Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Confrontación

Alem cayó sobre uno de los guardias montados que estaba en ascenso tratando de alcanzar al dragón de Iris.

—Hola —saludó haciendo una expresión de dolor mientras se sobaba el brazo y de recuperaba del golpe—. Esto dolió más de lo que esperé.

El hombre aturdido comenzó a atacarle sin ton ni son para tirar al joven, pero Alem lo esquivaba con veloces movimientos. En la primera oportunidad lo lanzó al vacío y tomó las riendas del dragón.

El aire era como un azote helado que le recordaba aquella batalla donde casi perdía la vida, sin embargo, lejos de sentirse vulnerable, la sensación de libertad que daba estar sobre una criatura tan imponente lo hacía emocionarse por tener en sus manos las riendas.

—Si me viera mi padre ahora, la boca se le caería al piso —rio para sí. Posteriormente dirigió su mirada al otro jinete que perseguía a Iris disparando hacia las alas, pues aunque el dragón tenía cierta resistencia a la magia, también podía cansarse y la lucha en el aire sería perjudicial para su manejador, por lo que, con todo el dolor que sentía en sus manos y cuerpo, dirigió a su dragón para lanzar un disparo que les dio de lleno a la criatura desviándola y haciéndola caer hacia el castillo.

El joven no estaba en muy buenas condiciones pese a la curación que recibió, pronto llegaría a su límite.

Iris al ver el derribo del otro dragón, observó con detenimiento cómo Alem hizo suyo al dragón de Flesna y emprendía un ataque al castillo que ya se encontraba en ruinas por las explosiones previas.

La joven bajó hasta posar a la criatura en una de las torres de las murallas del castillo. El terreno era lo suficientemente alto como para observar que había tumultos reuniéndose en los límites de los muros de la ciudad.

—¡Ve! ¡Hay que volar la otra puerta! —expresó Alem en tanto que terminaba el trabajo de dispararle a los soldados que ya estaban preparando algunas catapultas—. ¡Te cubriré!

La joven asintió y se dirigió a los límites de la ciudad. Para este punto la confusión y la comunicación cortada con los altos mandos del castillo hizo que los soldados estacionados a las afueras no supieran que hacer. La gente observaba a Iris recorriendo la ciudad en busca de la comitiva de Lessian, pero no se encontraba en ninguna parte.

Al aproximarse a la entrada principal de la muralla fue recibida con ataques de todo tipo, no obstante, la ágil criatura realizó algunos disparos a la vez que ejecutó maniobras de evasión dejando fuera de combate a varios elementos.

Iris tomó aire, sentía el pecho pesado, pero no quería detenerse. Estalló la puerta principal y una a una las torres de vigilancia de los alrededores.

Previo al ataque, el rey se encontraba camino a salir de la ciudad cuando su comitiva se detuvo. Lessian observó como su escolta miraba hacia las murallas del castillo y las personas de las calles también notaban algo que él no había percibido.

—¿Pasa algo, capitán? —preguntó impaciente—. Debemos salir antes del atardecer.

—Señor, estamos escuchando a lo lejos los toques de alarma. La cadena de comunicación a través de las torres de vigilancia informa que hay un ataque.

—¿¡Cómo?! —El rey salió de su carroza viendo como la gente alrededor de las calles se arremolinaba para observar el castillo en la lejanía—. ¡Informes! ¡Vaya e investigue la situación!

—¡Sí, su majestad! —El hombre se acercó a un soldado montado en un dragón y este salió a toda velocidad de regreso al castillo.

—¡Capitán, deme su capa! —ordenó el rey.

El hombre lo miró con dudas, pero accedió a entregarle aquella parte del uniforme en mano.

Lessian entró al carruaje retirándose la corona y parte de sus finas ropas y envolvió a Elisia cargándola para montarla en uno de los dragones de tiro. La princesa se encontraba inconsciente por lo que al subirse la abrazó al frente para mantenerla sobre la criatura.

—¿Señor? —preguntó uno de los guardias.

—Hay que movernos. —Con sus manos imbuidas en anma tomó las riendas del dragón y emprendió la marcha desviándose del camino principal, perdiéndose entre la multitud distraída por los sonidos y las chispas lanzadas al cielo para advertir el ataque al recinto.

Lessian trató de mantenerse sereno, la ira le estaba carcomiendo. ¿Cómo podía haber permitido que se llegara tan lejos? Sabía que había traidores ahí adentro, pero que lograran abrirse paso, pensó que todo estaba bajo control, que podría salir, tenía el tiempo.

De pronto un gran estruendo hizo a la gente retroceder, pues la torre principal del castillo estalló. El hombre aturdido y sorprendido por el alboroto de la explosión, se encontraba mirando la columna de humo que emergía de lo que era el símbolo de poder que por años gobernó el reino.

El calor abrazador de su propio ego herido lo carcomía por dentro, era tal la frustración que voló una casa entera que estaba frente a él en ese instante, asustando a las personas de alrededor. EL hombre apenas podía calmar su ira cuando el soldado que mandó a investigar, regresó a todo galope.

