Atrapada
—Bien, la atrapé —sonreía el hombre acorralando a Iris contra la pared manteniendo la mano en la boca de la chica y la espada en su cuello.
La joven sentía como tenía todo el peso sobre su cara, dolía bastante y sentía una gran molestia en la nuca por la áspera pared de piedra a sus espaldas.
—No intente gritar, hable o le reportaré con la reina.
Iris abrió los ojos de par en par mientras por dentro estaba apenas asimilando todo lo que ese hombre le decía. La luz de su brazalete con piedras guarda-anma apenas podía hacer distinguir sus facciones.
La joven con lentitud sacó sus manos del bolsillo de su vestido y subió sus brazos a la altura de la cabeza con los puños; en ese momento la luz pudo revelar que quien le estaba aprisionando era ni nada más ni nada menos que el guardia al que puso en ridículo. Sabía ya demasiado como para intentar enfrentarlo de todas maneras, debía averiguar hasta dónde podría llegar este asunto.
El guardia le retiró la mano. Iris comenzó a sobarse la mandíbula.
—¿Qué desea? Ya que me atrapó y no lo ha reportado, puedo pensar que está buscando algo.
—Ah, no se preocupe. La verdad es que sí tengo un interés. He descubierto que usted es la hija de nuestro instructor, me llama la atención su táctica, decir que usted es sorda es sorprendente. ¿Cuáles son sus fines?
—¿Cree que lo diría tan fácil? —La joven apretaba sus puños con frustración.
—Ocultarle esa información a la reina puede arruinar todo por lo que ha trabajado. Debo darle crédito, no solo se ha hecho pasar por sorda, también ha fingido ser ingenua y torpe. Excelente papel.
Iris enarcó una ceja mirando con indignación al hombre, lo primero era verdad, pero lo segundo le daba en el orgullo.
—Soy el teniente Arden —complementó.
—¿Y eso por qué me tiene que interesar?
Arden retiró la espada del cuello de la chica.
—Usted fue recomendada por un Vleyquanger, vigilarla es una de mis tareas, es mi deber proteger a la familia real, sus motivos siguen siendo sospechosos.
—Soy una cazarrecompensas, señor, somos mercenarios, no tendría por qué volverme en contra de aquel que me paga bien. Además, quien me recomendó fue un Domenech, están al servicio de su majestad.
—Usted es un potencial riesgo dado que supo deshacerse de mí en esa demostración, no es cualquier mujer, aunque... Considero que es gracias a mí que está del lado de la princesa, no usé ni un poco de anma con usted, de haberlo hecho, seguramente estaría a lado de nuestros antepasados en este momento.
Iris lo escuchaba con atención, deseaba mucho encerrarlo en los muros, pero eso comprometería la estructura del propio castillo, aún no podía reducir a polvo ese lugar.
—Le aseguro señor Arden. No pienso arriesgar mi secreto de trabajo. Mi reputación es parte de la identidad de «La familia» —mintió.
—Por cómo habla, he de pensar que eso le confiere ventajas y que este trabajo es temporal, cualquiera ya hubiera dejado otras aspiraciones profesionales siendo parte del séquito real.
Iris rodó los ojos y se cruzó de brazos.
—No diré nada, además no soy de la nobleza, pueden prescindir de mí cualquier día —Iris miraba con desagrado al tipo, había investigado bastante sobre ella y su familia, eso comprometía la misión si no averiguaba hasta qué punto sabía.
—Eso es verdad, aunque es curioso, ahora que lo dice. Su presencia a lado de la princesa es más como un guardaespaldas encubierto. Con más razón tengo que vigilarla «muy... de cerca».
El énfasis en aquello último había hecho que recorriera un escalofrío por toda la espalda. Arden la miraba de una forma que le inquietaba, no era la típica forma que caracterizaba el desprecio o la desconfianza. Estaba molesta y frustrada, la ansiedad la estaba comiendo por dentro, pero ella no podía ponerse en evidencia. El hombre ya tenía aparentemente la sartén por el mango.
—Entonces ¿Me va a vigilar o pretende algo más? Sospecho que sus intenciones no van solamente inclinadas a la investigación. Conozco esa mirada.
