizó Elisia. Si la teoría de Viator era verdad, entonces las condiciones eran varias dentro de la piedra base, no solo la que suprimía las habilidades de un Vleyquanger o el matar al portador de un limitador. Había una tercera también o quizá un efecto secundario aún peor.
—Viator... ¿Crees que los portadores matan a sus hijos mestizos sin saberlo? —preguntó.
El hombre miró a Iris confundido. Ante la nula respuesta del hombre, Iris procedió a explicarse.
—Sé que Elisia tiene esos síntomas por estar haciendo los pactos, requiere sangre y una daga como esta... —La joven sacó el arma que le habían obsequiado en Draconia—. Si te cortas con ella tendrás los efectos amplificados, pero, por lo que veo, la exposición repetida a lo mismo te contamina la sangre y por tanto los pactos rebotan en ti. Existe una condición que desconocemos, los bebés nacidos de una pareja perteneciente a ambos clanes no sobreviven nunca. ¿Por qué estoy viva? ¿En qué consiste la unión de una pareja?
Esa era una pregunta que muchas veces se hizo tanto en este mundo como en el otro, su existencia no podía ser, pero ella estaba aquí, viviendo.
Viator quedó pensativo. Tras varios segundos donde se notaba que estaba atando cabos, miró a la joven con gran sorpresa y le explicó:
—Cuando te emparejas con alguien tu anma se une al del ser amado y eso se consigue de dos formas: En una ceremonia haciendo el enlace mediante condiciones, y la otra es cuando su amor es consumado teniendo a los antepasados de testigos, ya que te estás entregando en cuerpo y corazón. La primera forma es la mejor vista porque lo haces frente a toda la sociedad, pero la otra era la forma en la cual nuestros antepasados formaban una familia, un compromiso más personal.
—La segunda condición es una maldición... —respondió Iris mirando su mano con impotencia—. Si un hombre y una mujer de diferentes clanes unen sus anmas en uno solo, su descendencia morirá si alguno de ellos usara un limitador —concluyó.
Viator se llevó las manos al rostro.
—¡Esos malditos! —gritó con impotencia e ira. Miró a Iris y luego continuó hablándole sobre su historia y la de su madre.
Cuando Lisanna descubrió su embarazo tras huir de su intento de asesinato, desistió de buscar regresar por miedo a perder a su familia. La princesa dragón ya tenía encima una enfermedad producto de la explotación de su poder al exponerla al forjado de los limitadores, igual que sus hermanos. El único que nació sin pureza había sido Lessian.
—Tú naciste enferma, Iris. Lisanna apenas podía mantenerse en pie después de tenerte. Su última noche ella estaba contigo en brazos leyendo todo lo que pudo para buscar un remedio para tu inexplicable debilidad, pero al sentir que le quedaba poco tiempo, tomó una decisión dejando fuera a Antreas. Los mestizos nacen con el anma drenada, por eso no sobreviven, pero ella... te dio todo lo que le quedaba, nunca supe cómo lo hizo en ese entonces... —contó Viator.
—Ella se impuso una condición... —dedujo. Viator asintió.
—Ella se sacrificó por ti, te dio el anma que le quedaba.
—Pero si mantenía en sí misma las condiciones de la piedra base, ¿Cómo es posible que no me las haya pasado? —preguntó.
—Porque te equivocas en que ella mantenía las condiciones en sí misma, ella y tu padre se veían a escondidas de sus familias. Naciste con la maldición porque es probable que fueras concebida antes de que le quitara el limitador a tu padre. Unieron sus anmas antes de tiempo. Recuerdo bien que en uno de sus desvelos la escuché gritando. Asumo que sabía de esto, puesto que era su trabajo, pero nunca le dijo a Antreas o a mí el contexto de la situación. Se avergonzaba.
—¿Crees que se le haya pasado agregar una cláusula a la condición para desactivar los limitadores?
—No, bonita, no es así como funciona. Un bebé no soportaría nunca exponerse a los efectos de minerales como esos. Si le hubiera quitado el limitador a Antreas antes de haberse unido, de seguro hubieras nacido sin problemas, pero las secuelas por la exposición al limitador te afectaron cuando estabas aún en su vientre. La condición se concretó antes de nacer e incluso antes de retirar el limitador.
—¿Cómo puede ser posible?
—Cuando estamos en vientre, la madre es la fuente de vida para nosotros. Nos alimentamos a través de ella, recibimos sangre, protección, todo. Cuando nacemos empezamos a usar nuestros órganos para vivir. El anma es la energía vital de todo ser vivo en este lugar, vivimos con el anma de nuestra madre hasta que recibimos la primera bocanada de aire en el primer llanto y es entonces que nuestro propio anma comienza a mantenernos con vida. Curiosamente los niños mestizos nacen débiles, nacen con poco anma.
—Pero Elisia se está deteriorando por tener la sangre contaminada, ¿la sangre de mi madre no lo estaría también?
—Ella desactivó las condiciones de tu padre, por tanto, las suyas también. Pero desconozco cuál es la condición exacta que utilizan para renovar el pacto, una técnica como esa no es sencilla. Tienes que averiguarlo, Iris, la razón por la que Elisia está muriendo es mucho más compleja. Tu madre no tuvo tiempo para encargarse del asunto, pero apostó por ti, tú eres su heredera.
¿Podrá Iris averiguar lo que necesita? Está muy cerca ya la vez muy lejos.
Espero haya sido de su agrado, pasen un lindo fin de semana.
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