—¡Señor! ¡Los prisioneros escaparon!

—¡No me diga! —El rey tomó desprevenido al soldado poniendo su mano en su rostro. De un momento a otro el hombre cayó al suelo gritando en agonía puesto que el rey había quemado su cara en un arranque—. ¡En fila, a los túneles, bola de inútiles! —ordenó.

—¿¡No regresaremos a repeler al enemigo?! —preguntó un soldado consternado.

—¡El enemigo está ya entre nosotros! Si quisiera escapar lo habría hecho sin problema.

—Muy listo, Lessian —comentó una voz grave, metálica y desgastada. Resaltaba entre los gritos de la gente que se alejaba.

—¿¡Qué?! —el hombre miró entre la multitud a una persona encapuchada que le observaba con una calma inusual. No le veía el rostro, pero cuando se percató de la presencia de marcas oscuras cubriendo su cuerpo, sus ojos casi se salían de sus órbitas. Era un Vleyquanger sin limitador—. ¡A los túneles! ¡Están aquí! —gritó.

El rey no dudó en emprender una carrera forzando al dragón a correr por las callejuelas y avenidas de la ciudad. No podía tenerlo enfrente, no ahora. Los soldados le siguieron, pero uno a uno se interpuso en el camino del Vleyquanger que, sin esfuerzo, lograba que los dragones sobre los que estaban montados los tiraran.

—¡Corra, su majestad, nosotros lo entretendremos! —exclamó un guardia en tanto se plantaba a media calle con armas en mano y realizando varios ataques para detener al encapuchado que ya había robado a uno de los dragones para alcanzarles.

El rey miró detrás para ver el campo de batalla. Un sonido de cuerno diferente al que se acostumbraba llamaba la atención en las lejanías, todo se quedó quieto hasta que observó cómo el encapuchado alzaba una mano y emitía una onda sonora rítmica al cielo. Mirando a los alrededores, por toda la ciudad se escuchaban gritos ensordecedores provenientes de varias personas que sacaban armas y se retiraban algo de las muñecas desvaneciendo sus disfraces revelando los limitadores.

Viator mientras tanto continuaba la carrera por las calles, con una mano y sacando una flama en cada dedo encendió las mechas de unos dispositivos cuyos planos había robado mientras estuvo en el castillo. Estos se elevaron por los aires estallando en el cielo, estaba dando una señal.

Iris voló y recorrió la ciudad observando cómo los civiles levantaban las manos. Algunos se resistían lanzando ataques o intentando salir de la ciudad haciendo uso de cuanto medio de transporte encontraran, pero descubrieron que afuera en los campamentos también había Vleyquanger sometiendo a los soldados.

Lessian se perdió entre los callejones mientras el Vleyquanger misterioso continuaba quitándose de encima a los soldados que se quedaban a pelear. Cuando el último cayó, el hombre continuó para interceptar al dragón de tiro, no obstante, cuando le alcanzó, encontró que sobre de él había dos cuerpos desfigurados.

El hombre misterioso se observó las manos ensangrentadas y sacando un bastón de dentro de su capa lanzó una ilusión lumínica que alertó a todos. Por todas las calles la gente se rendía y otros se aproximaron al lugar, al igual que Iris.

El hombre se retiró la capucha revelando su apariencia con el cabello cano y barba. Su semblante era pálido y con bolsas oscuras debajo de sus ojos que delataban que no había dormido en semanas. Su agilidad demostrada en la batalla era temporal puesto que empezó a caminar apoyándose en el bastón en cuanto las marcas de su piel retrocedieron, resintiendo los embates de su enfrentamiento, tosiendo sangre y respirando de forma más irregular. 

En cuanto notó que la gente se le acercaba, sus manos brillaron llevándoselas al pecho para erguirse y seguir caminando. La gente comenzó a rodearlo, hasta que retrocedieron cuando un dragón aterrizó frente a él y descendió de este una joven cuyas marcas se iluminaban, evocando el recuerdo de la mujer que robó su corazón. 

—Papá... —dijo la chica con un hilo de voz casi inaudible, le miraba con el rostro desencajado, pues no esperaba verlo. El hombre extendió sus brazos con una sonrisa y la joven no esperó para correr a abrazarle.

—Hicieron un gran alboroto, mírate, la viva imagen de tu madre...—dijo observando la apariencia de la chica. El hombre tenía sentimientos encontrados respecto a lo que acababa de suceder—. ¿Qué pasó? Suerte que ya estábamos todos llegando a nuestras posiciones, no esperaba que dieran la señal de esa forma.

—Ese maldito me descubrió, nuestras sospechas eran correctas... Lo perdí, papá, no estuve ni cerca de encontrarlo —respondió la joven en un sollozo ahogado.

—Lo perdimos los dos. Ese hombre es tan habilidoso con el viento como pensé, lo estuve siguiendo desde que salió del castillo —dijo con su voz cascada.