El hombre se apartó de Iris y comenzó a caminar por la habitación con la espada en la mano.
—La he estado vigilando, no me trago que esté casada con aquel joven con el que se ve todas las noches. Ni siquiera tienen un solo acercamiento físico a pesar de que el tiempo juntos es limitado.
—Mis papeles son suficientes pruebas, no diga tonterías...
Arden interpuso la mano interrumpiendo a la joven:
—Lo pondré de la siguiente forma: Me dice aquí y ahora lo que trama y podrá quedarse en el castillo. Usted es una Damer y su familia es notable en sus funciones. Su padre, si es que realmente es su padre, tiene conocimientos que solo se han visto entre los Vleyquanger y ellos no suelen compartir con nosotros todo eso, son demasiado orgullosos.
»A cambio de su confesión y otras... licencias obtendrá mi protección, soy un teniente después de todo.
Iris no podía creer lo que escuchaba. Miraba a Arden indignada, pero no podía perder la calma.
—Estará desvariando, señor Arden. Fui contratada por el señor Rubial. Su majestad lo encomendó, por lo cual sus sospechas salen sobrando. Si no está conforme puede ir a expresarlo a él.
La joven trató de abrir la puerta, pero fue impedida por la mano de Arden quien la cerró apresuradamente. Ella trató de tranquilizarse, por dentro sentía fuego en sus entrañas y unas inmensas ganas de salir corriendo, pero no dejaría que fuera notorio.
—Supongo le será muy grato que su majestad sepa que se le está cuestionando y que, además, con sus insinuaciones también está poniendo en entredicho el honor de la corte por meterse con una dama de compañía —amenazó.
El teniente analizó a Iris con la mirada, su rostro reflejaba molestia e incredulidad al escuchar ese reto.
—Me disculpo, señorita Zorex, usted es una joven muy... interesante. Por ahora la dejaré ir, sepa que la estoy vigilando y que voy a averiguar si lo que dice es cierto o no.
—Claro... señor Arden —respondió con sarcasmo—. No lo quiero ver cerca mío, sin embargo, debido a estas circunstancias, de seguro lo tendré más cerca de lo que quisiera.
—Lo sabe, la veré mañana, señorita Iris.
Iris salió de la bodega en silencio con la cara en alto y la mirada al frente para salir con orgullo por el pasillo hasta su habitación. Una vez dentro de su dormitorio, se aseguró de estar sola y se recargó sobre la puerta. Lágrimas y un llanto incontrolable se apoderó de la joven deslizándose sobre la puerta para quedar sentada en el piso y abrazarse a sí misma. Pese al miedo, controló su ansiedad hasta niveles insospechados, sentía que se quemaba por dentro.
Mientras tanto, Alem se encontraba bajando las escaleras con resignación, había esperado hasta altas horas a una chica que era evidente que no iba a aparecer. En silencio se retiraba cuando se cruzó con un hombre joven, de aproximadamente veintidós años, bajando por las escaleras. Era un guardia.
—Si descuidas a tu esposa, podría estar en los brazos de otro —dijo el hombre mientras continuaba bajando.
Alem frenó en seco su caminar para mirar a donde se encontraba el guardia.
—¿Disculpe? —El hombre desapareció en la oscuridad de los pasillos, el chico intentó seguirle, pero perdió su rastro. En ese momento sintió su corazón dar un vuelco.
La situación era extraña y necesitabarespuestas. Por la noche mirando al techo de su habitación,había tomado una decisión: seguiría a Iris y la vigilaría.
Al día siguiente, Iris amaneció con los ojos hinchados. Tenía que frenar sus actividades de investigación, pero hablarle a Viator y a Alem del incidente no parecía ser una opción tampoco; había tenido muchos problemas por su torpeza, ya no quería preocuparlos y menos involucrarlos, debía alejar a Arden de ellos.
Con el pasar de los días, la joven continuó sus tareas como acostumbraba, sin embargo, a veces Arden la rondaba por los pasillos tratando de conversar, y en esas oportunidades estuvo indagando en lo que sabía para asegurar su seguridad.
Aparentemente en el primer interrogatorio había salido bien librada, no obstante, tenía que mantener a Arden distraído; no convenía tener la atención de la totalidad de la guardia sobre ella y mucho menos ser reportada por su mentira. Sabía que él tenía segundas intenciones con ese acercamiento.
Muy a su pesar, a veces le seguía el juego y se trataba de reír de sus comentarios, sin embargo, conforme pasó el tiempo, el guardia tomaba cada vez más confianza intentando acercarse a ella más de lo debido. Aun así, la suerte estaba de su lado puesto que su ruta a su habitación o a la habitación de la princesa era concurrida.
Una mañana Alem la tomó por sorpresa escabulléndose dentro de su habitación. La joven no se tomó muy bien el hecho de que hubiera averiguado la ubicación de su cuarto debido a la cercanía con Lady Sunen. Un escándalo de tal magnitud podría comprometerla por lo que, muy molesta, lo exhortó a que se retirara.
—¿¡Qué haces?! Si te ven por aquí voy a tener problemas. Siendo «sorda» no podré explicarme, largo de aquí.
—Toda la semana no has acudido, por lo menos avisa que no podrás asistir, estaba preocupado —respondió Alem mientras era empujado por Iris.
—Sabes que me es difícil tener momentos a solas como para hacer eso, te pido perdón, pero te tienes que ir —respondió tajante esforzándose por moverlo hacia la puerta—. Tú puedes camuflarte con tu anma, yo traigo un vestido estorboso y mi anma no sirve para eso.
—¡Ya basta! —La interrumpió—. Me iré, pero tú te traes algo. Viator me dijo que casi no le has reportado nada y pareciera que me estás evadiendo.
Iris sintió sus entrañas retorcerse, quería hablar, pero no podía. Tenía que ceñirse a su plan y temía que Arden estuviera cerca para escucharlo todo.
—Entiendo tu inquietud, todo está bien, solo no he encontrado más información. Prefiero evitar que la gente sospeche, ya vete.
Alem miró a Iris con preocupación y quizá... ¿decepción? La joven no podía saberlo con certeza, pero le señaló con la mano la salida.
—No estoy conforme con esa respuesta, Iris, pero eres un muro que no puedo franquear... yo lo puedo escuchar todo —dijo el joven desapareciendo como un parpadeo dejando nada más que una brisa que movía los cabellos de la confundida y ansiosa chica.
Después de aquello, Iris siguió con lo planeado, sin embargo, cuando notó que Arden había bajado la guardia y ahora solamente se dedicaba a tratar de acercarse a ella. Ya no estuvo dispuesta a permitir que siguiera con su juego, por lo que de ella solo obtuvo indiferencia, pero esto solo hizo que el teniente aumentara su insistencia buscándola con más frecuencia e impidiendo que tuviera un solo respiro por dos semanas más.
Una mañana la princesa asistiría a una reunión con el rey y los altos mandos. Iris tenía autorización para entrar a todas las reuniones desde que fue asignada solamente porque la princesa necesitaba asistencia debido a su estado de salud. Aunque no le reportaba a Viator lo que escuchaba, seguía en su labor de investigación.
La joven se arregló con todo lo que necesitaba para lucir, por lo menos, como una mujer de la baja nobleza. Se presentó en el dormitorio de Elisia y le ayudó a vestir, calzar y a escoger los accesorios para el cabello que llevaría. La princesa solo pedía asistencia para realizar los nudos de sus prendas, no permitía que se le ayudara a quitar la falda o la parte de arriba de los vestidos en esa semana. No consentía que se le viera ni se le tocara.
Siempre que Iris entraba a la estancia la joven ya traía un blusón de mangas largas de seda que se abotonaba de forma apretada a las muñecas y así pedía que se pusieran encima sus ropas. Cuando caminaba, cada paso significaba un reto para su débil cuerpo, sin embargo, cada que la chica ofrecía su mano, la princesa se negaba y continuaba la marcha.
Cuando Elisia entró a la sala de reuniones, Iris permaneció detrás de ella cargando una gran canasta con botellas destinadas a mantener a raya los malestares de la chica.
—¿Llamó usted?, padre —saludó Elisia al rey con una reverencia.
—Ah, Elisia. Pasa, tenemos asuntos que discutir —Dijo el rey.
Iris permaneció detrás de Elisia sin llamar la atención.
La sala de reuniones estaba dispuesta con una gran mesa donde había un gran mapa extendido lleno de figuras de oro y bronce. Un militar de alto rango usaba un anma blanco puro que rodeaba las figuras y las movía como si de telequinesis se tratara.
—Tenemos las nuevas máquinas para comenzar a voltear el campo de batalla a nuestro favor. Aunque los limitadores nos confieren ventajas, no sabemos si esto puede detener a los Vleyquanger de los bosques del oeste, han atacado las fábricas de Suldren y Gemna, y han retrasado las negociaciones con Limnion.
—No por mucho, general. ¿Elisia?
—Estaré lista para el día de la renovación del pacto de sangre, padre.
—Mi hija es la encargada de renovar el pacto en la mina, les complacerá saber que se agregará una nueva condición que acabará de una vez por todas con los Vleyquanger que osen traicionar al reino de Drechen.
Iris permanecía parada en un rincón. Aquella afirmación le pareció indignante e intrigante debido al peso que podría tener en la balanza de las guerrillas. Lo que había estado investigando le confería leves sospechas de lo que iban a hacer, pero aún no estaba segura. La joven miró a Elisia y luego al rey quién era un hombre de gran barba que sonreía de una forma que le parecía casi maquiavélica. Desde que lo conoció, le parecía que era la clase de persona que te dejaría sufrir solo por encontrarlo entretenido.
Trataba de poner atención a la conversación, cuando miró de reojo descubriendo que Arden estaba firme en una esquina con una lanza a su lado y mirando al frente. Otro sujeto cuya actitud estaba movida ni nada más ni nada menos que por el ego y el orgullo, un narcisista.
Por un momento el hombre le guiñó un ojo, la joven no pudo esconder su expresión de frustración y odio. El abdomen comenzó a dolerle, pero debía aguantar.
—Definitivamente someterlos no es suficiente, aplastarlos como debieron hacer nuestros antepasados en su momento —comentó otro general.
—Concuerdo —rio el rey—. No podemos darnos el lujo de quedar mal con Limnion.
La conversación en la reunión fue breve, ya tenían un tiempo discutiendo, pero Iris se había fijado en las posiciones de las figuras y escuchado suficiente como para hablar con Viator. Sin embargo, tenía inconvenientes: Arden. Todo el tiempo que estuvo ahí, no dejó de mirarla de tal forma que la incomodaba.
Cuando la princesa se retiró, ella tuvo que seguirle. Elisia lucía muy decaída, a medio camino de su dormitorio se volteó y le dio una orden a Iris que le iba a ser difícil obedecer debido a sus circunstancias.
—Iris, tienes el día libre, yo de aquí me regreso a mis aposentos.
Iris miró a Elisia con preocupación. Era demasiado temprano y si se separaba de ella en ese estado y se caía, ella pagaría las consecuencias.
—Tranquila, me apoyaré de los muros.
Iris sacó un carboncillo y un papel que se había acostumbrado a llevar para escribir en él y hablar con la joven.
«Al menos deje que le lleve a su cuarto».
Elisia suspiró y asintió. Iris no llevaba mucho a su lado, pero pese a todos los rumores que dijeron de ella, era bastante capaz en su trabajo y parecía tratarla como un ser humano y no una pieza más de ajedrez.
Iris la llevó hasta la puerta siguiéndola de cerca sin tener contacto. Una vez dentro, la chica se retiró haciendo una reverencia y cerrando la habitación tras sus espaldas.
La joven miró a todos lados, sentía que, si se quedaba sola en ese lugar, pronto tendría un encuentro con aquel individuo. Corrió por los pasillos hasta llegar al suyo. Lady Sunen a esa hora se encontraba con la reina y encontrar a Viator en ese momento tampoco era viable.
Iris veía el pasillo más largo de lo que recordaba, la ansiedad le estaba afectando. No había guardias en el mismo a esa hora, con paso apresurado salió de ahí y se dirigió a las escaleras de la cocina. Deseaba estar acompañada y solo podía acudir a una persona, Alem, con quién tenía conflictos.
Cuando iba a ingresar al pasillo que llevaba a las escaleras, fue interceptada por aquel al que no quería ver.
—¿Va a ver a su esposo? —preguntó una voz.
Iris sintió que el estómago se le caía a los pies. Contuvo la respiración y siguió caminando, tratando de ignorar a Arden.
—No es algo que te importe... —respondió.
—¡Oh! Dejamos las formalidades, me agrada —Sonrió.
Iris trató de mantener la calma, seguir con expresión neutra y calmada. El hombre parecía disfrutar su sufrimiento y no le iba a dar el gusto.
—Pensé que ya me habías descartado de tus sospechas, Arden —respondió en un tono despectivo —, pero sigo viéndote todos los días e incluso intentando cosas que no son protocolarias de una investigación.
—Oh, sí. Definitivamente has demostrado tu lealtad a la princesa, he visto tus cuidados ahora que ha mermado su salud, y el señor Rubial te respalda por algún motivo. Siendo sincero ahora no puedo estar más interesado en otros asuntos.
—No te tomes libertades que no te corresponden.
La joven aumentó el ritmo del paso, pero seguía siendo insistente. La mano de Arden alcanzó a tomarla del brazo y la jaló hacia atrás pegándola contra la pared.
La chica sintió el golpe en la nuca y cómo Arden colocaba una mano a lado de su cabeza mientras que con la otra tomaba su barbilla y la alzaba. La diferencia de estaturas era notable e Iris se sintió minúscula en ese instante.
—¿¡Que pretendes?! —La joven trataba de mantener la calma, pero la voz se entrecortaba. No podía hacer un escándalo de esto. No ahora—. Ya sacié tu curiosidad.
—Oh sí, pero quiero más. En definitiva, el rey estará complacido de saber que has hecho un gran trabajo, eres interesante Iris Zorex... —respondió acercándose peligrosamente al rostro de la joven.
Mientras todo eso sucedía, Alem se encontraba subiendo por las escaleras de caracol hacia el pasillo de la servidumbre al punto de encuentro al que siempre iba, aunque Iris no se presentara. No contactó con ella después de su discusión y le daba un muy mal presentimiento.
El chico, intrigado por el comportamiento de Iris, trató de seguir sus movimientos llegando a verla más de una vez acompañada de un guardia de rango intermedio. Esto le irritaba de alguna forma, pero no estaba en posición de reclamar, de hecho, se sentía un idiota si tan solo lo pensaba ya que su relación no era más que una fachada, solo eran amigos.
Debía llegar al fondo del asunto por su cuenta, lo había tomado personal, pero se debatía mentalmente sobre cómo tomar el asunto puesto que podía arriesgar la misión, no quería dudar de Iris, después de todo ella fue la que tuvo la idea.
Al subir se detuvo cerca del último peldaño al escuchar una discusión donde uno de los interlocutores poseía una voz femenina familiar, por lo que se puso detrás del muro de acceso a la escalera y se dispuso a ver de reojo la escena.
—¿¡Qué pretendes?! Ya sacié tu curiosidad.
—Oh sí, pero quiero más. En definitiva, el rey estará complacido de saber que has hecho un gran trabajo, eres interesante Iris Zorex...
El joven reconoció al guardia que le había hablado en ese mismo sitio. No podía ver por completo, pero por el ángulo parecía que estaba besando a una mujer con las características físicas de Iris.
¿Qué piensan que sucederá?
Estaba muy emocionada de poder publicar ya esta parte, de verdad me tomó casi todo el mes editarlo para que quedara casi perfecto (y digo casi porque reconozco mis limitaciones como escritor aficionado, siempre puede escaparse algo).
Espero que les haya gustado el capítulo, no olviden comentar es muy importante para mí. Si les gustó échenme la estrellita, ¡pasen bonito fin de semana!
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