—¡Esto es tan frustrante! ¡Se lleva a Elisia con él! —expresó apretando los puños. El hombre estaba por preguntar más detalles de la situación, cuando un grito interrumpió la conversación:

—¡Antreas! —exclamó Viator a lo lejos galopando en Fideag portando una bandera con el escudo de dos dragones entrelazados ondeando por todo lo alto.

—¡Viator! Viejo amigo, nos tomaron por sorpresa, menos mal tuve la fuerza necesaria para hacer todo esto. —Sonrió extendiendo su brazo libre, pues su hija tenía su brazo izquierdo apoyado en su hombro.

—Estamos en los límites, viejo amigo. Hay que reunirnos y discutir nuestro siguiente movimiento —respondió bajando de Fideag.

—La resistencia del oeste ha dado una buena batalla, esperemos que salga todo bien para ellos, los metimos en un aprieto con este plan —dijo Antreas.

Mientras tanto Alem buscaba a Iris entre la multitud que se arremolinaba alrededor de Antreas, encontrándola aún con las marcas activadas. Sabía que podría desmayar si dejaba de usar su anma, igual que él, por lo cual se colocó a su lado.

Viator levantó el brazo donde se posó un pequeño dragón en el dedo como si se hubiera generado en un parpadeo. La criatura llevaba un papel rojo que tomó y le entregó a Alem, quien, sosteniéndolo con el puño, emitió una imagen seguida de un texto en drego.

—Parece ser que tomaron con éxito los campos de esclavos —comentó Alem—. El plan se ejecutó con éxito, aunque fue apresurado, no esperaban que nuestra gente estuviera dentro.

—Éxito a medias, ese maldito supo escapar —replicó Iris con rabia—. Esto habría terminado de una vez, habríamos conseguido la ubicación de la mina. 

—Tendremos que arreglárnoslas para averiguarlo. Teniendo los limitadores seguimos con clara desventaja —comentó Antreas con el aliento agitado.

—No se esfuerce, don Antreas —dijo Alem—. Hay un par de cosas que sí logramos conseguir.

—¿Me da la mano, señor guardián? —dijo Viator con un tono burlesco, poniéndose frente al hombre extendiendo su mano. 

Antreas miró la muñeca de Viator la cual se encontraba desnuda, el único rastro que quedó del limitador era una franja de piel pálida contrastando con la piel que estuvo por años expuesta al sol y las inclemencias. Cuando el viejo extendió sus marcas al hacer gala de su magia en las manos, Antreas sonrió.

—Por los antepasados, ¡Lo han logrado! —exclamó el guardián.

Iris estaba sonriente, pero por algún motivo cuando las marcas de su piel se retrajeron comenzó a sentirse lejana a la conversación. Había utilizado mucho anma confirmando que, si dejaba de utilizarlo y de moverse, pagaría las consecuencias.

El padre y Alem sostuvieron a la joven que de un momento a otro le habían comenzado a fallar las piernas. En un principio se asustaron sin embargo Iris seguía consciente, pero con mucho sueño.

La multitud pronto fue difícil de manejar, puesto que querían saber que había sucedido. Antreas se puso al frente para guiarlos a otro lugar mientras respondía uno que otro cuestionamiento, pues la apariencia de Iris les causaba conmoción, no obstante, cuando este la presentó como su hija, la gente comenzó a murmurar entre sí.

El guardián de los portales, igualmente agotado por la campaña y con la preocupación frenó los cuestionamientos y llevaron a Iris dentro de la comisaría que ahora estaba tomada. Así fue como pasó el día y la noche con la gente fuera del edificio que estaba custodiado por dos dragones.

Más tarde Lessian llevaba a cuestas a Elisia a través de un túnel largo, tardando un par de horas en encontrar la salida de este, ya que muchas entradas se encontraban bloqueadas por rocas o inundadas. Un par de guardias custodiaban la salida y se sorprendieron al ver al monarca cargando a su hija.

 El hombre tenía preparado el plan de contingencia y debía prepararse para viajar a la mina en dos semanas, no obstante, dos días más tarde los rumores llegarían como mecha cubierta en pólvora. El rey estalló la mesa donde cenaba cuando supo que Iris Zorex era en realidad Iris Drego Cassatore...

—¿¡Que ella es... quién?!

El pobre Vleyquanger capturado se encontraba retraído y temblando ante el fúrico monarca, su mirada reflejaba severidad, furia y mucha frustración.

—Una... mestiza... —dijo el hombre, dudando de decir la verdad.

Portaba un limitador en el cuello como un animal y se encontraba tan mal herido que el rey no le consideró siquiera como un buen objetivo de su ira. Hizo una seña para que le remataran sus propios guardias y salió del lugar dejando tras de sí un grito ahogado.

Lessian estaba con un disgusto tan grande que tenía deseos de quemarlo todo, no obstante, aunque había perdido una batalla, la guerra aún no estaba terminada y en dos semanas todo se iba a decidir.

Bueno. Finalmente saben lo que es Iris. ¿Qué creen que suceda? 

¡Nos vemos el jueves! Excelente inicio de semana.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro